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Capítulo XX

—La mina abandonada se encuentra al norte de Taira. Si tenemos en cuenta los avistamientos podemos considerar que hay cerca de cincuenta a sesenta bandidos dentro más el jefe, Daimyou —“Lorien” comenzó a explicar el plan, yo estaba a su lado como sub-comandante. Mi tarea sería dirigir las tropas mientras seguía a Lorien desde detrás. En el caso de que Lorien desapareciera entonces yo me encargaría de tomar comando de la situación a mi gusto—. Entiendo que no seamos ni la mitad de ellos, ¡pero estamos entrenados! Me tienen a mí —una sonrisa presumida apareció en la faceta de Lorien—, y a mi compañero Yan aquí. ¡Y también los tenemos a ustedes, veinte guerreros entrenados por la guardia leal del emperador de Taira!

Estos guerreros han sido entrenados específicamente para el comando de Lorien pero en parte Lorien también los entreno por lo cual podía confiar en ellos. De una u otra forma presentía que este combate sería como un grupo de gente cargando un tronco para derribar una puerta. Sin duda alguna, ese sería el sentimiento que emanaría de las tropas derrotando uno a uno los bandidos.

Lorien me miró a mí y esperó palabras de mi parte, mientras yo observaba a todas las tropas que me miraban con caras angustiadas, claramente pensando que yo no merecía estar en este cargo y creyendo que daría un discurso estúpido. Sí claro, ¡hare que se traguen sus pensamientos!

—He sido envenenado y robado por La Banda de Daimyou. Como soy ahora eso no hubiera pasado, pero es posible que ni siquiera yo mismo pudiera hacer algo contra un grupo tan grande como es el que está dentro de la mina —las caras de los soldados tornaron para peor—. ¡Pero…! —un silencio tremendo rodeo la sala en la que estábamos—, los tengo a ustedes y al comandante Lorien, un gran guerrero que sin duda alguna nos llevara a la victoria. No solo espero que me cubran la espalda ustedes, pero también se las cubriré yo, intentaré hacer lo mejor de mi cargo. ¡Este silencio es nuestro, y lo convertiremos en los gritos de Daimyou al morir! —una pausa—. ¡Lo haremos mierda!

Exacto, este silencio era nuestro, un silencio de cinco segundos sucedió y pronto pensé que lo había arruinado. *clap clap* ¿Huh? Un aplauso empezó a resonar y entonces se unió otro más, casi como si fuera una pieza de domino derribándose los aplausos empezaron a resonar en la habitación y pronto eran veinte soldados aplaudiéndome.

Y pronto salieron más voces, me di cuenta por qué es que me estaban aplaudiendo en seguida.

—¡A mí casi me intentaron robar mi mujer, estos idiotas! Entiendo tu dolor, compañero. ¡Los haremos trizas! —dijo el guerrero uno.

—¡A mí me han robado el escudo que mi abuelo me había regalado! ¿¡Piensan que me quedaré parado mientras veo como otras personas sufren de la misma forma!? —dijo otro de los guerreros.

Y de esta forma cuatro, cinco, diez guerreros empezaron a largar comentarios como estos. Los otros entendieron cuanta frustración teníamos nosotros y también empezaron a dar gritos de apoyo por mí. ¿Tanta impresión había causado por haber demostrado cuanta frustración guardaba dentro?

—¡Los haremos mierda! —pronto gritaron todos los soldados al mismo tiempo, levantando sus armas. Caras de entusiastas, claramente deseosos por asesinar y ver los pobres gemidos de estos bandidos la hora que enterremos nuestras espadas por sus cuerpos. ¡Me encanta esta tropa, es posible que hasta me enamore de ella!

***

—La mina ha sido dividida en tres partes. Nuestros infiltrados han logrado hacer un mapa completo de los cuarteles y dónde es que guardan todo. Sabemos dónde es que está Daimyou también. Zona A es la zona por la cual entraremos, esta resguardada por cinco arqueros ubicados estratégicamente para que no sean visibles —explicó Lorien y luego añadió—, pero es una entrada y podemos atacar desde arriba. Rodearemos el monte en el cual desciende hacia la entrada y de allí atacaremos a los arqueros silenciosamente —Lorien giró su mirada para ver a nuestros arqueros antes de confirmar, eran cuatro—. Dos de ustedes entraran junto a nosotros, dos se quedaran afuera y eliminarán a todo bandido que quiera entrar o quiera salir. Dentro de la Zona A también están escondidos algunos novatos que serán fáciles de eliminar, ¿alguna duda con respecto a la Zona A? —nadie respondió, por lo cual estaba claro.

—Bien entonces, yo me encargaré de la Zona B y la limpieza de la misma —empecé a explicar según lo que me dijo Lorien antes—. Nueve soldados me seguirán, quiero cuatro que usen armas de medio alcance, cuatro que usen espadas o algún arma de corto alcance y un arquero. Junto al arquero yo me encargaré de los de largo alcance si es que llega a haber alguno. La limpieza comenzará en el primer lugar en donde se guardan los tesoros que Daimyou ha robado. La Zona B se divide en dos partes, izquierda y derecha, empezaremos por la parte izquierda y luego avanzaremos a la derecha —hice una pausa para poner más énfasis en lo que diría luego—, no dejaremos a nadie vivo. Completamente todos mueren dentro, cualquier bandido, no importa si es un novato, si es joven, incluso si llega a ser mujer. Todos mueren —mi forma de hablar dejo un poco perplejos a los demás, pero pronto se dieron cuenta que lo que decía tenía sentido.

—Finalmente, cuando Yan termine de limpiar la Zona B, nosotros que seguíamos en la Zona A avanzaremos a la Zona C y allí nos encontraremos con la tropa de Yan. Los otros nueve soldados que me seguirán que estarán divididos de la misma forma que los de Yan luego harán un grupo de dieciocho. Dos arqueros, ocho soldados de corto alcance y ocho soldados de medio alcance. En la Zona C nos encargaremos de hacer una limpieza completa si es necesaria, explorar para descubrir tesoros que es posible que hayan escondido y finalmente exterminar a Daimyou —y de esta forma el plan había terminado.

Para resumir, cuatro arqueros acabarán con los que están resguardando la entrada, dos se quedarán afuera. Zona A será limpiada por Lorien y mientras los bandidos están siendo sorprendidos, yo me infiltraré en la Zona B junto a mis soldados y limpiaremos la zona además de descubrir donde están ocultos los tesoros robados. Una vez hecho esto, en la Zona C Lorien y yo nos encontraremos junto a nuestras tropas, formando un total de veinte soldados incluidos yo y Lorien. Es posible que al llegar tengamos menos, pero el plan seguirá funcionando incluso entonces.

Y entonces terminamos la reunión y empezamos a viajar hacia la mina abandonada en donde La Banda de Daimyou estaba ocultándose.

***

Continuamos caminando hasta que finalmente llegamos a una distancia considerable de la entrada. Claro está que si fuéramos directo a la entrada seríamos atacados por flechas y perderíamos aunque sea un tercio de nuestras tropas, eso sería muy malo por lo cual hemos decidido bordear el monte en el cual la entrada estaba ubicada. Había una picada yendo abajo que nos permitía ver a los arqueros que nos esperaban.

Tengo confianza en mi puntería pero incluso así decidí dejar el trabajo a nuestros arqueros. En vez de eso me preparé junto a mis otros ocho soldados para entrar a la mina en seguida nuestros arqueros hicieran su trabajo.

Y luego de oír sonidos proviniendo de las cuerdas de los arcos mientras me dirigía para abajo, pude también ver como algunos de los bandidos intentaban quitarse la flecha que había atravesado sus gargantas. ¡Pero qué precisión…! Sin duda alguna el tener un arquero como estos me ayudaría inmensamente, gracias a dios pedí uno. También me reí un poco, claramente no se lo esperaban.

—Qué miedo… —pude oír de parte de uno de mis soldados.

—Mientras más miedo le demos a nuestros enemigos, más ventaja tendremos —le respondí.

Una vez terminado su trabajo, el arquero que nos acompañaría bajo y se aproximó a nosotros con una cara de satisfacción debido a que él fue uno de los que eliminó a dos. Interesante personaje, parece ser el mejor arquero de todos también. Y claramente esa felicidad al haber derrotado a su enemigo. Es perfecto.

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—¿Cómo es tu nombre? —le pregunté al arquero.

—Kore, mi señor. ¿Sucede algo conmigo? —preguntó preocupado, claro está que esperaba alabanzas pero cuando alguien te llama repentinamente siempre puedes esperar lo peor.

—Me agrada tu actitud, ¿te interesaría estar a mi lado? —aparentemente Kore ya había decidido hacer eso desde hace tiempo. Es una de las personas que me apoyó cuando hice mi discurso—. Bien entonces, la tropa de Lorien ya ha avanzado y están haciendo un escándalo dentro, ahora nosotros eliminaremos todo lo que nos encontremos y avanzaremos a la Zona B. ¿Alguna duda? —ninguna de parte de ellos—, entonces entremos. Tengan cuidado.

Al pasar por la entrada que estaba construida de madera en los bordes de forma que la tierra no se cayera más de lo necesario, pudimos oír algunos ruidos. Ignorando los mismos seguimos avanzando hasta encontrarnos a un grupo de personas corriendo detrás de otro grupo de bandidos.

«Les están dando duro. Buen trabajo, Ieyasu» —pensé inmediatamente, un poco más y me empezaría a reír al ver las caras de los idiotas corriendo. Inmediatamente pude ver como una flecha pasó volando y se incrustó en la cabeza de uno de los bandidos que huían.

—Idiotas, ni siquiera se preocupan por lo que pasa detrás de ellos —dijo Kore, ¡esta persona me cae extremadamente bien!

Empezamos a correr de vuelta, esta vez no encontramos muchas personas yendo hacia nosotros, pero sí que logré ver a uno que aparentemente era un novato. No parecía tener más de dieciocho años, pero lo había dicho, profesionales o no, no podemos dejar a nadie vivo.

—Tú. H–He sido capturado, realmente no sabía qué es lo que hacía. ¡Por favor salva–¿me? —una espada salió de su garganta. Uno de los usuarios de espada de mi grupo se adelantó sigilosamente a su espalda e incrustó su espada en su garganta, un acto de valentía, y al mismo tiempo uno de frialdad total. Es justo lo que necesito.

—¡Simples palabras no te salvarán, cobarde! Cae ante mi mano, la mano de Imi. Tú y tu estúpida banda de bandidos intentaron robarme una vez, ¿crees que te dejare vivo tan fácilmente? —un gran odio se podía sentir de su voz, un odio inmenso, tanto que me hizo retroceder un poco. ¿¡Acaso todo este grupo me tiene que gustar!?

—¿Imi dices que te llamas? Te recordaré, esos ojos son los mismos que vi en cierta persona —claramente era Ieyasu—, esos ojos que mostraban una clara felicidad al finalmente completar algo. No tiene por qué ser venganza, pero en tu caso es lo más obvio. Me agradas.

Luego de confirmar su nombre, seguimos corriendo y finalmente acabamos por llegar a la Zona B en donde exploraríamos primero la parte izquierda. En seguida pisamos lo que sería la Zona B una flecha pasó volando y nos dimos cuenta que estábamos en territorio que claramente no estaba siendo limpiado. ¿Habrá ya habido alguna baja de parte del equipo de Lorien? Me pregunto.

Los usuarios de lanza estaban usando escudos y gracias a ello pudimos determinar el trayecto de las flechas. Una vez descubrimos esto le pedí a los cuatro lanzas que hicieran lo mejor que pudieran para soportar hasta que los derrotáramos.

Los arqueros no estaban en suelo, pero en lugares altos. Tiene que haber alguna forma de entrar en los mismos y seguramente, según el mapa, sea un cierto pequeño hueco en una pared que puedo ver. Eso debe de ser una escalera que me dejará subir.

Eso dicho, los cuatro espadachines, Kore y yo nos encontramos rápidamente con un grupo de ocho bandidos, todos equipados con armas claramente robadas. Pude ver cimitarras, espadas de acero iguales a las nuestras y sables.

Los clásicos insultos hacia nuestras madres provinieron de los mismos, ninguno de ellos era novatos y aun si lo fueran no planeábamos contenernos. Pude ver inmediatamente como Imi corrió con gran odio hacia uno de ellos y enterró la espada en su cuerpo. El mismo bandido sin poder hacer nada ahora estaba siendo usado como escudo para contener a otras personas que quisieran atacarle, era una vista horrorosa pero levantó los ánimos de los demás.

Avisando a Kore que se quedara atrás para seguir disparando flechas, desenvainé mi espada y finalmente pude sentir la misma libertad que sentí durante todo el tiempo que estuve dentro de ese mundo creado. Está claro que era mucho mejor batallando ahora, incluso se podía ver una diferencia en mi físico, según Lorien eso fue un pequeño problema a lo primero pero luego se solucionó.

Me dirigí al mismo lugar donde Imi estaba y le ordené que junto a los otros tres se encargara de la mitad de los bandidos. Los otros cuatro estaban esperando detrás, preparándose para atacar ya que si iban todos al mismo tiempo tan solo terminarían molestándose el uno al otro.

Mi físico era mucho mejor que antes, mi velocidad era comparable a la de Lorien cuando por primera vez le conocí, ya no tenía miedo por enfrentarme a tantas personas tampoco. Me siento incluso más libre que antes. Apretando mis dedos para no soltar el mango de la espada esquivé un corte que iba dirigido a mí y entonces pude decapitar a esta persona fácilmente. Un corte tan directo como ese terminará debilitando tu posición y abre a posibilidades como esta.

Intenté simular de la misma forma que Imi el agarre de cuerpo para parar de esta forma una espada que iba dirigida a mí, fue difícil por la falta de mi brazo derecho pero lo terminé logrando, el pobre bandido que estaba decapitado recibió el corte y pude entonces patear al mismo para golpear al que estaba delante de mí. Faltaban tres, pero uno se estaba intentando parar.

Di una patada a uno y otro que sabía un poco más de duelos intentó hacer un desarme pero lo contra-ataqué con un simple golpe en la nariz antes de cortar el brazo en donde su espada estaba.

Mirando para atrás pude ver la misma persona que había tirado intentando hacer un corte bajo. Así que cortarme las piernas, di un salto por reflejo y de esta forma, mi enemigo también por reflejo intentó hacer un segundo corte dirigido a mi cabeza, pero deslicé mi espada y lo desarmé. Su sable salió volando y se enterró lejos de nosotros.

—¡Toooonto! —grité antes de atravesar la zona en la que se encontraba su corazón.

Finalmente, solo quedaba una persona que se dirigía a mí, pero desgraciadamente para él en el otro lado ya todos habían sido exterminados y de esta forma pude ver como uno de mis espadachines se apresuró y de improviso tiró su espada contra el bandido, dándole en su cadera. Tomando esta oportunidad aproveché y corté su pecho, dejándole un gran tajo y al mismo tiempo causando una muerte lenta por desangramiento.

—Vaya —y entonces hice un chiflido—, ¿tú hiciste esto? —le pregunté a la persona que estaba retirando la espada de la cadera del bandido muerto, me asintió con su cabeza—. Eres un profesional, ¿de dónde vienes?

Tristemente, no me quiso responder.

—Ya veo. ¿Tu nombre? —le pregunté.

—Conrad, mi señor —respondió formalmente.

—Mi nombre es Yan, apréndetelo. Me gusta que me llamen más así que “señor”. ¡Lo mismo va para los demás! —y luego de esto, Conrad, alegrado por mi abalanza hacia él, se dirigió junto a nosotros a la escalera donde seguramente arriba estarían los arqueros.

Nota: Acabo de llegar al último capítulo. Este fue escrito recien, desde ahora en adelante hare updates diarios hasta finalizar las 60k palabras, una vez hecho eso me concentraré en la traducción.