El sonido de los picos retumbaba por toda la excavación, ubicada en medio de la nada, en algún lugar de Gran Bretaña. El lugar exacto era algo que importaba bien poco a Edward Smith, el líder de la excavación. Para él, lo importante era lo que le hiciera rico, estaba obsesionado con la riqueza y la fama.
—¡Señor, señor! —Gritó uno de los trabajadores.
Smith fué corriendo hacia él, ansioso de que sea lo que él estaba esperando.
—Dime que lo has encontrado.
—¡Lo encontré, está aquí mismo!
Smith agarró lo que el trabajador tenía en las manos.
—¡Sí, sí, por fin lo tengo en mi poder, el Diario de Percival de Carpenter! — Gritaba de emoción Smith.
—Avisaré al museo de que lo encontramos —Dijo el trabajador.
Smith se quedó en silencio, mirando al trabajador.
—No te preocupes, ya me encargaré yo —Le contestó, con una sonrisa siniestra.
—Insisto, lo haré yo. No me fío de ti.
Smith le miró irritado.
—Muy bien, el teléfono de mi oficina te servirá.
Ambos fueron al puesto de Smith, quien al entrar cerró la puerta.
—Llamaré al museo —Dijo el trabajador.
—Sí… sobre eso… me temo que el museo tendrá que esperar un poco —Dicho esto, Smith sacó una pistola.
—¡E… espere, baje el arma, tengo familia!
—Le daré el pésame a tu familia…
¡BANG!
La sangre salpicó las paredes, mientras el trabajador caía al suelo.
—Nadie conseguirá esto, antes de que yo descubra Excalibur —Dijo mientras reía.
Lo que no sabía Smith es que por la ventana, alguien observaba.
Select se sentó en su despacho, mirando el cielo azulado de New City.
—Un día más, supongo.
El lugar estaba lleno de libros de historia y algunas fotos.
De repente, alguien llama a la puerta.
—¿Sí? —Pregunta Select.
—Soy yo, Max.
Select abre la puerta y deja entrar al joven en su despacho.
—¿Me llamaste? —Preguntó Max.
—Sí, quería hablar contigo Max.
Ambos se sentaron.
—¿De qué?
—Lo que antes preguntaste, sobre Excalibur, tengo información
—¿En serio? —Edward dijo emocionado.
—Edward Smith, mi rival, ha encontrado algo importante para descubrir Excalibur.
—¿¡El famoso Edward Smith!? ¿Cómo pueden ser rivales?
—Su obsesión con la fama y la riqueza es tal, que sería capaz de vender a su familia por ella, no es de fiar. Lo sé porque trabajé con él, y casi intenta quitarme el trabajo. —Explicó Select.
Max asentía, sorprendido.
—Entiendo —Asintió Max.
—Excalibur es una de sus mayores obsesiones, y parece que alguien le ha pedido que busque Excalibur, un tipo con el nombre en clave de Mr. Boss.
—¿Señor Jefe? Qué poca imaginación…
—Si viene de Smith no me sorprendería —Respondió Select.
—¿Y yo qué tengo que ver con esto?
—Verás Max, necesito tu ayuda, y no confío en nadie más.
Max se quedó atónito, observando firmemente a Select.
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—Está bien, le ayudaré.
—Bien, tendrás que ayudarme a saber dónde está Edward —Dijo Select, con un plan en mente. —Te colarás en el despacho del director y mirarás en los documentos en busca de información.
—¿¡QUÉ?! —Saltó Max.
—No hay más opción.
—¿Y cómo voy a entrar exactamente?
Select sonrió.
—Por la ventana
Select llamó a la puerta del director, quién la abrió con el ceño fruncido.
—¿Qué quieres, Select?
—Necesito hablar con usted un momento.
Fuera del edificio, Max se agarró fuertemente de los salientes de la fachada para subir.
—Para qué acepto.
Subió lentamente, hasta llegar a la ventana del despacho.
Mientras ambos hablaban, Max abrió la ventana intentando hacer el mínimo ruido.
—¡Dentro! —Se susurró a sí mismo mientras se deslizaba silenciosamente por el despacho.
Una vez dentro, sutilmente fue en dirección a una mesa llena de papeles.
Rebuscó en ella, hasta que encontró una carta muy interesante.
En ésta ponía lo siguiente:
Querido Smith,
Espero que su estancia en Londres esté siendo agradable. Ya le tenemos listo su ticket para el tren de alta velocidad de Londres a Edimburgo, a las 11:30 del 25 de Octubre.
Un saludo.
—¡Bingo! —Susurró Max.
De repente, el director empezó a entrar en la sala, así que rápidamente Max se escondió debajo de una mesa.
—¡De ninguna manera! —Gritó el director por algo que Max no oyó. —Por cierto, quiero que sepas que Edward Smith está haciendo grandes descubrimientos.
—No sabía que los monos descubrieran cosas —Saltó Select irónicamente.
—¡Por favor, un respeto!
Max fué, poco a poco, saliendo en dirección a la puerta.
—Usted no conoce a Smith como yo lo hago —Oyó Max decir a Select.
—¿Está insinuando que no conozco a mis empleados?
—Claramente usted los conoce a la perfección —Dijo Select con un tono irónico que el director no notó.
Mientras la conversación seguía, Max iba lentamente acercándose a la puerta, pero el director empezó a moverse hacia él.
Dándose cuenta de esto, Select se acercó deprisa al director.
—¡Director! Quiero que sepa que puede contar conmigo para cualquier cosa.
Aprovechando la distracción, Max salió disparado como un rayo.
Una vez fuera de la sala, esperó a que Select apareciera.
—¿Alguna noticia? —Preguntó Select a Max.
—Smith cogerá el 25 de Octubre un tren de Londres a Edimburgo, desconozco las razones.
Select se frotó las manos.
—Muy bien Max, tenemos que coger un tren.
—¡Oh! ¿Y cómo lo vamos a coger? ¿Nos colaremos? —Saltó Max emocionado.
Select navegaba con su ordenador.
—Pensé que iba a ser más emocionante que mirar ofertas en Internet, la verdad. —Admitió Max.
—¿Te piensas que soy rico? Hay que buscar algo realmente barato.
Max miró decepcionado a Select.
—¡Lo tengo! ¡Es una verdadera ganga! —Gritó Select, emocionado.
Cogió del brazo a Max y salió corriendo tirando de éste último.