Me levanté de noche. Mi brazo derecho aún seguía doliéndome pero no tanto, se había recuperado lo suficiente como para que pudiera caminar alrededor sin tener que apoyarme a las paredes mientras lo hacía por el riesgo a desmayarme. La chica hoy no estaba aquí pero eso es justamente lo que quería. Dios sepa que es lo que estaba haciendo ahora mismo pero es algo que no me interesa demasiado, soy afortunado de que no esté aquí pues puedo ir al tercer piso tranquilamente, aunque ahora que lo pienso es posible que ella no tome ninguna preocupación acerca de esta acción incluso si estuviera aquí.
Y de esa forma, de vuelta, al igual que ayer, me dirigí al tercer piso donde me había encontrado con gente de calaña bastante interesante, puesto que esclavizadores había por montones en los barrios bajos pero no solían ser gente especializada en combate. Sin duda alguna tiene que ser algo más que simples ladrones, algo más que simples personas contratadas por esclavizadores. Por un momento pensé en La Banda de Daimyou pero pronto me dije a mi mismo que no podía ser, no había reportes de haber visto a los pilluelos de Daimyou rondando la ciudad.
Me es imposible saber quiénes son ahora mismo… a menos que fueran personas del oeste. Exacto, en el caso de ser personas del oeste tendría más sentido que estuvieran acostumbrados a pelear debido a que un ciudadano de clase media ya estaba obligado a aprender un nivel básico del uso de la espada y el arco, y estas personas estaban usando espadas. En el oeste como he dicho varias veces, desgraciadamente se practica la esclavización casi como si fuera una costumbre y eso hace que personas de incluso clases sociales muy bajas se interesen en convertirse en cazadores de esclavos. Lo que significa… cazadores de esclavos, no me preocupé por ellos ya que sería muy raro que estuvieran en el este. Si llegan a ser ellos tendré muchos problemas avisando a Lorien acerca de esto.
Abrí la segunda puerta del ala izquierda, nada, tercera, nada, cuarta, nada, quinta… nada. Con un aire de esperanzas ante encontrar algo más interesante en lo que sería la sexta habitación y la tercera del ala derecha, abrí la puerta y luego de un par de minutos de exploración me di cuenta que el tercer piso no tenía completamente nada en el mismo. Estaba lleno de papeles que no me interesaban y diferentes propuestas de reformas que ya había asegurado en el segundo piso, en el cuarto del padre de Rosie. «¡Esto es aburrido!», pensé, y pronto me di cuenta que había explorado toda la mansión a excepción del piso subterráneo y lo que vendría a ser los cuartos del primer piso, que había ignorado.
Justo como había predicho, la mansión tenía tres pisos, el tercer piso tenía seis habitaciones, el segundo, cinco, y el primero no había hecho ningún tipo de verificación acerca de ello, nada, al igual que el subterráneo. Siguiendo en mi mente lo que me faltaba, empecé bajando las escaleras hacia el segundo piso y me fui al cuarto de Rosie, donde usualmente esa chica solía estar… nada. Aliviado ante la falta de su presencia me dirigí al primer piso por las escaleras y empecé a verificar la cantidad de cuartos, pero solo habían dos en lo que vendrían a ser la parte izquierda y derecha de la zona en la que estaban las escaleras.
El cuarto de la derecha era el baño, y pronto me di cuenta de la falta de atención a la construcción de esta mansión. Había un baño en el primer piso pero no en el segundo, sin duda alguna sería una molestia tener que bajar al primer piso cada vez que tenías que hacer tus necesidades, ¿no? Lumu me recordó que en el segundo piso, la tercera habitación del ala derecha estaba completamente derrumbada y que eso pudo haber sido una vez el baño en el segundo piso. Una mansión con dos baños, uno en el primero y otro en el segundo piso tendría más sentido.
—Perdón por mi confusión —dije a Lumu, y procedí a agradecerle por hacerme acordar de ese pequeño detalle. Proseguí yendo por el cuarto de la izquierda para ver qué es lo que había. Al abrir la puerta… me di cuenta que no era un cuarto sino otro pasillo por el cual se extendía hasta una pared, lo curioso es que este pasillo no tenía ningún cuarto y era mucho más ancho de lo normal para un pasillo… es posible que no sea un pasillo—. ¿Un centro de entrenamiento? Tal vez… es posible, el suelo también está hecho de una madera muy lisa.
De repente se me vino algo a la cabeza y me di cuenta de una cosa que sería muy importante para mí. En el oeste los centros de entrenamientos suelen ser en edificaciones muy largas y son gigantescos, pero también se suelen hacer algunos bastante pequeños para personas que no quieren usar los anteriores o que quieren entrenar solas, sin que les molesten otras personas, en esos casos muchos de estos centros suelen estar en sus propias casas, en vez de en un patio o fuera de la misma. Es una costumbre bastante clásica para nosotros.
En cambio, en el este existe lo que se llama “dojo” que sirve justamente como un centro de entrenamiento para aquellos que desean entrenar. Muchas veces suele estar fuera de una casa y a veces suele ser público, para personas que quieran anotarse y aprender algún estilo. Personas que desean crear nuevos estilos usualmente escogen la primera opción que sería entrenar solo, de esta forma otros no le verían de forma extraña y los que supieran que es lo que trataba de hacer esta persona tampoco robarían sus ideas.
¿Qué significa esto? Las personas que mandaron a construir esta mansión indudablemente son personas provenientes del oeste. ¿Si los padres de Rosie eran del oeste?, eso es algo que no puedo responder ya que yo mismo confirmé que la mansión ha tenido décadas de vida gracias al derrumbamiento del primer cuarto del tercer piso por parte de un “simple placar de ropa”. Aun así, esto me sirve para confirmar una cosa… en el caso de que me esté mintiendo. Por lo menos puedo finalmente asegurarme de esto y ya no tener más problemas dentro de mí por ello.
… chica misteriosa, ¿eres Rosie? Me está mintiendo, es lo que pienso yo por lo menos. ¿Cuál será la razón de eso si llega a ser cierto?, me pregunto.
Recordé al joven curandero de la aldea de Genpei, él podía reconocer a la gente del este y el oeste con solo verles la cara de cerca. Creo verme capaz de poder hacer diferencia entre algunas mujeres del oeste y ella, me siento seguro de ello. Quisiera agradecer a ese curandero ahora mismo pero no tengo forma de hacerlo y no puedo otorgar buena suerte a él mediante un agradecimiento a Dios debido a que ni siquiera recuerdo su nombre…
Finalmente había terminado de explorar todos los pisos que sobre tierra estuvieran siquiera. El único lugar que me daba escalofríos es el piso subterráneo que ya de por sí no me interesaba tanto investigarlo hoy. Si pasaba el tercer día hoy pues mañana sería el cuarto y eso significaría que había sobrevivido la mitad de una semana en los barrios bajos de Taira. Fuera de mis capacidades para sorprenderme, mi estómago empezó a rugir y esto claramente no era por culpa de Lumu. Mi hambre era suficiente que no me lograrían llenar ni siquiera con el festín de un Ifrit. Claramente esto era una exageración rotunda y sin sentido pero para mí el hambre que sentía yo ahora pues no podría compararse a otra cosa más que esa.
Dudoso acerca de si ella estaría allí, subí al segundo piso como solía siempre hacer al entrar a esta mansión y me dirigí al cuarto de Rosie que ya conocía lo suficiente como para poder localizar los muebles en mi cabeza. La misma estructura de la mansión estaba calcada en mi cabeza casi de forma perfecta a excepción de algunos pequeños detalles que no cambian completamente nada. Los pasillos de madera me seguían atemorizando cuando los combinaba con la pintura al subir las escaleras… que buena vista.
Al llegar al cuarto de Rosie, para mi descontento, no había completamente nadie. Realmente pensé que ella vendría y me daría algo de comida, que pena. Tragándome mis penas y tirándolas por donde Dios sepa, me dirigí al primer piso y salí por la puerta hacia fuera. La Luna estaba un poco oculta por nubes por lo cual no podía realmente saber qué hora era, pero sin duda alguna no había pasado de las once de la noche, posiblemente.
Mientras caminaba por los caminos de noche dirigiéndose a lo que sería mi casa, me encontré con una cierta mujer que yo conocía. Era la misma que había cocinado los pescados el día de ayer, le di los saludos y ella me los devolvió de la misma forma, pero… con una sonrisa honorable en su cara que ya de por sí era bastante preciosa, distinguida por una suciedad exclusiva de los barrios bajos pero que si uno se paraba a mirarla de cerca se daría cuenta que haría una buen princesa si hubiera llegado a ser rica. De vuelta, la mayoría de las princesas son preciosas por eso mismo… por ser ricas, en el oeste tuve experiencia con esto cuando casi me terminé casando con una. No tengo ganas de contar cómo es que llegué a esa situación pero debido a lo que se puede leer aquí, puesto que estoy en el este, es seguro decir que claramente no acepté la propuesta y aunque la joven princesa se entristeció con esto a los pocos días recibió otra recomendación de matrimonio y como si no hubiera existido yo, ella ya se había casado y olvidado por completo de mí.
Me alejé del lugar en donde la señora estaba y empecé a pensar en varias cosas. Mientras recordaba de mi pasado en el oeste para hacer el viaje hacia mi casa un poco menos atroz, recordé de una historia de magia y aventura que uno de mis tutores me contó un día para lograr levantar mis ánimos el día que descubrí que el último miembro de mi familia, mi tío que se llamaba Sharuman, había muerto a manos de un civil que se estaba aguantando a ser arrestado… luego de una guerra civil. Tal infortunio puede tener uno como para lograr morir a manos de un hombre luego de una guerra civil, sin duda alguna es algo que va más allá de lo que puedo entender… de todas formas nunca me llegué a llevar muy bien con mi tío Sharuman, ni siquiera lo conocía tanto, ese día lo que más me molestó es que yo era el único restante en mi familia biológica. Y aun así, de chico me había prometido a mí mismo ser un joven solitario que nunca engendraría a niños.
Mi tutor, a quien atesoro como alguien que es parte de mi familia aun cuando no sea de sangre, me contó la historia de la siguiente forma. Aún recuerdo sus palabras, incluida la forma en la que la contó. Esto fue mucho antes de que siquiera se pudiera extraer el suficiente conocimiento como para poder haber encantado mi naginata.
***
—Yan, ¿crees en la magia? Es cierto que restos de la magia existen incluso ahora y se intenta practicar diariamente a partir de los libros para saber cómo es que nuestros antepasados la consideraban algo que era parte de sus vidas. En esos momentos, los usuarios de magia eran bien conocidos alrededor del mundo que se había unificado por completo bajo un mismo emperador. Entonces… ¿quieres saber? —me preguntó mi tutor.
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Asentí y pronto me sumergí en mi imaginación mientras oía las palabras de mi tutor.
Las tierras dadas por ese emperador a sus súbditos les hacían ricos como para no poder más, y la mayoría de los magos pertenecían a cargos altos junto a estos súbditos. El emperador tenía una corte hecha solo para los magos que le servían, en esa corte existían doce magos de diferentes tipos de especializaciones. Uno de ellos se especializaba en la magia de ilusión, otro en la magia elemental, otro en la magia de transfusión, otro en la magia de conjuración, y entre otros… había uno que se especializaba en la magia de creación. Bien es decir, que él podría crear un castillo si así lo quisiera con tan solo imaginarlo, conjurarlo luego de dictar versos mágicos y de repente el castillo estaría allí.
Pues así, para los magos aun así la riqueza no lo era todo. «Una onza de buena fama vale más que una libra de perlas», vivían bajo ese dicho y morían bajo ese dicho, claramente, dictando otra vez palabras al morir, cada uno de ellos no faltaba a la norma que decía que ellos debían de decir estos dichos… al morir, los magos decían «Al que tú crees que ha muerto, no ha hecho más que adelantarse en el camino».
Pero este mago… el mago de creación aun cuando querido por el emperador más que los demás por sus obras hacia él, era odiado por los demás. Hay dos partes de la historia, una que nunca salió a luz y la otra que sucedió en este mundo. El emperador vio que sus tierras estaban empezando a sufrir de sobrepoblación. Si hoy día se aproxima que en el mundo hay seis mil millones de personas pues allí el doble o el triple es lo que había. La compra y venta estaba empezando a caer debido a esto y el emperador, preocupado por esto, pidió entre ruegos al mago de creación –cosa que nadie podría haber siquiera pensado que llegaría a ocurrir– que creara un portal hacia un nuevo mundo, y allí enviara a exploradores para descubrir este nuevo mundo.
El plan, dado por el visir del emperador, que al último le pareció esplendido, era que se enviara a la mitad de las personas que en el mundo habitaban las tierras del señor hacia el nuevo mundo. Libros tienen información muy borrosa acerca de esto, pero se especula que el nombre de ambos mundos eran los siguientes: Lautre para el mundo en el que habitamos, que antes reinaba por los métodos musulmanes, y Asheyn para el nuevo mundo.
Ante tal acto de parte del emperador, los otros once magos culminaron sus celos sobre el presentimiento del mago de creación. El mago de creación advirtió al emperador de lo que había sentido al haber estado en la última reunión de la corte, donde se discutió el plan para llegar a Asheyn. El emperador de Lautre, sorprendido ante tales acusaciones sobre los otros magos, intentó comprender de alma al acusador y le aconsejó que no se preocupara, que no pasaría nada, aun así el emperador ya sabía que lo que el mago sintió en la corte era cierto y que es muy posible que en el caso de no hacer nada, los otros magos terminarían hundiéndose en el abismo de la envidia y enviarían al pobre mago al mismo infierno del que para ellos, él había venido.
«Ningún gobierno puede tener larga seguridad con una oposición poderosa» —dijo entonces el emperador una de las noches a su visir, advirtiéndole acerca de lo que el mago le había comentado. El visir, escuchando atentamente a lo que el emperador le estaba contando, recomendó al mismo crear un plan luego de haber enviado a los exploradores al nuevo mundo.
—Y digo que deberíamos de deshacernos del mago más inútil de la corte y buscar a alguien que se parezca a él lo suficiente como para que se confirmen nuestras dudas —recomendó el visir. El emperador se sorprendió ante tales palabras, y luego de media hora de presión por parte del visir que para el emperador era como un gran amigo, el último cayo ante las peticiones del visir y mandó a ejecutar al mago de ilusión, puesto que este no había participado en obras gubernamentales desde hace cerca de veinte años. Todo esto permaneció oculto de los otros magos, incluido el de creación.
Y así es como en la ciudad se empezó a dar una búsqueda por una persona que tuviera la misma apariencia de este mago de ilusión, claramente esto se mantuvo también oculto de todos los demás magos. Pasaron tres días y tres noches y una vez que se encontró a alguien, le contaron detalladamente que tendría que hacerse pasar por un mago debido a la ausencia del mismo, claramente mintiéndole al pobre ciudadano. El joven ciudadano, que tenía la misma edad y la misma cara que el mago de ilusión, aceptó la petición gracias a la gran recompensa que le darían en caso de hacerlo.
«¡Mil monedas de oro, un trato que no puedo rechazar!» —dijo así entonces el joven una vez finalizó la conversación entre el emperador y el visir con él.
Dos días luego, un asunto claramente inventado por el visir llegó a manos de los magos y estos una vez más se reunieron en la mesa de la corte para discutir acerca de los temas y como solucionarlos. Entre ellos, el ciudadano había sido instruido en cómo es que el mago de ilusión se comportaba en esos dos días y ya podía hablar como él, vestía sus mismos ropajes, había recibido un corte de pelo a escala idéntica del mago y también se vio pensando casi de la misma forma que él a excepción de una cosa… el ciudadano no estaba sumergido en los celos.
Para sorpresa de los demás magos, el mago de creación no había intervenido en la corte debido a su continuo ocupe en los asuntos relacionados a la creación de Asheyn. Treinta minutos pasaron y el ciudadano no notaba nada raro mientras él seguía discutiendo justo como el visir le había enseñado a él. Justo cuando llegó el minuto número treinta y uno que estaba siendo contado por el reloj de pared al fondo del cuarto de la corte… el primero en hablar fue el mago elemental. Con palabras penetrantes, insultó a la madre del mago de creación, llamándola de diferentes formas y luego mostró su cara de infortunio y su celo era sin igual… eso pensó al principio el ciudadano, pero pronto se unieron los demás magos.
«¿¡Pero qué es esto!? Es justamente como el emperador había predicho. ¡Si estas personas muestran tanto celo por el mago, sin duda alguna el pobre terminará muerto!» —pensó el ciudadano mientras oía a los pobres magos discutir. Sus insultos eran simples y como él mismo pertenecía a un barrio medio en la ciudad madre del imperio global del emperador, día a día esta clase de insultos se podían oír. Tanto es que el ciudadano conocía estas ofensas que las podría tratar como si fueran saludos de buenas mañanas, buenas tardes y buenas noches.
Luego de quince minutos de tanta muestra de infortunio por parte de los demás magos, el mago elemental se aproximó al joven ciudadano que estaba camuflado, y dijo entonces:
—Reúnete con nosotros hoy de noche. Intentaremos hacer algo acerca de él de una vez por todas, el emperador no sabrá que fuimos nosotros y no nos echará la culpa. Es inteligente, así que seguramente termine recurriendo a otro plan para encargarse de esta sobrepoblación —cabe destacar que pronto el ciudadano se dio cuenta que los magos eran todo acción y palabrería pero no tenían mucha inteligencia.
El último solo pudo asentir a lo que le dijeron y mientras corría por los pasillos del palacio en donde el emperador vivía, podía pensar:«¡Las personas son igual que la luna! Al igual que dijo una vez Tawein de las tierras del tío Sam: Siempre tienen un lado oscuro que no enseñan a nadie más que a ellos mismos y los que los benefician». El ciudadano informó, atontado por lo que había sucedido frente a sus ojos, al emperador acerca de lo que había ocurrido en medio de la corte.
—Has hecho un buen trabajo —dijo el emperador y mandó al visir ordenar a sus sirvientes más leales que incluso él trataba con encanto a que buscasen las mil monedas de oro que irían para el joven ciudadano, leal a su emperador. El último aun así, respondió de la siguiente forma.
—Lo que mal se adquiere, como el humo se disipa —respondió y rechazó la oferta del emperador. En vez de eso, le pidió poder trabajar junto a él y poder ayudar al pobre mago de creación que solo quería hacer de buen ayudante al imperio gigantesco en el que viven—. No necesito dinero aquí, lo que necesito es el simple pensamiento de poder haber sido de ayuda, y por eso quiero seguir siéndolo —el emperador aceptó esta condición y entonces el ciudadano empezó a trabajar para él.
De noche, el cuarto del mago de creación estaba guardado por guardias profesionales en su tarea que estaban esperando pacientes a los otros magos. Pobres de ellos al mostrar sus caras que no esperaban las lanzas que dirigidas a las mismas iban. Los once otros magos dejaron de existir, pues, en las cosas buenas, el solo cometerlas honra, pero en las cosas malas, el solo intentarlas deshonra.
Fuera de los oídos del mago de creación, limpiaron el desastre hecho frente a su cuarto mientras él dormía felizmente y al siguiente día había terminado su conjuro. El visir llamó a todas las cerca de cien personas que se habían reunido para viajar al nuevo mundo, Asheyn. Un portal hacia el nuevo mundo fue abierto por el mago de creación y entonces dijo a estas personas que deberían de poder establecer suficiente tierra como para seis mil millones de personas en tres años. Los exploradores asintieron y entonces se fueron por el portal, entre ellos se encontraba un aventurero famoso que descubrió cerca de cien localizaciones antes de quedar atrapado en Asheyn, pero del que ningún registro actual logra recordar su nombre ni los lugares que descubrió, solo un mensaje del emperador hacia uno de sus amigos lejanos le menciona un día antes de enviarlo al portal, pero no hace mención alguna a su nombre.
Pasaron tan solo dos años pero una enfermedad a escala global se adueñó de muchas personas, entre ellas estaba el mago de creación que pereció a causa de la misma. Cinco mil millones de personas murieron a causa de esta enfermedad y el asunto del emperador se vio solucionado, pero al mismo tiempo todos los exploradores se vieron atrapados en el nuevo mundo. No se sabe qué pasó con ellos.