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La Operación Suicida [español]
Capítulo 8 – Medio Cerebro de la Operación.

Capítulo 8 – Medio Cerebro de la Operación.

Parte 3 – Entre la Vida y la Muerte.

A los ojos de aquel hombre, todo empieza a ralentizarse. Joyth quiere apuntar al hombre con la pistola, pero se ve afectado por aquella ralentización. Petra y Mike no logran voltear sus cabezas a Joyth y sorprenderse; también se ralentizan. Mientras el hombre camina a paso lento hacia Joyth, dejando una sólida estela de oscuridad, se jacta de una verdad que nadie sabe. Un axioma que todas sus víctimas tuvieron que aprender por la fuerza, incluyendo al mismo Tovar.

—Joyth, Joyth, Joyth. —Aquel hombre, se acerca al infortunado sujeto y se deja caer de costado a la puerta, teniendo cuidado de no impactar con fuerza en su superficie—. Siempre fuiste tan escurridizo.

Con los mismos ojos recelosos y penetrantes, voltea su mirada hacia sus soldados privados Mike y Petra. Habrían terminado de hacer algo y se nota por sus expresiones; no le importa, ya que considera que el ser humano es preso de sus placeres. El hombre supone que Joyth se liberó con éxito y los encerró ahí, donde habrían decidido pasar el momento de aburrimiento; sin embargo, no comprende el porqué había abierto la puerta de ellos. El hombre hace un falso suspiro cuyo sonido tampoco no puede moverse, y le murmura a Joyth desde un lado de su cabeza.

—Me habían dicho que eras un maldito narcisista, y tenían razón —Su murmullo da una sensación que aterrorizaría a cualquiera que lo escuchase. Pueden ser sus palabras, o la entonación que juega con los instintos del oyente—. Me lo contaron todo, y se nota lo bien que quisiste deshacerte de los testigos.

Antes de proseguir, Ripper (O Rosher) se acerca más al oído de Joyth. Se puede notar cómo su piel está erizada y lo demasiado contraídas que están sus pupilas. Le susurra algo que su oído captará al pie de la letra, cuando todo termine.

—Una vez más, me has engañado descaradamente, y eso tiene su precio —Suspira—. Eres el más listo y por eso te habías ganado mi confianza; te creí el más fiel a mi laboratorio. Incluso si fuese ilegal tu estadía en la EMI, yo te hubiese cubierto.

Ripper baja la mirada con consternación, mientras hace una breve y dolorosa pausa para decir lo siguiente

—Creíste explotar mis debilidades, pero en vez de eso, yo terminé explotando las tuyas. Te había dicho que soy un androide, más no te quería decir… que mi cuerpo no funciona con electrones, sino con fotones (luz). La Provincia Ibérica me puso tanto amor que generó la mayor inflación del mundo, y me confirieron el siguiente poder devastador: Cuerpo y mente que pueden ir tan rápidos que la luz, por diez segundos.

Recordando la última vez donde se encontró con Joyth, Ripper recuerda cómo logró zafarse de esa situación.

Detuvo el tiempo y tuvo intenciones de matarlo; no obstante, sus limitaciones no lo dejaron. En vez de eso, rompió el cristal antibalas del laboratorio y aprovechó los segundos para lanzarse con ingravidez —por lógica, la gravedad no funciona en él durante ese estado— y usar el cristal como escudo que recibió toda la metralla de las granadas. Con intención, rebotó uno de los fragmentos para que atine al riñón de Joyth, pero le salvó el teléfono que llevaba en su bolsillo lumbar.

Cuando Ripper se levantó entre los escombros y polvo de porcelana, el Ente Fungus ya no estaba ahí. Su conclusión fue que Joyth lo aniquiló. Su proyecto más preciado que le costó cinco años, y su esfuerzo, vueltos a la basura.

Luego de contarle esto, Ripper se acerca más a su oído y le continúa hablando con voz queda.

— Sí, tengo mis debilidades. Aunque no comprendo por qué haces esto… al menos comprendí el porqué no pude matarte. Me obsesioné (o mi programación me obligó a obsesionarme) de que aprendieras una lección, y resulta que eso hago con todo aquel que haya demostrado ser muy fiel a mí. Pero esto es una gran desventaja, y no me volveré a dejar llevar.

Seguido a esto, Ripper alza su brazo y coloca su dedo índice a la altura de la sien de Joyth.

—Me aseguraré de que puedas levantarte.

Su dedo penetra en lo profundo del hemisferio izquierdo de la cabeza del otro. Un corte limpio que no deja trozos de hueso por dentro, y Ripper saca su dedo. El tiempo está tan detenido que su dedo no se mancha por la sangre y deja una acumulación de luz dentro de su masa encefálica. Aunque lo haga con cuidado y midiendo su fuerza para no destrozarlo (porque sí quiere, puede atinarle un golpe y mutilarlo en varios pedazos debido a su fuerza lumínica), siente que es inútil luchar contra su programación.

—Te dará unas horas de tiempo, a menos que llegues a un hospital… y que tenga a los mejores doctores del mundo —Le dice Ripper, mientras se aleja con su mentón levantado y se oculta para evitar ser visto desde la celda de Mike y Petra—. Tienes 5% de posibilidades de sobrevivir y si lo haces, un 5% de quedar loco y otras 80% de siquiera poder mover los ojos cuando despiertes. Que tu oído de 0.172 segundos de percepción, logre captar todas estas palabras.

Buenas noches.

Terminando su oración, el tiempo regresa a su curso.

Mike se siente cansado; su rostro y mirada se ven tan secos que parece un muerto viviente de las películas apocalípticas. Junto con Petra, está sudado y acalorado; la humedad nunca había sido tan sofocante. Petra se ruboriza y se arrima hacia un lado, donde levanta su ropa y se tapa. Mike hace lo mismo, con mucho más rubor que la otra.

— ¡AY! ¡JOYTH! —Exclama Petra con una sonrisa de incomodidad—. ¡AL MENOS TEN LA DESCENCIA DE TODAS LA PUERTA!

— ¿¡Acaso lo lograste, Joyth!? —Pregunta Mike, mientras se sienta de espaldas a la pared.

Pero Joyth no ofrece respuesta. Ocurre una pausa que incomodan a la pareja. Con ojos vacíos y extremidades vibrando en espasmos como si sufriese un escalofrío; Joyth está en un estupor mientras la sangre le recorre los pómulos hasta gotear de su barbilla. Sus ojos están puestos al vacío.

De la pareja, solo es Petra quien logra captar algo. Tiene un mal presentimiento y observa con terror, cómo Joyth pone los ojos en blanco mientras sus manos pierden fuerza, y cae de rodillas. Solo puede jadear y gemir; no puede hablar ni tan solo moverse.

Una vez Joyth se desploma al suelo, Mike y Petra ponen sus ojos como platos. Miradas de horror que se fijan en el limpio agujero en la sien de Joyth, cuya sangre sobresale con lentitud.

De pronto, Rosher se aparece desde un lateral y se revela. Mike y Petra enfocan su atención a aquel hombre.

—No, no logró nada —Dice Rosher, con su mano afincada en la entrada. Hace una mirada penetrante y de desaprobación hacia la pareja—. ¿Y ustedes? ¿Crees que es fácil conseguir medicamentos, Petra? ¿Crees que así tus brazos sanarán, Mike? ¡Por favor!

Mike hace el ademán de decirle lo monstruoso que es, y Petra también; no obstante, no pueden. Están tan horrorizados y Petra hace más esfuerzo en evitar hacer un visaje.

El actuar tan frío de Rosher y como si nada pasara, es tan horrible como lo que pasaría si ambos se hubiesen atrevido a decir más información. No sabían de su presencia, ni cuando Joyth recibió ese agujero en la cabeza; todo había ocurrido demasiado rápido. Los perturbados ojos de Petra solo logran vislumbrar la cinta esparadrapo que cubre la mano de Rosher; Mike también lo capta segundos después.

—Entendido… Rosher —Mike rompe el silencio—. Solo… Joder… Qué incómodo. Sabrá Dios el cómo me estoy sintiendo realmente. —En realidad, Mike solo está intentando procesar lo reciente—. A la próxima le avisamos.

Rosher los mira de hito en hito y de abajo hacia arriba; mirada que hacen los imponentes cuando desaprueban el comportamiento de alguien. Hace un suspiro y les da la espalda para irse hacia la salida. No sin antes detenerse y mirarlos por encima del hombro.

—Y limpien ese cadáver de ahí; comenzó a agarrar moscas y no quiero que se descomponga aquí. —Les dice Rosher de modo imperativo, refiriéndose al cuerpo de Thaniuska, y abre la puerta—Y más vale que salgan lo antes posible. Activé la alarma y la EMI está llamando refuerzos; no los cubriré, porque tienen órdenes de matar a quien sea.

Luego, da un portazo cuyo resonar hace eco en toda a la sala (la única no insonora) y hace que la pareja se estremezca. Petra, sintiendo incomodad para sentarse, se arrima y se pone su ropa lo más rápido que puede; Mike hace lo mismo, y no puede evitar gritar del horror.

— ¡E-ESTÁ MUERTO! ¡JOYTH ESTÁ MUERTO! ¡JODER…!

Pero Petra le atina una cachetada tan fuerte que, sin ironías, podría romperle la cara a cualquiera. Mike la observa de hito en hito y confundido por lo sucedido. Sus ojos recelosos llevan intención de ser penetrantes y están diseñados para intimidar (o sumir) a cualquier mujer. A Petra no le afecta, y recordando la vez que Mike gritó lo mismo, pero con Thaniuska, le vocifera.

— ¿¡Puedes callarte DE UNA MALDITA VEZ!?

La mirada no le funciona a Mike y él es el que sale intimidado. Con sus pantalones recién puestos y estando por ponerse su camisa (teniendo unos pectorales y músculos de la espalda marcados), se siente tan incómodo como para decir algo.

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— ¡SI VAS A GRITAR MIERDA, SOLO CÁLLATE! —Petra le grita, y luego se arrima hacia Joyth para tomarle el pulso a través de las venas de su cuello. Su expresión resulta en un asombro positivo y se ve con esperanzas— Además, ¡todavía tiene pulso! ¡Podemos salvarlo si lo sacamos de aquí!

— ¿¡Pero sobrevivir un viaje al norte del occidente!? ¡No jodas, Petra!

Petra se vuelve hacia Mike, y le grita con todo vigor que se puede notar a través de sus ojos.

— ¡HAY QUE INTENTARLO, COÑO!

Pero esto solo genera un silencio abrupto. Mike logra captar el temor y el pánico que Petra está sintiendo en este momento. Un jadeo que delata sus latidos cardiacos y la forma en que sus ojos están mirándolo. Mike no sabe qué decir.

Si es una estúpida, o un simplemente una mujer positiva. Anteriormente, cuando le dijo “Quiero ir a casa”, Mike había pensado que Petra iba a ser como las otras chicas: Sumisas, inútiles e incapaces de vivir solas psicológicamente; pero esto es solo una generalización hecha por él mismo, debido a su experiencia con las casi centenares de mujeres con las que interactuó. Ahora él es el confundido, pero se opone Petra. Sus pensamientos revolotean.

Sería más fácil escapar, ahora que Rosher no sospecha. Joyth se lo buscó y se mereció la muerte desde antes; por lo tanto, nadie lo recordará. Solo fue un suicida sin méritos al que, incluso Petra, podría olvidar al día siguiente.

Aquel pensamiento que él considera macabro, resuena en su psique. Pero su corazón débil y comprensivo, puede con su mente racional y egoísta. Joyth ha salvado a Petra de un apuro y, por lo tanto, deben de llevar décadas de amistad. No puede dejarse llevar por su odio… no, no debe. Joyth tiene que permanecer vivo, al menos para que Mike propine una bofetada como venganza por la golpiza.

—No puedo llevarlo cargando y lo sabes, Petra. —Responde Mike, cediendo, pero también en su etapa de Negociación que corresponde al duelo. Ya pasada la Negación.

Pero ella no le hace caso. Se vuelve hacia la pequeña puerta y la abre, donde extrae el maletín. Lo abre y saca el botiquín de primeros auxilios, que utiliza para vendar la cabeza de Joyth con gasa y el espadrapo, cuidándose de no lastimar la masa encefálica que aparenta luchar por sobresalir del agujero de su cráneo. Lidiar con un herido es difícil, pero lidiar con un herido de gravedad lo es mucho más. Mike prefiere cuidar primero a los más sanos, para que no terminen como los más graves; filosofía que le es imposible de inculcar a Petra. Aun con un atisbo de ego, Mike intenta apartar a Petra con su bota.

— ¡Eh! ¡Petra, óyeme! —Dice Mike, mientras intenta aguantarse una expresión horrorizada, porque el optimismo de los demás es lo que entristece a los pesimistas—. ¡Solo vas a condenarlo! ¡Si sigue vivo por eso, significa que ese tal Ripper o Rosher (O el alias que le puso su puta madre) lo hizo a propósito! ¡No volverá a ser el mismo, y lo sabes!

Petra no ofrece respuesta; está tan absorta en Joyth, que no parece tener contacto con el exterior. Mike le interpela.

— ¡EH!

Petra le responde con un tono reflexivo, sin que Mike se lo espere.

—No solo se trata de un amigo, sino de alguien que considero un hermano. No creo en la eutanasia ni que matar sea un acto de valentía; dejarlo morir, no es una opción. No soy Joyth, ni Thaniuska, ni Valbuena, ni tú; soy Petra, y también tengo mis fortalezas —Le dice Petra, y luego dirige su mirada hacia los ojos perturbados de Mike—. Conozco a sus hijos, ¿acaso crees que les diré que dejé morir a su padre? ¡No me gusta mentir, Mike! Por eso ninguno de nosotros confiamos en ti; eres un maldito incompetente que solo piensa en sí mismo.

El último clavo en el ego de Mike, y sus esperanzas. Incompetente es la palabra más fuerte que se le puede decir a él. Joyth se lo dijo, y anteriormente, escuchó a los demás decir lo mismo.

Eres una mierda para hacer estrategias, Mike —Palabras de Petra, durante el enfrentamiento contra Akihito.

¿Entonces no son conspiraciones de Joyth, y es verdad que Mike es incompetente? Con una herida en sus profundos sentimientos, hace un quejido de frustración y se acerca dos pasos.

— ¿Por qué tanta determinación por un hombre moribundo?

Y lo que le responde Petra, son palabras tan firmes que incluso le hace sentir pequeño. Petra es muchos años mayor que Mike, y eso es un detalle que había olvidado por completo. En sus ojos, se puede ver a la mujer que aún se siente dolida por haber amenazado a su mejor amigo con una pistola —tomando en cuenta que Joyth le dio una golpiza a Mike y no se detenía—, y siente deseos por pedirle disculpas. Las mujeres son incomprensibles, al igual que los autistas.

—Tenemos que hacernos responsables de nuestros errores; el mundo no se detendrá para corregirlos. Esto lo causé yo, y yo misma lo voy a solucionar.

Mike continúa anonadado; es un momento importante y no puede lograr que Petra ceda. Así que no tiene más remedio que rendirse, y le expone.

— ¡Bien, entonces haremos esto! —Mike señala hacia la pared, como para señalar lo que hay más allá de ella—. Enterramos un teléfono en un oasis, no tan lejos de aquí. Yo escaparé hacia allá, y contactaré para que nos recoja un helicóptero. Tengo contactos en el norte de áfrica, campamento de occidentales, que podrían estabilizar a… Joyth —sigue renuente, a pesar de todo— para nuestro viaje a EEUU. Te pondrás el traje, sales cagando leches y te alejas unos metros del laboratorio.

— ¡Está bien, niño de áfrica!

Mike la mira ofendido.

—No te cubriré si fallas, ¿de acuerdo?

Petra asiente, y esto es más que suficiente para que Mike se lance a la acción. Muestra un atisbo de melancolía cuando pasa al lado del cuerpo de Thaniuska, pero prosigue hasta la entrada. Petra causó su muerte, y la hubiese causado de igual forma si no fuese en sus manos. Por un momento, Mike duda en irse y hace el ademán de extender su mano para indicarle a Petra que lo acompañe; no obstante, no puede hacerlo. Tiene que irse a través de la entrada convencional y pasar por un montón de controles. ¿Qué pasará si la ven cargando a Joyth? ¿Qué pasa si Ripper está ahí y la descubren salvándolo?

Esto lo regresa a la realidad y, sin mirar hacia atrás, se va con un portazo.

Yéndonos de lleno a la perspectiva de Petra, ella saca los trajes de su maletín. Son pesados, tienen varias partes complicadas de abrochar y llevan un peso no mayor a 1 kg, cada uno. No pensaba utilizarlos; su misión original era menos caótica, considerando que incluso los altos mandos se habían reído de la decisión de Joyth de encargarlas. Le invade una fuerte sensación de culpa, como de pincho en el tímpano se tratase.

Petra le coloca el peto a Joyth y con cuidado; es complicado de abrochar, tiene muchas partes que se cierran a lo brusco y podría romperle un trozo de piel. El peor escenario es que el traje no se ajuste bien a Joyth y le termine presionando hasta romperle las costillas lumbares. Por precaución, Petra se arrima y le revisa los bolsillos de Joyth, descubriendo que la mayoría los tiene rotos, excepto un bolsillo de su pantalón. Tiene una nota, que lleva una combinación y dice ser una salida secreta.

Mucho mejor que el ascensor, o la salida que cavé con Mike, piensa Petra, a quien no le interesa mucho el cómo Joyth tiene la nota o el porqué.

Solo está abstraída en cierto recuerdo, que no deja de invadirle mientras observa la vacía expresión de Joyth. Inconsciente y con las líneas de su rostro que indicaban haber sentido el mayor temor de su vida.

Había sido hace casi un año, poco tiempo que el general dio la información y decidieron participar en la operación. Viajaron en una camioneta azul. Petra se halló en el asiento trasero del auto, que conducía Mike junto a Thaniuska en el asiento de copiloto. Gélido, bien acojinado y con ventanas oscuras que ofrecían comodidad.

Petra sintió tanto frío que intentó abrazar a Joyth para calentarse un poco; no obstante, Joyth estaba tan absorto en su teléfono que pareció estar desconectado de su mundo exterior. Indiferente al abrazo de Petra o de las conversaciones de Mike con Thaniuska, donde el mismo Mike intentó coquetearla, pero falló.

No solo lo abrazó por el frío, sino por el intenso cariño que siente por él. No es enamoramiento; es un sentimiento de unión profunda que puede sentir cualquier persona por alguien. Petra siente curiosidad en lo que ve, y vislumbra una lúgubre conversación que tenía con su esposa.

Joyth se dio cuenta y apartó a Petra con fuerza. No le gusta que le abracen, y los enmascaradores perfumes de Petra aturden; cosa que le dijo y con toda justificación debido a la sensibilidad de los sentidos.

Petra apenas pudo ver dos mensajes.

Joyth: ¿Acaso es otra expresión que debo aprender, o estás antipática?

Amor: —Emoticono de decepción— Que te voy a estar esperando y quiero que vengas vivo. Si vas a estar hembreándote (coqueteando) a otra mujer, al menos recuérdame.

Luego, recibió otro mensaje. Una foto familiar donde se vio a Joyth, al lado de su esposa, que aparentó tener 10 años más que él. Sus hijos, que son un niño y una niña, rozaron edades cercanas a la niñez y la pubertad. Todos parecían muy felices, incluso Joyth quien esconde cierta satisfacción detrás de su mirada neutra y poco fotogénica, revelando un hombre de rico mundo interior que descuida sus expresiones exteriores. Fecha 17 de junio del 2027, el lugar fue una heladería.

Tras esto, Joyth bajó la mirada y sus ojos se llenaron de pavor. Tanto que abrió el auto y enfiló la aislada calle tan pronto como podía. Mike y Thaniuska observaron atónitos, y Petra tuvo que salirse para perseguirlo. Ahí fue donde se lanzó hasta embestirlo.

Petra lo tuvo con los brazos agarrados y ambos forcejearon; Joyth no quería afrontarlo y quería abandonar la misión. Con tenues lágrimas y evadiendo la mirada, solo expresó tener un miedo profundo a morir y dejar a sus hijos huérfanos. Por supuesto, la salud de su esposa no le daba mucha confianza.

—Mis hijos necesitan un padre —Dijo Joyth, terminando de forcejear.

Petra no entendió sus palabras y es entendible; nunca tuvo hijos y no comprende el amor paternal, como tampoco, el amor maternal. Aun así, no lo quiso dejar ir. Si sus hijos necesitan de un padre, entonces su escuadrón necesita de un estratega confiable; el jefe no es de fiar, y ella lo sabe.

No aceptó su deserción y lo desafió a que la golpeara si tanto quería liberarse. Aunque Joyth sea un hombre temperamental, nunca sería capaz de golpear a alguien a la ligera.

Pero alguien se apareció y la envolvió con sus delgados brazos femeninos; resultó ser Thaniuska, quien lanzó a Petra a un lado y ayudó a Joyth a levantarse.

Petra tuvo una fuerte discusión con Thaniuska, y esta última no perdió el tiempo; juzgó a Petra con fiereza, recalcando su falta de tacto.

La juzgó por ser una mujer irresponsable, inmadura, carente de inteligencia emocional, terca y antihigiénica. Nunca supo callarse y solo permaneció la mayor parte del tiempo, bromeando como don comedias.

Petra se enfureció y quiso provocar a Thaniuska, pero esta ya estaba hablando con Joyth. La conversación entre estos dos, dejó a Petra tan perpleja que abandonó la idea de provocarla. Solo se limitó a seguir escuchando.

— ¿Cómo les darías un buen futuro a tus hijos? —Preguntó Thaniuska, con su mirada tan recelosa que la caracteriza—. A los míos, quiero garantizarles un entorno seguro, incluso si tuviese que asegurar todo el país, ¿tú, cómo?

Pero Joyth no hizo caso a su pregunta.

—Lo sé, pero ya tomé mi decisión —Respondió Joyth—. Dejaré esto a otra persona.

Thaniuska miró con un débil recelo, y le dio la espalda.

—Entonces deséanos suerte. La necesitaremos.

Petra se quedó aún más asombrada cuando las palabras de Thaniuska, hicieron que Joyth se quede quieto en su mismo sitio, con cara de haber descubierto la existencia de los extraterrestres, o algo parecido. Petra, aun en el suelo, miró a Thaniuska; no bromeó en querer irse sin él.

Y algo se iluminó desde el interior del corazón de Joyth. Tanto que lo dejó con la cabeza baja y con los ojos puestos como platos. Pareció murmurar para sí mismo “Darles un buen futuro, ¿yo cómo?”, y se dirigió a Thaniuska hasta tocarle el hombro. La mujer profirió un gruñido y le quitó la mano de un golpe; su espacio personal fue tan limitado, que el contacto físico —muy normal entre las personas de Suramérica— le pareció hasta amenazante.

Joyth había cambiado de opinión y lo expresó: Haría lo que fuera.

¿Haría lo que fuera? ¿Por quién? ¿Sus hijos? ¿Su esposa o su escuadrón?

La frase fue tan fuera de contexto, que Petra no logró entenderlo. Thaniuska sí, pero solo miró de reojo y prosiguió. Petra no solo se sorprendió, sino que le agarró un fuerte cariño a Thaniuska debido a que, es la única persona que supo cómo lidiar con Joyth. Parece entender su comportamiento frío y antipático, y eso es una prueba más de que Petra actuó mal. Fue muy irresponsable y despistada; una persona que incluso tuvo el descaro de no pensar en una excusa que decirle a Ripper antes de detener a los orientales, aun contemplando esa posibilidad.

Pedirle disculpas a un hombre con daños cerebrales no tendrá sentido, pero conoce a su familia. Un hombre medio, tonto, a veces es mejor que un hombre muerto.

Volvemos al presente. Durante esa oleada de recuerdos y prácticamente actuando en piloto automático, Petra había vestido a Joyth y ya está por terminar de ponerse los zapatos ella misma. El traje lleva una apariencia escalofriante: Dos visores que deberían servir para ver, mochila de oxígeno, varios tubos y una pequeña membrana de tela que está en sus costados. Si tiene un parecido, es en un traje de bioseguridad fusionado con un traje militar. Tenían que detener un arma biológica desconocida, ¿cómo el traje debía ser? Petra piensa en esta ironía y es una muestra más de su personalidad despistada.

Coloca sus brazos por debajo de la espalda de Joyth, de forma que toque su cuello con cuidado; otro brazo por debajo de las rodillas vendadas de Joyth y se impulsa con los pies para cargarlo. Se siente muy pesado. Tanto que Petra vacila hasta el punto de casi caerse y logra adaptarse a su peso. Mike no pesaba tanto.

Aun con el peso jugándole en contra, Petra se aferra a la salida y baja un poco un brazo para alcanzar el pomo; abre la puerta y sale de la sala de interrogatorios, de cara a los pasillos.

Aquí, llega a ver una escena digna de película de ciencia ficción oscura. Una alarma reverberando en todo el laboratorio secreto, donde los pasillos se oscurecen y aclaran en un tono rojizo. El fondo de los pasillos se ve oscuro y resulta inquietante imaginarse lo que puede haber en toda esa obscuridad. No, se equivoca, no es de ciencia ficción; es el de una película de horror y suspenso.

Siguiendo la guía de la nota que encontró, Petra se enfila a través de aquel pasillo con cuidado mientras intenta que la cabeza de Joyth no se mueva con brusquedad. El traje se siente ligero, cálido y acogedor para el frío escenario que corresponde al exterior.

Ahí, es donde se topa con un termostato, que marca los 18°; una temperatura digna de aquel gélido laboratorio. ¿Por qué alguien como Rosher, necesitaría un laboratorio tan frío? Mientras se hace esta pregunta, se las ingenia para tomar la nota mientras carga a Joyth. Da pasos mecánicos y pesados, y se inclina para que su mano alcance el termostato. Número por número, marca una combinación como si del ascensor se tratase.

Esfuerzo infructífero, porque no ocurre nada; la alarma deja de reverberar y solo se aprecia un silencio. Petra coloca la combinación otra vez, y se da cuenta del último número que está confundido. Quien sea que haya escrito la nota —siguiendo la perspectiva de Petra—, es probable que no sepa escribir bien el 8 sin que parezca un 0.

Petra tiene éxito y se abre una puerta. De forma horizontal, y se lleva el termostato consigo. Revela un pasillo medianamente oscuro y estrecho, pero también silencioso. Petra entra en él y se inclina para encajar. Pared por pared, se arrastra deseando con todas sus fuerzas que no aparezca nadie.

Petra profiere un grito; alguien murmura entre aquella tétrica oscuridad.