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Forgotten Heirs [ESP]
La calma antes de la tormenta

La calma antes de la tormenta

Otra vez ese sueño. ¿Cuántas veces van en este último año que he soñado con eso? Es bastante tétrico y preferiría no volver a soñarlo. Aunque, cuando no tengo ese sueño, estoy en ese lugar, de plena oscuridad, donde el agua es lo único que brilla. Me dispongo a pasear por todos lados, pero simplemente no hay nada. Nada de nada.

Desde que vencimos a Sora ese día, ha pasado un año entero. Las cosas han cambiado bastante. Nos convertimos en héroes de la ciudad; parece ser que la transmisión fue vista por miles de personas alrededor del mundo. Al vencer a Sora, los soldados perdieron su invulnerabilidad, lo que permitió que las tropas comunes pudieran eliminarlos como si fueran simples soldados comunes y corrientes.

Justo en el lugar donde Sora fue evaporado por Kiomi, se hizo un hoyo muy grande, del cual emergió un árbol gigante. Ese árbol ahora es un símbolo y un monumento por todos aquellos que murieron y se sacrificaron ese día. Es extraño, pero ese árbol parece ser algo más que un símbolo: su crecimiento es anómalo, y las raíces han comenzado a extenderse mucho más allá de lo esperado. Algunos creen que es una señal de esperanza; otros temen que algo más se esconda en su interior.

El mundo ha estado más o menos en calma. La mayoría de las naciones se han unido a la Nueva República, dejando así que en el mundo solo haya dos grandes países: dos grandes potencias, la Nueva República y la Liga Árabe. A pesar de ello, la tensión entre ambas crece con el tiempo.

La tecnología ha avanzado bastante; al repeler la invasión, se confiscaron armas y tecnología, lo que permitió crear nuevas herramientas. Sistemas de defensa, transporte avanzado y equipos médicos revolucionarios se han desarrollado gracias a ello. Sin embargo, algunas de esas invenciones siguen siendo clasificadas, generando dudas sobre los verdaderos planes de las grandes potencias.

Estos años de calma me han permitido entrenar lo más que puedo. Podría decir que al fin estoy al nivel de Sora, aunque, aun así, siento que me falta bastante. Incluso con el multiplicador del pacto con Kio, se me hace difícil mejorar en mis habilidades. Aún más sin un maestro como lo era Thailon… Sus enseñanzas me guiaron en los momentos más oscuros, y ahora me esfuerzo por honrarlas, aunque eso signifique enfrentar mis propios límites una y otra vez.

Naoko afrontó bastante bien la pérdida de su abuela. Aunque no lo mostraba al principio, estaba afligida y muy dolida. Entre todos la apoyamos. También a Alexander, quien perdió a Mei ese día. Todos perdimos bastante en ese tiempo, pero aprendimos a seguir adelante, cada uno a su manera.

La cafetería ganó aún más popularidad tras convertirnos en héroes, por lo que ahora es más concurrida. Alexander tuvo que rentar un edificio al lado para expandir el negocio. Ahora tiene dos pisos adicionales para recibir a los clientes, y es un punto de encuentro para personas de todas partes. Entre los trabajadores hay alguien que capta mi atención: aquel muchacho que Naoko llevó con vida al interrogatorio mientras estuvimos en Siberia. Miguel y Paul quisieron que se incorporara a la sociedad, y Alexander lo aceptó en el trabajo. Al principio parecía reservado y tímido, pero poco a poco ha mostrado ser alguien trabajador y de buen corazón.

Kiomi, por su parte, ha estado investigando el árbol que creció tras la batalla. Ha notado que su energía no es completamente natural, y sospecha que está vinculado a algo más grande. Quizás incluso a lo que enfrentamos aquel día. Eso nos tiene algo inquietos, pero por ahora solo podemos especular.

Un año puede parecer mucho tiempo, pero a veces siento que fue ayer cuando todo sucedió. A pesar de los avances y la relativa calma, no puedo evitar pensar que esta paz es efímera, como el susurro de una tormenta que aún está por llegar.

Mientras tanto, Naoko terminó viviendo con nosotros en el café. La zona de los cuartos es bastante grande y extensa, por lo que no sorprende que haya muchos espacios vacíos. Cuando perdió a su abuela, no queríamos que se sintiera sola en un apartamento tan grande y vacío. Ahora tiene un lugar cálido y lleno de vida, aunque a veces se queja de que todos somos algo ruidosos.

Todos estamos haciendo nuestra parte para seguir adelante y llevar una buena vida. Me sorprende cómo, a pesar de todo, el mundo entero y su población lograron ponerse de pie de nuevo. Es como si, tras haber tocado fondo, la humanidad hubiera encontrado una nueva razón para avanzar. Pero esa paz no llega sin sus cicatrices; todos llevamos algo de aquel día en nuestros corazones.

Dentro de una semana será el memorial por todo lo que pasó hace un año. Será una ceremonia grande, y muchas personas están planeando asistir al monumento del árbol. La ciudad se está preparando, y las calles se llenan de banderas, flores y luces. Es un recordatorio de lo que perdimos y, al mismo tiempo, de lo que logramos preservar.

—Vamos, Lyra, ya es de mañana. Despiértate —le dije mientras ella seguía acostada en su cama.

—Cinco minutos más —respondió, tapándose con su sábana de nuevo.

Decidí quitarle la sábana y cargarla para que así se despertara. Como siempre, protestó un poco, pero terminé logrando mi cometido.

—¡No es justo, Zein! ¡Siempre haces lo mismo!

—Es la única manera de sacarte de la cama —respondí con una sonrisa mientras ella cruzaba los brazos en un gesto de derrota.

Al salir del cuarto, me encontré con todos. Me alegraba estar aquí, rodeado de las personas que más me importaban.

Cuando bajamos, ya todos estaban preparándose para acomodar el café. Naoko hablaba con Judas, el chico que salvó hace un año. Al principio, me costó confiar en él; después de todo, fue parte del enemigo. Pero ha demostrado ser alguien en quien podemos confiar, y su trabajo en el café ha sido impecable.

Alexander había ido al local de al lado para preparar todo allí, mientras que Kio seguía dormida en su lugar especial, una pequeña cama improvisada en una esquina del café donde siempre se quedaba.

—¿Y ya te acostumbraste a tu nuevo apartamento? —preguntó Naoko a Judas.

—Sí, gracias, Naoko, por ayudarme con eso. Es bastante lindo —respondió Judas con una leve sonrisa.

—Me alegra que te guste. Al fin y al cabo, fue mi casa durante mucho tiempo. Si hubieras dicho que estaba feo, te habría golpeado.

—Buenos días —dije al llegar al grupo.

—Buenos días, Zein —respondieron al unísono.

—¡Ya bájame, Zein! Puedo caminar por mi cuenta —protestó Lyra mientras intentaba liberarse.

—Buenos días, Lyra —dijo Judas con una sonrisa amable.

—Buenos días —respondió ella, acomodándose el cabello con algo de vergüenza.

Abrimos el local como de costumbre. Todo estaba tan animado y alegre como siempre; las risas y las pláticas no faltaban. Paul y Miguel siempre venían a visitarnos. Miguel, con esa gran sonrisa de siempre, parecía capaz de iluminar cualquier día gris.

El café se ha convertido en un lugar especial, no solo para nosotros, sino también para la comunidad. Es más que un negocio; es un refugio para aquellos que buscan un momento de paz en medio de sus vidas. A veces, mientras atiendo a los clientes, me detengo a observar. Veo las conversaciones animadas, las sonrisas genuinas y las pequeñas conexiones que se forman aquí, y no puedo evitar sentir orgullo por lo que hemos creado juntos.

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En cuanto acababa la hora pico, la mayoría de los que trabajábamos ahí podíamos tomarnos un respiro. Paul, como siempre, aprovechó el momento para acercarse con algo importante que compartir.

—Chicos, tenemos que mostrarles algo —dijo con tono serio, sacando de un maletín una computadora portátil.

Era mucho mejor que simplemente mostrarnos papeles en un folder; la pantalla iluminó la mesa mientras cargaba los archivos que tenía preparados.

Lo primero que mostró fue un video de unos streamers durante una transmisión en vivo. Habían subido a la cima de un edificio alto, buscando adrenalina y espectadores. Pero lo extraño no era eso. En el fondo, la cámara capturó algo peculiar: una silueta en otro edificio cercano.

—Miren bien —indicó Paul, ampliando la imagen congelada.

Al observar con más atención, la figura de Sora comenzó a destacar. La luz tenue del atardecer resaltaba sus contornos, y su postura era inconfundible.

—¿Ese es…? —preguntó Kiomi, siendo la primera en reconocerlo, con un ligero temblor en su voz.

—Exacto —confirmó Paul—. Este video no es de hace mucho. El gobierno ya está eliminándolo de las redes y publicando aclaraciones para evitar que se propague. Pero, aun así, decidimos investigar más.

Miguel intervino con un gesto grave. —Lo que vemos es verdad. Yo mismo fui a comprobar la información, y efectivamente, ahí estaba. Pero... estaba diferente.

Paul nos mostró fotos con mejor resolución. En ellas se veía claramente a Sora, o al menos alguien que se parecía mucho a él. Lo que más llamaba la atención era una máscara que parecía adherida a su rostro, una máscara de conejo que le daba un aire perturbador y extraño.

—No solo eso —añadió Paul, reproduciendo otro video. Esta vez, Sora no estaba solo. Junto a él, aparecía una niña pequeña.

El silencio llenó el lugar mientras asimilábamos lo que veíamos. Finalmente, Paul rompió la tensión:

—Tememos que algo malo le pueda pasar a la niña... y también a toda la zona si no actuamos rápido. Pero no podemos hacer un escándalo, especialmente con el memorial tan cerca.

Naoko, que estaba sirviéndole té a Lyra, rompió el silencio. —¿Y dónde entramos nosotros en esto? —preguntó, manteniendo la calma mientras Lyra escuchaba todo en silencio, jugando con la taza entre sus manos.

—Necesito que saquen a Sora de ahí lo más discretamente posible y lo lleven a una base del gobierno —respondió Paul, recogiendo sus cosas de la mesa y preparándose para irse. —¿Cuándo creen que podrían hacerlo?

Todos intercambiamos miradas por un momento, y casi como si fuera sincronizado, giramos la cabeza hacia Alexander, que estaba lavando platos al fondo.

—¿Por qué me miran a mí? —protestó él, con espuma en las manos y un ceño fruncido.

—Vayan —dijo con un suspiro resignado, volviendo la vista al fregadero—. El otro establecimiento cierra temprano y no habrá muchos clientes hoy. Y si necesitamos ayuda, tenemos a Lyra justo aquí.

—¡¿Qué?! ¿Por qué yo? —se quejaba Lyra, pero antes de que pudiera protestar más, Aiko se le acercó alegremente.

—Vamos, Lyra. Serás nuestra gran estratega, ¿verdad? —le dijo con una sonrisa, mientras Lyra bufaba, aunque una pequeña curva en sus labios delataba que no le molestaba tanto como parecía.

—Está bien —dijo a regañadientes.

Nos preparamos para partir mientras Paul nos entregaba unos audífonos que nos permitirían mantenernos comunicados en todo momento, facilitando la coordinación.

Al llegar al lugar donde se grabó el video, observamos el apartamento desde una distancia segura. Ahí estaba, Sora, en carne y hueso. Bueno, más bien en madera y lo que fuera que lo compusiera ahora.

Junto a él estaba la niña, que parecía contenta, aunque su presencia nos preocupaba; no podíamos descartar que Sora pudiera hacerle daño.

Planeamos atacar al anochecer, aprovechando la oscuridad para movernos con mayor sigilo y evitar llamar la atención. Cuando cayó la noche, comenzamos la operación.

Miguel y Naoko entraríamos de manera pacífica al edificio. Si Sora ponía resistencia, yo y Kiomi intervendrían para neutralizarlo.

Desde lejos, los observábamos Cuando tocaron la puerta, noté que Sora se ponía nervioso; parecía reconocer sus voces. Entonces, todo se precipitó.

...

Tocamos la puerta con insistencia, pero nadie respondió. Miguel, impaciente, tomó la iniciativa.

—¡Policía, abran la puerta! —exclamó mientras golpeaba con fuerza.

—¿Desde cuándo eres policía? —le pregunté, sin poder evitar mi incredulidad.

—Te sorprendería la cantidad de cosas que fui antes de ser un ranger rojo —respondió con una sonrisa.

Aun así, no obtuvimos respuesta. Finalmente, Miguel decidió tumbar la puerta. Apenas lo hizo, el sonido de un vidrio rompiéndose resonó en el apartamento.

—¡Sora se fue! ¡Repito, Sora se fue! —dije, buscando a toda prisa a la niña. Pero tampoco estaba. —¡Y se llevó a la niña!

En ese instante, Zein se lanzó tras ellos, mientras Kiomi descendía rápidamente, volando hacia donde estábamos.

—Vamos —dijo con determinación.

—¿Pero cómo? ¡No sé volar!

—¿Zein aún no te ha enseñado?

—¡No!

—Bueno, mal momento, pero toca una lección rápida —respondió Kiomi mientras Miguel salía del edificio. Se acercó a mí y comenzó a explicar—. Concentra toda la energía de mana que puedas en la suela de tus zapatos. Por ahora, imagina que estás creando escalones bajo tus pies.

Intenté hacerlo, pero en los primeros intentos no funcionó. Frustrada, volví a intentarlo. Poco a poco, sentí cómo la energía tomaba forma y lograba mantenerme en el aire, aunque con dificultad.

—Bien, ahora mueve las bases al mismo tiempo para que te desplaces con ellas —indicó Kiomi.

Al intentar moverme, perdí el control y me lancé hacia adelante. Por suerte, Kiomi reaccionó rápido y me atrapó antes de caer.

—Ahora que estás en esta posición, concentra el mana en tu pecho. Imagina que estás formando una base estable para recargarte mientras vuelas.

Hice lo que me dijo y, para mi sorpresa, funcionó. Pude mantenerme en el aire con mayor estabilidad.

—¡Perfecto! Ahora vamos.

Kiomi me tomó de la mano y nos movimos a toda velocidad para alcanzar a Zein. El rastro de Sora era claro: había marcas visibles en los edificios de los que se impulsaba para columpiarse.

—¡No crees que vamos demasiado rápido! —grité, apenas logrando mantenerme estable en el aire.

—¡Estamos bien, ya casi los alcanzamos!

Finalmente, encontramos a Zein detenido frente a un edificio. En la terraza se distinguía una cúpula hecha de madera, claramente construida por Sora.

En cuanto llegamos, Zein no perdió el tiempo y se lanzó directamente contra la cúpula, rompiéndola con facilidad. Dentro estaba Sora, pero no había rastro de la niña.

El enfrentamiento comenzó de inmediato. El choque de puños resonaba en la azotea, y era impresionante ver el nivel de habilidad de Zein. Sus movimientos eran precisos y llenos de fuerza. Me di cuenta de cuánto había avanzado en su entrenamiento; me había hecho creer que yo estaba a su nivel, pero ahora entendía que solo decía eso para motivarme.

Con cada golpe, Sora parecía debilitarse más y más. Finalmente, cayó al suelo, derrotado, arrinconado en una esquina del edificio.

—¿Cómo? —fue la única palabra que salió de la boca de Zein.

—¿De verdad quieres saber? —respondió Sora, con esa misma sonrisa burlona en su rostro. Pero esta vez, algo en él parecía diferente. Su cara, sus gestos... todo en él se veía más humano—. Justo antes de que me pulverizaran, logré extender una parte de mi cuerpo por debajo de los escombros, suficiente para sobrevivir.

—Pues esta vez no permitiré eso.

Zein comenzó a cargar energía en su brazo, acumulándola como si estuviera dispuesto a lanzar un ataque devastador, lo suficientemente poderoso para eliminar a Sora de una vez por todas.

—Oye, Zein, ¿en serio lo vas a lanzar aquí? —pregunté, alarmada y tratando de razonar con él—. Nos dijeron que lo capturáramos, no que lo matáramos. Además, estamos en tiempos de paz. No podemos causar un escándalo tan grande.

Zein no parecía escucharme. Sus ojos seguían fijos en Sora, su decisión inquebrantable. Pero justo antes de que lanzara el ataque, sentí un leve empujón en mis piernas. Miré hacia abajo y, para mi sorpresa, allí estaba la niña pequeña. Se había colocado frente a Zein, con los brazos abiertos, protegiendo a Sora.

—¡No lo hagas! —gritó la niña, con lágrimas en los ojos pero con una firmeza que contrastaba con su apariencia frágil.

—Niña... te dije que te fueras de aquí —dijo Sora, tumbado en el suelo y visiblemente debilitado.

La tensión en el aire era palpable. Nadie se atrevía a moverse, y Zein seguía con su brazo levantado, como si dudara por un instante. Entonces, Kiomi se acercó y le tocó el hombro.

—Está bien... —Zein finalmente bajó su brazo—. Te llevaremos como prisionero.

Al escuchar esas palabras, la niña cambió por completo. Una sonrisa de alivio iluminó su rostro mientras corría hacia Sora y lo abrazaba con fuerza. Nadie de los presentes entendía lo que estaba sucediendo.