Los aventureros cruzaban sus armas ante los interminables monstruos que los acosaban, era una vista bastante increíble, aunque los aventureros cazaban monstruos, siempre habían sido ellos quienes iban en su búsqueda y no al contrario. Las barricadas improvisadas y su trabajo en equipo los mantenía con la ventaja, pero eso no hacía que la tarea fuera menos extenuante.
―¡Malditos monstruos, mueran!
Un guerrero agito su maza mientras gritaba para aumentar su coraje, con un golpe certero destruyo uno de los yelmos de las criaturas, provocando que este se desplomara en partículas de polvo negro. Lamentablemente, cada vez que uno de ellos caía, siempre había otro para tomar su lugar.
El guerrero que se había dejado llevar por sus emociones, estaba muy por delante de la posición segura y se vio rodeado por enemigos. Cuando se estaba preparando para intercambiar un poco de daño a cambio de regresar a una mejor posición, se escuchó una voz melodiosa proveniente de la retaguardia.
[Amanecer]
Un hechizo divino produjo un haz de luz que se esparció por todo el campo de batalla, desintegrando a todos los enemigos al contacto y recuperando la energía de todos los aliados.
―Todos reagrúpense, dense prisa.
Una sacerdotisa que vestía los colores naranjas y amarillos representativos de la iglesia del eterno sol ardiente. Grito de forma fuerte y precisa sus instrucciones, las cuales todos los aventureros atendieron, recuperando rápidamente su formación.
―Esto no parece que vaya a tener fin.
Una arquera al lado de la sacerdotisa pronuncio esas palabras de forma apática.
Estas dos mujeres eran parte de Luz dorada, uno de los pocos equipos de rango orichalcum en la ciudad, solo ellas dos se encontraban en el gremio cuando inicio la conmoción.
―¡Mierda!
Esas vulgares palabras salieron de la boca de aquella sacerdotisa, pero las personas a los alrededores no tuvieron ninguna reacción adicional ante este hecho, parecía que estaban acostumbradas al contraste entre su apariencia y personalidad.
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―¿Qué pasa?
La arquera pregunto sin cambiar su expresión.
―Estas cosas repugnantes solo parecen estar jugando con nosotros.
Esta vez la arquera no respondió, pero pareció estar de acuerdo con el comentario de su compañera.
Los monstruos espectrales que los rodeaban mantuvieron un perímetro sobre ellos, aunque los continuaban atacando sin parar, nunca parecían cargar con todas sus fuerzas, solo creaban una situación de acoso sin fin.
Aunque los aventureros no estaban perdiendo, tampoco estaban ganando, si los aventureros quisieran cargar contra ellos, probablemente podrían atravesarlos, pero la oscuridad a espaldas del enemigo los hacía reacios a avanzar. No sabían que enemigo podría estar oculto en la oscuridad, por esta razón, solo podían mantenerse de forma pasiva.
―Si tan solo todas estuviéramos reunidas aquí.
Lucia estaba completamente segura que si su equipo estuviera completo, no debería tener ningún miedo al enemigo frente a ella.
―No se puede hacer nada, tenían sus propios asuntos que atender hoy.
Mara simplemente comento de forma vacía, solo le preocupaba que su líder hiciera algo imprudente en su enojo.
Mientras tanto Lucia solo continúo apretando sus dientes en frustración.
Los líderes del gremio se encontraban discutiendo la mejor manera de lidiar con la situación en este momento, así que solo podía mantener su posición. Pero ella ya podía imaginar las consecuencias de permanecer en una posición pasiva demasiado tiempo.
El gremio de magos, la residencia del gobernador y las iglesias con sacerdotes adecuados deberían poder mantenerse firmes ante tales ataques. Pero cualquier otra ubicación en la ciudad caería ante el acoso repetido de estos monstruos. Ella ya podía imaginar el daño en toda la ciudad una vez que saliera el sol.
―Oh poderoso y eterno dios sol, dame la fuerza para resistir esta crisis.
Las personas a su alrededor no notaron nada raro cuando la sacerdotisa comenzó a orar, solo la arquera pudo notar las extrañas fluctuaciones de herejía en sus palabras.
La sacerdotisa oraba con terror mientras imaginaba la enorme cantidad de personas que tendría que curar gratis frente al tempo del sol el día de mañana.
Mientras los pensamientos de la sacerdotisa continuaban dirigiéndose al abismo, su compañera la trajo a la realidad.
―Aquí vienen de nuevo.
Mara coloco una flecha en su arco, mientras tanto, Lucia apretó con fuerza su crucifijo, uso tanta fuerza que su mano empezó a tornarse blanca.
―¡Malditos monstruos, muéranse de una vez!
Y con ese grito se dio inicio a otra nueva ronda de batalla.
Tal como Lucia había pensado, combates parecidos se dieron en distintos puntos de la ciudad, los puntos de resistencia se mantuvieron estancados sin ningún vencedor obvio, mientras que los que no eran tan fuertes cayeron con rapidez, siendo derribados sin oportunidad de resistencia.
Aunque muchas personas pudieron ver este escenario, ninguno pudo haber predicho que el resultado de todos los combates era un acto premeditado. Sus combates de vida y muerte solo eran posibles por la indiferencia de su enemigo a sus débiles existencias.