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Las Aventuras de Robert Select
La Maldición de Sleepy Hollow, Parte 5

La Maldición de Sleepy Hollow, Parte 5

Select despertó con dolor de cabeza.

—¿Qué… qué ha pasado?

—Buenos días, Select. —Contestó Freya, con una sonrisa diabólica.

—¿Qué demonios? ¡Tú otra vez! ¿Qué quieres?

—Estás aquí por el Jinete, ¿verdad?

Select se quedó algo confundido.

—¿De qué hablas? Yo sólo estoy aquí para comprobar un asunto privado.

—No te hagas el tonto, Select. No quiero que un arqueólogo se interponga en mi investigación.

—¿Estás investigando Sleepy Hollow también? Lo de secuestrarnos ya me parece un poco pasarse…

—¡Calla!

Select observó a su alrededor. Estaba atado a una silla, sentado de forma incómoda con los brazos hacia atrás. Parecían estar en un camión.

—Oye, escucha, podemos ayudarnos mutuamente, no hace falta tanto dramatismo…

—No quiero tu ayuda. —Respondió tajante Freya.

Detrás del camión, Kate les seguía con un coche que había “tomado prestado”.

—¡Mierda! Primero el Jinete, y ahora esto.

No reconocía a los secuestradores, pero por suerte llegó justo a tiempo para ver cómo los subían en el camión.

—Entonces, no entiendo nada. ¿Porqué somos una amenaza para ti? —Preguntó Select.

—No es asunto vuestro, pero el Jinete sin Cabeza es mi investigación. Sólo mía.

—Tienes serios problemas de confianza.

—Si no te callas, suplicarás haberlo hecho.

Freya se fijó en Maxine, todavía desmayada.

—Evitemos muertes innecesarias, ¿quieres?

—¿Y qué es lo que investigas exactamente? ¿Cómo amenazar para tontos o qué?

—¡Basta!

Freya se veía algo irritada, pero manteniendo la calma.

—Bien, basta de juegos. Lo visteis, ¿verdad? —Freya se veía eufórica. —Al Jinete.

—Eso es un cuento. —Select mintió. No sabía el porqué quería esa información, pero no estaba dispuesto a arriesgarse.

—No mientas. Lo viste, ¿verdad?

Maxine despertó de repente, confusa de dónde estaban.

—¿Qué es esto? —Preguntó.

Maxine se fijó en Freya, produciéndose un silencio que duró unos minutos.

Finalmente, Maxine rompió ese silencio.

—¿Madre?

—Espera, ¿cómo? —Saltó Select.

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Freya se quedó sin palabras.

—¿Max?

Por la mirada de Maxine, Select supuso que aquello se iba a poner tenso.

—Sí, me sorprende que no te hayas olvidado de mí.

—¿Qué… Qué has hecho? ¿Qué te has hecho?

—No me he hecho nada.

—¡Sabía que necesitabas la terapia de electrochoque para quitarte esas tonterías de la cabeza!

La expresión de Select cambió de golpe.

—¿Las qué?

Maxine se veía rabiosa, llena de ira.

—Cada día de mi vida, cada vez que duermo, no he podido olvidarte. Tus horrendas palabras, tu terrible actitud, tus monstruosos pensamientos.

—¿A qué te refieres con electrochoque? —Insistió Select.

—Siempre lo he hecho por tu bien, para llevarte por la buena dirección hijo.

—¡Yo no soy tu hijo!

—¡¡¡TE ESTOY HABLANDO!!! —Gritó Select.

Freya se giró, sorprendida.

—Esto no es asunto tuyo.

—¡Sí lo es! Responde a la puñetera pregunta.

Select estaba cabreado. ¿Acaso Maxine…?

—Era una manera de que dejara esos pensamientos, de que no pensara que era una cosa que no es.

—Tú no eres nadie para decidir sobre su vida. —Select estaba a punto de explotar.

—Soy su madre.

—¡¿Me ves que me importe?!

Maxine se quedó sorprendida ante la actitud de Select.

—No desperdicies tu tiempo con ella, Select. Con mi odio basta.

Freya rió.

—Tú no sabes lo que es correcto, pero se puede solucionar…

Cogió una barra de metal y un mechero.

—¿Me vas a torturar? No funcionará, créeme. —Maxine contestó.

—A tí no.

La sonrisa se le borró de la cara.

Freya se acercó a Select, con la barra de metal ardiendo.

—¿Qué pasa si le pongo esto en el ojo? ¿Arderá?

—¡Para! —Gritó Maxine.

De la rabia, Maxine lanzó un hechizo que frenó el camión.

Kate observó cómo el camión se detenía de golpe.

—¡Me cago en la…!

¡CRASH!

El golpe provocó que la puerta del camión se abriese. Tras colocarse del golpe, vió como Select impactaba contra el cristal.