La noticia recorrió la comunidad como una ola llena de terror y la culpa sumía a Martin en una profunda tristeza y melancolía, se quedó paralizado en el establo un momento procesando la muerte de Bruno. Decidió salir hacia la plaza donde siempre iba a reflexionar buscando consuelo al observar el horizonte misterioso y aterrador. Nadie lo entendía, cuando lo vean sólo allí.
Los Vanguardistas son una de las tres facciones de defensa del régimen, su trabajo quizá el más peligroso al transportar los suministros entre las comunidades centrales y periféricas y no había registros de que alguna persona antes de Bruno hubiera sido solicitado para ser parte de una misión con estos transportadores, en ninguna comunidad. Martin seguía sin comprender cómo pudo ceder ante la insistencia de Dana, y ahora estaba lamentando la muerte de su jefe de establo. El exterior que tanto anhelaba conocer, también le aterraba.
Shika, que parecía más un mensajero que un aprendiz de carnicero, volvió una vez más a donde estaba su líder, claramente molesto y también confundido, habló:
_Maestro, tengo un mensaje para usted. Lo dijo casi refunfuñando. _Habrá una reunión de líderes en la comunidad de defensa central, y el capitán Leo irá hacia allá. Martin no contestó, solo hizo un ademán para que se retirara, dejando aún más molesto a Shika. ¿Una vez más, sería ignorado? No. No podía pensar en esto. Miró hacia el horizonte tratando de buscar algún consuelo. Pero la realidad lo devolvía con cada peón que pasaba volviendo a sus hogares luego de una jornada extensa de trabajo. ¿Acaso el régimen no valoraba a los líderes de cultivo? Quería, a pesar de todo, salir aunque sea una vez en su vida.
Pronto vio a Ginai, quien ahora venía con los demás alumnos, Apu, Shunko y José, visiblemente consternados. ¿Qué les pasaba? ¿Les afectó la muerte de Bruno? Pensó. Tenía distintas expectativas con cada uno de ellos, los creía capaces de superarlo en control de Apoq'ra y desarrollo de un Khra'gixx que les permita ser los próximos líderes de su comunidad. Él pudo, ¿por qué ellos no? Él es capaz de regenerar la tierra infértil, incluso si está muerta durante años. Si pudiera, les compartiría este don. Después de todo, desde antes de que él naciera, el Apoq'ra y las distintas especialidades (Khra'gixx) habrían sido la base para la supervivencia y para el nacimiento de las comunidades.
De pronto, recordó fugazmente a Naoya y comprendió parte de su angustia. ¿Estaría ella orgullosa de él? Y antes de que llegaran sus alumnos, salió corriendo hacia el cuartel de la policía del orden.
_Maestro, ¿qué pasa, maestro?. Las palabras de sus alumnos fueron inútiles. Fueron ignorados por el, y a toda prisa, cruzó la pequeña plaza que separaba el centro de líderes y las viviendas, dobló en la esquina de la segunda cuadra donde estaba la carnicería, Shika lo vio correr y se preocupó. Lo siguió con la mirada hasta que estuvo al frente del cuartel. ¿Qué pensaba Martin?
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Él y Naoya habían sido inseparables hasta que ella desarrolló una especialidad regenerativa en las heridas, la habían mandado a la comunidad de salud y nunca más volvió a verla. Así funciona el régimen y su selección en base al control y especialidad de los dones. Y si ninguno de sus alumnos pudiera desarrollar un Khra'gixx que sirva para su comunidad, sus esperanzas estarían truncadas. Él seguiría siendo el líder. Ahora entendía esa mirada de Ginai cuando le explicó el método para mejorar su Khra'gixx. No sentía afecto hacia ella, no sentía más que esperanza. Ya estaba cansado de ser líder. Pero esta vez tendría que serlo.
Cruzó la puerta del cuartel casi con vehemencia, ante la mirada sorprendida de los tres cabos que estaban jugando un juego de runas. _Hola, nuestro querido líder, ¿qué lo trae por este lugar?. Dijo el más joven y también más egocéntrico de ellos.
_¿Dónde está Leo?. Preguntó Martin sin prestar atención ante la sonrisa burlona de este.
_El capitán Leo querrá decir usted...
_¿Dónde está?. Preguntó más fuerte y parando en seco la arrogancia del joven.
El capitán Leo salió de su oficina, con una mirada de profunda molestia.
_ Buenas tardes, ¿a qué le debo la visita a semejante eminencia? La voz burlona y la arrogancia era característica de casi todos los policías del orden. Martin nunca comprendía por qué.
_Suboficial Leo, porque le recuerdo que aunque todos le llamen capitán, usted es un simple suboficial. Necesito saber qué le pasó a Bruno y al escuadrón vanguardista. La cara de Leo y la de sus subordinados no ocultaban perplejidad ante tal ofensa.
_Disculpe, señor, creo que todos estamos igual de perplejos. Pero puedo decirle que la única que sabe la verdad es “La Gula”. Es la única sobreviviente.
_¿Qué? No entiendo nada. ¿Quién informó el hecho? ¿Por qué un joven aprendiz de carnicero fue el encargado de avisarme?. Preguntó Martin muy molesto.
_No lo sé, señor. Yo también fui informado por uno de mis cabos. Al parecer, la misión no fue muy lejos de aquí, y “La Gula” se las arregló para llegar hasta el muro, donde fue inmediatamente trasladada hacia el centro de salud luego de sus primeros auxilios. Tenía una herida muy grave según lo que escuché». Leo habló ahora con un tono más de respeto, y tomando aire le informó a Martin sobre la reunión.
_ También he sido notificado de dicha reunión por Shika. El silencio en el pequeño cuartel fue interrumpido nuevamente por la voz de Martin.
_Sé que te han elegido para esta reunión, pero he decidido ser yo quien vaya. Cargaré con la responsabilidad en el asunto. No necesito ninguna objeción, suboficial, ya lo he decidido.
_ Señor, sé que usted y yo a veces no nos comprendemos. Lo que pienso de usted...muchas veces parece estar perdido en el horizonte, quién sabe por qué y en qué piensa. Pero le diré algo: lo respeto, y acepto su decisión. Además, yo no deseo salir al exterior. Esta última frase fue con un tono sarcástico; Martín sintió como si juzgará sus pensamientos.
_ Así será entonces. Prepararé ahora mismo el equipo y suministros. Hasta pronto y disculpe mis modales.
Martin salió del cuartel decidido a que la muerte de Bruno no fuera en vano. Necesitaba saber qué pasó, sin importar si su vida peligraba. En el fondo, sintió algo que jamás antes lo sintió: quería proteger a su comunidad más que salir al exterior, y esto lo encontró con emociones nuevas.
Sin embargo, en el cuartel de la policía, las miradas sombrías y el clima tenso por la visita del líder habían incrementado. La orden de que Leo fuera el que vaya había llegado expresamente del líder de la policía del orden. Y no solo era eso; Martin era un líder que podían exponer a tal peligro. Entonces, con la mirada oscura y un tono de voz rudo, Leo les dijo a sus subordinados:
_ Oigan, ¿todavía tienen esas plantas que hacen dormir a las personas por tres días?