Joyth alcanza a escuchar todo desde el otro cuarto. Oscuro, húmedo y mohoso. No puede evitar pensar en que algo malo acaba de ocurrir. Una pausa se enciende desde el otro lado, inquietándolo aún más.
Durante ese rato, Akihito tiene a Joyth de rehén; con una pistola apuntando a su sien, y su otro brazo se halla sosteniendo suavemente la otra arma que lleva enfundada en su cintura. Akihito le habla a Joyth entre susurros.
—Bien, Joyth. Vamos a jugar —Le dice con malicia, que al mismo Joyth le resulta imposible mantener la calma, junto con el suspenso de afuera—. Si ellos sobreviven, diles que detengan sus armas. Tal vez te deje libre.
Joyth observa a su alrededor, y se da cuenta de que tiene varios soldados rodeándolo y con rifles de asalto. ¿De dónde sacarán tantas balas? Se pregunta así mismo. Luego, observa a Akihito con un recelo. No le cree en sus palabras, pero se las ingenia para hablarle de forma calmada.
—Eso lo tendría que hablar con el comandante Mike. Aunque sabes… mi vida no importa en nada; si eso significa matarlos a ustedes, por supuesto.
—Vengo de la potencia más grande de todos los tiempos ¡El ejemplo de un sistema que sí funciona! Podemos ser el puto gran hermano y localizar a tu familia… en sentido literal
Joyth se da cuenta de que Akihito simplemente busca provocarlo, así que lo reta.
— ¡Inténtalo! —Joyth le sonríe con ironía—. Igual ya prometí matarte.
— ¡Vamos, si eso pides! —Akihito junte más su pistola en la sien de Joyth; comienza a palpitar de la presión. Luego, prepara su dedo para jalar el gatillo—. ¡Así como cumplo treguas, también promesas!
Pero el escuadrón de Joyth tumba la puerta, alertando al grupo de Akihito y haciendo que ambos bandos se apunten entre sí con sus rifles de asalto. Valbuena se halla con varios agujeros en su ropa, demostrando una vez más su chaleco antibalas; no obstante, tiene cristales enterrados en su pierna derecha de bala. Mike sangra en abundancia con los brazos y apenas puede flexionarlos; tiene varios cristales enterrados en sus músculos. Petra está del otro lado, ilesa y suspirando de alivio porque Thaniuska está bien. La última mencionada, se halla ilesa, a excepción de una gota de sangre que rebosa desde sus mejillas. Thaniuska habría tomado el liderazgo temporal, luego pronuncia el nombre de Joyth.
— ¿Puedes volver luego, Thani? —Ordena Joyth, pero con un tono que oculta algo—. Estos señorcitos me están picando las costillas.
Nota del autor: Picar costillas, se usa para el coqueteo y es jerga popular del 2022.
Akihito altera su respiración en un nerviosismo, y desenfunda otra pistola con su otra mano, levantándola para apuntarle a Thaniuska. Sin olvidar que tienen a Joyth de rehén, el bando occidental endurece sus brazos mientras llevan los rifles consigo. Akihito hace un análisis y les declara.
—Si soy rápido, él muere y ustedes también —Medio aprieta el gatillo de la pistola, lo suficiente como para peligrar también la vida de Thaniuska—. Si no, yo muero; pero ustedes también por igual.
Joyth interrumpe.
—Escúchalo, Thaniuska. Ya perdimos.
Thaniuska le niega rotundamente con la cabeza.
—No te vamos a dejar. ¡Tú te ofreciste como carnada para sabotearles sus planes, no como sacrificio!
Joyth fuerza su risa.
— ¿¡Y acaso dije que saldría ileso!? ¡Ja, ja, ja! ¡ESTÁS CHIFLADA! ¡Yo ya estoy jodido!
Thaniuska pone los ojos en blanco y se enfurece con Joyth hasta el punto de querer apuntarle a él. Luego, le vocifera.
— ¡AY, AJA! ¡ESTÁ BIEN, PERO CONTINUAREMOS SIN TI! ¡CÍNICO DE MIERDA!
Esto último, hace que Akihito y su equipo se confíen. Son 7 en total (contando al jefe que lo tiene apuntado) y el escuadrón de Joyth se conforma por 5 (si contamos a él mismo); es imposible poder con tal superioridad numérica, peor si están armados hasta los dientes. Akihito y su escuadrón relajan sus brazos con sutileza, por lo que Joyth aprovecha esta oportunidad de oro para decir algo.
— ¿¡Cínico!? ¡JAJ! —Joyth se atreve a hacer lo peor y revela desde su manga, una granada del mismo explosivo aspecto piña que se halla en la palma de su mano, con el anillo sacado y dispuesto a explotar—. ¡ESTO SI ES DE CÍNICOS!
Tener un rehén y que el mismo saque una granada dispuestos a suicidarse, es lo peor que le puede pasar a alguien como Akihito. El mismo le grita, antes de usar su mano que sostiene la pistola de la sien de Joyth para intentar detenerla.
— ¡ERES UN GRANDÍSIMO HIJO DE PUTA!
A lo que Joyth aprovecha, y toma la pistola de Akihito que apunta a Thaniuska. Se la arrebata y el escuadrón oriental concentra su vista en Joyth. De pronto, la granada explota en un fuerte y fotográfico destello cegador que impacta en los ojos de Akihito junto con el resto. El grupo de Joyth aprovecha la ventaja y cada uno golpea las armas del grupo de Akihito, mientras el mismo Joyth hace lo mismo pero con la culata de la pistola. Varios golpes dejan al grupo de Akihito inconsciente, y el horripilante destello se apaga gradualmente. Una vez se apaga, Akihito y su escuadrón oriental están esposados, mientras otros inconscientes están por serlos. Joyth acaba de derrotar con éxito, y el resto del escuadrón lo dejan solo con el grupo.
—Los engañé —Joyth se burla entre risas, mientras se arrodilla hacia Akihito, quien se halla esposado en la misma columna donde Joyth estaba—. La granada fragmentaria falsa que en realidad es una cegadora, siempre funciona. ¿Qué pasó, Akihito? ¿No los entrenaron para esto?
Pero Akihito solo se limita a observarlo con pura impotencia. Ante esta falta de respuesta, Joyth no quiere perder el tiempo y le arrebata la muestra que se halla en el bolsillo lumbar.
— ¿Esto querían llevarse? —Joyth pregunta, haciendo énfasis en la muestra.
Akihito sigue sin hablar. Joyth se molesta y rompe la pausa disparando al techo. Antes de siquiera acercar el cañón para quemar la frente de Akihito, este se da cuenta y exclama con terror.
— ¡FUE PARTE MI MISIÓN! —Le responde, con un claro contraste del tipo ‘malo’ que aparentó ser antes—. ¡Infiltrarnos, robar la muestra e irnos!
Joyth arquea las cejas y sus ojos siguen recelosos. Luego, les pregunta.
— ¿Y no les mandaron a detener un arma biológica?
Akihito hace un triste suspiro.
—No podemos.
— ¿Por qué?
Akihito luego, se vuelve hacia Joyth y lo mira a los ojos. Con temor en su mirada y vergüenza de por medio.
—Rosher, el jefe del Laboratorio Oasis. No quisimos enfrentarnos a él; sería un suicidio, y mi región lo sabe.
— Adivinaré, eres un maldito cobarde que le tuvo miedo al éxito.
— ¡¡Simplemente, quería cumplir la misión para salvar a mi familia!! —Akihito dice con los ojos llameantes, mientras se inclina hacia Joyth— ¡Oriente nos tiene amenazados, no tuvimos libertad para decir que no! ¡Si rechazamos la misión o fallamos, nuestra familia también lo hará con nosotros!
Esto enciende una chispa melancólica en Joyth. Habría de luchar a favor de su país natal —que pertenecía al bloque totalitario— y perdió. Como ex enemigo de la nación que ahora es occidente, Joyth debe de hacer cinco misiones para renunciar del ejército y la actual corresponde a la quinta. Esto le hace pensar en lo muy cruel que puede ser el país núcleo de oriente. Aparenta ser más una dictadura del Gran Hermano bien escondida.
A pesar de todo, no le importa la situación de Akihito. Luego, una pregunta sale de su boca.
— ¿Violas familias y las matas?
Akihito se asusta mucho más e intenta aclararlo todo.
— ¡Etto…! —Etto; expresión que suelen hacer los japoneses, para denotar que están escarbando en sus pensamientos. Joyth lo escucha y lo repite como tic nervioso — ¡No seas un mierda! ¡Solo lo hice para provocarte! ¿Qué haría enojar más esto, que a un hombre de familia?
Aun así, Joyth habría prometido matarlo; pero siente pena por él. Aun así, no puede dejar que perturbe su misión. Debió de haber escuchado sobre su familia en alguna de sus conversaciones furtivas que tuvo con Thaniuska y Petra, y quizás, eso había llevado a los orientales descubrir sobre la realidad de que, al menos Joyth, es un infiltrado de occidente.
Después de todo, él los había descubierto primero y se había ofrecido como carnada, contando con que no asesinarán a una posible fuente de información.
Joyth toma la muestra y la tira con fuerza al suelo, quebrándola. A los ojos anonadados de Akihito, Joyth toma una cerilla desde su bolsillo lumbar y le prende fuego.
—Etto… —Algo fuga de su mente, pero luego se corrige—. Digo, bien. —Joyth mira de reojo a Akihito, percibiendo una expresión de pura impotencia—. Pues provocaste que haga esto.
Luego de esto, Joyth deja a Akihito y su grupo atado en las columnas del cuarto, cada uno paralelo entre sí. Mientras les da la espalda, se va del lugar.
Ahí es donde Joyth recuerda sus ganas de orinar y decide correr a través del angosto pasillo que lleva focos abandonados. Se topa con un baño y justo antes de entrar se baja los pantalones —aun sin miedo a que otro venga y lo mire desde atrás—, procediendo a orinar.
Uno cuando orina, divaga; Joyth no es la excepción, y se sumerge en sus pensamientos mientras le sobreviene una incertidumbre. Habría sido hace meses que entró a la misión, específicamente, un mes después del incidente de Valbuena y Tovar. Joyth fue informado y rebotó la información al general, quien llamó a los mejores soldados para llevarlo a cabo. Están infiltrados en el laboratorio, pero perdieron tanto tiempo en una sola cosa: Rosher.
Ese hombre. La razón por la cual, la provincia ibérica y sus aliados lograron sostenerse a pesar de todo. La razón por la cual, tanto occidente como oriente siguen reacios a iniciar una intervención. No saben qué clase de persona es él. ¿Será un alíen con superpoderes? ¿Un arma que se desarrolló desde mucho antes? Probablemente, sea un arma… que irónicamente está desarrollando otra más. Por supuesto, el QUÉ arma están desarrollando, es otro misterio; y Joyth acaba de quemar la muestra que pudo hacerle saber cuál. Preguntarle a Akihito podría servir, pero su sexto sentido le obliga reconsiderarlo.
Ahí, es donde considera estúpido el plan de Akihito y un falso patriotismo. Por supuesto, Joyth tampoco es devoto a su país; él y Akihito, se parecen en muchas cosas. Probablemente, Akihito tampoco sepa de política, así como Joyth tampoco.
Sus locos pensamientos de hombre obsesivo se interrumpen por Valbuena, quien se acerca y su presencia fuerza a Joyth a volver a ponerse los pantalones en un movimiento rápido.
— Disculpa si interrumpí —Se disculpa Valbuena, quien retrocede con intención de que su vista sea tapada por la pared—. Encontré más personas aquí, ¿hay alguien vigilando a los orientales?
— ¿Hay más gente? —Pregunta Joyth—. ¿Informo a los otros?
—No, son inofensivos.
Joyth hace una mirada de desconcierto a Valbuena, quien se enfila a través del pasillo con intención de que lo siga. Joyth corresponde, y lo lleva hacia otro cuarto.
Su interior se ve desde afuera debido a la falta de puertas. Hay mucho polvo en el ambiente, resaltando los rayos de sol que pasan por las ventanas y el clásico moho en las paredes (que, irónicamente, está en una fábrica viniendo del desierto). Ahí, hay cuatro personas atadas en sillas. Con una posición incómoda que podría causarle una hernia lumbar a cualquiera, y llevan tanto los ojos como la boca tapada.
Joyth centra su atención en uno de ellos: un hombre de aspecto demacrado; solo su boca está tapada. Que está al lado de una mujer aparentemente mayor —encendiendo un poco de lujuria en Joyth, debido a sus anchas piernas—, un hombre de aspecto mayor y un adolescente pre púber. Una familia de tres, ¿o cuatro?
This content has been misappropriated from Royal Road; report any instances of this story if found elsewhere.
Joyth se lo señala a Valbuena a modo de duda, y responde.
—Leí mucho el periódico digital —Añade Valbuena—. Creo que este rostro es de un asesino serial que solía secuestrar familias de clase alta. Exigía pagos exorbitantes en efectivo y demostraba su poder, matándolas de sed en el desierto.
A Joyth no le sorprende. Él ha hecho cosas mucho peores, aunque cualquier veterano habría hecho lo mismo con sus enemigos. De pronto, se imagina así mismo amordazando a Akihito y dejándolo morir de hambre hasta que revele todo lo que sabe. Lo haría… si tuviese la semana libre, ¿tú no?
Joyth se limita a responder.
—Entonces, estos tipos —Joyth se refiere así a los orientales— cagaron su juego y lo ataron junto a ellos.
Valbuena vocifera de forma histriónica que hasta turba un poco a Joyth, sumado a una molestia.
— ¡Esto es una completa serie de detectives, papi!
El otro no capta la referencia.
—Con los criminales igual de imbéciles —Espeta Joyth, y luego asesina al hombre demacrado de un disparo. Procede a agacharse hasta el casi adolescente y se prepara para desatarlo. —. No deben de ver nuestro rostro. Ven, desatémoslos y llevémoslos a una ciudad cercana…
Pero antes de poder desatar al adolescente, Joyth topa su mirada con un maletín metálico que se ubica en la esquina del cuarto. Brillante y con rayones en algunas partes. El rostro de Joyth pasa por tres expresiones diferentes: Confusión, desorientación e ira. Esta última emoción hace que Joyth se levante, desenfunde su pistola y fulmine a la familia a base de disparos.
Ante una familia recién asesinada, Joyth vocifera.
— ¡Estos desgraciados fueron los que nos robaron el maletín!
Valbuena responde con ironía y una emoción que lo hace ver demasiado frío. Incluso a Joyth le da miedo.
— ¡WOW! ¡Entonces las cosas de la vida y el maletín, los condujo hasta acá! Irónico, ¿no?
Matar a alguien, cambia mucho a una persona. Pero para alguien que ha matado a gente inocente, sabe perfectamente que esas voces no lo dejarán dormir. Algunos militares desearían ser psicópatas o sádicos para que el matar no se les torne tan doloroso. La primera vez que llegaron al Bloque Central, contaban con los trajes del maletín para utilizarla en un posible momento de crisis —o al menos, eso había propuesto Joyth. Fue tachado de paranoico y exagerado, hasta que, por fin, habían cedido—, pero, al establecerse en el interior de un hotel aislado, se habían dado cuenta al día siguiente de que algo se les había desaparecido.
Los turbulentos tiempos de este país obligan a familias a robar cosas; no obstante, al menos no les enseña a abrir maletines con complejos sistemas de seguridad.
— ¡Me cago en la puta mierda! —Gruñe Joyth mientras se encamina hacia la salida del cuarto, y mira a Valbuena por encima del hombro—. ¿Sabes qué? Trae el maletín y vigila a los orientales. Voy a ver a mi escuadrón para ver cómo están.
Cumple su promesa y se encamina hacia la sala principal. Pasando por el pasillo mientras sigue sintiéndose horrible por su reciente acto despiadado. Llega hasta su destino, topándose con su escuadrón. Petra está sentada junto a Mike, a quien los brazos le están vendando. Resuena cierto murmuro de ella.
Estás muy mal de los brazos, no puedes luchar. Pero hay tiempo. Descansa aquí, que te busco un medicamento, suena con cierta simpatía y cariño maternal que podría tranquilizar a cualquiera; A Joyth siempre le fue indiferente. Mike pregunta sobre la metralla que se halla incrustada en la clavícula de Petra, pero resulta ser un daño menor y ella puede seguir luchando.
A Joyth le preocupa algo más que los orientales, y es ella misma. La había encargado de justificar su salida repentina del laboratorio debido a su secuestro. Petra rebosa de genialidad, a pesar de ser despistada en sus ocasiones. Joyth se ubica a unos metros cerca.
—Petra, ¿Qué le dijiste a Rosher sobre qué ibas a hacer a fuera?
Petra observa con confusión, y le replica con lo mismo.
— ¿Eh?
—Debiste de justificar de por qué saliste del trabajo tan repentinamente. —Responde Joyth—. ¿Qué pasó luego de mi secuestro?
Petra vacila un poco, mientras suelta el típico Uhm que, en el contexto actual, se traduce a un ‘Oh, mierda, la cagué, ¿verdad?’ Petra se pone nerviosa, y le responde.
—Yo me encargué de eso. Les dije que unos infiltrados te secuestraron y fuimos a rescatarte. —Conforme Petra continúa hablando, el rostro de Joyth se torna cada vez más desconcertado e incrédulo—. ¡Así de simple! ¡Yo le dije que no había tiempo para pedir refuerzos!
Con los ojos puestos como platos, Joyth retrocede varios pasos a un ritmo pesado. Con la mirada de alguien que está por perder los estribos, y se ubica hacia el horizonte mientras la misma expresión ‘Etto’ suena en su mente como ritual obsesivo para no entrar en crisis. Joyth en su niñez, usaba una liga y un lápiz para calmar su estrés. Eso era mejor que autolesionarse por aburrimiento o destrozarse la piel de los dedos a base de mordiscos.
No obstante, Joyth no lo lleva consigo. Y su rabia es tan pronunciada, que no puede contenerse. Se acerca a Petra y le vocifera con tanto volumen que parece como si el pelirrojo cabello de esta última fuese levantado.
— ¡Serás…! ¡DIOS MÍO! ¡PETRA! —Joyth avanza dos pasos—. ¡DIME QUE ES MENTIRA!
Petra se aturde por el grito.
— ¿¡Q-qué pasa!?
¿Qué pasa? Luego de la traición de Tovar, Rosher ordenó una dolorosa inspección burocrática (de oficina) a todo el personal. Valbuena logró salvarse por poquito; por llevar tiempo en el sitio, y porque Rosher fue piadoso con él. Ahora que hay más infiltrados, se repetirá y caerá todo el escuadrón de Joyth. Con esta preocupación en mente, le responde a Petra.
— ¿¡NO TE DAS CUENTA De que NOS CAGASTE TODO!?
Petra logra comprender la situación, y al fin se defiende con palabras apropiadas.
— ¡Te lo juro! ¡Él se había aparecido de forma repentina y no me dio tiempo para pensar!
Joyth tampoco tiene otra respuesta que darle. Incapaz de pensar en lo que haría después, toma algo de aire.
—Me arrepiento de invitarte, Petra. Sabía que eras despistada, pero no una maldita imprudente de mierda.
Aquellas palabras hieren los sentimientos de Petra, hasta el punto de lagrimearle un poco sus anteriormente enérgicos ojos. Afligida y con un nudo en la garganta —a la vez, no suficiente con la herida de su clavícula, sino sus sentimientos—, Petra le replica con escapismo.
— ¡Pues… está bien! ¡Di lo que quieras de mí!
Joyth no entiende el escapismo detrás de las palabras de Petra. Podría pensar que lo dice solo por sentirse afligida, pero no es más fuerte que su impulso por entender sus palabras de forma literal. Por lo que, Joyth se acerca dos pasos y le pregunta con una cara desconcertada.
— ¿¡Está bien!? —Ni siquiera a Petra le funciona su indirecta de hacerle saber que la está hiriendo, porque Joyth no entiende indirectas—. ¿¡Aun sabiendo los papeles falsos que tenemos!? ¿¡Que no somos ciudadanos ibéricos, sino occidentales!? ¿¡Que aparecimos de la nada y que, por casualidad, entramos a la EMI y luego el laboratorio!?
La EMI, o mejor llamada Escuadrón Muerte a los Insurgentes. Un grupo creado por el Bloque Central Neutral para reprimir protestas de todo tipo; grupos de muerte destinados a la masacre de ‘Insurgentes’ (como se les llama a las protestas pacíficas).
Si hay un país inestable en todo tipo, al punto de tomar estas medidas, es este. La misma EMI fue donde Joyth y su grupo se habían integrado para entrar al laboratorio.
Esta misma información recorre en la mente obsesiva de Joyth, y Petra le responde con descaro.
— ¡S-Sí…!
Pero esta simple afirmación, sigue sin ser entendida por Joyth. Con una mirada desconcertada e incapaz de comprender el porqué Petra dice todo eso, Joyth solo puede concluir que lo está vacilando como siempre ella hace. Esto lo hace apretar sus dientes, puños y expelerle unas palabras fulminantes.
—Sabes de todo, menos callarte la jeta. Puta loca.
Y esto es la gota que colma el vaso. Mike habría escuchado todo, y no deja que Joyth siga espetándole a Petra. Se mete violentamente entre los dos, hasta el punto de empujar a Joyth con su hombro. Mike se revela como alguien varios centímetros más alto que Joyth.
— ¿Ahora qué coño te pasa, Mike? —Pregunta Joyth.
— ¿Vas a ganar algo insultándole? —Responde Mike, con otra pregunta.
Responder una pregunta, con otra, es de mala educación. Joyth lo mira con cierto recelo y solo puede concluir una cosa acerca de por qué defiende a Petra.
—Solo di que te la quieres follar, Mike.
Recalcando que Mike y Petra, últimamente, se han estado llevando demasiado bien. Estas palabras enfurecen tanto a Mike al punto de apretar sus manos y desprender un aura temible, haciéndolo ver como alguien mucho más grande. Esa diferencia entre 177 cm (Joyth) y 183 cm (Mike) es tan notoria como ver a un gigante. Mike le advierte.
—Dilo una vez más, Joyth.
Pero Joyth no se deja intimidar por su altura; su mente está más ocupada en otra cosa, que en lo temible que es Mike. Así que le responde.
—No solo eso, Mike; haces tu trabajo como el culo. Escoger de comandante a un bueno para nada, solo para que hable, hable y hable chorradas. ¿Dónde está tu liderazgo? ¿Dónde está tu puta inteligencia?
— ¿De qué estamos hablando, Joyth? —Le pregunta Mike, imperativamente—. ¿De si defiendo a Petra, o de mí?
—Pues ambas están relacionadas a lo mierda que eres.
De un hombre cuyo ego está siendo comprometido por un hombre inferior a él, Mike comienza a resollar en respiraciones cardiacas cada vez más pesadas. El mismo Joyth se da cuenta de sus intentos por aguantar la ira, pero Mike no aguanta más.
Decide atacar a lo verbal. Ocurriéndosele todo tipo de argumentos que harían que Joyth se volviera loco; por supuesto, Mike no quiere golpearlo.
—Joyth, si está claro que más mierda eres tú. Matas a tus abuelos y entras al ejército por una porquería de motivo. ¿Por qué no te pones a replantearte tu comportamiento, en vez de pagar tus frustraciones con otros?
El segundo enunciado, es motivo suficiente.
Joyth le asesta un derechazo tan repentino que Mike se aturde por el impacto. Y antes de reaccionar, Joyth no deja que respire y lo remata a golpes mientras Mike trastabillea de los impactos, aun de pie. Intenta defenderse de Joyth, pero sus brazos sangran tanto por los músculos destrozados que no puede moverlos. Este intento hace que Joyth se abalance hacia él. Mike cae fuerte de espaldas y Joyth continúa golpeándolo con cada vez más fuerza. De una forma despiadada, tensa sus músculos para darle con mayor fuerza; Joyth se halla ciego por la furia. Una combinación de múltiples emociones, detonada por Mike.
Petra toma a Joyth del brazo e intenta jalarlo para alejarlo de Mike. Joyth la aparta de un golpe y la hace retroceder tropezando; por suerte, Petra recupera el equilibrio. Ante un hombre que está matando a golpes a otro que está indefenso, y lo peor, que son provenientes de su mismo escuadrón, Petra no tiene más remedio.
— ¡Joyth! —Petra hace un grito ahogado.
— ¿¡Qué?! —Joyth se vuelve hacia Petra en un gesto tan violento, que la hace retroceder un paso por el susto—. QUÉ MIERDA QUIERES, PETRA…
Pero una vez vuelto a Petra, Joyth se da cuenta de que Petra está apuntándole con una pistola. Petra lo habría desenfundado y no tiene más remedio que amenazarlo así. La mirada enfurecida de Joyth, se transforma en una de confusión. Mirando cómo Petra le amenaza con una pistola, y sintiendo un dolor intenso en los nudillos.
Thaniuska se aproxima y engancha sus brazos por debajo de las axilas de Joyth. Lo aprisiona y se lo lleva retrocediendo. Joyth no ofrece resistencia; sigue atónito por lo reciente. Thaniuska se lo lleva al interior de uno de los cuartos, se aprieta así misma hacia él y usa toda su fuerza para arrojarlo hacia el suelo. Joyth reacciona e interpone sus brazos, amortiguando la caída con ellos.
El cuarto es muy cerrado y carece de puertas. Como en todas las salas de la fábrica, lleva su característico moho y el polvo que resalta los cálidos rayos de luz; no obstante, hay varias telarañas en las esquinas del techo y gran taburete polvoriento en el centro. Thaniuska le reprocha sin piedad.
— ¿¡Qué demonios te pasa, Joyth!? ¿¡Qué no te das cuenta de que estuviste a punto de matarlo!?
Joyth no responde. Sus ojos están puestos como platos y con una mirada puesta al vacío. Le sobreviene una sensación horripilante de suciedad; no tanto como sus nudillos sangrando. Thaniuska prosigue, ante su silencio.
— ¡Joyth! —Thaniuska se dirige hacia Joyth y toma su mentón con sus dos delgados dedos, obligándolo a mirar a su cara—. ¡Eh! ¡Mírame!
Joyth inesperadamente profiere una maldición en su cara y la asusta, obligándola a retroceder un poco.
— ¡Me cago en la puta madre! — Dice Joyth, todavía con un rostro traumatizado—. Dios mío, ¿qué he estado pensando?
— ¡Acabas de golpear a un hombre herido! —Le responde Thaniuska—. ¡De tu mismo escuadrón!, ¡Y solo por una banalidad!
¿Qué no te das cuenta de que estuviste a punto de matarlo?, dicha frase le recuerda a un momento de la adolescencia de Joyth. Perturbado por sus pésimas relaciones sociales en su infancia, se convirtió en el más temible de su salón de clases y alguien de suma agresividad. Uno de sus compañeros le intentó quitar a su novia —quien realmente no amaba a Joyth— y eso provocó que se abalanzara hacia él. Lo golpeó tanto que le quebró los pómulos, los dientes y le indujo un estado de coma donde tardó meses en despertar. ¿Hubo repercusión? Fue la peor decisión que tomó en su vida, del que, hasta el día de hoy, se seguirá arrepintiendo en causal vida.
Joyth se siente corregido ante la mirada de Thaniuska y aparta la mirada.
—No quiero discutirlo, Thaniuska —Contesta Joyth, sintiendo algo de vergüenza—. La verdad estoy demasiado cansado, y mentalmente. Tenemos que pensar en cómo salimos de esta…
Para la mente divergente de Joyth, esto sería un gesto normal. Para la mente típica de Thaniuska, esto es sinónimo de ser un completo hijo de puta. Pone los ojos como platos y observa a Joyth con una mirada anonadada. Luego, reacciona.
— ¿¡Pero!?
Por supuesto, Joyth piensa fuera de la caja y capta la razón detrás de su reacción a tiempo. Luego, aclara.
—No ignoro lo que pasó, ¿sí? —Le dice Joyth, y apoya sus manos sobre el taburete sin ninguna silla por donde sentarse. Luego, suspira con pesadez—. Solo que esto es trivial. Podríamos hablarlo luego, pero no debemos perder tiempo; cada segundo vale.
Aunque con dificultad, Thaniuska entiende sus palabras y clava su vista en los rayos de luz que están por el polvo. Con cierto aire de reflexión, y contemplación. Luego le responde.
—Sí, pero eso no evitará que recibas un castigo.
—Lo sé.
Joyth recordaría el momento donde todo su escuadrón fue llamado para informarles sobre la misión.
En diciembre del 2028. Joyth y grupo (Petra, Thaniuska, Mike y su persona) fueron llamados a la sala de operaciones militares. El general encargado de informar sobre todo, contó una sinopsis de la situación del mundo, mientras Joyth se quejaba del terrible olor de Petra.
La mujer ni siquiera sabía la última vez que se bañó, pero al menos olía mejor que antes. Estaba extrañamente preocupada por Mike y constantemente lo miraba con ojitos cuadrados.
Ji, ji, ji, qué lindo.
Esa risita tierna… a Joyth se le hace empalagosa; aunque Petra no entre en sus estándares. Es una mujer simpática y no mereció lo reciente; pero siente una fuerza que le impide disculparse.
El general informó algo más. A través de Valbuena, tendrían que falsificar papeles para infiltrarse en un territorio tan aislado y hermético como la provincia ibérica. Todo con el siguiente objetivo: Detener una posible arma que estén desarrollando.
No pueden enviar pelotones porque Oriente también quiere pelearse. ¿En dónde está el truco? Se preguntó Joyth.
Fácil: Mandar un escuadrón de cuatro, que se conforme con los mejores soldados del sur de América (como si no fuese porque le tienen un favoritismo a los auténticos norteamericanos del núcleo. Mejor enviar a esos soldaditos del sur, para que mueran y nadie les pare).
El grupo reaccionó con asco tras la improvisada autopsia de Tovar que realizó Valbuena: Un agujero en la frente que bien podría ser de una bala, pero parece más como si le metieran un dedo y se lo presionaran hasta los sesos.
Todo quedó bien claro desde el principio: Si fallan la misión, el Bloque Central podría tener un arma definitiva consigo, que será como pistola en la sien para todos los países. Mucho peor que la Tercera Guerra del 2025, en la cual Joyth había sido partícipe, y le enseñó muchas lecciones de vida. Entre ellas, no apegarse a simples sacos de carne, llamadas personas. ¿Cuándo lo aplica? En realidad no lo hace, pero lo sabe.
Luego de miradas pensativas por parte del grupo, todavía confundido e incrédulo. Pasó por cada uno y pronunció sus nombres, junto con sus descripciones generales.
—Petra Mejías Castillo. Personalidad ENFP. Edad 33 años. La soldada con mejor doctorado en medicina y la segunda en combate. Tuvo una infancia turbulenta, pero supo cómo lidiar con ella y eso radica en su fortaleza mental. En su vida personal, es indisciplinada, picarona y sabrá Dios lo entrometida que es, según Mike.
—Thaniuska Mirana Sandstorm. Personalidad ISTP. Edad 24 años. La mejor luchando y una asesina despiadada que suele confundirse con el género masculino. A su muy temprana edad, habría pasado por más que Mike, Petra y Joyth juntos; no es un logro ni algo bueno, porque ella desearía haber vivido una vida normal.
—Mike del Carmen Zahír. Personalidad ENTJ. Edad 26 años. Es quizás el soldado con más méritos de toda su región y participó activamente en la defensa de todos los —disculpen la palabra— putos países del sur de occidente. Es el que tiene menor intelecto, pero sus habilidades de combate son las mejores y hasta supera a Joyth, solo estando debajo de Thaniuska. Arrogante y extrovertido hasta la médula, elegido como el jefe de la operación por su carisma y habilidad para transmitir su mensaje de forma clara y concisa.
Y por último…
—Joyth Jorge Méndez. Personalidad INTJ. Edad 43 años. El oficial con mayor coeficiente intelectual de todos. Ex matón en su adolescencia y destacado por ser calculador; sin embargo, su personalidad es atípica y parece tener una edad mental más baja. Suele ser preferido como líder y estratega.
Hasta ahora, solo encontré desierto
Joyth no puede evitar repetir esta frase, cada vez que las cosas salen mal. Le viene la sensación de que, a aquella frase, le falta algo que lo completa. Como El verbo complementa el predicado. Volviendo al presente, Thaniuska le pregunta sin vacilar.
— ¿Pero tienes algún plan?
Joyth hace un suspiro, y se vuelve hacia ella con unos ojos derrotados.
— Me temo que tendremos que acelerar todo lo que hemos planeado. —Le dice Joyth, mientras traza un pequeño mapa con el polvo del taburete. En el fondo, se jacta de haber monopolizado la mayor parte de la planificación, porque le encanta cuando las cosas suceden como él quiere—. Si Tovar y Valbuena no pudieron matar al jefe del laboratorio, nosotros lo haremos.
— ¿Cómo? —Pregunta Thaniuska—. Todavía no sabemos qué lo hace tan especial.
Joyth pasa el dorso de su mano a través del taburete, limpiando el polvo y borrando lo que había trazado (ignorando lo sucias que están sus manos). Luego, le responde mientras desvía la mirada hacia las telarañas.
—Entonces tendremos que recurrir a la fe de que tendrá éxito.
Thaniuska parece desconcertada.
— ¿¡Un plan de suerte!? ¿¡De qué me estás tomando, Joyth…!?
Plan de suerte, por supuesto. A Joyth le viene a la mente, un lúgubre escenario. Petra, Mike, Valbuena, Thaniuska y él, yaciendo en el metálico suelo de lo que podría ser el laboratorio secreto. Con un charco de sangre surcando los hundimientos del suelo, y sesos dispersados en todos lados. Sus cabezas agujereadas como un queso; Rosher los habría matado. Todo porque a Joyth se le ocurre recurrir a la suerte y la improvisación. ¿Por qué le gustaría esto? ¡Él considera que el plan es horrible!
No obstante, llega Valbuena para aumentar las posibilidades de éxito. A modo repentino, entra al cuarto e interrumpe la pregunta de Thaniuska. Lleva varias hojas del tamaño de una mano consigo, y de diferentes colores. Joyth fija su vista en ellas, y antes de preguntarle, Valbuena lo predice y responde de modo anticipado.
—Le saqué esto a Akihito —Dice Valbuena, quien luego deja caer los papeles bien amontonados al taburete, ensuciándose con el polvo que Joyth no había limpiado—. Tienen todo un mapa sobre el laboratorio secreto de Rosher. ¡Dios mío! ¡Ellos solo llevan 3 meses antes que yo y se ganaron toda la amistad de ese tipo!
Joyth se queda sorprendido por este descubrimiento, y no tiene remedio que aceptarlo y crear un plan con base en estos. Cada hoja tiene información útil y es como avanzar un 80% en muchos días. ¿Joyth se siente humillado? Bastante, indignado… pero también feliz; la lucha contra Akihito, no fue improductiva.
Luego de trazarse su plan en la mente, se lo comparte a Thaniuska y Valbuena; no obstante, Valbuena niega con la cabeza y dice.
—La última vez, murió mi compañero; así que no puedo. No quiero arriesgar mi vida, tengo padres a los que enorgullecer allá en mi país.
Joyth y Thaniuska lo entienden, y aceptan. No todos poseemos fortaleza mental suficiente.
Dejando a Valbuena mirando el taburete de forma melancólica, Joyth y Thaniuska salen del cuarto. Joyth topa su mirada con Mike, quien lleva sus brazos siendo nuevamente vendados por Petra y con marcas de torniquete. La pelea solo empeoró sus heridas y desgarró sus músculos. Con la humillación en su mirada, Mike alza la voz.
— ¿Y bien? ¿Quieres otra pelea dispareja?
Aunque Petra no se lo haya merecido, Joyth todavía no se arrepiente de golpear a Mike. Todavía; pero sabe que fue innecesario.
Petra se interpone entre los dos y les vocifera.
— ¡HOMBRES! ¡CÁLLENSE LA PUTA BOCA! —Petra les grita, y luego se vuelve hacia Mike—. ¡NO NECESITO QUE ME DEFIENDAS, MIKE! ¡DEJEN LA MALDITA PELEA!
Su voz es temblorosa y se nota que está intentando no sollozar. Ella prosigue.
—Solo… enfoquémonos en lo más importante, ¿sí? Por favor. Se los suplico.
Pero Joyth es el único que, al menos psicológicamente, no puede dejarlo. Todavía tiene esa imagen en la cabeza, y le provoca esa fuerte sensación de estar sucio.
—Debemos hacernos responsables de nuestros errores. —Dice Joyth, con completa solemnidad. Palabras escuchadas que hacen que el grupo baje la mirada en gesto de melancolía —. Olvidemos las cosas del pasado. Thani y yo hemos hablado, y concluimos en lo siguiente: Tenemos que salir de esta ratonera, y solo queda ejecutar un último plan.
Nadie le cuestiona, ni le juzga. Saben a la perfección que se necesita intuición y un pensamiento metódico que los saque de esta situación. Si hay un lugar para dejarse llevar por resentimientos, es fuera de la misión.