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Las Aventuras de Robert Select
La Maldición de Sleepy Hollow, Parte 3

La Maldición de Sleepy Hollow, Parte 3

El coche paró en seco, delante de un puente de madera viejo. Debajo de él había un riachuelo que brillaba a la luz de la Luna.

—¿Porqué para?

—¿Ha visto qué hora es? No pienso pasar. —Contestó el conductor, algo atemorizado.

—No se creerá lo del Jinete, ¿no? Es sólo una leyenda…

—No pienso comprobar si es real, él no puede pasar este puente, así que me quedo aquí…

—Está bien, iremos a pie.

Tras decir eso, Select salió del vehículo, adentrándose en el cubierto puente.

—No me imaginaba que un cuento afectara tanto a la gente… —Comentó Maxine.

Tras pasar el puente, el grupo se adentró en el oscuro bosque de Sleepy Hollow.

El bosque se veía amenazante por la noche, iluminado gracias a la Luna llena.

—Parece sacado de una película de terror. —Se asombró Kate.

—Mientras no fallezcamos, todo bien.

—No es gracioso, Select.

¡Sssh!

El grupo se giró hacia la procedencia del ruido.

—Oye, tranquilos, es sólo el viento. —Tranquilizó Select.

¡Plash!

Detrás de ellos, una sombra se veía entre la maleza, indistinguible.

—¿H… hola? —Preguntó Select, nervioso.

La sombra se acercó.

El grupo estaba en tensión, listos para que lo que fuera eso saliera de su escondite…

Y del arbusto salió un conejo.

—¡Es sólo un conejo! —Exclamó entre carcajadas Select.

Maxine y Kate se tranquilizaron también.

—Sí, ¿qué os va a hacer un conejo? —Susurró una voz detrás de ellos.

En cuanto se giraron, observaron con horror a un jinete sin cabeza.

—¡Corred! —Gritó Select.

El Jinete empezó a cabalgar hacia ellos, quienes huían con todas sus fuerzas.

—¡¿Cuál es el plan?! —Gritó Kate.

—¡Claramente hacer una maratón! ¿¡Tú qué crees?! —Ironizó Select.

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La tensión estaba por los aires, ninguno de ellos quería girarse para ver dónde estaba el Jinete. Simplemente seguían corriendo.

Así estuvieron hasta llegar a la ciudad, donde varias personas los miraron desconcertados.

No había rastro del Jinete.

—Qué raro… —Comentó Select, temblando.

—Lo hemos perdido, bien… —Se tranquilizó Maxine.

—Oye, ¿porqué no has usado tus poderes? ¡Podrías haber hecho algo!

—Todavía no sé controlarlos, ¡no puedo hacer lo que quiera!

—Vamos a calmarnos un poco, será mejor buscar el hotel y descansar un poco… —Tranquilizó Select.

—¿No podemos picar algo antes? Así puedo relajarme un poco después de esto… —Preguntó Kate.

—Muy bien, id pidiendo vuestra cenar si queréis mientras yo voy a por las llaves del hotel. Luego me uno a vosotras. —Sonrió Select.

Kate y Maxine se fueron en busca de un buen picoteo, mientras Select se dirigía al hotel.

Freya entró en el hotel, seguida de su mayordomo, quien llevaba todas las maletas pesadas.

—¡Charles, más rápido!

Charles estaba cansado, pero sabía que si no obedecía el castigo sería mucho peor que eso.

—Sí, mi Señora.

Freya llegó al mostrador justo al mismo momento que otro hombre llegaba, mirándolo fríamente.

—He llegado yo primero.

—Lo dudo mucho. —Respondió Select.

A Freya no le hizo mucha gracia la contestación.

—¿Sabes con quién hablas?

—¿Con la Reina de Inglaterra?

Freya miró con irritación la osadía de ese hombre. ¿Cómo se atrevía?

—¡Dios mío, usted es Robert Select, el famoso arqueólogo! —Exclamó Charles.

Freya le lanzó una mirada severa.

—Luego hablaremos, Charles.

—Como iba diciendo, espere la cola. —Select sonrió burlonamente, ¿cómo podía ser una persona tan maleducada?

—Bien, Robert Select… Adelante.

Por fin, Select pudo pedir su habitación ante la furia de esa mujer desagradable.