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Capitulo 19

Un tiempo atrás. En la Casa Blanca.

-Espere aquí.

Dijo uno de los agentes del servicio secreto a Gonsuro antes de retirarse.

El joven Gonsuro miro el ambiente de la sala de recepción de la Casa Blanca. Había viajado junto con su hermana desde el Reino de Zarenca para ver con sus propios ojos a esta nación que según decían sus habitantes venían de otro mundo. Estaba ubicada en medio del mar donde antiguamente se encontraba la capital del Antiguo Imperio del Sol.

Tenían esa extraña magia y dragones de hierro que le permitieron realizar la increíble hazaña de repeler a la Horda casi sin ningún esfuerzo. Para el era justo decir que la producción militar de esta pequeña nación no era proporcional a su tamaño.

Gonsuro dejo su mochila en el suelo mientras su hermana se sienta en una silla cercana.

Mientras Gonsuro miraba un retrato en oleo preguntándose quien era. Era un retrato de Napoleón Bonaparte.

-Hola.

Al escucharla, Gnsuro se da la vuelta y ve a una mujer de cabello negro casi de la misma edad que el. Estaba vestida con un delantal y llevaba un plato con galletas recién horneadas.

Enseguida la reconoció. Era la hermana de su majestad, Stephany Martínez. Se arrodillo haciéndole una reverencia. Levanto la vista y vio a su hermanita mirando a su Stephany mientras aun seguía sentada en una silla.

-¡Maracia! ¡Inclínate ante la hermana de nuestro rey!

Asustada ante el repentino cambio de actitud de su hermano. Maracia se arrodilla al lado de su hermano.

-Perdón por la descortesía de mi hermana. Ella no sabia que usted era la hermana de su majestad.

-No, no. No te preocupes por eso. Al igual que mi hermano, a mi tampoco me gusta mucho las formalidades. Por favor ponte de pie. Podes hablarme de manera mas casual.

-Entendido.

Gonsuro y Maracia se ponen de pie. Maracia miraba directamente al plato de galletas. El olor a recién horneadas le hacia agua a la boca.

Gonsuro de la un toque a la cabeza de Maracia.

-¡Es de mala educación mirar así a alguien de la realeza!

Maracia se cubría la cabeza por el toque que le dio su hermano mientras se arrodillaba de nuevo. Stephany vio a Maracia que estaba a punto de llorar.

-No hace falta que le hagas eso a una niña. Era obvio que ella quería una galletas. No soporto a la gente que golpea a los niños por cosas como estas.

Ante el enojo de Stephany, Gonsuro se arrodillo de nuevo para pedirle disculpas.

-Lo siento mucho.

-Esta bien. Pónganse de pie y tomen asiento.

Gonsalvo y Maracia se sientas en los sillones mientras Stephany colocaba el plato con galletas sobre la mesa de centro.

-Adelante, prueben. Yo misma las hice.

Tímidamente Gonsuro y Maracia agarran las galletas de la mesa. Cuando las prueban se sorprenden lo deliciosas que están.

-¿Que tal? ¿Les gustan?

Ambos asienten de manera rápida. Maracia comía una galleta tras otra. Stephanyse sonría mientras mira tal escena.

Se escucha a alguien golpear el marco de la entrada del sala. Todos se dan la vuela y ven a un hombre con uniforme de servicio en la entrada de la sala. Gonsuro se preguntaba quien era ese hombre.

-Oh, general Zhukov. Vaya sorpresa verlo aquí.

Gonsuro se sorprende por las palabras de Stephany. ¿Como un hombre de veinte años podía llegar a ser general?

-Hola Stephany. He venido a por ese nuevo recluta.

Luego de hablar con Stephany. Zukhov se dirige hacia Gonsuro. Rápidamente Gonsuro se levanta del sillón y se arrodilla frente a MacArthur.

-Así no, muchacho. Para saludar a un superior debes pararte firme y poner tu mano con los dedos juntos hacia la sien.

Gonsuro enseguida corrige su postura.

-¿Así?

-Bien muchacho. Ten esto. Es una carta de recomendación del presidente. Ve a Severomorsk ubicada en el distrito ruso y entrégala al gobernador. Ellos te asignaran a una unidad.

-¿Y mi hermana?

-No te preocupes. El Estado le proporcionara vivienda, educación y todos los servicios básicos. Te quiero hay en tres días. ¿Entendido?

-Si, señor.

Sin que se diera cuenta. Gonsuro acepto una estadía de tres meses en el Infierno.

* * *

Tres días después. Cuartel de entrenamiento en Severomorsk, distrito ruso.

Hacia frío. Pues el invierno había llegado y comenzaban a caer los primeros copos de nieve.

Gnsuro estaba en el patio de entrada de la base junto con varios reclutas. Todos estaban acostados en el piso esperando. Algunos hablaban y otros contemplaban los copos de nieve caer del cielo.

Vio una linea amarilla en el suelo pero no sabia para que era. Por lo que decidió ignorarla.

-¡Firmes!

De repente escuchan la fuerte voz de una mujer. Pero la típica voz de una mujer normal. Parecía mas a la voz de una madre regañando a su hijo que cometió alguna travesura.

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Cuando voltean, ven a una mujer de mas o menos de unos veinte años. Vestía con un uniforme de servicio y llevaba un corto bastón en su mano.

-¡Quiere pongan las puntas de los pies en esta linea!

Dice la soldado mientras señala la linea sobre el césped con su bastón. Gonsuro se pone en posición pero los demás deciden ignorarla.

BANG BANG BANG

Se escuchan tres disparos y todos miran asustados a la sargento que portaba un arma apuntando al cielo.

-¡¡He dicho firmes!! ¡Montones de mierda!

Enseguida todos corren hacia la linea.

-¡Atención! ¡Soy la sargento Tasha Diatlov y estoy al mando de este pelotón!

-Ja ja ja ja.

La sargento voltea y ve a un recluta riéndose. Se acerca y lo mira a los ojos.

-¿Te parece gracioso? ¿Cual es tu nombre?

-Owyn Corife, príncipe heredero del Reino de Zarenca.

Dice Owyn con una sonrisa incrédula.

-Oh, conque un príncipe. Me importa una mierda que seas de la realeza. Principito.

-Es Owyn. No Principito. Veo que a los plebeyos de aquí no saben lo que es respeto. ¿Verdad muchachos?

Algunos de ellos se ríen. Por lo que Gonsuro deduce que son los hijos de otros nobles.

-¿Y por eso te reías?

-En realidad me reía del estúpido que decidió asignarnos a una mujer al mando.

Gonsuro estaba nervioso. Vio como el príncipe se burlaba de la sargento.

-Conque esa tenemos, ¿eh? Que te parece una apuesta. Una lucha cuerpo a cuerpo. Tu y yo. Si ganas el pelotón tendrá el día libre. Pero si pierdes todos correrán cinco vueltas con el equipaje alrededor de la base.

Gonsuro tenia miedo de que el príncipe perdiera. No sabia el tamaño exacto de la base. Pero sabia que grande.

-Y para los que no saben. La base tiene una circunferencia de cinco kilómetros.

“Mierda”. Esa palabra paso por la mente de Gonsuro.

-Bien, acepto.

-Excelente.

La sargento sonríe mientras se quina la chaqueta y sombrero.

Ambos se ponen en guardia.

El príncipe da el primer golpe. Pero es esquivado por la sargento que enseguida agarra el brazo extendido del príncipe. La sargento da una patada en la perta trasera de la rodilla del príncipe haciendo que caiga al piso. La sargento agarra firmemente el brazo del príncipe.

CRAK

-¡¡¡Aaaahhhh!!! ¡¡Mi brazo!!

Se escucho un tronido seguido por un grito. La sargento se pone de pie mientras todos veían como el príncipe se retorcía de dolor.

-Por eso no se debe subestimar al enemigo sin importar si es hombre o mujer. Ni tampoco faltarle el respeto a un superior. ¿Entendido?

-¡Si, señor!

Todos responden al unisono.

-Bien. ¡¡Médico!!

Minutos después el pelotón ve como el príncipe es llevado en una camilla a la enfermería.

* * *

Al día siguiente en el campo de entrenamiento. Los reclutas estaban practicando el lanzamiento de cuchillos.

Todos estaban mirando con enojo al príncipe debido a que todos tuvieron que correr mientras el descansaba en la enfermería. El brazo roto del príncipe había sido curado casi instantáneamente gracias a un mago de luz que había en la ciudad por lo que paso el resto del día en cama.

Sin importar cuantas veces el príncipe lanzara el cuchillo. Este no se clavaba en el blanco. Hasta que tiro el cuchillo al piso.

-No entiendo esto. ¿Para que usar cuchillos si tenemos esos bastones de hierro?

-Buena pregunta soldado. Ponte junto al blanco.

El príncipe camina y se detiene junto al blanco.

-Pon la mano frente al blanco.

Pero el príncipe no hacia nada ya que no entendía lo que quiso decir la sargento.

-¡Pon tu sucia mano en el blanco!

El príncipe extiende lentamente su brazo y pone su mano frente al blanco.

Entonces la sargento le saca cuchillo de las manos de Gonsuro y lo lanza.

-¡¡¡Aaaahhhh!!!

El príncipe grita de dolor debido a que tenia un cuchillo atravesándole la mano.

-No se puede usar un arma de fuego si tienes la mano inhabilitada. ¡¡Médico!!

Al día siguiente el príncipe llamo a su padre para solicitar una renuncia. Después de renunciar tras dos días de entrenamiento, el príncipe se convirtió en el asmereir de todo el reino.

* * *

Dos semanas después. En las montañas nevadas en el Reino de Zarenca.

La nieve había caído la noche anterior por lo que la zona estaba llena de nieve. Afortunadamente los reclutas llevaban encima equipo, armas, comida y ropa de invierno.

-Esta semana practicaremos maniobras de supervivencia.

La sargento le da volantes a uno de los reclutas

-Ahora, aquí tienen la guía de este ejercicio que prepare para ustedes. Tomen una y pásenlas.

El papel tenia un mapa con tres puntos de control. El objetivo consistía en llegar a cada punto de control en un tiempo de 48 horas cada uno. Solo se podía descansar el tiempo que sobraba al llegar a cada punto de control.

En caso de rendirse pueden disparar una bengala. Pero eso también significaba ser expulsado de ejército.

* * *

Al día siguiente. En el primer punto de control.

Todos estaban agotados. Atravesaron montañas, ríos e incluso acamparon al aire libre. Pero ninguno renuncio.

Cuando finalmente llegaron al punto de control lo que vieron fue a la sargento sonriendo mientras tomaba té en una mesa.

-Bien. Me alegra que ninguno haya abandonado. Y encima de todo a solo treinta minutos antes de acabado el tiempo. Por lo tanto, solamente tienen treinta minutos antes de marchar al siguiente punto de control.

“Querido Dios, te odio”. Esas palabras pasaron por la mente de Gonsuro tras escucha a la sargento.

* * *

Les tomo solo seis horas llegar al segundo punto de control. Lo que era un alivio para todos ya que así tenían mas tiempo para descansar. Pero Gonsuro no entendía porque se sentía tan inseguro de si mismo. Como si algo malo estuviera a punto de pasar.

El segundo punto de control era un establo. Dentro estaba la sargento con una fusta crop y una sonrisa malvada en su rostro.

-Bienvenidos al segundo punto de control. Vamos a comenzar con el entrenamiento contra-interrogatorio.

“Ella es el Diablo”. Esas palabras pasaron por la mente de Gonsoro.

-¡Ahora quítense la ropa!

Los reclutas comienzan se desvisten frente a la sargento.

-Les dije que se saquen todo.

-¿I-incluso la ropa interior?

Pregunta Gonsuro mientras temblaba de frío.

-Por supuesto. No se preocupen, no necesitan ocultar sus pequeñas miserias, no son la gran cosa.

Después de quitarse lo que les quedaba de dignidad. La sargento comenzó a hablar.

-Veo que tienen frío. ¿Saben que?

La sargento abre la puerta del establo. Los soldados tiemblan aun mas por la brisa helada que entraba por la puerta.

-¿Porque no corren para entrar en calor? Y de paso pueden quitarse la suciedad y el sudor de tres días revolcándose en la nieve.

Después de correr varias vueltas alrededor del establo. La sargento los llamo para que entraran.

Los reclutas fueron esposados, mirando contra la pared.

La sargento comenzó a hacer preguntas personales a los reclutas. Incluyendo secretos íntimos y vergonzosos. Y cada vez que no respondían o no lo decían lo suficientemente fuerte para que los demás escucharan, ella los golpeaba con la fusta.

El interrogatorio de la sargento fue cruel.

* * *

Después del interrogatorio fueron liberados en las montañas. Para alcanzar el tercer punto de control, tenían que atravesar la cresta que separaba el Reino de Zarenca y Pohjola y volver.

-Esto tiene que ser una broma. ¿En verdad todas las mujeres de Paxbelli son así?

Pregunto un recluta a Gonsuro.

-Bueno, la hermana del rey parecía mas amable.

-¿Conociste a su hermana? ¿En verdad no es como la sargento?

-La conocí por breve tiempo, así que no lo se.

-Hombre. Que pena.

-Si de verdad todas son como la sargento. Prefiero morir soltero.

-Yo también.

-Y yo.

Gonsuro miraba a los reclutas hablando y riendo. Incluso en este infierno helado. Para era como si hubiesen recibido la bendición del Dios Sol para servir a su Hijo.

* * *

Dos meses después en el campo de entrenamiento de Severomorsk.

Gonsuro y los demás reclutas estaban en el filas vestidos con trajes ceremoniales frente a la sargento que estaba sobre una tribuna.

-¡Hoy, dejan de ser un montón de mierdas! ¡Hoy, se han convertido en soldados de Paxbelli! ¡Desde hoy hasta el día de su muerte serán camaradas! ¡Sin importar donde se encuentren, los demás soldados de Paxbelli serán también sus camaradas! ¡Todos ustedes irán al campo de batalla, pero algunos no regresaran! ¡Pero recuerden esto! ¡Los soldados mueren! ¡Para eso estamos aquí! ¡Pero Paxbelli vivirá por siempre! ¡Y eso significa que ustedes vivirán por siempre! ¡Por eso Paxbelli espera que peleen por siempre!

-¡¡Hua!!

Todos gritan al unisono ante el discurso de la sargento.