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Forgotten Heirs [ESP]
Cumpleaños parte 1

Cumpleaños parte 1

En los últimos días, mi hermano ha comenzado a llevarse mejor con Sora. A decir verdad, yo aún no confío del todo en él. Es extraño; ya no parece el mismo que peleó contra mi hermano. Recuerdo cómo lo vi desde la zona médica aquel día: su figura era la de alguien completamente diferente, como si toda su existencia estuviera envuelta en una furia imparable. Pero ahora… ahora parece alguien más humano. ¿Será por lo que dice mi hermano? Me contó que ha estado ayudándolo a "parecer más normal". Y, siendo sincera, parece estar logrando un milagro. Cada día que pasa, Sora luce más como uno de nosotros, aunque hay algo en él que nunca dejará de ser… diferente.

Lo mejor de todo esto es que el café ya no es tan aburrido como antes. Ahora tengo compañía. Juego con Nanao y Aiko, y aunque sean mucho más pequeñas que yo, son bastante entretenidas. A veces me pregunto cómo hacen para tener tanta energía. Si las dejas solas por cinco minutos, ya están ideando un nuevo juego, y de alguna forma, siempre termino involucrada en sus travesuras.

Pero, entre risas y juegos, hay momentos en los que me siento un poco inútil. Mi hermano, Naoko y Kiomi siempre están entrenando, cada día más fuertes, como si se prepararan para algo grande. Incluso Sora ha comenzado a unirse a ellos. Y luego está Alexander, siempre ocupado con algo en el café, y Judas, que además de ser un gran guerrero, hace las bebidas más deliciosas que he probado en mi vida. No es que Alexander sea malo, pero… Judas tiene un don, y lo sabe.

En medio de todo esto, yo me quedo aquí, sin hacer mucho. Mi hermano me sugirió que entrara a la escuela, pero la idea me pone nerviosa. No sé por qué, pero solo de pensarlo siento un nudo en el estómago. ¿Qué pasaría si no encajo? ¿Y si termino siendo una carga? Estas preguntas no me dejan en paz.

Sin embargo, una chispa de inspiración me alcanzó mientras estábamos en el café. Estábamos descansando, cada uno en lo suyo, cuando algo se encendió en mi mente como una bombilla.

—¡Ya casi es el cumpleaños de Naoko! —exclamé de repente, levantándome de un salto y buscando a quien pudiera escucharme primero.

Por supuesto, mi primera víctima fue Zein. Estaba sentado en un banco improvisado, puliendo su espada con esa concentración casi obsesiva que siempre tiene. Me acerqué emocionada, casi tropezando con una silla en el proceso.

—¡Tenemos que hacer algo especial para ella! —le dije, casi gritando de la emoción.

Zein levantó la mirada de su espada, parpadeando como si apenas estuviera procesando mis palabras.

—¿Su cumpleaños? —murmuró, llevándose una mano a la barbilla—. Ahora que lo mencionas, tienes razón. Tal vez podríamos regalarle algo o preparar una comida sencilla.

Kiomi, que estaba sentada cerca de él, asintió con una leve sonrisa.

—Estoy de acuerdo con Zein. Algo sencillo pero significativo sería perfecto. Seguro lo apreciará.

Pero no todos estaban de acuerdo con esa idea tan modesta. Desde la cocina, Alexander frunció el ceño mientras organizaba los utensilios con una precisión casi militar.

—¿Una comida sencilla? —dijo, dejando caer un cucharón con un ruido metálico que resonó en toda la sala—. Naoko hace mucho por todos. Siempre está al pendiente de todo, trabajando sin descanso. Creo que deberíamos hacer algo más elaborado.

La preparación para el cumpleaños de Naoko se volvió el tema central del día. Mientras discutíamos los detalles, no pude evitar notar cómo todos parecían más unidos, más animados. Incluso Sora, que al principio era tan reservado, ahora participaba activamente en las bromas y las ideas. Era un cambio refrescante, y aunque aún no confiaba del todo en él, no pude evitar sentir que, tal vez, estaba empezando a formar parte de nuestro grupo.

Mirando a mi alrededor, me di cuenta de algo importante: puede que no estuviera entrenando como los demás, ni fuera tan fuerte o talentosa, pero ser parte de algo tan especial, como organizar esta sorpresa para Naoko, me hacía sentir útil. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que estaba haciendo algo que realmente importaba.

-Lo que sea que decidan, nosotros ayudaremos en lo que podamos -dijo Aiko mientras estaba en el patio jugando con Nanao y Sora.

-¡Sí, cuenten con nosotros! ¿Verdad, hermanito? -añadió con una sonrisa radiante, mirando a Sora.

-Claro, ayudaré en lo que pueda -respondió él, aunque parecía ligeramente nervioso, como si no estuviera seguro de qué tan útil sería.

Judas, quien había permanecido callado hasta ese momento, se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas. Su voz, como siempre, era calmada pero profunda, cargada de una honestidad que no dejaba lugar a dudas.

-Le debo mucho a Naoko. Ha sido más comprensiva conmigo de lo que merezco... Así que no deberíamos conformarnos con algo simple.

Su comentario dejó un breve silencio reflexivo en el aire, hasta que una idea brillante surgió en mi mente, tan rápida y emocionante que casi me hizo saltar del asiento.

-¡¿Y qué tal una fiesta sorpresa?! -exclamé con entusiasmo, gesticulando como si ya pudiera ver la escena. -Podríamos hacerla en el patio, decorarlo, preparar una comida especial, regalarle cosas bonitas, y... ¡oh! Podríamos tener juegos o algo divertido también.

La idea fue bien recibida por todos. Incluso Alexander, quien siempre parecía tan serio y meticuloso, dejó escapar una leve sonrisa mientras asentía en aprobación. En cuestión de minutos, ya nos habíamos dividido las tareas. Para mi sorpresa (y quizás un poco de pánico), fui designada como la encargada de organizar todo.

Ese mismo día, sin que Naoko sospechara nada, nos dirigimos a comprar lo necesario. Mientras recorríamos los puestos del mercado, cada uno sugería cosas con entusiasmo.

-¿Crees que deberíamos conseguir globos? -preguntó Aiko, sosteniendo un puñado de ellos en las manos.

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-Seguro, pero que sean de colores suaves. No queremos que parezca una fiesta infantil -respondí, riendo.

Al día siguiente, comenzamos a trabajar temprano. Kiomi, quien parecía tener un talento natural para la discreción, se ofreció a mantener a Naoko ocupada mientras el resto de nosotros nos dedicábamos a transformar el patio.

Sora, con su habilidad para moldear materiales naturales, se encargaba de crear flores y todo tipo de decoraciones orgánicas. Aunque eran simples, Aiko y Nanao las personalizaban con cintas, brillo y colores vivos. Era adorable verlas trabajar juntas, concentradas y riendo al mismo tiempo.

-¿Crees que le gustará el color? No quiero que sea demasiado -me preguntó Aiko, sosteniendo una guirnalda de flores teñidas con pigmentos naturales.

-Le va a encantar -respondí, acariciándole la cabeza con una sonrisa. -Estás haciendo un trabajo increíble, Aiko.

Mientras tanto, Miguel se ofreció a preparar el platillo principal, pero para mi sorpresa, Sora insistió en ayudarlo. La escena en la cocina era un espectáculo en sí misma. Miguel trabajaba con la precisión y destreza de un chef profesional, mientras que Sora, aunque torpe, ponía todo su empeño en aprender.

-No cortes así, Sora. Si sigues aplastando las verduras, terminarás haciendo puré -dijo Miguel, señalándole cómo sostener el cuchillo correctamente.

-¡Lo intentaré de nuevo! Aunque no prometo que salgan más perfectas -respondió Sora con una risita nerviosa.

-Me alegra que te dedicaras a pelar, porque en esto apestas -dijo Miguel, soltando una carcajada mientras observaba a Sora batallar con las verduras.

-¡¿Qué dijiste, simio calvo?! -replicó Sora, alzando la voz, aunque era evidente que lo hacía con tono de broma. Aunque originalmente había usado ese término como insulto, ahora lo empleaba con una pizca de nostalgia, un eco del pasado compartido. -¡Te enseñaré de lo que soy capaz!

La cocina pronto se llenó de risas, convirtiendo lo que podría haber sido una simple tarea en un momento lleno de camaradería. Aunque Sora aún no dominaba las técnicas, su entusiasmo era contagioso, y la paciencia de Miguel ayudaba a mantener el ritmo.

Mientras tanto, en otra parte de la casa, Zein y Judas discutían sobre qué tipo de regalo sería más apropiado para Naoko. Ambos tenían ideas muy distintas, lo que hacía que su conversación fuera animada, aunque algo tensa.

-Algo práctico sería mejor -opinó Judas, cruzándose de brazos. -No creo que sea de las que disfrutan cosas inútiles.

-Cierto, pero tampoco podemos regalarle algo aburrido -respondió Zein, tratando de encontrar un equilibrio. Al percatarse de mi presencia, me miró directamente. -¿Tú qué piensas?

Me tomé un momento para reflexionar antes de responder.

-Deberían regalarle algo bonito. Aunque sea simple, con que sea de corazón será un buen regalo -dije con una sonrisa, esperando que mis palabras ayudaran a calmar la discusión.

Por último, Alexander, quien siempre se tomaba las cosas con seriedad y planificación, se encargó de preparar las actividades de la fiesta. No compartió muchos detalles, lo cual resultó un poco frustrante para algunos, pero entendimos que quería mantener el elemento sorpresa.

-Esto no es solo para ella; es para todos -nos dijo mientras organizaba su lista de tareas. -Necesitamos relajarnos un poco, y esta fiesta será el momento perfecto.

Con las decoraciones listas gracias a los esfuerzos de Nanao y Aiko, me dispuse a colgarlas. Sora también se animó a ayudar, sorprendiéndome con su entusiasmo. Aunque normalmente parecía algo reservado, en ese momento estaba completamente comprometido con la tarea.

-Sora, ¿puedes colgar estas cintas en las partes más altas? -le pedí mientras le pasaba una caja llena de adornos.

-Claro, déjamelo a mí -respondió con una sonrisa, tomando los adornos con cuidado.

Mientras trabajábamos, decidí romper el silencio con una conversación más personal.

-Siempre está al tanto de nosotros, ¿sabes? -comenté, refiriéndome a Naoko. -Quiero que este día sea inolvidable para ella.

-Es admirable, sí. Aunque creo que tú también lo eres -respondió Sora, sus palabras sinceras me tomaron por sorpresa.

Seguimos platicando mientras decorábamos. Cada cinta, cada flor y cada detalle se colocaba con cuidado, pero también con un propósito más profundo: crear un ambiente que reflejara lo mucho que apreciábamos a Naoko. Durante nuestra conversación, Sora comenzó a compartir anécdotas sobre su vida pasada, específicamente sobre su tiempo con sus soldados.

-El día del cumpleaños de uno de mis hombres, siempre me aseguraba de que lo celebráramos como se debía -contó con una sonrisa nostálgica. -Podía ser algo simple, pero quería que supieran que me importaban.

Su rostro se iluminaba mientras hablaba, y noté una faceta de él que no había percibido antes. No era solo un guerrero; también era un líder que se preocupaba profundamente por los suyos.

-Cuando alguien era herido y lo enviaban al hospital, todo el regimiento iba a visitarlo. No dejábamos que nadie se sintiera solo.

Sus palabras resonaron en mí, haciéndome ver a Sora de una manera completamente distinta. Había algo admirable en su disposición para cuidar de los demás, incluso en los momentos más difíciles.

-Todas las experiencias que me narraste… realmente dicen mucho de ti -comenté finalmente. -Creo que todos deberíamos aprender un poco de tu manera de ser.

Él sonrió tímidamente, como si no estuviera acostumbrado a recibir halagos, y volvimos a concentrarnos en la decoración.

Todo estaba saliendo bastante bien. Observé cómo esta pequeña misión de organizar la fiesta se había convertido en algo mucho más significativo. No solo estábamos preparando un evento para Naoko, sino que, sin darnos cuenta, habíamos creado un espacio en el que todos podían conectar y abrirse un poco más.

Judas y Alexander, quienes rara vez intercambiaban más que palabras necesarias, ahora estaban platique y platique, discutiendo ideas y posibilidades para hacer que todo saliera perfecto. Era curioso ver cómo las diferencias parecían desaparecer cuando se trataba de algo importante. Al final del día, todos compartíamos un mismo sentimiento: Naoko era alguien especial para nosotros. Había tocado nuestras vidas de maneras únicas, y queríamos asegurarnos de que lo supiera.

Con cada tarea cumplida y cada detalle colocado, el sol comenzó a bajar en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos de naranja y púrpura. El día llegaba a su fin, pero para nosotros, la parte más importante apenas estaba por comenzar. La llegada de la fiesta marcaba el momento de reunirnos, de celebrar y de compartir algo más que palabras.

El local, decorado de arriba abajo, parecía un mundo completamente nuevo. Las cintas colgaban delicadamente, los arreglos florales de Sora, Aiko y Nanao le daban un toque de vida, y el aroma de la comida que Miguel y Sora habían preparado llenaba el ambiente con una calidez inigualable. Era perfecto, simple pero significativo, tal como imaginábamos que le gustaría a Naoko.

Ahora solo quedaba esperar. Kiomi, quien había tomado la tarea de mantener a Naoko distraída durante todo el día, estaba en camino con ella. Mientras tanto, nosotros apagamos todas las luces y nos acomodamos en nuestros lugares, cuidando de no hacer ruido.

En la penumbra, sentí una mezcla de emociones: emoción, nerviosismo y una profunda gratitud por el esfuerzo de todos. Escuché murmullos bajos, risas contenidas y el leve crujir de los pasos al movernos para buscar un lugar cómodo. Era como si, en esos últimos minutos de espera, todo el trabajo realizado cobrara vida.

Finalmente, se escucharon pasos acercándose desde el otro lado de la puerta. El corazón se me aceleró, y una sonrisa nerviosa se formó en mi rostro. Kiomi debía estar preparando a Naoko para lo que estaba por venir. Todos contuvimos el aliento, esperando el momento en que la puerta se abriera y Naoko viera el resultado de todo nuestro esfuerzo.