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Ciudad

Ciudad Kiriza, una enorme y bulliciosa ciudad dentro del imperio Suiset. Esta era una de las ciudades conocidas por la increíble cantidad de productos que pasaban por sus puertas y la palabra ciudad comercial era una descripción perfecta para esta.

Una ciudad tan importante como esta, estaba resguardada por unas robustas murallas, que menguaría cualquier pensamiento de una incursión a cualquier posible enemigo. Si bien las murallas fueron construidas con ese propósito, jamás había ocurrido algo de esta índole, así que los ciudadanos que vivían aquí gozaban de una vida agradable y segura. Aunque las dos personas que se acercaban no parecían compartir los mismos sentimientos al ver las murallas.

―Señor Adrion, ¿no son esas murallas demasiado pequeñas?

Las dos personas en cuestión eran Adrion y Atsuki. A primera impresión te sorprenderías al descubrir que se trataba de ellos dos, ya que lucían diferentes a cómo eran normalmente. Adrion lucia una modesta armadura de placas de cuerpo completo, una espada corta y un escudo circular sin adornos, todos los elementos fabricados a base de hierro.

Aunque seguía siendo muy vistoso, no se podía comparar a su verdadero conjunto. En cuanto a Atsuki, llevaba equipada una armadura ligera y dos espadas cortas, equipo similar al que portaba Adrion, ambos vistiendo un manto negro que los cubría sutilmente.

Naturalmente, estos elementos no eran suficientes para esconder el hecho de que no eran ellos. Además de su cambio a equipos de baja calidad, usaban ítems para cambiar su apariencia y esconder el hecho de que no eran humanos, cabe decir que solo Adrion tuvo que esforzarse para crear un rostro desde cero, Atsuki simplemente oculto sus rasgos vampíricos. Todos estos preparativos eran necesarios si la intención era infiltrarse en una ciudad humana.

Los ítems que usaban para ocultar su aura y transformar su apariencia tenían el nombre de [Anillo incognoscible] y [Mascara del engaño], Adrion no estaba seguro si sentirse feliz de que los ítems de ocultación que anteriormente en el juego eran casi inútiles pudieran ser utilizados de esta forma o preocuparse por ello.

―Llámame Dorian, ya te lo he dicho antes. Y tú no eres Atsuki, tu nombre ahora mismo es Suki. Somos dos viajeros que quieren convertirse en aventureros en esta ciudad.

―Como ordene.

Adrion resoplo débilmente dentro de su yelmo, es por esto por lo que quería venir solo, pero los campeones insistieron en que debía llevar una guardia conmigo. Al final de una larga discusión termino con Atsuki acompañándome, creo que fue el mejor de los resultados posibles.

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―Y deja de actuar así, debemos comportarnos como amigos cercanos.

―Como orde… sí.

―Está bien, solo asegúrate de comportarte adecuadamente en público.

Las murallas de la ciudad no eran pequeñas ni tenían ningún defecto, el problema era que para Atsuki quien estaba acostumbrada a las inmensas murallas de la Fortaleza negra, cualquier otra cosa que viera se vería pequeña ante sus ojos.

―Las murallas pueden parecer simples, pero no sabemos con qué clase de hechizos están imbuidos, así que no bajes la guardia.

―Entendido.

Para equiparar el inmenso poder de fuego que tenían los ejércitos en el juego, las estructuras contaban con diversos sistemas de refuerzo mágico, que les permitirían mejorar sus resistencias. Estos no eran visibles a simple vista y solo realizando un sondeo cercano podías averiguar sus verdaderos parámetros.

Aunque Adrion trataba de lucir tranquilo, estaba bastante nervioso, si bien los exploradores y espías habían logrado infiltrarse en la ciudad, trayendo información que decía que las defensas de la ciudad eran débiles y la invasión de la ciudad era posible, esto solo era información preliminar, solo hasta ahora intentarían realizar movimientos más profundos.

La culpa del aparentemente lento avance en la infiltración de la ciudad, era por supuesto, la falta de mano de obra. Tanto Painappuri como Remontz habían perdido toda su mano de obra, toda la gente y los contactos que tenían en sus manos habían desaparecido con lo que sea que le paso a la fortaleza, en este momento se encontraban creando algo a partir de la nada, simplemente no se les podía culpar por las deficiencias en su trabajo, que hayan logrado algo sustancial con lo poco que tenían en sus manos ya era digno de elogio.

Adrion no tenía nada que decir a este asunto, avanzar de este modo fue su decisión, así que, si pasaba algo malo, simplemente tendría que aceptar la culpa del fracaso, él se volvió a dar ánimos y se dirigió a la larga fila en la puerta de la ciudad.

Después de pasar por una molesta inspección de rutina por la puerta, lograron entrar en la ciudad y se dirigieron al mercado principal.

Una vez dentro, Adrion no pudo evitar que su mirada se moviera de un lado al otro sin parar, como un ser de otro mundo su curiosidad por lo desconocido era demasiado grande para controlarse, si bien había leído todo lo que podría encontrar a través de los informes, presenciarlo por sí mismo daba una sensación completamente diferente, todo lo que sus ojos veían eran cosas que solo podría encontrar en algún libro de fantasía, esta era una verdadera ciudad de otro mundo.

Aunque como forasteros entrando en una nueva ciudad, uno podría pensar que les tomaría mucho tiempo llegar al sitio que buscaban, pero esto no fue así.

La gran facilidad con la que habían llegado a su destino, no fue gracias a las indicaciones que Adrion había pedido a los guardias de la puerta, ni a la ayuda de las personas a las que preguntaron a lo largo del camino. Esto se debió al hecho de que los movimientos de la ciudad giraban en torno al mercado, simplemente siguiendo las corrientes de personas, uno terminaría llegando al lugar sin ningún problema.