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La Trinidad (II)

Al avanzar por la carretera rodeada de árboles y desechos industriales, el guardián divisó una motocicleta estacionada a la sombra, fuera del camino, acompañado por un potro azabache amarrado en un árbol. Apoyada con confianza contra el vehículo, una figura aguardaba su llegada. El guardián detuvo su corcel justo en el lugar del encuentro.

La motorista se separó de la maquina y, con paso firme, se acercó a Drake. El pesado sonido metálico de una armadura del Libre Pensamiento resonó con cada movimiento, mientras la luz del sol hacía brillar su superficie verde militar, diseñada para camuflarse perfectamente en ambientes boscosos. La figura femenina, de un cuerpo estilizado y atlético, medía cerca de un metro setenta y cinco.

Drake la conocía perfectamente, como a ninguna otra persona que hubiese visto en su corta vida. Fue la persona que se encargó de forjar su carácter durante sus años de entrenamiento en la fortaleza oscura, y hasta la fecha seguía molestándolo con sus pesadas bromas cada vez que podía.

—Hasta que por fin nos reencontramos, pequeñín —dijo la motorista en su voz modificada por el casco—, ¿qué tienes que decir por dejarme plantada en la posada? Se suponía que nos iríamos juntos a hacer estos contratos. Luego me enteré de lo que pasó, me tenían muy preocupada.

La mujer se quitó el casco y al ladear la cabeza derramó su lacio cabello sedoso de color negro con puntas azules, el cual le llegaba hasta la nuca. Sus ojos eran color azul cielo; su piel, de una tez blanquecina, levemente bronceada.

Era una hermosa mujer, de fisionomía delgada y curvilínea. Podría ser la mujer más bella que Drake hubiese visto en todos los poblados por los que había pasado, de no ser porque a veces llegaba a ser irritante. En propias palabras del guardián, la consideraba una "llevadita". El nombre de la joven era Alicia Wilson.

Las flamas esmeraldas del guardián se apagaron y sus iris se tornaron carmesí. Su yelmo se desactivó, abriéndose en dos, y las mitades se volvieron gelatinosas antes de ser absorbidas por la armadura. Alicia, desvió levemente la mirada por un segundo por tal efecto.

—Lo siento, no quería que las cosas escalaran a ese nivel. —Drake bajó del caballo y rápidamente se excusó, avergonzado por lo sucedido—: pero en mi defensa, no fue mi culpa. Lance me terminó arrastrando.

—¿Y qué hay de las veces que te he salvado el culo, hermano? —dijo una voz cantarina y frívola desde la cima de un árbol, acostado con los brazos cruzados encima de una gruesa rama oculto entre sus hojas, sobresaltando a Drake al no haber detectado su presencia.

—¡Ya me preguntaba dónde estabas, maldito cabeza de forro! —reclamó Drake con una furia desbordante—. ¡No tienes idea de los problemas que tuve por tu maldita manía de pensar con la riata!

—Lo dice el tipo que tiene cuenta de cliente frecuente en el prostíbulo de Glory. No eres el único, tuve uno que otro encuentro con mercenarios de poca monta en la carretera. Alice me alcanzó con su moto, y tuvimos que movernos entre las montañas para evitar más perseguidores de Vomiza. —Lance bajó de su escondite en un ágil salto, y rodó en el piso para levantarse alzando las manos, más por impresionar que por ser necesario—. Discúlpame, hermano. Trataré ser más precavido la próxima vez.

—Bien, supongo que te lo debo y no puedo enojarme del todo, y para aclarar esa cuenta la heredé de mi viejo; lo poco que pude tomar antes de que el banco embargara todo —suspiró Drake resignado—, ya sé que volveremos a meternos problemas a causa de tus amantes. Para ser un Umbra, causas un gran alboroto donde vas ¿no se supone que ustedes son las honorable hojas más afiladas y sigilosas de Nyastha?

—Esos son estereotipos, hermano. ¿Apoco por nacer en Trisary te hace un bárbaro violento? —Lance se encogió de hombros, contiendo una leve risa.

—Admito que en algunas cuantas ocasiones —afirmó Drake.

—La mayoría de veces —Intervino Alice en ojos entrecerrados.

—¡La voz de la razón ha hablado! —Lance señaló a Alice en un dramatismo exagerado—: y Alice no por ser de Bohemia es una fumadora y alcohólica empedernida.

—Eso me recuerda... —Alice encendió un cigarrillo, llevándoselo a los labios con un gesto relajado y dándole una profunda calada. Al exhalar, el humo de tabaco escapó de su boca en una densa nube, mientras su voz adquiría un tono áspero—: ¡Joder, que lo necesitaba!

—Ya me había acostumbrado al aire puro —gruñó Drake entre toses, alejando el humo con la mano mientras sus ojos lagrimeaban, dando un paso atrás para evitarlo.

Alice lo observó con una sonrisa ladeada, entretenida por su incomodidad, y volvió a inhalar con calma. —Con más razón una última fumada, pequeñín —dijo con picardía—. Contigo me tengo que controlar.

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El humo formó espirales a su alrededor, mientras Drake agitaba la mano frente a su rostro, tratando de despejar el ambiente, sin mucho éxito.

—Ya que, contigo me tengo que aguantar.

—Mejor abrazar lo que somos —afirmó Lance.

La vestimenta de Lance Fudo era la de un asesino oscuro de los Umbra. Llevaba una máscara negra con ojos blancos visibles gracias a un hechizo de camuflaje, y un yelmo adornado con el símbolo del clan. Usaba una bufanda negra y bajo esta, una gargantilla.

Vestía un peto negro oscuro con bordes platinados, a prueba de balas, y un protector de ingle. Bajo la armadura, llevaba un traje azul ajustado. Tenía hombreras segmentadas y coderas a juego, y guantes negros.

En la cintura, cargaba un cinturón táctico con armas arrojadizas, pociones y venenos. Calzaba botas de armadura ligera del mismo color, con rodilleras y protectores de muslo. Sus espadas descansaban junto al equipaje de sus compañeros, apoyados junto a la motocicleta:

Ronin era un sable Nyasthiano, una mezcla entre un cuchillo militar y un machete, con una empuñadura rojiza y una guardia en forma de estrella. Su gruesa hoja descansaba en una vaina roja. La segunda espada, la Hoja del Alba, tenía una guardia ancha adornada con símbolos rúnicos y estaba envainada en un estuche azul con detalles dorados.

—¡Bien, no tuve que intervenir para que hicieran las pases! Lo bueno es que siguen vivos para cumplir con sus responsabilidades. —La chica, de carácter firme, regañó a ambos guerreros como una figura de autoridad—. Ya me notificaron desde la sede. Drake no has pagado la cuota anual del clan, tienes dos meses de retraso y los intereses suben. ¿Cómo crees que se mantiene el barco? O pagas o das las nalgas. No voy a cubrirte más, espero que tengas el dinero o nos vamos a meter en un problema con la administración.

—Tranquila, no soy un niño —agregó Drake, tratando de enfriar la situación—. Pude recuperarme con el contrato de la quimera; si no he pagado, es por haber estado corto de dinero. Ahora tengo suficiente para saldar mis deudas y continuar nuestro plan de volver a la capital. —Las mejillas del guardián se enrojecieron, a tal grado que harían palidecer a la propia armadura—. Y te he dicho que no me llames "pequeñín", tengo veintitrés años, por favor.

—¡Oh, vamos, Drake! Sabes que es de cariño, después de todo es en honor a tu pequeño amiguito. —Intervino con tono juguetón, juntando el dedo índice y el pulgar sin llegar a tocarse, en un ademán burlesco—. Todos se olvidaron de ese día cuando éramos niños, pero yo lo sigo recordando por nuestras aventuras en la Fortaleza Oscura.

—Tampoco olvido tus locuras, payasita. —Como el hijo de perra que podía llegar a ser el guardián, Drake sabía cómo vengarse de Alice. Una sonrisa descarada se esbozó en su rostro, y sin piedad sacó a relucir el punto débil de la chica—. Y para tu información, todo crece con el tiempo.

—¡Ja, ja, ja! Extrañaba que me llamaras así. Tú y yo recordando traumas del pasado.

Ella puso una cara de ácida sorpresa y repentinamente empezó a reír, pero se veía que esa risa era fingida.

—¿Sabes qué? Se me acaba de ocurrir una idea maravillosa. —Un brillo malicioso se encendieron en los ojos de Drake, al divisar a Lance, quien sudó frio—. Debido a recientes eventos, creo que sería mejor que me cubras.

—¿Qué alternativa me queda? Todavía Alice no termina de regañarme —bufó Lance.

—¡Créeme que no! Se supone que uno de los dos debe acompañarte siempre. Pudimos meternos en problemas de haberse enterado algún alto mando. —Alice fulminó a Lance con la mirada.

—No es para tanto... —Drake desvió la mirada, claramente incómodo por tocar ese tema—. Todo está bien, ya estoy mejor y eso jamás va a volver a ocurrir.

—¡Me dejaste al niño solo! ¿sabes que se pudo morir como un conejito recién nacido? —Alice prosiguió con una reprimenda que se dividía entre una figura materna y una hermana mayor—: nos necesita para que se mantenga en una pieza.

—Jodete, que me las pude apañar yo solo —Protestó Drake con el ceño fruncido.

—Bueno, ya fuera de bromas, lamento no haber llegado a tiempo para ayudarte en el contrato, Drake. —La chica se rascó la nuca, transformando su faz de diversión por una sonrisa un poco apenada—: me concentré en borrar las huellas de ambos en el camino, y mandar pistas falsas con mis contactos con avistamientos en lugares apartados.

Drake dejó salir un suspiro de alivio, rascándose el pómulo de una mejilla con una sonrisa tranquila. Ella siempre sabía cómo sacarlo de quicio, pero también lo protegía constantemente, había sido así desde que lo inspiró a hacerse fuerte.

—Te debemos una, Alice—dijo Drake.

—¿Solo una? —sonrió con complicidad, alzando una ceja.

—Okey, te debo de aquí a la próxima vida. —Remató Drake, soltando una carcajada.

Alice sonrió de oreja a oreja, con los ojos entrecerrados, dando una faz siniestra que encendió las alarmas de ambos guerreros al contemplar cómo la chica se les acercaba lentamente, cual depredador a su presa. Drake retrocedió al sentir el peligro; hasta el ente que era su armadura se sentía intranquilo por esa aura siniestra liberada en la chica.

—Oh, pequeñín. Todavía me voy a cobrar lo de dejarme plantada; un día voy a joderlos a ustedes dos de la manera más épica posible —habló en un tono lúgubre que le heló la sangre al guardián, haciéndolo sudar frío por un mal augurio. De la nada, regresó a una actitud jovial y animada al agregar—: Además porque disfruto de la compañía que me dan.

«Esta tipa puede ser mi ángel protector y luego cambia en un segundo a una harpía sin corazón. Estoy seguro de que se alimenta chupando el alma de cachorritos y vuelve a ser una chica jovial ¡¿Cómo carajo funciona eso?!», pensó el guardián para sí mismo—. Claro... —contestó, atemorizado.

Los tres guardiane subieron a sus respectivas monturas, emprendiendo el camino por el horizonte de regreso a Trisary.

Arte realizado por Burningmoonblood y Joe Joestar

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