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Forgotten Heirs [ESP]
Capítulo 1: Un nuevo comienzo

Capítulo 1: Un nuevo comienzo

Abrí lentamente los ojos, sintiendo un suave tacto debajo de mí. Vi un techo de madera oscura decorado con vigas talladas y símbolos extraños. La luz del sol se filtraba a través de una ventada con vitrales, proyectando colores vibrantes en la habitación. No estaba en la oscuridad ni en la frialdad de aquel líquido al que me había acostumbrado. Ahora, estaba en una cama cálida y acogedora, en lo que parecía ser una habitación bastante linda. Me sentí impactado, pensé que estaba muerto.

Cuando volteé la cabeza, vi a tres figuras cerca mío. Un hombre de un rostro amable pero desnutrido y ojos sabios, vestido con una túnica sencilla, se acercó a la cama. A su lado, una mujer de aspecto sereno pero preocupada tratando de despertar a otra persona a su lado. La mujer vestía como una monja, un traje de color negro junto a su velo, aunque parecía bastante joven. El soldado al que la mujer trataba de despertar era imponente, con una armadura bastante ancha y grande de color blanco y dorado, y aun estando bastante dormido, se veía bastante formidable.

- ¿Dónde estoy? - murmuré, con la voz rasposa por la falta de uso.

-Al fin despertaste, hijo mío. Estás en Valandria, una aldea en el centro del continente Sylvaris- dijo el hombre con una voz calmada. -Mi nombre es Enzo; puedes decirme Padre Enzo, así me llaman todos por aquí. Te encontramos bastante herido y te trajimos aquí para curar tus heridas. Dime, ¿recuerdas que te paso? -.

-No, lo siento…- dije con una cara de pena y con mi voz rasposa.

-No te preocupes, descansa y recupera tus fuerzas, con el tiempo, tal vez recuerdes- dijo la mujer con una sonrisa cálida en su rostro mientras agitaba rápidamente al soldado. -Soy Meliora, Meliora Valandil. Estaba aquí cuando te trajeron, y me sorprendió verte en ese estado. Dime, ¿estás bien? ¿No te duele nada? Si sientes algún dolor, avísame. Por cierto, ¿cuál es tu nombre? -.

-Estoy bien, no me duele nada gracias. Me llamo Zein- dije, -Zein Ravenscroft-.

- ¿Ravenscroft? - pregunto el soldado -No es un nombre común por aquí, ¿eh? Por cierto, me llamo Lucian Bellamy, mucho gusto. - exclamó con una sonrisa en su rostro.

Meliora instantáneamente golpeó a Lucian, regañándolo - ¿Por qué rayos no te despertabas?, En serio ¡te eh tratado de despertar por un buen rato! -.

-Vamos, ¿es qué uno no puede dormir tranquilo tan solo un rato? - dijo Lucian mientras recibía los golpes de Meliora

Interrumpí el alboroto. - ¿Qué sucedió? Lo último que recuerdo fue…una caída-

-Hijo, no me digas que…- Dijo el Padre Enzo

- ¡¿Acaso esas heridas te las hiciste por una caída?!- Lo interrumpió Lucian con una cara de asombro.

-Eso creo- dije

Todos se quedaron sorprendidos. -Eso explicaría todo aquello que encontramos a los alrededores de Zein- susurró para sí mismo el Padre.

Meliora se me acercó, con una mirada preocupada pero amable.

-No te sientas mal. Lo importante es que estás a salvo ahora; estamos aquí para ti. Pero hay algo más importante que necesitas saber, encontramos a otra niña cerca de ti, en condiciones similares-.

El padre Enzo asintió y continuó:

-Ella es más joven que tú, tal vez unos cinco años. Hemos estado cuidándola también, y parece tener una conexión especial contigo. A decir verdad, se ven bastante similares. Dime ¿Puedes caminar? -.

-Sí creo que si- Dije con duda.

-Perfecto, vamos a verla-

Aun sintiendo la debilidad en su cuerpo, me levanté con la ayuda de Lucian. Caminé lentamente por el pasillo de la iglesia, mis pasos resonando suavemente en el suelo de piedra. Finalmente, llegamos a una habitación pequeña y acogedora, iluminada por la suave luz del sol que se filtraba a través de los vitrales.

En el centro de la habitación, en una cuna, yacía una niña pequeña y frágil, con el cabello blanco apenas perceptible. Sus ojos estaban cerrados y respiraba con una calma extraña. Sentí un tirón en mi corazón al verla, una sensación de querer proteger aquel ser que estaba ante mí.

-Zein, ella es de quien te hablamos. Es muy joven, no sabemos con certeza cuántos años tiene. Es un milagro en verdad que ella haya sobrevivido a eso con tan corta edad. Pero sobre su nombre…- dijo el padre Enzo

-Su nombre es Lyra- Lo interrumpí.

- ¿Disculpa? - dijo Meliora sorprendida.

-Sí, su nombre es Lyra- volví a decir con seguridad.

Me quedé pensando “¿Cómo?, ¿cómo es que yo sé su nombre.? Jamás la había visto en mi vida, hasta ahora todos los rostros que eh visto son nuevos para mí. Pero… esta sensación, ¿qué será?”

- ¿Cómo es que…? - Dijo Lucian.

-No lo sé, simplemente creo que… hay algo dentro de mí que me dice que su nombre es Lyra- dije tratando de justificarme.

Un silencio tenso inundó la sala.

-Bueno si el muchacho lo dice, yo creo que hay que creerle. A fin de cuentas, es uno de esos niños santos de los que hablan las leyendas- Dijo Lucian para ponerle fin al silencio. –Bien me parece perfecto, Zein ¿necesitas tiempo a solas con ella? - Dijo el Padre Enzo en respuesta a lo que dijo Lucian.

–Si, por favor- le dije.

Me acerque lentamente a la cuna donde yacía Lyra. Observé su pequeño rostro, tranquilo y ajeno a todo lo que había sucedido.

Me arrodillé junto a la cuna y tomé la pequeña mano de Lyra. Suavemente, ella me agarró los dedos cuando le toque la mano. Al instante, una sensación cálida recorrió mi cuerpo, y sentí una gran felicidad y calidez en mi corazón.

-Lyra…- le susurré, sintiendo que el nombre resonaba en mi corazón. –No sé cómo, ni porque… Está sensación que tengo cuando te veo, es inexplicable, simplemente me dan ganas de darlo todo… por ti-.

Lyra movió ligeramente su mano, respondiendo al toque de nuestras manos. Sentí algo que jamás podría explicar, algo cálido y hermoso a la vez. En ese momento… en ese instante, mi vida, que antes me parecía monótona, cobró sentido. Ya no deseaba morir, ahora me importaba vivir, me importaba seguir adelante. Ella… me dio un propósito.

Cerré mis ojos, y tras abrirlos dije: -Prometo que nunca te dejaré sola-, mi voz era firme y llena de convicción. –Te cuidaré siempre, pase lo que pase-.

Por fin tenía una meta. No podía dejar que nada le pasara a Lyra. Amor pensé. No sé realmente qué es el “amor”, pero al verla, esa palabra vino a mi mente.

Salí de la habitación, perdido en mis pensamientos. Es extraño, siento como si Lyra hubiera vivido la misma vida que yo. Siento… no, más bien, sé que hemos pasado por lo mismo, aunque ella no ha vivido todo lo que yo he vivido por su corta edad.

Ja… ¿quién diría que esto sería lo que me diera un propósito? Una hermana. Nunca pensé en poder hacer algo con mi vida. Vivir un tiempo incontable en aquel líquido oscuro y viscoso me hizo perder toda esperanza. El dolor que sentía con las pruebas de esos médicos me hacía desear la muerte. Dia tras día, tras día, tras día… Me alegra haber salido de ese lugar.

Aun así, este lugar es bastante extraño. Mi cabeza sigue dando vueltas al ver tantas cosas coloridas y nuevas: personas, sonidos, colores. Todo eso me aturde y me marea. Abrí la puerta de la habitación para salir, pero de repente sentí cómo se me iban las fuerzas del cuerpo. Mientras caía al suelo, miré a Lucian, Meliora y a Enzo. ¿Qué sería de mí sin ellos?, pensé. Peor aún, ¿qué sería de Lyra sin ellos? Tal vez debería agradecerles cómo se debe más tarde. Pero ahora mismo… me siento tan cansado. Será mejor que sierre los ojos y descanse un rato.

Me desperté en el agua, donde me estaba ahogando hace rato, pero… esta vez no estaba en el fondo. Estaba en la superficie. Me paré, era una sensación bastante extraña. Comencé a caminar por el lugar, para ver qué tipo de cosas encontraba, aunque la verdad, no había nada de nada. Fue entonces cuando, por un pequeño instante, mi mente se llenó de visiones o de recuerdos. No sabía de quiénes eran, pero todo se veía tan familiar. Me percaté de algo. El agua era bastante brillante y hermosa, mientras que todo lo demás era oscuridad pura. Era un lugar mucho más calmado de lo que recordaba.

Me senté y empecé a preguntarme, ¿qué haré con mi vida ahora? ¿Qué es lo que se supone que debo hacer? Claro está que cuidar a mi hermana, pero… ¿qué más? ¿Qué me depara el destino? ¿Qué está escrito en mi destino? Me encantaría saberlo. Podré estar rodeado de buena gente, de todo lo que quiera y me haga feliz.

Mirando a la absoluta nada, dije “Esto no está tan mal”. Fue entonces que me hundí en el agua.

Al instante, volví a aparecer en la cama. Me levanté de golpe, con la respiración agitada. A mi lado estaba Lucian durmiendo, y junto a él estaba Meliora, durmiendo en su hombro… babeando. A decir verdad, dormir sobre la armadura de Lucian no parecía muy cómodo. Digo, es metal, y poner tu cabeza ahí para dormir no es lo mejor, que digamos.

Por un momento me quede mirando a la nada, perdido en las grietas de las paredes. No pensé en nada, justo como antes. Miré hacia arriba, directo a la luz que salía por los vitrales.

“Seré la mejor versión de mi”

Ha pasado tiempo, aproximadamente dos años. En estos dos años me he adaptado perfectamente a la aldea, Lyra ahora tiene tres años, mientras yo tengo ocho. He estado aprendiendo bastantes cosas desde que llegué, pero lo más interesante fue una leyenda: “Los niños santos”. Se dice que son niños con la gracia de dios, relacionados como los hijos de dios, y que son fáciles de identificar por su cabello blanco. En este mundo, solo unos pocos tienen el cabello blanco, lo que puede significar dos cosas. 1) Si naciste con el cabello completamente blanco eres uno de los “niños santos”, y 2) Si naciste con el cabello blanco, pero no en su totalidad, lo más probable es que pertenezcas a la raza élfica. También descubrí algo: aquí en la aldea, más concretamente en la religión que se practica por aquí, los elfos son alta mente repudiados. Se consideran una raza impura, y que algunos tengan el cabello blanco les parece una falta de respeto.

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Jamás eh visto un elfo. Dicen que tienen unas orejas grandes, largas y puntiagudas. ¿No sería una molestia? Digo, al ponerte ropa o al estar en lugares bastantes cerrados. Cuando me paseo por la ciudad, me escabullo por pequeños callejones entre las casas. Con unas orejas largas, se me haría bastante difícil pasar por ahí.

Terminaron descubriendo en Lyra, a los pocos años, una enfermedad llamada PSACD, Progeria Síndrome of… la verdad no entendí bien el nombre. Es un poco raro. Lo que si entendí es que es una enfermedad bastante rara que deteriora el cuerpo poco a poco, lo que también hace que el portador muera antes que un humano normal. Por ejemplo, si alguien puede vivir hasta los 80 años, la enfermedad hace que pueda vivir solo hasta los 50.

Lo bueno es que parece que es curable. Y que desde hace años se busca una cura, aunque, como hay muy pocos casos, no se le ha dado prioridad. Enzo me dijo que hará lo posible para buscar una cura lo más pronto posible. Lo único que pueden hacer por ahora es postergar la enfermedad por un tiempo indefinido.

No me lo esperaba. Quiero hacer todo lo que pueda por ella, pero ahora, no puedo hacer nada. Me siento impotente y triste. Tal vez Lucian tal vez noto eso, y últimamente me saca a pasear con él. Me lleva a incursiones donde matan monstruos o donde ayudan a otras aldeas. Al regresar, le cuento historias de lo que pasó a Lyra. Ella se le ve bastante feliz cuando se las cuento, y eso me alegra.

Lucian paso a ser un “guardaespaldas” personal mío y de Lyra. Meliora, para mí, parece una madre. Me ayuda cada día con todo, es amable, lava mi ropa, nos cocina. Nos lee cuentos a mí y a Lyra. Es mucho más amable que las otras monjas. Aunque ella es mucho más joven que las otras.

La vida me va bastante bien. Por ahora estoy recibiendo un pequeño entrenamiento por parte de Lucian, y cuando puedo, ayudo a la gente de la aldea. Paso la mayor parte del día jugando con Lyra o ayudando a Meliora con sus deberes. Las otras monjas me regañan diciendo que ese no es trabajo para un niño sagrado, pero Meliora en lugar de regañarme me agradece con una sonrisa bastante cálida.

Un día, mientras que caminaba con Lucian me quede pensando, ¿Qué tipo de relación tienen Lucian y Meliora?, eh visto que son bastante cercanos, pero no sé qué son.

-Oye Lucian- le dije mientras caminábamos a una de las incursiones en las que me lleva.

- ¿Qué pasa, chico? - Me respondió mientras masticaba una espiga de trigo que recogió por ahí.

-Lo que comes no es un poco antihigiénico? - le pregunte con una cara de asco.

-Jajaja, ¿cómo crees chico? ¿Acaso quieres? - Me dijo con una cara de burla.

-No, claro que no. Oye, por cierto, tú y Meliora, en si ¿Qué tipo relación tienen? - Le pregunté.

-Oye, ¿No estás muy joven para hacer ese tipo de preguntas? – Me dijo mientras me miraba detenidamente.

-Creo que ya estoy lo suficientemente grande como para hacer ese tipo de preguntas - Le dije confiado.

-Jaja está bien. Somos amigos, bastante cercanos. La conozco desde que era joven, yo me había enlistado para ser parte del ejercito recién creado, exclusivo de la iglesia. Ella era una muchacha que apenas estaba en formación para ser monja. Además de que está casada y tiene una hija. Aunque su esposo y su hija viven en otra aldea-

- ¿Y no es muy duro para ella estar tan lejos de su esposo eh, hija? -

-Claro que sí, pero eso es lo que me cae mejor de ella. Es bastante buena afrontando problemas. A decir verdad, hace un buen tiempo que no la veía tan feliz. Tal vez que tú y Lyra llegaran a su vida fue bueno. De seguro le recuerdan a su hija. - Me dijo con una sonrisa en su rostro.

En ese instante decidimos volver a casa, estaba empezando a oscurecer y debíamos regresar. Meliora se enoja bastante con Lucian cuando llegamos tarde, y más aún si vuelvo sucio.

Llegamos, como de costumbre, con el atardecer. Meliora nos esperaba en casa —bueno, más bien, en la iglesia— con una cálida sonrisa en el rostro.

—¿Cómo les fue? —nos preguntó.

—¡Bien! —le respondí mientras entraba.

—¿Y bien, Lucian? ¿Por qué no me avisaste que te ibas a llevar a Zein? —Aunque mantenía una sonrisa, su tono dejaba claro que estaba bastante enojada. Era... espeluznante.

—Bueno... la verdad es que... —Me quedé esperando la excusa que usaría esta vez—. ¡Perdón! —Vaya, eso no me lo esperaba.

Es sorprendente ver a un guerrero tan fuerte como Lucian en esa situación.

El resto de mi día transcurrió como siempre: jugué un rato con Lyra, cené con ella, Meliora y un Lucian que aún parecía arrepentido, y luego me fui a dormir.

Esa noche no pude conciliar el sueño. No sé qué pasaba, simplemente no podía dormir. Y, de repente, sin darme cuenta, me quedé dormido. Tal vez solo necesitaba un poco más de tiempo para descansar.

Tuve un sueño. Estaba sentado en un lugar húmedo y oscuro. De alguna manera, el sitio me parecía familiar, como si algo en él me llenara de nostalgia.

Me levanté y empecé a caminar, buscando algo. No había nada. Sin embargo, poco a poco mis ojos se acostumbraron a la oscuridad y vi que estaba parado sobre agua.

En ese momento lo recordé. Era el mismo lugar que no veía desde hacía tiempo. Pero algo era diferente: el agua ya no brillaba como antes, ya no tenía los hermosos colores que vi la última vez. Me resultaba extraño. Siempre que había estado allí, el agua resplandecía con esos tonos.

De repente, un dolor inmenso recorrió todo mi cuerpo. Me caí al suelo, retorciéndome de dolor. Vi una luz, pero era extraña. Lo que vi fue fuego, un fuego de color morado. Todo a mi alrededor comenzó a arder, pero no podía moverme. El dolor era tan intenso y constante que me paralizaba.

El fuego se sentía tan real, pero al mismo tiempo tan distinto del fuego que conocía, del que usan para quemar guaridas de monstruos. Este fuego era caótico y, a la vez, hermoso.

Solo espero que esta pesadilla termine de una vez...

Abrí los ojos en mi cama. Estaba empapado en sudor, y el aire se sentía pesado, casi irrespirable. Hacía demasiado calor, y el olor era desagradable. Me levanté de golpe, dándome cuenta de que algo andaba mal: algo se estaba quemando. Salía bastante humo por debajo de la puerta, y me asusté. Salí de la habitación lo más rápido que pude. Antes de salir, busqué a Lyra por todos lados, pero no estaba. “Tal vez ya la sacaron”, pensé para tranquilizarme.

Al abrir de golpe la puerta de donde provenía el humo, una densa nube me envolvió, haciéndome toser y dificultando mi respiración. Avancé rápidamente hacia la salida, pero era difícil orientarme entre tanto humo. De alguna manera, logré salir del edificio.

Una vez afuera, lo vi con claridad. Toda la aldea estaba cubierta por aquel fuego morado que había visto en mi sueño. Era un caos total.

La gente corría de un lado a otro, intentando apagar el fuego, pero no servía de nada. Cuanta más agua arrojaban, más se esparcía el fuego.

Miraba desesperadamente a mi alrededor, buscando a Lucian o a Meliora, quienes seguramente estarían ayudando a la gente.

En ese momento, una gran sombra se alzó frente a mí. Me giré para ver qué era, aunque la intensa luz del fuego me cegaba. Pronto pude reconocerlo: era Enzo, acompañado por un grupo de soldados. Me alegré al verlo, y lo primero que hice fue abrazarlo.

—Enzo, ¿qué está pasando? —le pregunté, angustiado. Necesitaba respuestas, y estaba seguro de que él las tendría. Pero Enzo permaneció en silencio—. Oye, en serio, tenemos que ayudar a las personas. ¿Por qué estamos aquí parados?

Empecé a caminar hacia el caos, pero Enzo me agarró del hombro y me detuvo bruscamente.

—Zein —por fin habló—, tenemos que hablar.

Su expresión era seria, con un toque de enojo. Siempre había tenido una sonrisa, incluso en los peores momentos, pero esta vez no. Algo muy malo había sucedido.

—¿Qué fue lo que pasó? —pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

—No te hagas el santo, Zein —su rostro cambió a uno de desaprobación y asco—. Tú deberías saber perfectamente lo que está ocurriendo.-

—¿De qué hablas? —estaba confundido—. En serio, no sé de qué hablas. Mejor vayamos a ayudar a la gente.-

—Oh, no te preocupes por ellos, estarán bien —su voz se elevaba cada vez más—. Pero ¿de verdad no te acuerdas de lo que hiciste?-

—¡Te digo que no! ¿Por qué insistes en eso?-

—Bien, si no vas a confesar, te lo diré yo —Enzo tosió antes de continuar—. Zein Ravenscroft, se te acusa de asesinato, vandalismo y daños a la propiedad en toda la aldea. Por el poder que se me ha otorgado como jefe de la aldea, te sentencio a muerte.-

—¿Pero qué tonterías estás diciendo? —Mi confusión era total—. ¡Yo no he causado nada de esto!-

—¡Deja de fingir, por Dios! Todo esto, todo lo has causado tú. ¿Sabes cuántas personas han muerto hoy por tu culpa?-

—¡Te lo he dicho mil veces, no sé de qué hablas! ¡Hasta hace un momento estaba dormido!-

—¿Sabes? Realmente lograste engañarnos a todos con esa cara de santo. La leyenda tenía razón.-

En ese momento, algo vino a mi mente…

La leyenda de los niños benditos (Luminar) era más larga de lo que recordaba. No solo hablaba de los niños benditos, sino que también mencionaba a otros personajes: los niños malditos (Umbrae). Se decía que eran iguales a los niños benditos: cabello blanco, jóvenes y con una mente extraordinaria. Pero había un detalle que los diferenciaba.

Los niños benditos poseían un “espíritu protector” que podían usar para diferentes propósitos, mientras que los niños malditos no. A estos se les podría decir que tenían “un demonio”. Al ser la contraparte de los hijos de Dios, se les conocía como los hijos de Satanás.

"La antigua profecía contaba que, el día en que un niño bendito naciera bajo la gracia divina, su sombra maldita también despertaría. Ningún ojo mortal podría distinguirlos, pues comparten el mismo semblante. Sin embargo, advertidos seáis, pues ambos caminarán entre nosotros, y solo el sabio que observe con cuidado podrá discernir el destino que traen consigo."

Volví a la realidad y noté que los hombres que acompañaban a Enzo me apuntaban con sus espadas. Me quedé paralizado. Lo más probable es que me hubieran confundido con un Umbrae, pero ¿cómo podría convencerlos de que no era uno de ellos? No importaba lo que hiciera, Enzo no me escucharía.

A lo lejos se escuchó un grito:

—¡Deténganse!

Era Meliora, que había venido por mí. Mientras se acercaba y me ponía detrás de ella, gritó:

—¡¿Qué hacen amenazando a un inocente en vez de ayudar a las personas?!

—Meliora… —le dije casi llorando.

—¡Cállate! —Por primera vez vi a Enzo gritarle a Meliora—. ¡Deja de proteger al demonio, maldita bruja!

—¿Bruja? —Meliora retrocedió un paso conmigo detrás, visiblemente impactada por la acusación.

—Exacto, bruja. Siempre supe que casarte con ese elfo, aun estando en formación para ser monja, era una señal de algo. ¡Y ahora vienes a proteger a este demonio!

—¡No te atrevas a meterlos en esto! —le gritó Meliora. Yo estaba cada vez más confundido con lo que sucedía.

En ese momento, me tomó en brazos y me llevó de vuelta al edificio en llamas.

—¿Qué estás haciendo?

—Shh, escúchame. No te dejarán en paz hasta matarte, ganaré tiempo. En la cocina, debajo de la mesa, hay una escotilla. Escabúllete por ahí, te llevará donde están Lucian y Lyra. ¿Entendiste?

—Pero ¿qué pasará contigo, Meliora?

—¡Dije, ¿entendiste?! —Su rostro volvió a mostrar calma—. No te preocupes por mí, estaré bien. Los alcanzaré más tarde. Por ahora, necesito que te vayas de aquí.

—Está bien —le respondí a regañadientes.

Me escabullí por el fuego mientras me despedía de Meliora. Llegué a la cocina y, efectivamente, había una escotilla que conducía a un túnel. Era oscuro, polvoriento y sucio, pero logré salir. Cuando vi un poco de luz, noté que era Lucian quien me esperaba al otro lado.

—Tenemos que irnos —me dijo con seriedad.

—Pero… Meliora sigue ahí. Me dijo que nos alcanzaría.

—Ella… No importa. La esperaremos cinco minutos y nos vamos, ¿entendido?

—Entendido.

Cuatro minutos pasaron, y nada. Estaba muy preocupado por Meliora y lo que podría haberle pasado. Lucian me dio un Farscope (un tipo de binocular) para ver si Meliora o alguien más se acercaba. Por un momento, vi fuego normal, no del color morado, sino el habitual. Me fijé mejor y, de repente, me quedé helado…

Tenían a Meliora atada a un poste de madera y la estaban quemando con trigo a sus pies. Mientras me enseñaban sobre el mundo, me contaron sobre estas prácticas, cómo hace años quemaban a las personas acusadas de “brujería”. Pero ¿por qué a Meliora?

—Lucian, oye, Lucian.-

—¿Qué pasa, muchacho?-

—Están… están quemando a Meliora —le dije, sollozando.

—¡¿De qué hablas?!-

—¡Tenemos que ir a rescatarla rápido!-

—¡No tenemos tiempo para eso! Debemos irnos ya.-

—¡No me importa! ¡Tenemos que ir!-

Volví a mirar con el Farscope. No sé si fue el reflejo de la luz en el vidrio o si realmente me vio, pero Meliora miró en nuestra dirección y esbozó una sonrisa cálida, como diciendo: "Todo está bien", mientras las llamas la consumían.

En ese momento lo entendí. Me bajé del árbol llorando y obedecí a Lucian. Me abrazó, lo abracé y nos fuimos de allí. Jamás olvidaré su rostro: el rostro de alguien que cumplió con su deber en esta vida.

Ella siempre fue amable, cariñosa, temeraria. Temo no haber cumplido con las expectativas que tenía de mí. Nunca verá lo que Lyra y yo seremos. La extrañaré.

Las lágrimas no dejan de salir de mis ojos, como si los tuviera completamente inundados.