4
—Charlamos y comemos, tan solo dejamos pasar el tiempo. No entiendo por qué debería seguir yendo al instituto si no es para curar mis heridas, Mira.
Leyendo unos documentos con una sonrisa inextinguible en su rostro, la joven se tomó su tiempo para responderme.
—¿Has visitado la biblioteca? —Terminó optando por responder, ignorando lo que le había dicho.
No entendía por qué estaba actuando de esta forma. Es decir, las conversaciones con Mira siempre eran un poco así. Yo intentaba alcanzar el ritmo de sus caprichos de una u otra forma. Pero nunca era tan así. Ahora era como si estuviéramos hablando de cosas distintas.
—No sé por qué asignaste a Nutiden a mi cuidado… No es necesario… Mira, solo dime qué tengo que hacer y yo haré mi mayor esfuerzo para cumplir… No quiero molestar a nadie más con mis problemas…
—Nuti está haciendo su trabajo, nada más. Y mi hermano ve varias cosas que son difíciles de ver. Además, descansar es parte de tu tratamiento.
—No entiendo, Mira. No entiendo qué se supone que debería hacer.
Desquité un poco de mis nervios aferrándome a mis rodillas con fuerza.
—¿Por qué no aprovechas para estudiar y conocer gente? Ya que no tienes talento para la Influencia, puedes enfocarte en una gran variedad de estudios interesantes. La persona con la que estás hablando hizo eso.
¿Conocer gente? Mira estaba empezando a hablar como Balance. Rómpanme un dedo y despiértenme en este instante.
—¿Tú no tienes talento? —dejé lo otro a un lado y le pregunté sobre ella.
—No. Yo no soy ni como Nuti, ni como mi hermano. Aunque no lo creas, la gran mayoría de las personas son como nosotros. En mi caso funcionó bien, porque pude atender otros estudios que encuentro mucho más interesantes que simple Influencia.
Apoyé mis brazos en mi regazo y, al instante, una descarga de dolor despegó desde mi hombro hasta mis manos.
—Tch —mascullé por el dolor—. Mira, yo solo quiero… —Me froté la cara con mis manos duras—. Yo solo quiero…
—Heiko.
Levanté la mirada y me di cuenta de que se había dado vuelta para verme.
—Heiko, ¿me puedes decir la verdad?
—¿Q-qué? ¿A qué te refieres, Mira?
—Heiko, ¿recuperaste las memorias? Cuando te desmayaste allí en el templo, ¿qué sucedió?
No podía hablarle de Balance. Y si no podía hablarle de Balance, explicarle la verdad de mi existencia era increíblemente complicado. No, eso solo era una excusa. No quería que Mira sacara conclusiones de mi vida. No quería decirle la verdad… Y se daba la casualidad de que tampoco podía hacerlo fácilmente.
—N-no, Mira. No recuerdo nada…
Mira suspiró y cerró los ojos.
—¿Sabes? Para ser sincera, cuando, de pequeña, conocí que no poseía aptitud para la Influencia, me decepcioné terriblemente. Después de todo, mi hermano era un genio con ella, e incluso Nuti había demostrado un talento increíble. Luego de un tiempo de estudiar, de manera renuente, disciplinas como matemáticas, lenguaje, escritura o ciencia, me di cuenta de que querer aprender Influencia no fue más que un capricho, un berrinche infantil. ¿Sabes qué sucedió después?
Negué con la cabeza.
—Empecé a estudiar, de manera no renuente. Empecé a estudiar en serio, entendiendo que lo único que podía fortalecerme en el mundo era mi propio cerebro. Si nunca hubiera estudiado todo lo que estudié, si nunca hubiera trabajado todo lo que trabajé, no habría podido obtener mi posición privilegiada en la familia y estaría acompañando a mi madre, con el resto de mis hermanos.
Era más fuerte que yo. Era increíblemente fuerte, en realidad. Consiguiendo por su propio mérito una posición de privilegio en una familia poderosa. Claramente, solo había sido posible porque Mira era extraordinaria.
—La idea se terminó de asentar cuando redescubrí a Nuti en mi adultez temprana. Nuti tiene un talento increíble para la Influencia y, sin embargo, esa habilidad suya no me parece ni de cerca su competencia más importante. Nuti es increíble; probablemente ya te das una idea de esto. Es increíblemente capaz y hábil en lo que hace; tan capaz, que su magia parece no más que anecdótica. “Moldear tu propio destino”. Parecen palabras vacías, pero aprendí que hay mucho de cierto en ellas. Dime, Heiko, ¿consideras a los estudios como algo importante?
No tenía una buena experiencia con los estudios. En realidad, mi problema nunca fue con los estudios en sí, sino con las instituciones que me brindaron esos estudios. Como mucho, estudiar me parecía aburrido, algo no muy interesante. Pero, por el hecho de que el “estudio” estaba intrínsecamente relacionado con el lugar de estudio, nunca me sentí cómodo haciéndolo. Nunca estudié, nunca me fue necesario; todo lo que tenía que lograr del colegio lo conseguía con mínimo esfuerzo. Por lo cual, los “estudios” no fueron más que una inconveniencia menor en mi vida, algo que deseaba evitar en todo momento, solo para volver a un vago, infructífero escapismo.
—N-no lo sé —de manera cobarde, resumí todos mis pensamientos en esa respuesta.
—Te diré una cosa —me dijo, volviendo a sus documentos—. Los estudios son importantes, terriblemente importantes. Pero no lo son todo.
La contradicción repentina en sus palabras atrajo mi atención de nuevo; tal vez anticipando eso, ella ya había vuelto a sus documentos y no me estaba mirando de frente.
—Nuti estudió las materias relevantes a su futura ocupación, es decir, relevantes a su servidumbre. Nuti estudió eso y yo, junto a la mayoría de mis hermanos, estudiamos otras cosas: diplomacia, comercio, geopolítica, ese tipo de cosas. Sin embargo, yo terminé en una posición completamente distinta a la de mis hermanos, lo mismo con Partum, lo mismo con Imperio. Entonces, si nuestros estudios fueron tan similares, ¿cuál es la razón detrás de nuestra conclusión final? ¿No deberíamos todos haber acabado con el mismo nivel, en las mismas posiciones? ¿Es, quizá, solo una cuestión de talento? Quizá yo era más inteligente, Partum era más creativo e Imperio era más corajudo.
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Mira tenía un enorme intelecto, por supuesto. Pero me costaba mucho resumir toda su capacidad, todo el valor de su genio en ese simple hecho. Mira no era extraordinaria porque podía hacer cuentas rápidas o porque podía resolver problemas complejos. Mira era extraordinaria porque era Mira. No tenía una forma de explicarlo de manera precisa, pero esa era la verdad. Cuando uno estaba frente a ella, cuando uno interactuaba con ella, lo podía notar de manera inmediata: “Esta persona frente a mí es increíble”.
—Yo no creo que sea nada de eso —continuó Mira—. Quizá sea verdad que yo soy más inteligente, que Partum es más creativo y que Imperio es más corajudo; pero, ¿qué? ¿Acaso se supone que la “inteligencia”, la “creatividad” y el “coraje” son las llaves definitivas al éxito? Son características positivas, por supuesto, pero no son las únicas características positivas. Mis hermanos tienen talentos con los que yo solo podría soñar, pero yo estoy aquí y ellos allí, ¿sabes por qué?
—No… No tengo idea.
—Sacrificio —contestó rápida y sucintamente.
Sentí un peso bajar en mi pecho.
—Para conseguir lo que queríamos tanto Partum, como Imperio, como yo, tuvimos que sacrificar una cantidad inmensa de cosas. Comodidades, sentimientos, ideales. Cuanto más grande el sacrificio, más grande la posibilidad de éxito. Solo aquellos con el valor suficiente para sacrificar partes de uno mismo pueden jugar con los mejores. No es lindo, es la realidad. La realidad que observé con mis propios dos ojos… Todo esto es para decir que los estudios son importantes, pero, como verás, no están ni cerca de serlo todo.
Mira se rio de manera pomposa, como un veterano que hablaba de lo que ya había vivido.
—Entonces, con eso dicho —finalmente cruzamos miradas—, ¿te gustaría visitar la biblioteca?
No me dejó otra opción que asentir.
—Bien —sonrió—. Heiko, quizá no recuerdas todo, ¿pero sabes en qué estación cumples años? ¿O cuántos años tienes, al menos? Digo, aunque no recuerdes tu nombre o tu familia, eso no significa que no conserves el recuerdo de la estación de tu cumpleaños. —Atrajo mi respuesta con dulce sarcasmo. Una provocación que recalcaba con una sonrisa burlona.
Decidí no mentir. De igual forma, sabía que Mira sabía que estaba mintiendo.
—Sí, lo recuerdo.
—¡Genial! —aplaudió una vez—. ¿Cuándo es?
5
—¡████!
Golpes en la puerta, de puño duro y cerrado. Una voz grave y masculina.
—¡████! ¡Ya es hora de que salgas de ahí! ¡Estás preocupando a mamá! ¡Crece de una maldita vez y abre la puerta!
Pasaba la mayor parte del día dormido, pero me despertaba cuando ocurría algo así.
—¡████! ¡Voy a abrir la puerta! ¡Si no la abres tú, lo haré yo! ¡Así que abre la estúpida puerta!
Me era muy difícil hacer fuerza.
—¡Basta! ¡Esto no ayuda en nada! —La voz de mi hermana.
—¡No! ¡Alguien tiene que decírselo! ¡No puedes pasar el resto de tu vida ahí, encerrado! ¡████! ¡Abre la puerta!
Repentinamente, sonó el llanto de un niño. Mi hermanito también estaba.
—¡Lo estás haciendo llorar, tienes que-!
Con fuerza, apreté la almohada de mi cama contra mis oídos. La conmoción duró unos minutos más.
No podía escuchar nada…
No podía escuchar nada…
No quería escuchar nada…
…
—Señor.
El sonido repentino y tan cercano me asustó. La cara angelical de Nutiden estaba a pocos centímetros de la mía.
—Señor, le preparé la ropa —reportó de manera monótona, mostrando la camisa como si la estuviera presentando en una publicidad de producto de limpieza.
Admiraba su osadía para despertarme directamente en mi cuarto.
Tapé mi boca y le agradecí. Terminé vistiéndome debajo de las sábanas por segunda vez.
—Señor, hoy visitaremos nuevamente el instituto.
—Sí, Nutiden. Lo sé.
—¿Desea visitar la biblioteca luego de su tratamiento con el señor Partum?
—Sí… Creo que sí, Nutiden. Gracias.
—Es mi trabajo, señor.
Por algún motivo, se me dificultó aún más el paso hacia fuera de la habitación.
6
La sesión con Partum fue, nuevamente, un flujo ininterrumpido de incoherencias proveniente de los labios de ese hombre que supuestamente tenía que sanar mis heridas. Obviamente, no hubo nada de tratamiento. Sin embargo, para este punto, había venido sin ningún tipo de pretensión. No se puede decepcionar al que nada espera. Yo vine al instituto para cumplir mi promesa con Mira de visitar la biblioteca.
—Nutiden, tú puedes hacer lo que quieras, no es necesario que me veas leer —le sugerí en la entrada del edificio, con el fin de minimizar las molestias que le podía generar a la muchacha.
—Señor, ¿qué tal si lo asisto dentro de las instalaciones y, una vez que esté leyendo, me retiro para no molestarlo?
—No me molestas, Nutiden. Por el contrario, no quiero ser una inconveniencia para ti.
—Es mi trabajo, señor.
—E-… Entiendo.
Con esa situación algo incómoda atrás, entramos al edificio.
—Disculpe, ¿posee una certificación?
Uno esperaría a una chica asistiendo en la biblioteca. Siguiendo los sagrados mandamientos del cliché: debería ser una chica con lentes, quizás incluso de grandes curvas o, por el otro lado, de alta edad o un poco carente de belleza.
Pero no un hombre calvo y musculoso de 2 metros, eso sí que era algo inesperado.
Me apresuré a extraer la medalla que me obsequió Partum del bolsillo de mi pantalón.
—¿Hm? ¿Un invitado? ¿Me puedes mostrar el carné con tu información?
¿Carné? Carné… ¡Ah! ¡Esa carta! ¡El idiota de Partum lo había tomado para explicarme cada uno de los datos y no me lo devolvió! Como no me lo devolvió, pensé que con la medalla sería suficiente… Qué tipo…
—¡Ah! —Exclamó repentinamente el hombre—. Buenos días, señora Nutiden. ¿Está con usted? Pueden pasar…
La sirvienta le hizo una reverencia y el hombre se recostó en el suelo para devolverle el ademán.
¿Qué clase de imagen tenía Nutiden? ¿Cuál era su título? Cuando caminábamos por la ciudad, todo el mundo se daba vuelta para mirarnos. ¿Quizás solo les llamaba la atención ella?
—Señor, ¿qué le gustaría leer?
Ah. No lo había pensado. Hm… Supongo que algo sobre la geografía del mundo estaría bien… Así me daba una idea de dónde estaba parado. También podría aprender algo de Influencia para cumplir mi misión de dominarla. Por otro lado, debería- ¡Ah! ¡Tendría que aprovechar la situación para aprender la mayor cantidad de lenguajes posible! Según Balance, solo requería el contacto con el lenguaje para aprenderlo; asumo que eso también comprendía el lenguaje escrito… Ya sé qué hacer.
—Nutiden, escucha, necesito que me traigas un libro de cada idioma que encuentres. No necesito varios libros de un idioma, solo necesito un libro por idioma. No tienen que ser de un tema específico; mientras que sea de un idioma distinto, está bien.
——Entiendo, señor, estoy en eso. —Por primera vez, Nutiden pareció no comprender la situación de inmediato, por lo que demoró un poco en contestar.
Mientras tanto, yo buscaría los libros de los temas que eran de mi interés; de esta forma, eliminaría dos pájaros de un tiro. Dos youtubers infantiles de una denuncia de acoso. Dos negocios de barrio honestos de un intendente corrupto.
Nutiden se marchó de su manera característicamente perfecta y yo me marché en búsqueda de los libros que acompañarían mi tarde.