Adrion levanto su mirada, la vitalidad de la zona comercial de esta ciudad era verdaderamente digna de admiración, desde los niños que corrían por el lugar, hasta los comerciantes que promocionaban sus productos, cualquier persona que observara esto, estaría completamente satisfecho con la manera que la ciudad funcionaba.
Todos los que no veían la verdad eso era, para Adrion todo lo que pasaba por sus ojos era un gran fraude, todas estas voces animadas y vidas felices estaban sostenidas por las vidas miserables de los esclavos.
Todas estas personas vivían sus vidas sin ningún remordimiento, para ellos nada de lo que hacían estaba mal, las vidas de los esclavos no importaban, así que no había razón por la que sentirse mal por ellos, su forma de pensar estaba completamente echada a perder.
Al no poder soportar más esta vista, decidió continuar con su caminata, había logrado separarse de Atsuki con la excusa de exploración una vez más y no podía volver aún. Así que se dirigió a esa parte de la ciudad que no había examinado.
Mientras Adrion caminaba hacia esa dirección, el número de personas y la vitalidad de la ciudad disminuían poco a poco. La sensación que daba este cambio sería similar a poder caminar entre el día y la noche.
Los barrios marginales, tal como su nombre indicaba, esta zona, era el área más pobre de la ciudad, en este lugar se encontraba todo lo que los dirigentes de la ciudad querían evitar ver. Y aunque ciertamente les disgustaba la existencia de un sitio así, sabían que no eran capaces de deshacerse de él, aunque trataran de cambiarlo o destruirlo, siempre volvería a aparecer, así que solo podían hacer la vista gorda y fingir que no existía.
Adrion no podía decir nada por esta forma de pensar, él mismo había estado evitando este lugar a propósito, sabía que venir aquí solo aumentaría su molestia, pero para su sorpresa, no se sintió diferente a la sensación que le daba el área comercial, la única diferencia era, que la basura que se escondía en ese lugar, aquí se encontraba a la vista de todos.
El continuo su marcha a través de la basura y el olor desagradable, las calles y callejones eran como un laberinto, cualquiera que hubiera construido esta zona no puso ningún esfuerzo en su trabajo.
Las casas que no estaba seguro que podían llamarse de ese modo, solo eran pequeños cuadrados de madera esparcido por ahí, y esas eran las que se veían mejor, había varios hogares improvisados hechos de basura y materiales sobrantes de tú a saber qué.
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Varias personas se encontraban esparcidas por el camino, tenían expresiones oscuras llenas de lamento y resignación. Estas eran personas que ya habían perdido toda esperanza. Uno que otro dirigió sus miradas a Adrion, aunque la codicia surgió en instantes en sus ojos, se extinguió tan rápido como apareció.
Para las personas que se encontraban en esta situación, si alguno tuviera la capacidad de quitarle algo a un hombre armado como él, no se encontraría en este lugar para empezar.
Solo podían observar cómo pasaba entre ellos sin desperdiciar más su energía, mientras tanto Adrion solo podía asentir a sus adentros.
Si, es justo lo que esperaba de este lugar, era justo como el informe indicaba.
Él se habló a si mismo de la forma más neutral que pudo, el lugar era tan desagradable como pensó que sería, aun sabiendo exactamente lo que iba a encontrar, sus emociones volvieron a caer un escalón más.
Se detuvo abruptamente en un cruce, al ver los diferentes pero similares caminos, decidido que había visto lo suficiente, era hora de volver a la posada.
Pero antes que pudiera ponerse en marcha, escucho un grito, parecía ser la voz de una mujer, Adrion sacudió su cabeza y se dispuso a marcharse, cualquier cosa que pasara era mejor no meterse.
Apenas dar el primer paso, escucho un segundo grito, luego de basilar un momento, sus pies lo arrastraron en dirección al sonido. Apenas dio un par de giros y llego a la ubicación de donde venia el alboroto.
Dos hombres forcejeaban con dos niñas pequeñas en un callejón, no hacía falta explicar demasiado el asunto, parecía ser un secuestro a pleno día, cuando Adrion se acercó un poco más, él se sorprendió, de todos los lugares, se encontró a esas dos hermanas en este sitio, apenas dio unos pasos para ir a salvarlas, pero se detuvo.
¿Qué estaba haciendo?
El iría a rescatarlas, golpearía a esos tipos, ¿y luego qué?
¿Se las llevaría a la fortaleza? ¿Llevarlas con su familia? ¿Con los guardias? ¿Acaso planeaba construir un orfanato o algo así?
La única diferencia entre esas niñas y las demás personas que había encontrado, era que las conocía solo un poco, su situación no era diferente a la de todos los esclavos en esta ciudad, aunque las ayudara ahora, lo más probable era que terminaran en una situación similar al día siguiente.
Rescatar a una persona solo para abandonarla después era un acto que Adrion condenaba, el solo observo como los hombres se llevaban a las dos niñas hasta que la puerta se cerró detrás de ellos.
De la misma forma, Adrion dio media vuelta y se marchó, a cada paso que daba, sus oscuros sentimientos se arremolinaban en su corazón, mientras desaparecía del lugar, solo permaneció un leve susurro.
―Yo no soy un héroe.