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Capítulo 18 - Marioneta - Parte 2

Capítulo 18 - Marioneta - Parte 2

4

—¡Y a esos árboles los odio! ¿Cómo se alimentan siquiera? ¡Qué pestes!

—Los waruki. Son demonios que poseen árboles. Violentos, atacan por territorialidad, no tanto para alimentarse. Nunca se reúnen tantos juntos, fue algo realmente inusual.

—¡Ese casi me ahorca! ¡Me salvé de milagro! Eso fue antes de la pelea con el chaeki, igual. Al principio uno de esos me dejó esta marca en el hombro.

—Eso también hay que sanarlo, ya estamos por llegar.

—No me duele mucho, al menos.

—Ya te dije, eso es porque-

—¡Yoi! —llamó el chico lastimado.

La sirvienta reaccionó espantada. El estado del chico era aterrador para cualquiera que no estuviera acostumbrado a este tipo de heridas.

—¿¡Qué ocurrió!?

—Me lastimé, ¡pero ahora estoy bien! Solo me duele un poco el cuerpo en general.

—¿¡Y la mano!?

El chico levantó el saco de carne que reemplazaba su mano izquierda y lo miró tan asombrado como el resto.

—Wow. No me di cuenta de que estaba así de lastimada.

—¿No le prestaste atención por un segundo mientras volvías? —preguntó el guardia.

—Bueno… No es como que me sobraba tiempo…

—¡Vengan a la residencia ahora mismo!

—Estamos yendo al médico del pueblo. Él lo podrá atender.

—¡No tiene las herramientas para arreglar todo… esto!

—¿Quién eres tú, siquiera? ¿Por qué debería confiar en ti?

—¡Sirvo a la señora Mira! ¡Tengo más que suficientes conocimientos para atenderlo!

—No peleen —intentó intervenir el objeto de interés.

Fue ignorado.

—¿Por qué serías mejor médico que el nuestro? Él estudió medicina con un doctor de la realeza. Atiende al pueblo desde hace 30 años. Él sabe mejor que nadie

—¡Deja de ser tan terco y vayamos a la residencia Inovatio que allí podremos tratarlo!

—¡Basta, señora! ¡Es insistente! ¡Confío más en dejar al chico con Aíto que con usted! ¡Ni siquiera es del pueblo y nunca la vi en mi vida! ¿¡Cómo sé que lo que me dice es verdad!?

—No peleen.

—¿¡Por qué estaría mintiendo!? —la sirvienta se puso de un lado del chico y tomó parte de él para no dejarlo en manos de su oposición—. ¡Este chico está bajo el cuidado de la señora Mira y, por lo tanto, tengo más autoridad sobre él que usted! ¡Déjelo y permítame llevarlo a ser tratado!

—¿¡Qué le pasa, señora!? ¡No confío en usted! ¡Aléjese de él ahora mismo!

—¿¡No se da cuenta de que no tenemos tiempo para esta discusión!? ¡Si desea llamaré a ese doctor que usted dice, pero hay que traerlo a la residencia de inmediato!

—¡Suéltelo, señora! ¡Suélte… lo!

—¡Déjalo! ¡Debo tratarlo inmediatamente!

—Dejen de p…e…l…e-

—…

—…

—¡Ah! ¿¡Qué le hizo!? ¡Se desmayó!

—¡Por supuesto que se desmayó, si apenas puede caminar! ¿¡Entiende por qué debe dejar que lo atienda!?

—¡No, señora! ¡Tengo que llevarlo con el señor Isao!

Tardaron 20 minutos, pero finalmente optaron por llevar al joven inconsciente a la residencia Inovatio.

5

—¿Se desmayó? Era cuestión de tiempo.

—Sí… No despertó ni siquiera cuando limpiamos sus cortes. Honestamente, estoy terriblemente preocupada.

Luego de su conversación, y habiendo adquirido un nuevo rol en la aldea en secreto, la hija más joven de la familia Inovatio regresó a su residencia para encontrarse con su sirvienta atendiendo profusamente al joven sin nombre. No había una certeza de cuánto tiempo pasaría en cama, pero era factible presumir que probablemente no podría disfrutar del final del festival; y, por lo tanto, ella tendría que realizar sus tareas obligadas en soledad. No era su plan inicial, pero no le resultaba un problema muy grande.

—No te preocupes, Yoi. Tengo un plan para él.

—¿Lo dice en serio, señora?

—Sí.

La sirvienta se agachó, una señal genuina de agradecimiento. Los conocidos entenderán que incluso había alivio.

—Se lo agradezco enormemente, señora.

—¿Tanto te agradaba? No te suelen importar mis asuntos de esta manera.

—Usted suele ser ciega con lo que desea ignorar.

—Atrevida.

La sirvienta largó una risilla complacida.

—… Usaremos los círculos medicinales —mencionó Mira, mientras observaban el estado del muchacho.

—¿Está segura? Solo tenemos suficientes para usted.

—De igual manera, este viaje está pronto por finalizar. No puedo permitir que pierda totalmente el uso de una mano, sería un gasto de recursos más grande si no los utilizo; y no gasto recursos de más.

—Es cierto… Estoy agradecida de que esté dispuesta a ayudarlo, pero es mi deber como sirviente advertirle del peligro al que se expone.

—¿Ayudarlo? No te confundas, yo quiero usarlo. Y lo voy a usar muy bien.

—Entiendo, señora —le dijo con otra reverencia.

—Y lo voy a usar muy bien… —se repitió.

6

—¡Aló!

Una voz extraña en mi espalda me atrapó por sorpresa. Me paré y me di vuelta rápidamente.

Una figura incomprensible me esperaba detrás de mí. Una esfera, unas alas, luz, una balanza, un círculo dentro de un círculo, dentro de un círculo. Miles de alas explotaban en la espalda de los círculos repetidos. Una luz emanaba de todo el conjunto y de cada parte del conjunto. No era un ser, era un proceso. No, no era un proceso tampoco, era un Orden, un Sistema, era la forma en que las cosas son y la forma en la que las cosas tienen que ser. Era la Verdad, visible en una forma que puedo procesar, pero nunca iba a poder comprender.

Mi ojo expulsaba lágrima tras lágrima mientras observaba el pedazo de Realidad que se encontraba delante de mí. Su voz sonaba como un instrumento musical, un conglomerado de voces que de alguna forma se unieron para formar una hermosa melodía.

—Ups. Supongo que esta forma no es muy apropiada para conversar correctamente.

Cada palabra que manifestaba su forma se imprimía irreparablemente en mi cabeza. Cada palabra era un fragmento de un conjunto del cual yo formaba parte. Ahora mi humanidad era parte del conjunto.

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En un instante desapareció y con ella desapareció la Verdad. Mi alma sintió una falta irreparable acosando todo mi ser.

Un sistema sin conjunto. Un conjunto sin componentes. Un mundo sin realidad.

—Ahí está, ahora sí podemos hablar, supongo.

Nuevamente en mi espalda. Era la misma voz, pero, de alguna forma, distinta.

—Buenas noches, ya pasó un tiempo.

Me quedé callado y miré la forma de una persona sin forma.

—¿Sucede algo? ¿Qué te ocurre? —dijo, acercando sus ojos grandes, demasiado grandes, (¿se estaban agrandando?) hacia mí.

Para empezar, ¿eran ojos? ¿Estaba viendo ojos? ¿Estaba viendo algo? Si estaba viendo algo, ¿qué estaba viendo? Mi mente me decía: “persona”, pero mis ojos nunca terminaban de captar a esa “persona”. Estaba seguro de que estaba. No… No estaba seguro de que estaba. ¿Estaba seguro de que estaba seguro? ¿Estaba seguro de que no-no estaba seguro? ¿En qué estaba pensando?

—Ep. Ep. Ep. Te dije que dejes de pensar tanto cuando hablas conmigo. —me dij…¿o?

¿Qué cosa me lo dijo? ¿De dónde vino? ¿Cómo sonaba la voz? ¿De quién era? No era aguda, pero tampoco era grave, pero tampoco era algo intermedio. ¿Siquiera hubo una voz?

Me pegó una cachetada.

—¡Te dije que dejes de pensar!

¿Creo que me tocó? Si entendí bien, me tocó, pero nunca sentí que me hubiera tocado. ¿Cómo me tocó sin tocarme? ¿Qué está-?

Me agarró de la cabeza y comenzó a agitarla.

—¡¡¡Basta!!!

Terminó de moverme violentamente y giró mi cabeza hacia un lado.

—¡Mira el lugar y cálmate!

Era un lugar infinitamente gris. Era blanco arriba, negro abajo, pero infinitamente gris. El suelo era más oscuro, el cielo era más blancuzco, pero siempre era gris. La imagen era algo linda, pacífica.

Me calmó.

—Bueno, bien, ahora no pienses de más. —dijo, creo- —¡¡¡Shhh!!! No pienses, solo escucha.

Está bien.

—¡Bien! Ahora, ¿cómo vas? Veo que no te está yendo mal.

—Me va bien…¿?

—¡Bien! ¡Estás listo para seguir adelante!

—¿Quién?

—Tú.

—¿Yo?

—¿Sí?

—¿Y quién me lo dice?

—Yo te lo digo. Te dije que no pienses.

—¿Estoy soñando?

—Esto no es un sueño- Ey, ¿qué te pasa? No es la primera vez que nos vemos.

—Definitivamente, es la primera vez que nos vemos.

—Supongo que es verdad… ¡No! ¿Por qué estás mintiendo? ¡Ya firmaste el contrato! ¡Ya eres parte de esto! ¡No te intentes desligar ahora!

—¿Contrato? No tengo idea de qué estás hablando.

—¿¡Te volviste loco!?

—No.

—Supongo que no… ¡No! ¡Algo definitivamente está mal!

—Si lo dice la sombra que habla —me encogí de hombros.

—Qué grosero. Hablarle a una entidad divina de esa forma… ¿Qué te sucede?

—¿Entidad divina? Solo eres parte de mi sueño.

—¡Ya te dije que no es sueño! ¡Y sí! ¡Entidad divina! ¡Balance! —dijo.

—¿”Balance”? Espera, ¿cómo hiciste eso de hablar con mayúscula? —pregunté.

—¿De qué estás hablando ahora? —repreguntó.

—Dijiste “Balance” con mayúscula —respondí.

—¡Porque ese es mi nombre! Y porque la forma que estoy usando para comunicarme es una en la que cuento con múltiples sensores de tu siste- —me empezó a explicar—, ¡No interrumpas mi explicación con tu narración innecesaria! ¡Ya está siendo innecesaria hace unas cuatro líneas!

—No entiendo.

Me miró con los ojos entrecerrados.

—Si no vas a entender, mejor no te molestes en preguntar—me dijo, luciendo como un gato en un comedero automático—. … Voy a elegir ignorar esa descripción francamente ridícula de mi figura… ¿Qué demonios te pasa? Firmamos el contrato hace tan poco, ¿y ahora estás así?

—No sé de qué “contrato” hablas, pero este sueño ya está siendo muy largo, y cuando tengo sueños largos, luego me duele la cabeza; así que me gustaría terminar el sueño acá.

—¡Claramente, estás mezclando la causa y el efecto! ¡Y además te dije que esto no es un sueño!

—No sé de qué estás hablando, no recuerdo nada.

—¡A-! —empezó a quejarse de algo, pero se detuvo—. ¿No recuerdas nada?

—No. No recuerdo nada de lo que me estás diciendo.

—¿Pero recuerdas algo de otras cosas?

—No. No recuerdo nada de nada. Recuerdo a Mira, ella es muy linda, y muy buena, y muy amable, pero da un poco de miedo, pero la quiero igual.

—¿Te volviste un idiota? Espera, ¿no recuerdas nada de nada?

—Nada de nada, de lo que haya pasado hace más de cuatro días —me encogí de hombros de nuevo.

—¡Espera! ¡Eso es muy malo! ¡¿Perdiste las memorias?!

—Síp.

—Supongo que sí… ¡Basta! ¡Me gustabas más antes! ¡Todo con temor y sumisión! ¡Ahora te volviste un simple tonto!

—¿Me conocías de antes de que tuviera memorias?

—Sí. Firmamos un pacto y to- ¿Para qué te estoy explicando? Es mejor que te devuelva las memorias y listo.

—¿Qué?

—Es mejor que te devuelva las memorias y listo —se repitió.

¿Qué cosas estaba diciendo este hombre? ¿Cómo que devolverme las memorias? Ni Mira era capaz de semejante hazaña.

—¡No compares a esa simple humana como si fuera superior a un ente divino como yo! ¡Listo! Cuando chasquee los dedos, te devolveré las memorias, y volverás a ser como antes.

—Eh… Agradezco tu oferta, pero respetuosamente debo declinar.

—Bien. ¡¿Qué?! ¿¡Cómo que declinar?! ¿¡Qué clase de idiota complaciente no querría recuperar sus memorias?!

—Yo. Estoy feliz en este momento, ¿por qué querría recuperar memorias que definitivamente me causarán un problema? Tuve mi desafío y lo superé, me siento bien, y no me siento inútil, por una vez… Creo que estoy bastante contento… Y creo que no acostumbro a estar así —dije con una sonrisa. Por algún motivo, este lugar me habilitaba a ser increíblemente honesto conmigo mismo.

—...

—¿Qué ocurre?

—Lo siento… Pero no tienes una opción. Tu contrato requiere que recuperes las memorias.

—¿Por qué? —pregunté con pena.

—Porque tu alma está atada al contrato, no puedo hacer cumplir las condiciones del contrato si no tienes memorias… Así que, lo siento… Pero debo devolverte las memorias.

—… Por favor, no lo hagas… —supliqué.

—Todo esto de las memorias probablemente ocurrió por una mezcla en tu cerebro, por la bendición del lenguaje, no estaba en los planes que ocurriera algo así…

—No sé quién eres… Pero, por favor… Déjame.

—Lo siento. Pero tu objetivo es mucho más grande. Necesito que hagas muchas cosas por mí, y no puedo dejarte en este estado.

—Por favor…

—Volvemos a hablar en el templo, ¿sí? —me dijo con una sonrisa pesada, y entonces chasqueó los dedos.

7

—El chaeki está. —dijo el guardia de pelo marrón.

—Definitivamente está. —dijo el de pelo azul. Ambos se encontraban frente al cadáver inerte de la criatura, aún atada incómodamente a un bolso cuyos contenidos habían sido retirados. Pasó un día de esa cacería y, con los resultados aquí, tendrían que analizar sus siguientes pasos.

—Y tiene la herida.

—Y tiene la herida.

—Pero Han no está.

—No, no está.

—Entonces, podemos decir que el extranjero es inocente.

—Sí, podemos.

—Pero eso no convencerá al resto del pueblo.

—No, no será tan fácil.

—Pero yo tengo un plan —una figura entró por la puerta, su voz era la de una joven—. Pero necesito su ayuda. También tengo una noticia para ustedes, y necesito su ayuda con eso también.

—¿Inovatio? ¿Cuáles son tus ideas? —preguntó Sen.

—Es un plan a largo plazo, obviamente no podemos corregir un problema así en pocos días. Tampoco quiero destacarme más de lo que ya lo hice. Por lo que estoy apuntando a lento, pero seguro.

—¿Tienes noticias? —preguntó, calmado, Aíto.

—Sí. Vengo de buena fe a avisarles que… técnicamente… de ahora en más estoy… digamos que a cargo de la aldea.

—¿Qué?

—¿Qué?

—La aldea siempre fue asistida financieramente por la familia Inovatio, a un nivel del que no creerían, déjenme decirles. Cómo sea; llegamos a un acuerdo con Han y el cacique en dejar todo lo comercial en mis manos. Solo deseo la prosperidad económica del lugar; honestamente, no estoy interesada en nada más, por lo que todos los otros deberes seguirán en manos del cacique, como siempre.

—Ya veo —contestó Aíto, un poco confundido.

—¿Y eso lo arreglaste con el cacique y Han? —preguntó, con extraña conformidad, Sen.

—Sí, estuvimos los tres de acuerdo en dejar lo económico en mis manos.

—Entiendo —contestó Sen sin decir más.

—¿Has podido ponerte en contacto con Han? —preguntó, tímidamente, Aíto.

—Sí. Me expresó sus deseos de tomarse un tiempo de descanso con su familia.

—Ya veo…

—Entonces, ¿puedo confiar en ustedes para saldar las consecuencias inmediatas de la cacería? Y, con respecto a la noticia, solo necesito su soporte cuando desee llevar a cabo una medida.

—Sí. Lo que sea. Nos gustaría tomar un tiempo de luto por Hise de cualquier forma. Aíto tiene que realizar el baile de cierre con el anciano y yo quiero descansar en el festival un rato.

—Entiendo. Bueno, solo manténganse en contacto con la familia, podemos evitar más problemas mientras solucionemos el tema de fondo.

Aíto miró a Sen; pero, al verlo asentir, asintió también con una sonrisa.

8

Mira, habiendo terminado todos sus deberes por el día, se encontraba regresando a casa con un fuerte antojo de lanzarse sin reparo sobre su cómoda cama; sin embargo, era en estas ocasiones que la vida tenía esa extraña habilidad de lanzar situaciones imprevistas encima de uno.

—¿Yoi?

La sirvienta parecía haber corrido un buen trecho hasta alcanzarla. Su preocupación era evidente en el poco cuidado que le había dado a su vestido que, raspando el suelo, había acumulado un poco de tierra.

—¡Mira!

—¿Qué sucede, Yoi?

—¡Despertó, Mira! ¡Despertó ahora! ¡No se encuentra bien!

—Vamos.

Corriendo, arribaron a la casa, al subir con prisa las escaleras y llegar a la habitación, la imagen que se encontraron era una que ninguna de las dos esperaba.

Era solo un chico mirando por la ventana desde su cama, gotas de agua desparramándose incansablemente de sus ojos.

Yoi se hizo a un lado y Mira se adelantó unos pasos hasta encontrarse a pocos centímetros de la cama. Incluso con eso, el chico siguió sin reconocer su presencia, por lo que se aproximó más hasta eventualmente decidir sentarse en el colchón.

El chico solo lloraba, miraba algo distante y lloraba. Su expresión era claramente triste, pero no había mucho más, solo lágrimas.

—¿Estás bien?

Demoró un poco en contestar.

——… Hola, Mira —la miró por un segundo para saludarla, y volvió al no muy interesante paisaje de la ventana.

—Hola. ¿Te sientes bien?

—… Sí, parece que tuve unas convulsiones al despertar, pero ahora estoy mejor.

—¿… Te duele el cuerpo?

—Mucho. Creo que nunca sentí tanto dolor —hablaba, pero todavía sin verla.

—Ya veo.

—…

Se armó un fuerte silencio. Quizás, si fuera la Mira de hace dos días, ella sería capaz de tomar una acción osada al instante para intentar solucionar la situación con fuerza bruta. Como no era la Mira de hace dos días, sino que la Mira de ahora, eso ya no era una opción. Mira se concentró en las lágrimas que no dejaba de soltar, como si fuera una corriente constante, como si la fuente no fuera el mismo chico.

—¿Y estás llorando… por eso? —fue lo que resolvió en preguntar.

—No, creo que no.

—Y entonces… ¿Qué pasa?

El joven la miró.

—Creo que no soy una buena persona, después de todo —le contestó con una sonrisa avergonzada.