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Balance - Español
Capítulo 26 - La Ciudad Portuaria De Minashi - Parte 3

Capítulo 26 - La Ciudad Portuaria De Minashi - Parte 3

7

—Así que tu nombre es Heiko, ¿eh?

—Eh… Sí…

Luego del no-tan-cómodo silencio que compartí con la sirviente, el hombre volvió con una carta y una insignia que ratificaban mis privilegios como “invitado” a la institución. Después, me propuso un almuerzo en el comedor de abajo y aquí estábamos, en otra no-tan-cómoda situación.

—¿Eres un mercenario? ¿Mi hermana te contrató?

—Eh… Tu hermana me contrató… creo… pero no como mercenario.

El hombre reaccionó extrañado. Como si le hubiera contestado algo ilógico.

—Qué raro eres —me dijo él a mí.

—¿Eres hermano de Mira? —pinché para sacar un poco de información.

—¡Sip! ¡Soy el hermano mayor más menor que tiene!

Era difícil intentar reciprocar toda la emoción de sus respuestas.

—Oye, Partum.

—¿Sí? —contestó con comida en la boca.

—Tu familia… y la de Mira, es importante, ¿no?

—Ja, ja… ¿Qué? ¿Cómo no sabes eso? Eres verdaderamente extraño, ¿sabes?

El chico rio un poco más delante de mi cara desganada; entonces contestó:

—Ja, ja. Sí, se podría decir que somos algo importantes en este reino.

—¿Son nobleza? ¿Qué es eso de “realeza minashita”?

—Ja, ja. No, no somos nobleza. No eres de este reino, ¿verdad? Qué curioso. Lo de “realeza minashita” es solo un título, no es nada realmente importante; algo simbólico, sin ningún significado real.

Asentí y revolví con mi cuchara, sin mucho apetito, el guiso de pescado que nos habían servido. Hablando de “servir”, Nutiden se quedó a un costado de la mesa, parada; como si no fuéramos de la misma clase social. Creo que no había un solo aspecto de toda esta situación que no me incomodara.

Incomodidad. Todo el ambiente era incómodo; lo estaba siendo desde hace un tiempo. En realidad, creo que solo cuando estaba con Mira no me sentía de esta forma.

El entendimiento me cayó encima como un rayo.

¿No era esto exactamente igual que antes? Había cambiado de sujeto y de objeto, pero era completamente lo mismo. Era igual que en el otro mundo. Había regresado a lo mismo. Esa profunda incomodidad que descendía hasta el fondo del estómago, como un vacío. Esa inconformidad con el mundo externo. Todo el tiempo que intentaba vivir con normalidad, esa sensación aparecía.

No… No lo podía permitir. Tenía que cambiar. Tenía que despegarme de esto… de esta forma de ser. Necesitaba cambiar. Ya no podía quedarme cruzado de brazos como antes; no tenía más ese lujo.

Me levanté rápidamente del banco.

—Necesito tomar aire libre, Partum.

Comencé a caminar de forma apurada hacia la salida.

—¿¡Eh!? ¡Pero no comiste nada de tu guiso!

Abrí la puerta y me dirigí a uno de los descampados de la institución.

—Balance, ¿cómo lanzo Influencia?

Necesitaba seguir adelante con el objetivo. Necesitaba cambiar. En el contrato estaba estipulado que cambiaría si seguía con las instrucciones de Balance… Eso era lo único que tenía que hacer. No podía fracasar de nuevo.

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—¿Qué pasa? No soy un asistente de teléfono para que me llames así a cada rato.

—Quiero utilizar Influencia.

—¿No te dije que eso saldrá por su cuenta? Tienes otras cosas en las que concentrart-.

—Solo dilo, Balance.

—Ah… El bufón ya te lo explicó. Creas la imagen, concentras la Influencia y la expulsas. Es como mover un músculo que no se utiliza a menudo. Tienes que concentrarte en la imagen de lo que quieres crear y concentrar tu atributo. Realizas bien esos pasos previos y, en teoría, debería salirte.

—¿Cómo concentro mi atributo?

—Recuerdas cuáles eran los atributos en este mundo, ¿no? “Orden”, “Caos”. Concéntrate en aquello que le da eso a tu vida. La Influencia será física, pero no por eso se separa de la esencia de lo que es. Es similar a cuando piensas en encender una llama; no es como que piensas: “Voy a iniciar combustión para encender una luz que también irradia calor”. No, todo es parte de la llama. Si utilizas Influencia de caos, estás usando “caos” en sí. Levanta tu mano, concéntrate en agua, aire, o fuego; concentra las emociones más intensas que tengas y libera esa energía —explicó con detalle.

Encontré un espacio libre. Estaba a, por lo menos, 200 metros de la persona más cercana. Entonces levanté mi mano, apuntando al aire libre.

—Señor, ¿qué está haciendo? —preguntó Nutiden detrás de mí. Aparentemente, me había seguido.

Caos, ese era mi atributo. Balance bromeó con “llenar una bañera con agua”. Para orden era fuego; ese seguramente era el caso con Aíto. No podré tomar su ejemplo; tendré que manifestar agua siguiendo el proceso que Balance me detalló.

Probé creando la imagen más vívida de agua en la punta de mi mano. Intenté recordar todas las propiedades del agua que conocía. Tendría que empezar desde lo más pequeño. Agua, el solvente universal. Compuesto por una molécula de oxígeno y dos de hidrógeno. Recordé los distintos modelos, las distintas visualizaciones. El punto de ebullición; el de solidificación; la dilatación. Más pequeñas, las partículas más pequeñas, se concentran, se juntan, se vuelven más, más grandes.

—¿Qué está intentando hacer, señor?

—Tus emociones —Balance notó lo que me faltaba—. El caos no es necesariamente malo y el orden no es necesariamente bueno. Cuando piensas en elementos que dan vuelta o cambian el rumbo de tu vida, ¿en qué piensas? Cuando piensas en cosas que te emocionan, que te apasionan, te deprimen o excitan, ¿en qué piensas?

“Mira” fue lo primero que vino a mi cabeza. Ella daba vuelta a mi vida. Cuando me sonreía, cuando me miraba, cuando su intelecto me asombraba. Eso era emoción, eso era acción. Ella era acción. Acción.

Cuando me perdí en el bosque. Cuando el pueblo me incriminó. Cuando estaba asustado.

Cuando Mira me salvó. Cuando Mira me ayudó.

Cuando el waruki me asfixió. Cuando el guardia me abandonó.

La sonrisa de Mira.

El cuchillo del chaeki.

Los ojos de Mira.

La baba del chaeki.

Las curvas de Mira.

La sangre en mis manos.

8

Hay golpes en la puerta.

Estaba sentado opuesto a ella, en el suelo de la habitación. Mis brazos recostados sobre las rodillas, mirando atentamente a la nada. Este era el único lugar en donde me podía sentir en paz.

—████ —mi nombre en la puerta. La voz era muy aguda, la voz de un niño—. ¿Estás ahí? No te veo desde hace un tiempo, ¿cuánto tiempo te quedarás allí?

¿Cuánto tiempo te quedarás allí?

—¡HACK! ¡KJAH!

—¿¡Está bien, señor!?

Tosiendo y dando arcadas, resistiendo las ganas abruptas de vomitar. Todo mi cuerpo estaba temblando y cada parte descubierta de mi piel se sentía fría. No pude evitar caer al suelo.

Nutiden se arrodilló a mi lado y me sostuvo de los hombros.

—¿Está bien?

Estaba muy atragantado con mi propia saliva para contestarle.

La sirvienta me ayudó a levantarme del suelo y nos dirigimos de regreso a la residencia.

9

—Eso es lo que sucedió, señora.

—Entiendo, Nuti.

La sirvienta se inclinó en una reverencia.

—Señora, si me permite.

—Nuti, no es necesario que pidas permiso para preguntar —Mira suspiró.

—Si pudiera saber… ¿Cuál es la naturaleza de su enfermedad? No soy capaz de discernir particularmente cuál es. Creo que esa información me sería útil para tratarlo de manera adecuada.

—Te contestaría con gusto, pero la realidad es que yo misma no estoy segura de eso. Mientras tanto, mi prioridad es sanar todas sus heridas y no complicar su situación.

—Entonces, señora, ¿cómo debería proceder?

Mira sonrió tranquilamente.

—Llévalo al instituto, mañana también.

—¿Está segura, señora? No hay mucho que el señor Partum pueda hacer.

—Ese no es mi punto —Mira negó con la cabeza—. Llévalo al instituto y, una vez allí, intenta distraerlo como puedas. Tienes permitido hacer cualquier cosa.

——¿Cualquier cosa, señora?

—Cualquier cosa.

La sirvienta no esperó para responder.

—Entiendo. Si me disculpa, señora.

Entonces, Mira era la única que quedaba en la habitación. Ciertamente, tenía una buena idea de cómo debería proseguir con el asunto; pero no estaba del todo segura de qué tan lejos debería llevarlo, ni tampoco de qué tan lejos quería llevarlo. Por lo que su visaje contemplativo permaneció inalterado por unos minutos; su mirada turnándose entre la pila de cartas y papeles en su escritorio y un cajón en la esquina de su oficina.