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6.- Tigre Púrpura

Andrés abrió la improvisada puerta muy despacio, cuidando de no alertar al tigre. Se deslizó hasta el agua, nadando profundamente en el lago, y emergió en el lado opuesto de la cueva. Sujetó firmemente la lanza y se enfrentó al tigre púrpura.

—¡Aquí estoy! —gritó para llamar la atención del tigre.

—Al fin saliste —respondió el tigre, sus ojos lo miraban con malicia—… ¿El demonio de dos patas?

—Jo, ¿me conoces? —se burló Andrés.

—¿Quién no reconocería esa mirada?

Sin darse cuenta, Andrés ya mostraba su característica mirada de lunático.

Durante el tiempo que Andrés llevaba allí, se había ganado un nombre entre las bestias inteligentes. Después de asesinar y torturar a un buen número de animales, las bestias lo empezaron a llamar "El demonio de dos patas" y lo reconocían fácilmente por su curiosa mirada.

—¿Estará bien? —preguntó Takeda a Eun-Ji.

—No lo sé. Confío en él, pero esta vez el enemigo es peligroso —respondió nerviosa Eun-Ji.

Era la verdad; aunque Andrés había combatido a varias bestias, esta era la más grande de todas. Eun-Ji solo podía confiar en que Andrés saliera victorioso, aunque ni siquiera Andrés estaba seguro. No mueras, pensó.

La bestia rodeaba a Andrés, y él la seguía, ambos midiendo la fuerza del otro. El tigre mostraba sus colmillos, y Andrés apuntaba con su lanza. El primero que cometiera el más mínimo error sería la presa del otro.

La energía que Andrés había estado reuniendo en su imitación de cultivo le había dado una fuerza y agilidad mayor a la de un hombre común. Aunque no podía lanzar habilidades como los protagonistas de los cómics, sí podía, de alguna manera, pelear a la par de las bestias, al menos las más débiles.

—Te lo dije, ella solo traería problemas —susurró la voz interior de Andrés.

—¡Cállate! Ahora no es buen momento —respondió.

—No puedes ganarle y lo sabes. Pero si puedes escapar tú solo, deja que esos lastres sirvan de carnada y huye —insistió la voz.

—¡Maldición, quieres callarte! Ya tengo muchos problemas con esa cosa. Si no quieres que nos coman, dame ideas de qué hacer.

—Si tú no lo sabes, ¿Qué te hace pensar que yo sí? Somos la misma persona, ¿recuerdas?

—Tch —chasqueó la lengua Andrés.

En medio de su pelea mental, el tigre atacó primero. Rugió mientras su pata delantera izquierda lanzaba un zarpazo hacia el pecho de Andrés. Él esquivó por poco y lanzó una estocada con la lanza. El golpe no fue efectivo.

Con un rugido ensordecedor, el tigre se paró en sus dos patas traseras y lanzó zarpazos con las delanteras. Andrés utilizó su lanza para detener el ataque, pero el peso abrumador lo hizo caer al suelo. Aprovechando, el tigre lanzó un zarpazo más en dirección al rostro de Andrés.

Andrés, con la respiración agitada, movió su cabeza hacia un lado, esquivando por muy poco, aunque el golpe cortó parte de su mejilla. Intentó empujar con la lanza, pero era inútil; el peso del tigre era demasiado para moverlo.

El tigre, sintiendo que tenía a Andrés acorralado, lanzó una mordida a su cuello. Aunque esquivó un golpe mortal, el tigre mordió su hombro. Andrés sintió un dolor inmenso que recorrió su cuerpo; los dientes del tigre habían llegado hasta su hueso.

El tigre levantó a Andrés y lo arrojó varios metros hacia la derecha. Andrés rodó por el suelo hasta impactar con una roca. La fuerza con la que fue arrojado hizo que recibiera un duro impacto en el brazo izquierdo, el mismo que el tigre había mordido.

—¡Andrés! —gritó Eun-Ji mientras lloraba. Su corazón se rompía al ver cómo estaban destrozando a Andrés. Quería ayudar, pero si intervenía solo se volvería un estorbo.

El grupo de personas miraba aterrorizado. Sabían que una vez que Andrés muriera, serían los siguientes.

Li Wei, quien fue el causante de todo, miraba de forma natural, como si esto le fuera de ayuda.

Mientras el miedo y la desesperación inundaban la cueva, Andrés estaba al borde de la muerte.

Con pura fuerza mental, se puso de pie. Su brazo izquierdo ya no servía; solo podía confiar en su derecha.

Tomó un cuchillo y volvió a encarar al tigre.

—Jajaja, eres muy divertido. No puedes ganarme y lo sabes, pero aun así lo sigues intentando. Déjame mostrarte la verdadera desesperación —se burló el tigre.

—Inténtalo, pero si me das la más pequeña oportunidad, te comeré vivo. ¡Ven, imbécil, vuélvete mi cena! —gritó Andrés, su mirada más sombría y sus labios sonreían de manera macabra.

El tigre se lanzó de nuevo, pero esta vez Andrés no se movió como si eso buscara, el tigre atrapó a Andrés entre sus dientes y lo elevó del suelo.

—¡Aaaaaaa! —gritó de dolor Andrés mientras de su boca escurría sangre.

—¡No! —gritó Eun-Ji mientras lloraba desconsolada. En el tiempo que llevaban juntos, esta era la primera vez que sentía que podía perder a Andrés. Maldijo mentalmente a Li Wei, el causante de todo.

Los demás también estaban nerviosos y asustados, admirando a Andrés por pelear contra algo así a pesar de estar sufriendo demasiado.

En el momento en que el tigre pensó que su victoria era segura, Andrés apuñaló su ojo con el cuchillo.

El tigre rugió y abrió su hocico para dejar libre a Andrés. Medio muerto, Andrés liberó el cuchillo y, en un movimiento rápido, lo clavó en el otro ojo del tigre.

El imponente tigre rugía de dolor mientras se movía por el lugar. Andrés estaba aferrado al cuchillo y era sacudido violentamente cada vez que el tigre movía la cabeza.

En un movimiento, Andrés cayó sobre el lomo del tigre y, antes de ser arrojado al suelo, clavó varias veces su cuchillo en la nuca del tigre. Aunque no lo mató, lo dejó muy herido, y ambos cayeron al suelo.

El tigre rugía de dolor mientras agonizaba en el suelo. Andrés se arrastró por el suelo hasta estar cerca del tigre.

—Ja... Jajajaja —se burló Andrés—. Maldito hijo de perra, te tragaré vivo —dijo antes de clavar sus dientes en la piel del tigre.

Como una bestia salvaje, Andrés, cubierto de sangre y con la mirada de un lunático, mordía una y otra vez al tigre mientras reía.

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La escena era traumática; todos los que estaban en la cueva desviaban la mirada, y algunos vomitaron al ver tan cruel espectáculo.

Eun-Ji lloraba de tristeza. ¿Cuánto dolor debía estar sufriendo Andrés para comportarse de esa manera? Sabiendo que el peligro había pasado, salió de la cueva cubierta en lágrimas y corrió hasta donde estaba Andrés.

—¡Andrés! —gritó sollozando—. Detente, por favor.

Andrés giró y, al ver la mirada triste de Eun-Ji, se detuvo. Tomó el cuchillo que le quedaba y lo clavó en la garganta del tigre, acabando con su vida.

—Euni —le mostró una dulce sonrisa—. Gane... —dijo antes de caer desmayado.

—¡Andrés! —grito Eun-Ji mientras lo sujetaba entre sus brazos—. ¡Resiste, no me dejes!

Eso fue lo último que Andrés escucho vagamente.

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En medio de la cueva, Andrés estaba despertando.

—… ¿Qué pasó? —dijo débilmente mientras abría los ojos.

Tan pronto como su conciencia volvió, un dolor inimaginable recorrió todo su cuerpo. Andrés casi quedó inconsciente de nuevo, pero resistió.

En ese momento, Eun-Ji entraba con un poco de agua. En cuanto notó que Andrés estaba despierto, sus ojos se humedecieron y una gran sonrisa se dibujó en sus labios.

—¡Andy! —gritó mientras corría al lado de Andrés—. Por fin despiertas, estaba muy preocupada —dijo débilmente mientras lo abrazaba y pegaba su rostro al pecho de Andrés.

—Lo siento —dijo Andrés con una mezcla de alegría y arrepentimiento.

—Es mi culpa, si tan solo no hubiera insistido en ayudarlos, nada de esto habría pasado —dijo entre lágrimas.

—No es tu culpa —la consoló mientras acariciaba suavemente la cabeza de Eun-Ji—. Pero estoy feliz de seguir con vida —susurró mientras la abrazaba.

Aunque su relación era más parecida a la de amigos, sentían un profundo cariño el uno por el otro. Las grandes dificultades que habían pasado los habían llevado a volverse muy cercanos.

—¿Pero cómo fue que sobreviví? Estoy seguro de que mis heridas eran bastante profundas —preguntó Andrés.

Eun-Ji se sentó a su lado y empezó a acariciar su mejilla.

—Debemos agradecer a Adom. Él te trató con ayuda de Anastasia —dijo tranquilamente.

—¿Podrías llamarlos? —pidió Andrés.

—Eso haré —dijo Eun-Ji antes de salir de ese espacio de la cueva.

Al cabo de unos minutos, regresó con ambos.

—Quiero agradecerles a ambos. Soy alguien que siempre recuerda sus deudas y jamás olvida una ofensa. Les pagaré esta deuda en el futuro, lo prometo —dijo con profundo agradecimiento.

Ellos no entendieron, pero Eun-Ji tradujo lo que dijo Andrés palabra por palabra. Aunque no habían tenido el tiempo de conversar mucho antes del incidente, las pocas veces que charlaron, Eun-Ji sirvió de intérprete para que la información se transmitiera correctamente.

—No tienes por qué, nosotros somos los que deberíamos agradecer. Arriesgaste tu vida para salvarnos, de nuevo, eso solo aumenta nuestra deuda contigo —respondió Anastasia.

—No lo tomes en cuenta, gracias a ti logramos superar esa dificultad, hermano Andrés —comentó Adom.

Después de conversar un poco más, ambos dejaron solos a Eun-Ji y Andrés.

—Me sorprende que sepan curar heridas de esa magnitud —comentó Andrés.

—Según me dijo Adom, ellos vivían lejos de la ciudad y era común que se lastimaran. Al igual que nosotros, aprendió algunas cosas ya que no le quedó otra opción.

—Me siento fatal... —dijo mientras sonreía.

—Lo imagino. Pero que sigas con vida es algo por lo que debemos estar agradecidos, ¿no crees? —le dijo mientras le sonreía de igual manera.

—¿Cuánto estuve inconsciente?

—Cuatro días —respondió Eun-Ji.

—¡¿Tanto?! —se sorprendió Andrés.

—Sí... Estaba muy preocupada de que no despertaras. No vuelvas a hacer algo tan imprudente de nuevo.

—¿Cómo me pides eso cuando cada día aquí estamos cerca de la muerte? Pero está bien, no lo haré de nuevo a menos que sea muy necesario.

Eun-Ji le comentó lo sucedido durante el tiempo que estuvo inconsciente. Como conocía a Li Wei de antes, le contó sobre la habilidad de cultivar que ganaron cuando llegaron a este lugar. Al ser un artista marcial de una familia antigua, conocía de esto aunque siempre pensó en ello como un cuento.

Con la información que intercambiaron, lograron hacer un avance y descubrir cómo cultivar de manera efectiva. Según sus palabras, Li Wei, Adom, Luis y Sophie eran bastante hábiles en esto. En los pocos días en que Andrés estuvo inconsciente, habían logrado subir un nivel.

Como no estaban seguros de los verdaderos nombres, acordaron medir los niveles en "Estrellas" y subirían una con cada nivel adquirido. Con esto en mente, Li Wei, Adom, Luis y Sophie eran cultivadores de una estrella.

—¿Cuánto subió su nivel de pelea? —preguntó Andrés.

—Bastante, con su ayuda, especialmente la de Li Wei y Luis, hemos sobrevivido de manera más sencilla.

Aunque Eun-Ji y Andrés tenían bastante energía interna, no sabían cómo utilizarla de manera efectiva. Esto los llevó a subir su fuerza y agilidad solo un poco más de la media.

Pero según Eun-Ji, la fuerza de estos cuatro ya superaba la de Andrés.

—Otra cosa, tenemos más refugiados —mencionó Eun-Ji, un tanto nerviosa por la reacción de Andrés.

—¿Cuántos?

—… Veinte personas... —dijo bajando la mirada.

Andrés la miró y dio un largo suspiro. Esto no es un refugio, pensó.

—Espero que no nos den problemas, o no sobreviviré por mucho.

—No digas eso —le dijo en tono juguetón mientras golpeaba las costillas de Andrés.

—¡Aaa! Eso duele —se miraron en silencio y empezaron a reírse.

Andrés descansó el resto de ese día, aunque Eun-Ji lo acompañó para que no estuviera solo. Curiosamente, fuera de Adom y Anastasia, ninguno de los demás se preocupó por la salud de Andrés.

Al siguiente día Andrés quería salir, pero Eun-Ji, preocupada por que le pudieran quedar secuelas, se negó a eso y lo mantuvo descansando por otro día más. Aunque le contó sobre el método de cultivación que pensaron con Li Wei y también comenzó con su práctica de cultivo.

Mientras Andrés meditaba, entró en un trance. Se observó a sí mismo en un bosque junto a un profundo lago cristalino.

—Veo que ahora estás viviendo mejor —pronunció una voz que venía directo del agua; Andrés supo de inmediato que se trataba de la serpiente de plumaje verde.

—Algo así —respondió indiferente.

A diferencia de la primera vez, ya no le asustaba tanto y, después de todo, tampoco era que esa cosa estuviera presente.

—… Incluso adquiriste valor, aunque no me gusta la forma en que me hablas —respondió furiosa la serpiente—. Veo que estás por hacer un avance en tu práctica.

—No estoy seguro, seguí el método que me dijo Euni pero desconozco los resultados. Más importante, pareces saber mucho de esto.

—Al igual que los humanos, nosotros también debemos cultivar nuestro cuerpo para alcanzar la inmortalidad. Aunque el método es distinto. ¿Acaso esperas que te enseñe? —se burló la serpiente.

—No, no quiero eso. Pero podrías decirme si existe alguna manera de salir de este lugar.

—La hay, aunque es imposible para ti en este momento.

Andrés se arrodilló y pegó su cabeza al suelo.

—Gran ser, ¿podrías iluminar mi inútil existencia y decirme cómo salir de aquí?

—Jajajaja —se burló la serpiente—. Me gusta tu actitud. Escucha, existen dos maneras: la primera es que alcances el Reino del Sabio Inmortal —dijo.

—¿Sabio Inmortal? —preguntó Andrés.

—Escuché que esos niños de afuera dividieron en Estrellas los niveles, ¿no es así? Siguiendo esa clasificación, necesitarías volverte un cultivador de 19 estrellas. Cuando alcances ese nivel podrás viajar entre dimensiones —explicó.

—¿Cuánto me tomaría?

—Si eres constante en tu práctica, estimo que varios cientos de miles de años, dado que la energía aquí es muy escasa.

—¿Qué? —respondió con incredulidad Andrés—. Eso es imposible.

—No es así. Siguiendo su clasificación, cada estrella que subas añadirá cierto tiempo de vida a tu cuerpo. Aunque alguien con talento no tardará en superar las 3 estrellas, a partir de las cuatro estrellas todo será diferente. El Reino de la Fundación, que es el segundo, separa la basura de las gemas y mostrará a quienes de verdad puedan alcanzar la inmortalidad. Cuando llegues a cierto nivel, el tiempo será algo de lo que no debas preocuparte.

—Mencionaste dos maneras. ¿Cuál es la otra?

—La segunda manera es más difícil. Si vas al oeste de aquí, encontrarás un extenso mar. Déjame advertirte que es la zona más peligrosa de esta dimensión. En el abismo marino habita el rey, su apariencia no es diferente de la mía. Es una raza de serpiente, debe ser más o menos de mi tamaño pero sus escamas son negras. Ese mocoso tiene entre sus tesoros una técnica de espada, la "Técnica del Vacío Celestial". Si la dominas, podrás cortar el espacio y abrir una grieta hacia tu dimensión.

—¿Cuál es el nivel de esa criatura?

—Creo que acaba de entrar al Reino del Emperador Celestial, su equivalente sería un cultivador de 16 estrellas.

Esa información le demostró a Andrés que era casi imposible salir de allí. Si apenas unos cuantos años ya era difícil, no podía imaginar lo que supondría cientos de miles de años, incluso era escéptico de que lograra vivir tanto.

Quería conversar más con este ser pero escuchaba vagamente que alguien lo llamaba.

—Andy... ¡Andy! —gritó Eun-Ji mientras lo movía.

—¿Qué ocurre? —preguntó Andrés mientras abría lentamente los ojos.

—No te movías, me asustaste —dijo Eun-Ji soltando un suspiro.

Sin darse cuenta ya había amanecido. Con la aprobación de Eun-Ji, Andrés dejó la cueva.

Era el momento de encontrarse con todos. Tal como dijo, había alrededor de 20 personas de diferentes nacionalidades y constituciones.

Eun-Ji presentó a Andrés a los demás, pero a nadie le importó. Durante el tiempo que ella había cuidado de Andrés, Li Wei se había convertido en el líder de los demás sobrevivientes. También se aseguró de decirles cómo Andrés había abandonado a muchos antes y que no estaba bien de la cabeza.

La mayoría lo miró con desprecio, pero a Andrés no le importó. Eun-Ji, molesta, iba a regañarlos, pero Andrés la detuvo. Ese fue el comienzo de los problemas.