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Fragmento de lo Infinito [Español]
Capítulo 13: Encuentros y Revelaciones

Capítulo 13: Encuentros y Revelaciones

El grupo, decidido a enfrentar al Rey Vampiro Lip, comenzó sus preparativos para partir hacia las Tierras Oscuras. La tensión en el aire era palpable mientras cada miembro reunía sus pertenencias y fortalecía su resolución. Acalia, como era su costumbre, lideraba con calma, pero algo en su mirada delataba una preocupación que trataba de esconder. Biel, siempre atento, no pudo evitar notarlo.

El camino hacia las Tierras Oscuras era largo y estaba plagado de peligros. Mientras avanzaban, el grupo mantuvo una conversación constante, tratando de aliviar el ambiente tenso. Acalia, quien había estado inusualmente callada, decidió compartir más sobre lo que sabía del Rey Vampiro.

—Según los rumores, el Rey Vampiro desea un casamiento entre su hijo y… —hizo una pausa, mirando de reojo a Biel y luego al resto del grupo—, conmigo.

La revelación cayó como un rayo sobre el grupo. Xanthe frunció el ceño, Easton alzó una ceja con incredulidad, y Ylfur cruzó los brazos en un gesto pensativo. Biel fue el primero en romper el silencio.

—¿Un casamiento? ¿Por qué querría algo así? —preguntó, intrigado y claramente desconcertado.

Acalia suspiró, su mirada fija en el horizonte.

—Podría ser una trampa, pero ahora que estás tú involucrado, casi puedo asegurar que lo es.

Biel frunció el ceño, procesando las palabras. Antes de que pudiera responder, Ylfur intervino, inclinando ligeramente la cabeza en una muestra de respeto.

—Mi señor, esto podría ser demasiado peligroso. Deje que yo me encargue de ese vampiro.

Biel lo miró con determinación, su voz firme y segura.

—No. Tengo que ir. No solo debo proteger a Acalia, sino también a ustedes. No puedo quedarme al margen.

Las palabras de Biel parecieron resonar en Acalia. Por un breve momento, una chispa de emoción cruzó su rostro, pero el sello que bloqueaba sus sentimientos evitó que se mostrara del todo. Aun así, Biel notó el cambio, aunque eligió guardar silencio, respetando su privacidad.

Durante los dos días que tomó el viaje, el grupo se encontró con paisajes cada vez más sombríos. Los árboles parecían torcidos por una fuerza invisible, sus ramas extendiéndose como garras hacia el cielo opaco. El aire estaba cargado de una energía pesada, casi tangible, que ponía a todos en alerta.

A medida que se acercaban a Durden, Acalia comenzó a explicar la historia de la ciudad.

—Durden está dividida en dos partes: la gran ciudad, donde residen los vampiros nobles, y la ciudad exterior, donde humanos y vampiros conviven bajo un pacto frágil. Los vampiros prometieron no atacar a los humanos a cambio de donaciones regulares de sangre. Es una paz tensa, pero ha evitado la guerra durante siglos.

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Las palabras de Acalia dejaron al grupo pensativo. Era difícil imaginar una alianza tan precaria, pero también era un testimonio de lo desesperadas que habían sido las circunstancias.

Al llegar a la ciudad exterior, fueron recibidos por un paisaje sombrío pero vibrante. Las calles estaban iluminadas por faroles que emitían una luz azulada, creando un ambiente fantasmagórico. Humanos y vampiros caminaban juntos, aunque la desconfianza era evidente en sus miradas.

De repente, una figura femenina emergió de las sombras. Era una chica joven, de cabello rosado que brillaba bajo la tenue luz. Su presencia tenía algo magnético, pero también inquietante.

—Deberían irse de inmediato de estas tierras —dijo con una voz firme que no admitía objeciones.

Acalia dio un paso al frente, su postura imponente.

—No podemos. Venimos a ver al Rey Vampiro Lip.

La chica alzó las cejas, sorprendida.

—Así que tú eres la prometida de mi hermano… —su voz tenía un tono burlón.

Biel, perplejo, intervino.

—¿Tú eres hija del Rey Vampiro?

La chica sonrió y reveló su rostro por completo.

—Sí, soy Sarah, la hija menor del Rey Vampiro Lip.

Aún más sorprendido, Biel respondió:

—Mucho gusto, mi nombre es Biel.

Los ojos de Sarah se iluminaron al escuchar su nombre.

—¡Así que tú eres el famoso Biel de quien tanto se habla en estas tierras! —exclamó con una mezcla de fascinación y curiosidad.

Estas palabras dejaron a Biel desconcertado. Nunca había visitado Durden, y, sin embargo, ya sabían de él. Con un nudo de duda en su corazón, Biel siguió el juego, dispuesto a recopilar información. Sarah, con una sonrisa encantadora, los invitó.

—Vengan conmigo. Los llevaré a conocer a mi padre.

El grupo aceptó y siguió a Sarah hacia la gran ciudad. Mientras tanto, en el palacio de ébano, el Rey Vampiro Lip hablaba con su hijo, Muskar.

—Tu prometida ya está aquí, hijo —dijo Lip con voz solemne.

Muskar lo miró con descontento.

—Padre, ¿por qué haces esto? Sabes que no amo a Acalia. Es una gran amiga para mí.

Lip sonrió con frialdad.

—Este matrimonio salvará a tu querida amiga y también a los humanos.

Muskar frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Cómo salvaría a Acalia y a los humanos?

Con un tono calculador, Lip explicó:

—Tenemos una alianza con los humanos. Si no te casas con Acalia, la alianza se romperá y comenzará una guerra entre vampiros y humanos. No querrás eso, ¿verdad?

Muskar, aunque dudoso, asintió.

—Está bien, padre. Me casaré con Acalia para mantener la alianza.

De vuelta con Biel y su grupo, llegaron a una posada en la ciudad exterior. Decidieron descansar antes de su encuentro con Lip. Con tres habitaciones disponibles, optaron por un juego para decidir las parejas. Los resultados fueron los siguientes: Xanthe y Easton compartieron una habitación como hermanos, Ylfur y Acalia quedaron juntos, y Biel compartiría cuarto con Sarah.

Xanthe, algo celosa, murmuró:

—Yo quería dormir con Biel…

Acalia también quiso decir algo, pero el sello le impidió expresar sus emociones. Por su parte, Sarah sonrió traviesamente.

—Vaya, me tocó con este guapetón.

Esto solo aumentó los celos de Xanthe, quien frunció el ceño mientras Biel intentaba calmar la situación.

—Solo vamos a dormir, no va a pasar nada —dijo, intentando restarle importancia.

Finalmente, todos se retiraron a sus respectivas habitaciones, deseándose buenas noches. La oscuridad de Durden parecía observarlos, cargada de secretos que pronto se revelarían.