—Despierta, por dios —oí una voz llamándome, esta voz era inaudible para otros pero yo la podía escuchar claramente. Era la voz de Rosie—. ¡¿Cuánto tiempo me harás esperar?!
—Guh… —mis ojos se abrieron poco a poco y pude ver que ya no estaba fuera, sino adentro—. ¿Adentro? ¿Alguien me tomó y me cuidó? Eso significa que debería de darle mis gracias lo más pronto posible —pensé. Me intenté levantar pero me di cuenta que lo estaba haciendo con el brazo equivocado. Claro, me intenté apoyar con el brazo derecho como siempre hacia, pero ese brazo ya no existía desde un poco más arriba del codo para abajo.
Me concentré en las vendas de mi brazo derecho… las anteriores habían sido cambiadas por unas mucho más firmes y limpias y mi brazo había sido desinfectado. De la misma forma… la cama en la que estaba era una usada para pacientes en urgencia, una que paraba la infección, exacto… esto tiene que ser de alguien que sabe lo que hace. Verifiqué el cuarto en el que me encontraba pero no había nadie alrededor… es posible que esta persona se hubiera ido de la casa y volviera luego. Quiero verificar cuanto tiempo ha pasado pero no tengo ninguna idea de cómo hacer eso. O eso creí, pero mi hambre no era atroz por lo cual claramente no había pasado tanto tiempo… la semana aún no había terminado.
Me levanté y empecé a explorar el cuarto. Me di cuenta pronto de las dificultades de no tener un brazo derecho que todavía peor era mi brazo hábil al ver como intentaba agarrar un libro pero mi brazo no se movía… momentos más tarde me di cuenta de vuelta que este mismo brazo había sido desmembrado. «¡Oopsy-doopsy!» —pensé mientras Rosie y Lumu se reían. Por un momento me perturbo el tonto sentido de humor que teníamos y claramente lo poco que me preocupaba mi situación, pero pronto me olvidé de esto.
—Hace falta agradecerme también —sonó la voz de un hombre mayor de edad. ¿Sería este… mi brazo izquierdo? Vaya, me imaginé un guerrero pero no de esta forma—. Es gracias a mí que pudiste vencer a esos asesinos, ¿no?
—Tú… cierto. Te agradezco profundamente, no podría haber sobrevivido si no fuera por ti. Tengo bastante entendido que ahora puedo entender sus voces… pero… ¿a qué se debe esto? —pregunté pero no esperé ninguna respuesta, y justo como esperé… ninguna respuesta vino a mí.
El cuarto en el que me ubicaba en el momento estaba hecho de piedra, cosa que claramente lo distinguía del barrio bajo. El suelo estaba hecho con una losa gigantesca y de calidad decentilla a lo más. Dos placares que claramente contenían ropa, útiles y demás cosas para la vida diaria estaban en el lado izquierdo de la habitación, en el medio me encontraba yo y la cama y a la derecha una pared llena de estantes en donde se levantaban múltiples libros. Libros gigantescos acerca de medicina y otros temas… de vez en cuando encontraba uno que otro libro de fantasía, como casi siempre… provenientes del oeste.
Había una mesa en el centro de la habitación y allí varios papeles de diferentes trabajos eran visibles, todos con el mismo nombre sellado.
—Ya veo…
Trotter. Ese era el nombre que podía verse repetido tantas veces en estos papeles, en ninguno de ellos faltaba el nombre al final por lo cual pude deducir que aquel médico en la aldea Genpei del cual ahora lograba recordar su nombre me había rescatado. ¿Pero qué es lo que hacía aquí entonces?, que yo logre recordar ese curandero había decidido establecerse en Genpei durante un par de años hasta que por fin aprendiera lo suficiente de sus libros y decidiera irse a vivir a un imperio gigante, pero de vuelta, ¿Taira no es el imperio más pequeño?
Incluso si me ponía a pensar en ello durante tanto tiempo no lograría encontrar alguna similitud que respondiera a mis dudas de alguna forma, por lo cual simplemente dejé ese tema por otro lado y decidí salir de la casa en la que me encontraba. ¿En qué barrio me encuentro? Esto es lo que más me interesa saber ahora mismo, si logro averiguarlo por lo menos sabré que tengo que regresar de vuelta al barrio bajo en caso de no estar en el mismo.
Al abrir la puerta un sol resplandeciente me cegó inmediatamente y me di cuenta de vuelta… «¡Qué sol tan resplandeciente!»—pensé como siempre solía pensar antes, cada vez que me levantaba y miraba el sol en el este esto solía ser lo que decía. Ya se había casi convertido en un dicho… el dicho de que cada día en el este es resplandeciente y perfecto para un hombre como yo. La gente pasaba y venía, estaba claro dónde es que me localizaba. El barrio medio, justo como había pensado debido a la estructura de la casa…
A diferencia del barrio bajo en donde la gente era simplemente pobre y solo salían para pedir sobras a otras personas… además de divertirse con básicamente nada, aquí la gente era activa y los mercaderes no cesaban de intentar vender sus bienes recientemente comprados de otros lugares a precios mucho mayores. Con palabras dichas a una velocidad increíble que hacía que el mensaje del mercader fuera completamente inentendible, estos atraían a los clientes con diferentes atracciones verbales. Había un par que incluso estaba haciendo una obra improvisada en la cual terminaban señalando a los bienes de su tienda y diciendo que esto solucionaría la vida de los compradores. Una tienda de amuletos, heh, no caería por esas trampas de vuelta.
En mis viajes he caído víctima de la tentación de tener algo que me vigilara en mis viajes y me protegiera antes que mis maldiciones. El término maldición simplemente no suena lindo, ¿no?, en estos casos sería mejor tener un ángel guardián o algo así que estuviera dentro de un amuleto y te protegiera de la mala suerte. Claro está que aunque fuera sorprendente… tales artefactos sí que existían pero eran tan difíciles de encontrar que los propios mercaderes ni siquiera se molestaban en buscarlos. Y es que la gente que los encontraba usualmente no los vendía, sino que se los quedaban para sí mismos y empezaban un negocio mientras lo usaban. Claro está que el negocio les iba muy bien y luego se transformaban en gente de grandes riquezas.
Bueno, luego están los amuletos de mala suerte que pueden ser camuflados por los anteriores y fueron del tipo que se me fueron dados cuando empecé mi viaje. Sin duda alguna fue bastante dudoso que mis habilidades con la lanza de caza casera no estuvieran dando lujo mientras cazaba a un jabalí, fue entonces que me extrañó eso y luego de unos tres fallos terminé tirando ese amuleto a un río. No sabía exactamente que era culpa del amuleto pero de todas formas estaba enojado, cuando finalmente me recuperé y lo intenté de vuelta, cada tiro que intenté acertó justo en donde quería que acertara, en la cabeza del jabalí.
Hay que tener suficiente cuidado con los bienes que se ven en los mercados, en especial aquellos mercados privados o las tiendas ambulantes. La segunda en especial solía siempre ser atacada por bandidos por lo cual se ideó una forma a partir de los descubrimientos mágicos que logró el oeste. Luego de un intercambio gigantesco de sumas de dinero de parte del este al oeste estos dieron sus conocimientos al este. Ahora, un muñeco era instalado arriba de cada tienda ambulante, el problema es que si eras muy poco cuidadoso este muñeco te atacaría a ti, el mismo dueño de la tienda. La idea del muñeco es lanzar bolas de fuego débiles o chispas tele-dirigidas a la gente que el muñeco no conociera, claro está que una vez que la tienda llegara a su destino usarían un comando de voz para desactivar el muñeco de forma que no atacase a los que quisieran comprar y extraer la mercancía.
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Esos tipos de cuidados eran parte de la vida diaria de todo mercader y todo comprador hoy en día, pero para mí que vengo del oeste esto sigue pareciendo bastante nuevo y aunque me parece un sistema estupendo… al mismo tiempo me parece bastante difícil de acostumbrarme al mismo. En especial cuando existe gente que solo usa a estos muñecos que aunque sus bolas de fuego y sus chispas no causen daños mayores sí que molestaría a la gente que va de paso de una ciudad a otra. Y es que las mismas bolas de fuego que los muñecos tiraban no podrían prender en llamas una túnica de calidad decente… aunque es posible que podrían prender algo que fuera vulnerable al fuego.
Y así es como poco a poco mientras viajaba en el este también me estaba abriendo a ideas que en el oeste simplemente parecerían locas o demasiado desarrolladas para la época.
Bueno de vuelta, no puedo simplemente irme de la casa de Trotter para nunca volver y no darle las gracias… eso sería demasiado irresponsable e irrespetuoso de parte mía, aunque si fuera una persona cualquiera posiblemente me iría del lugar mientras le dejaba una carta que explicaba lo tan agradecido que estaba a él y diferentes pensamientos que aunque ciertos, estarían sobre-exagerados en la carta de forma que la persona en cuestión se sintiera bien por sus acciones y no se sintiera mal porque me haya ido. Además de eso está el punto en el cual es posible que me encuentre con ellos de vuelta y gracias a este trato que les doy mediante la carta este encuentro no sería cargado con tanta tensión… más aún esto es importante si llegara a estar dañado, como en este caso.
Habiendo pensado en todo lo anterior, simplemente decidí cerrar la puerta y de esta forma el “sol resplandeciente” también desapareció de mis ojos y volví a aquella casa hecha de piedra con un suelo de losa. Bien ahora… era tiempo de lo que esperaba. Ahora que estoy a solas. Arrastré mi mano izquierda hasta mi lengua y empecé a tocarla de diferentes formas hasta que finalmente un grito resonó por la habitación… aunque fuera inaudible para los demás, para mí era completamente oíble y me estaba destrozando los tímpanos.
—¡Paaaaraaaaaaaaaaaaaa esooooooooooooooooooo! —este grito llenó mi alma de un sentimiento extraño, como si fuera de “esperanzas completamente rotas.” La idea de que yo haya querido obtener la maldición de la chica aquella es porque pensé que ella en lo completo no sería Rosie. Había un pensamiento en especial que tuve mientras leía el diario de Rosie… y ese era “Esta chica, en rangos de lo que a mí me gusta seguramente estaría en el rango más bajo, molestia suprema.” Pero mientras leía lo que más me molestaba es que al mismo tiempo ella también caía en la mejor categoría de mi fanatismo, y esa categoría es “¡El fanatismo por chicas que necesitan de mi ayuda!”
—Perdón, perdón. No fue mi intención molestarte de esa forma, y por eso mismo… ¡no vuelvas a gritar así! —puse énfasis en las últimas cinco palabras y entonces me volví a tirar en la cama en la que antes estaba acostado con mi brazo vendado—. Bien entonces. Soy tu nuevo huésped… pero creo que te habrás dado cuenta de la diferencia entre yo y otros huéspedes, ¿no? —la respuesta de la chica fue tan fácil. “¿Eeeh? ¿Hay una diferencia?” Claramente el tiempo que estuvo con su primer huésped no fue mucho pero se debería de haber dado cuenta que ese primer huésped no pudo hablar, en realidad, ni siquiera podía expresar un ruido desde su boca debido a la maldición. Incluso cuando le asesiné, él fue incapaz de siquiera gritar por el dolor—. ¿Eh? ¿En serio? Bueno, no importa entonces. No creo que te vayas a ir a otro huésped pronto, por lo que simplemente te quedarás conmigo. Pero hay algo que está mal en lo que dije… y eso es —mi expresión cambió y mi tono se volvió de uno semi-agudo a uno extremadamente grave, un grave exagerado que claramente dictaba lo irrazonable en lo que diría—. Yo soy tu amo. Tiembla ante mí que no es controlado por tus obligaciones ni afectado por tus castigos. ¡Tiembla ante yo que puede tomar cuantas maldiciones pueda contar sus huesos en el cuerpo! —y aun cuando dije esto, no sé cuántos huesos tiene el ser humano.
Una risa empezó a resonar en mi boca, el sentimiento era desagradable pero seguramente me terminaría acostumbrando a ello al igual que me acostumbré a los rugidos que no eran de hambre de parte de Lumu. Eso dicho… Lumu no sabía cómo manejarse con mujeres y hasta ahora no había hablado debido a eso, y mi brazo izquierdo tan solo pidió un gracias luego de su acción, luego de eso no volvió a hablar.
Usualmente me quejaba de esto, no es como si aunque me pudiera relacionar con las maldiciones, estas quisieran todo el tiempo hacerlo conmigo. Digo, claramente para librarme de ellas necesito relacionarme con ellas y averiguar sus deseos de esta forma, pero… así era imposible en su mayoría de veces. E incluso Lumu que al principio estaba demasiado dispuesto a hablarme pronto se empezó a calmar y no sacudía gruñidos desde mi estómago todo el tiempo.
Aun así, pronto Lumu se animó a decir sus primeras palabras ante la presencia de una gran charlatana Rosie, luego de inculcarle las reglas de no hablarme mientras hablo con una persona real, simplemente hablamos de cosas completamente aleatorias. En su gran mayoría eran preguntas de Rosie a mí y a Lumu acerca de cómo es que hemos estado haciendo todo hasta ahora. Está claro y no hace falta decir que tanto yo como Lumu sabemos la identidad de Rosie pero decidimos no contarle nada de eso… para no entristecerla, claro está. La voz de Lumu era la de un hombre de mediana edad, me sorprendía, debido a su actitud parlante pensé que sería un niño o un adolescente… pronto se me ocurrió que Lumu posiblemente haya sido un mercader en su vida real.
«Tendría sentido, en especial cuando un mercader necesita estar activamente hablando y usando esa lengua filosa suya para persuadir a otras personas» —pensé y anoté esto en mi mente, sin duda alguna me serviría si quería descubrir quién era él en verdad. Luego vino otro pensamiento más, una especulación bastante peligrosa…—. «¿Un conocido mío? Tal vez un amigo que haya tenido, solo entonces podría hablarme de esta forma sin ningún problema. Su actitud parlante no parece estar al lado de Rosie, solo conmigo… eso tiene más sentido. Además, ¿un mercader que no puede tratar con las mujeres? ¿Dónde se ha visto eso?» —ahora la pregunta era… ¿quién era esta persona? Tales casualidades en el mundo de las maldiciones podrían ocurrir frecuentemente. Gente que conoces de hace años pero no has oído nada de ellos… quien sabe si están muertos y tú estás llevando la maldición que es él ahora.
Intenté recordar alguna persona que pudiera tratar como “amigo mío” que no se llevara bien con las mujeres, pero no logré recordar a completamente nadie. No tengo idea acerca de esto, pero tal vez si vuelvo al oeste algún día es posible que algún sentimiento de “estar de vuelta en casa” aparezca para Lumu y entonces pueda abrir mis posibilidades aún más allá, eso creo por lo menos.