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Las Aventuras de Robert Select
El Bosque de los Mil Sueños (El Último Gran Héroe, Parte 6)

El Bosque de los Mil Sueños (El Último Gran Héroe, Parte 6)

El barco navegaba lentamente entre una densa niebla, mientras Select, Max y Kate miraban atentamente el sensor del barco y el mapa.

—Estamos cerca —Reveló Select.

La niebla era cada vez más densa.

—Menos mal que tenemos un radar —Dijo Max.

Sin previo aviso, la niebla se disipó completamente para revelar la orilla de una preciosa playa, con aguas cristalinas, y un bosque que parecía de película.

—Dios mío, es precioso —Dijo emocionada Kate.

Select y Max estaban sin palabras.

—Estamos aquí, en el Bosque de los Mil Sueños —Select observaba asombrado la belleza de ese lugar.

—Usemos la barca —Dijo Select mientras desataba las cuerdas de la pequeña barquita.

Una vez en la playa, con una arena tan blanca como la nieve, el trío se preparaba para adentrarse en el bosque.

—Si las leyendas son ciertas, ahí dentro habrá criaturas feroces —Explicó Select.

—Me tenéis a mí —Le contestó Max.

Y con esto, avanzaron hacia el interior del bosque.

Debido a los enormes árboles, el bosque se encontraba en total sombra.

—Sigamos avanzando.

Select observaba el entorno, por cualquier peligro que se encontrara oculto.

—¿Dónde crees que estará Excalibur? —Preguntó Max.

—No lo sé, la verdad —Le respondió Select.

De repente, algo salió de los arbustos.

—¡Cuidado! —Gritó Kate, poniéndose delante.

Para su sorpresa, sólo era una anciana.

—Perdónenme el susto —Dijo la señora.

Los tres se miraron, asombrados.

—¿Qué hace en un lugar como éste? —Preguntó Max.

—Vivo aquí, jovencito —Reveló la anciana.

—¿Aquí?

—Sí, pero ustedes parecen perdidos, vengan conmigo —Les dijo la anciana, agarrando a Kate y tirando de ella.

Select la vigilaba de cerca, mientras se alejaba unos metros de Max y él junto a Kate.

—¿Jovencito? Parece que soy un niño con eso —Dijo Max.

—Que yo sepa no lo eres, con lo que has pasado ya cuentas como hombre adulto —Le dijo Select sonriendo.

—Bueno… Realmente no me siento muy hombre.

—No te preocupes, tener miedo es normal.

—Select, no lo digo por eso…

Select se quedó confuso.

—No te entiendo del todo —Confesó Select.

—Que me siento mujer, que soy trans Select —Aclaró.

Select se quedó mirándole.

—¡Aaaaah! A eso te referías… Perdona, no te había entendido —Se disculpó.

—No, no pasa nada…

—¿Y tu familia lo sabe?

—Sí, aunque no les hace ninguna gracia —Reveló Max. —Por eso… por eso no sé qué hacer…

Select se acercó al joven.

—Mira Max, que nadie te diga lo que tienes que hacer. Si piensas que eso es lo correcto, que nadie te detenga. El único que decide la gran próxima aventura eres tú, Max. Y si decides ser una arqueóloga en vez de un arqueólogo, que así sea —Sonrió Select.

—¿Y si mis padres no quieren?

—Seguramente lo aceptarán, estoy un 90% seguro.

—¡Aquí, aquí! —Gritó la anciana señalando una casita de madera.

—Bueno, veamos qué nos tiene que decir esta señora —Dijo Select a Max.

Por dentro la casa era acogedora, con un estilo muy rural.

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—Una casa preciosa —Observó Select.

—Ven joven, ayúdame a preparar la comida —Dijo la anciana a Max.

Select mientras abrió el diario de Carpenter.

—Parece que Carpenter de hecho sí descubrió civilización en este bosque —Reveló Select.

—¿Ah sí? Oye, ¿no te suena esto de algo? —Le contestó Kate.

Select siguió pasando páginas, hasta que después de leer eso su rostro expresó preocupación.

—¿Qué pasa? —Le preguntó Kate.

—Oh mierda.

Mientras tanto, en la cocina, Max y la anciana preparaban los cubiertos.

—Este sitio parece un poco solitario —Dijo Max.

—No tanto —Le respondió.

Max observaba la cabaña hasta que se dió cuenta de algo extraño en la anciana.

—Señora, qué ojos más grande tiene, ¿no?

—Es para verte mejor.

Max se fijó en otro pequeño detalle.

—Señora, qué orejas más grandes tiene, ¿no?

—Es para oírte mejor.

Max tragó saliva, mientras se dió cuenta de un objeto en la sala: una capucha roja rasgada. Su pulso se aceleró, mientras la anciana se giró a él con una sonrisa.

—Qué dientes… tan largos tienes.

—Es para comerte mejor.

La piel de la anciana se rasgó, en una imagen asquerosa, para revelar a una temible criatura con forma de lobo.

El Lobo se avalanzó hacia Max, hasta que fué derribado por Kate, transformada en su versión gatuna.

—¡Max, sal de ahí! —Gritó Select, asomado a la puerta.

Kate y el Lobo tenían un fuerte forcejeo, hasta que el Lobo lanzó por los aires a Kate.

—¡Select, plata, necesitamos plata! —Gritó Max.

Ambos salieron corriendo hacia la salida, pero el Lobo fué más rápido y les bloqueó el paso.

—¿Adónde vais? Aún no he comenzado a comer.

—Ni lo harás, Lobo estúpido.

Select le metió un buen puñetazo al Lobo.

Max se fijó en una escopeta en la pared.

—¿Quizás…?

Salió corriendo hacia esa dirección, mientras el Lobo, enfurecido, intentaba atacar a Select.

Agarrando la escopeta, Max se dió cuenta de que no tenía munición.

—¡El libro, Max, ve a por el libro! —Dijo Select mientras cogía la escopeta.

Max no entendía, pero fué corriendo a por el diario de Carpenter, seguido del Lobo.

Al cogerlo, se dió cuenta que la portada contenía plata.

—¡Carpenter se preparó! —Se sorprendió Max.

El Lobo se puso delante de Max.

—Voy a devorarte —Le dijo.

—Yo creo que no.

Max arrancó un trozo de plata y lo arrojó a Select, quien lo introdujo a la escopeta. El Lobo miró asustado.

—Dime, ¿quién teme al lobo feroz?

¡BUM! El disparo dió de lleno al Lobo, quién cayó al suelo.

—Me cago en todo… —Max estaba temblando. —¿Porqué está el Lobo aquí?

—Leyendo el diario de Carpenter me he dado cuenta de un pequeño detalle: todos los cuentos que conoces están basados en hechos reales, porque los escritores se basaron en éste lugar, siguiendo la ruta de Carpenter —Explicó Select.

—¿Quieres decir que no somos los primeros en llegar aquí? —Preguntó Max.

—Exacto —Dijo Select.