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Las Aventuras de Robert Select
La Aventura Comienza (El Último Gran Héroe, Parte 1)

La Aventura Comienza (El Último Gran Héroe, Parte 1)

Era un día soleado, y la luz se filtraba a través de las coloridas vidrieras del castillo.

Dentro, el Rey Arturo paseaba de un lado a otro, preocupado.

—¿Qué hacemos con esto, Merlín? —Se preguntaba Arturo mientras se acariciaba su corta barba.

—Es una buena pregunta, Arturo. Si la espada cae en manos enemigas, sería nuestro fin —Le contesta el mago Merlín, levantándose del lugar donde reposaba.

—¿Y si la escondemos? — Pregunta Arturo.

El mago se queda pensativo, hasta que sus ojos se iluminan de emoción.

—¡Eureka! ¡Sé dónde esconderla! —Exclama.

Arturo se sobresalta y mira atento a Merlín, quien sigue explicando.

—Existe un lugar conocido como el Bosque de los Mil Sueños, un bosque mágico lleno de trampas y desafíos, ¡nadie lograría entrar!

—Si nadie puede entrar, ¿cómo lo hacemos nosotros? —Duda Arturo.

—Percival de Carpenter —Responde Merlín.

—¿El explorador?

—¡Exacto! Ha explorado miles de lugares y sobrevivido a miles de aventuras, ¡seguro que es capaz de entrar y salir!

Arturo acaricia su barba otra vez.

—¡Muy bien! Si crees que él puede hacerlo, que lo haga.

Arturo sale corriendo de la habitación, listo para decirle en persona a Carpenter su misión. Para mantener en secreto esta misión hasta para sus caballeros de la Mesa Redonda, Arturo se comunicó con Carpenter llamándolo con un nombre en clave: el Último Gran Héroe.

El timbre sonó con fuerza, indicando que la clase había acabado.

—Bueno, supongo que eso es todo —Finalizaba Robert Select, mirando la hora en su móvil.

—Pfff, menos mal, estaba harto de oír esa idiotez de historia —Protestaba un alumno.

—Y yo estoy harto de suspenderte los exámenes, pero sé que no va a cambiar —Una sonrisa pícara se formó en los labios de Select después de su respuesta. El alumno se quedó en silencio, avergonzado, mientras sus compañeros reían.

Select era el profesor de arqueología más querido, seguramente gracias a sus conocimientos y, sobre todo, ocurrencias e ironías. Eso sí, también había personas que lo consideraban insoportable, aunque hay algo que nadie puede negar, y es su bondad. Select se sacrificaría sin dudarlo para salvar a una persona.

Sus alumnos salían de la clase, hasta que el aula se quedó casi vacía. Digo casi porque una persona se mantenía en ella.

—Max, ¿sigues aquí? —Preguntó sorprendido Select.

Max Powers, un joven delgado y poca cosa se acercaba al profesor.

—Sí, lo siento, es que… me preguntaba qué pasó con Excalibur y Carpenter— Select observaba atentamente al alumno.

—Se dice que Carpenter llegó al Bosque de los Mil Sueños. Al menos así acababa esta historia —Le contestó Select.

—Pero, ¿y si la historia es real?

—¿Real? —Se quedó dudando Select.

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—Bueno, nunca se sabe… Quizá existió de verdad.

—Max, me gusta que te preguntes si es real, pero no hay pruebas de que existiera Camelot ni nada de esto —Explica Select.

Max se queda dubitativo un momento.

—Sí, supongo que tienes razón, hasta mañana —Admite.

Acto seguido, abandona el aula, dejando a Select con la duda, ¿será real?

Mientras camina por los pasillos, Max se pregunta si la historia de Excalibur será real.

Max es una persona que siempre ha estado obsesionado con la aventura y los tesoros, y realmente le apasiona todo lo relacionado con eso. Max espera ganar el suficiente dinero para en un futuro poder comenzar un tratamiento de cambio de sexo, ya que realmente nunca se ha sentido hombre. Su padre nunca lo ha entendido y nunca lo entenderá, pero su opinión ya no le importa. Select siempre dijo que nunca nada podía interferir en los sueños.

Select se sentó en la clase ahora solitaria, pensando en lo que Max había dicho.

—Llevo años pensando en esa misma pregunta —Se dijo Select a sí mismo.

“Realmente puede existir, se oyen rumores de un diario que escribió el mismísimo Percival de Carpenter… Escondido en alguno de los viajes que hizo.”, pensó.

Si en algún lugar estaba ese diario, podría encontrar Excalibur. El impulso que necesitaba para alzar su carrera.

—¡Select! —Gritó alguien desde la puerta.

Select giró la cabeza para encontrarse al director de la Universidad.

—Necesito que suplantes a Edward Smith, ha ido a una expedición importante —Le avisó.

Select se quedó sorprendido, ¿ese payaso en una expedición?

Edward Smith era un prestigioso arqueólogo, pero a la vez desagradable. Select y Smith se llevaban a muerte, y Select no se fiaba un pelo de éste.

—Tomaré nota —Le contestó Select.

Al salir el director, Select se levantó rápidamente hacia el despacho de Smith.

Una vez allí, Select abrió la puerta con una ganzúa, con bastante paciencia.

“Espero que no me vean…”, pensó nervioso.

Empezó a rebuscar entre papeles y papeles algo de información, hasta terminar en el ordenador del propio Smith, que no tenía contraseña.

—¿Quién no le pone contraseña a su ordenador de la Universidad? —Se preguntó Select, sorprendido.

Dentro encontró un correo a un desconocido:

Querido Mr. Boss,

He recibido su mensaje y estaré encantado de aceptar su oferta para buscar Excalibur. Me impresiona que sepa dónde está el diario, y le agradezco que cuente conmigo.

Un saludo, Edward Smith.

—¡Excalibur! Tremenda coincidencia… —Pensó Select.

Cerrando el ordenador y ordenándolo todo, salió del lugar.

—Está claro que Smith no planea nada bueno, nunca lo ha hecho —Se dijo a sí mismo.

Llegando a su despacho, se preguntaba cómo podría hacer para dar con su paradero.

—Necesito saber dónde está Edward, pero… ¿cómo lo hago?

Dando vueltas en su oficina se le ocurrió una idea.

—Quizá Max me pueda ayudar…

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