El sonido retumbó por todos lados.

—¿Lo has oído? —Preguntó el trabajador, cargando las cajas en el camión que le habían asignado.

—¿El qué? —Su compañero le miró escéptico. —Oye, céntrate en trabajar en vez de imaginarte cosas.

—Pero yo…

El trabajador se quedó en silencio, mirando el oscuro bosque que rodeaba a la fábrica de Sleepy Hollow. Nunca le había gustado ese lugar, debido a la historia que le contaron de pequeño.

—¿Vas a soñar despierto o a trabajar?

—Sí, perdón…

Nada más dejar la caja, el eco de una risa siniestra retumbó por todas partes, casi pareciendo omnipresente.

El compañero, al oírlo, soltó las cajas de golpe.

—¿Qué ha sido eso?

—N… no lo sé. —Respondió el trabajador, entre sudor y temblores.

Una sombra misteriosa emergió de la oscuridad, con paso firme.

—¿Q… quién va?

Silencio. Los trabajadores se miraron entre ellos.

—¿Nos oye?

La sombra se empezó a acercar, pudiéndose observar un traje viejo y casi podrido, de época. Aunque eso no era lo más extraño.

En vez de cabeza, llevaba una cabaza en llamas.

—¡E… es él, el Jinete!

—¿Qué, de qué hablas? —Respondió el compañero. —¡No es más que alguien disfrazado, casi me lo trago!

Con pasos decididos, se acercó al extraño hombre, quien miraba atento.

—Hey, ¿dónde has comprado el disfraz? ¿En Amazon?

—No me sirves. —La voz del Jinete era rasposa, y extremadamente grave.

—¿Eh? A mí no me asustas, no como a mi compañero, ¡verdad Bob!

Nada más terminar, el Jinete agarró su cabeza de calabaza y se la arrojó al compañero.

Al chocar la calabaza el compañero empezó a quemarse, ardiendo en unas llamas poderosas y terroríficas.

—¡¡¡AAAAAH, QUE ALGUIEN ME AYUDE POR DIOOOOOS!!! —Sus gritos se oían desde kilómetros, mientras sus músculos y huesos eran casi visibles.

—¡Oh Dios, no! —Gritó el otro trabajador, mientras empezaba a correr en dirección contraria a la criatura.

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Por su lado, la criatura subió a un caballo que emergió de la nada, sacando su espada oxidada.

—Tú si puedes ser de valor… —El Jinete, con un chasquido, creó otra calabaza que se formó desde llamas de sus manos.

—¡Por favor, déjame en paz!

El trabajador tropezó y cayó por una cuesta del bosque. Notaba los golpes de las piedras, las ramas y los arbustos, hasta llegar a un terreno llano, en donde tras recuperarse brevemente se giró buscando rastros del Jinete.

Pero extrañamente ya no estaba.

—Vale, vale, lo despisté.

Nada más relajarse, vió salir una espada de los arbustos…

—Es falso. —Contestó Select, mirando el jarrón que le habían entregado.

—¿Cómo que falso? —El director del museo miró incrédulo a Select. —¡Es imposible! Nuestros expertos han señalado que pertenece a la distanía Zhōu, por el 692 antes de cristo.

—¿Ah sí? Pues me temo que sus expertos son un poco mancos, porque si no habrían visto esta etiqueta donde pone “Made in Vietnam”, y no hablemos del copyright de la empresa creadora…

El director se puso rojo como el tomate, avergonzado ante esta situación.

—¿Cómo es… posible? ¡Mis expertos no pueden haberse equivocado!

—Entonces quizá le han hecho el cambiazo, me temo.

—Gracias por su opinión, señor Select. Zanjado este asunto, necesito de su ayuda.

—¿De qué se trata?

—¿Conoce usted Sleepy Hollow?

—Por supuesto, es una historia escrita por Washington Irvin.

El director se acercó a Select.

—Recientes investigadores sostienen de que el Jinete sin Cabeza podría haber existido, al menos la persona en la que se basó. Un soldado Hessiano al parecer.

Select se sorprendió.

—Vaya, eso es curioso… ¿Y quiere que vaya a investigar?

—Justo, comparado con otras expediciones esta le resultará de lo más sencilla. ¿No cree?

—Supongo que sí, me pondré con ello de inmediato.

Sleepy Hollow, Select se quedó pensativo por un momento. ¿Será ese soldado el origen de la historia?