Todo el escuadrón asiente y concluyen en lo mismo, a excepción de Valbuena. Luego, llevan a regañadientes a los orientales directo a la carga trasera del auto. Cada uno, se sienta en el auto seis puertas. Mike no puede conducir; así que Petra lo hace en su lugar. Encienden el motor y las ruedas comienzan a andar. Joyth se arrima hacia la ventanilla del auto para observar el paisaje desértico. Tan seco que podría matarte de sed en dos horas, tan cálido que los cactus no suelen verse. Corresponde al desierto, y se ubica en el sur de la provincia ibérica. A Joyth le gusta ver por la ventanilla, ya que le hace sentirse ensimismado y le ayuda a pensar.
Tardan media hora en llegar al laboratorio y en todo el trayecto, Joyth habría enterrado un teléfono radio entre un oasis. Necesitan un respaldo, y quién sabe si eso los puede salvar. Los orientales claman por piedad, pero Valbuena se encarga de vigilarlos, hasta que la misión se cumpla. Si se cumple exitosamente, los orientales son ejecutados; si no, ya sabrás si Valbuena no cae en el proceso. Joyth siente pena por ellos y siente una gran fuerza mental que evita ordenar su ejecución.
El escuadrón llega al gigantesco edificio anterior mencionado. LABORATORIO DE BIOGENÉTICA ARMANETÍSTICA OASIS. Torre de Agua y paneles solares, sin contar el amplio estacionamiento lleno de autos.
Joyth pone el maletín en una cinta, que sería llevada al laboratorio secreto e inspeccionada por Rosher. Es bien sabido que, si envías algo a la cinta, en teoría debería ser del laboratorio. El maletín lleva dos trajes dentro y un kit de primeros auxilios. ¿Para qué? Joyth se obsesionó por un plan que requiera salir vivos sí o sí.
Joyth pasa a través de una puerta automática de corredera, y le choca el ambiente helado. Los dedos se le queman del frío y se los mete en los bolsillos. El espacio es amplio y se ven muchos hombres en bata. Unos llevando pisapapeles, y otros conversando entre sí. Computadoras, etc. Nada de eso es comparado a las mujercitas que Joyth espía, priorizando a las mayores sobre las jóvenes. Más si tienen el traje de la EMI; es su fetiche.
Sediento por el viaje, Joyth toma un vaso de papel y se sirve de un dispensador de agua. Luego, se afinca contra la pared mientras divaga.
(Si rechazamos la misión o fallamos, mi familia también)
Joyth sigue reproduciendo esta frase en su mente. De alguna manera, ese sentimiento es parecido a lo que él siente. Él podría renunciar al ejército y ser encarcelado; de todos modos, sus hijos no sufrirían eso. El pensamiento se sigue reproduciendo como si fuese un mantra religioso, y desactiva su vista. Si la misión falla, entonces sus hijos también sufren; si su padre muere, sus hijos también…
— ¡JOYTH! ¡QUÉ ALEGRÍA! —Le dice un hombre a Joyth, asustándolo. En frente y con la espalda erguida, da sensación de elegancia.
Resulta ser el mismo Rosher de la misión, y Joyth se pone manos a la obra.
— ¡Me asustó, Rosher! —Exclama Joyth, con una sonrisa afable y entre risas.
— ¿Qué hicieron con los traidores? —Pregunta Rosher—. ¿Cómo supieron donde estaban?
Joyth trastabilla un poco, pero logra decirle. Rosher se ve como un hombre joven y con un aura de afabilidad encantadora. Chaqueta de cuero, sombrero de copa y unos guantes de suave aspecto. Lleva un bolígrafo en su bolsillo del pecho.
—No se preocupe por ellos, están neutralizados. —Replica Joyth inconscientemente, pensando en la doble interpretación de sus palabras—. Digamos que todo fue por mérito propio. ¿Creen que soy occidental, solo porque me llamo Joyth?
Rosher hace un suspiro.
—Dios, no entiendo. Mi territorio solo busca independencia, sin unirnos a la cagada del occidente u oriente, ¿qué tanto les lastima a ellos?
Ahí, Joyth pone en marcha su plan. Thaniuska se encuentra esperándolo cerca de la colina del desierto, apuntando a la entrada con un rifle de francotirador. Joyth debe llevar a Rosher hasta las afueras. Lo asesinará de un tiro y Joyth entrará al laboratorio secreto para sabotear el arma junto con sus fósiles. Por último, escaparán a través de una salida que Petra está cavando con rapidez hasta el exterior. Si pasa eso, no tendrían que usar el maletín o iniciar una refriega (tiroteo).
Joyth habla con sus dos voces: la interior y la exterior.
—Ya sabe. Esos malditos totalitaristas… y también pseudo mundos libres…, Dios mío. — (Porque tenemos nuestros asuntos. Objetivo de pacotilla.)
— ¿Qué le parece si me sigue al ascensor? —Le pregunta Rosher.
— ¿No quiere venir a que verifique que matamos a los traidores? Quiero demostrárselo. — (Sí, muerde el cebo. Maldito)
— ¡No, no, no! ¡Tranquilo, que yo te creo!
—Pero Rosher, insisto.
—Solo sígueme y deja de tenerme miedo, ¿qué crees que tengo, pulgas?
Joyth hace un suspiro mental y se caga en sus muertos.
—Está bien, lo sigo. — (¡ME CAGO EN TODO! ¿¡ACASO SABRÁ MI PLAN Y ME ESTÁ TOMANDO EL PELO!?)
Con una tormenta pasando por su cerebro, Joyth sigue a Rosher hasta el ascensor. De hito en hito, Joyth observa cómo Rosher coloca una combinación de números y los botones brillan. 2…9…9…0. Thaniuska debería escuchar todo en el micrófono de la camisa de Joyth, y hacer un cambio de planes. Lo debe de seguir al ascensor para matarlo.
El ascensor baja y Joyth siente aquella sensación placentera de cuando está bajando. La puerta se abre y Rosher se le adelanta.
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—Admira, Joyth. Mi laboratorio secreto. —Rosher le dice a Joyth mientras se vuelve hacia él. Con una sonrisa infantil que, ¿da ternura?
Los pasillos carecen de cristales y parecen funcionar más como laberinto. No tienen puertas y dan la ilusión de solo ser paredes vacías. Si Akihito anotó un montonazo de combinaciones, quiere decir que encontrar el arma será una tarea fastidiosa. Joyth de modo accidental, deja escapar su frustración.
—Lo veo siempre haciendo eso. Siempre sonriendo como si le hubieran ofrecido un polvo… y no del que haces con las mujeres, sino de los que inhalas —(O como si hubieses puesto en jaque al puto occidente).
Joyth espera que Rosher se ría. Pero no lo hace, y responde mientras sigue caminando.
—Eso es un chiste gracioso. ¿Sabía que mi nombre auténtico, es Ripper?
—No, no sabía — (¿Qué? ¿Ripper?).
Estas palabras encienden una chispa de curiosidad en Joyth. Quien hace el ademán de preguntar, pero luego se voltea hacia atrás y capta la presencia de Thaniuska delante del ascensor. Se halla ahí, observando desde una esquina y haciéndole señas. Joyth le levanta el pulgar para asentir y sigue a Rosher, quien ahora se hace llamar Ripper.
La misión irá cómo se planeó. Primer paso: Matar a Rosher.
Rosher (Ripper), se detiene en frente de una pared metálica. Luego, coloca la palma de su mano sobre la pared y esta se abre. Joyth avista un cuarto oscuro, y retrocede con los ojos puestos como platos.
—Eh — (Esto es demasiado rápido) — No creo que deba saberlo…
—Te lo mereces —Le responde Rosher (Ripper), con una elegancia inimaginable—. Salvaste mi laboratorio y probablemente mi país. Tienes el mérito que mereces, socio.
Estas palabras afables, llenan el corazón de Joyth hasta el punto de tenerle lástima a Ripper. Un hombre simpático que no da la ilusión de ser su enemigo. No puede evitar pensar en lo triste que es matar a un hombre bueno. ¿Quién es el villano? ¿Joyth, o Rosher? Tal vez no haya buenos ni malos en este mundo. Joyth le dice con timidez.
—Gracias…, es un honor, supongo.
— ¿Sabes qué es esta belleza?
Joyth y Ripper se adentran a la pequeña sala. Hay un enorme cristal antibalas en frente, y una sucesión de botones y palancas delante. La oscuridad predomina la sala, y el silencio se hace inquietante; no obstante, eso solo es la puta del iceberg.
Joyth avista una horripilante figura que le pone los pelos de punta, y deja escapar su confusión.
— ¿¡Qué narices!?
Una abominación. Con una silueta obesa y perturbaría a cualquier tripofóbico por los agujeros en su cuerpo. Maleable como plastilina, su piel da la ilusión de ser quitina o celulosa. Tentáculos carnosos y esporulentos que llevan varias lanzas hechas de Queratina (sólido del que se componen las uñas). Tan dura como el kevlar (o un tanque de guerra soviético). Si se tuviese que personificar la micofobia en sí, esta criatura se lleva todos los boletos.
—Los hongos dominaban en el pérmico y la extinción se llevó a este espécimen. El Ente Fungus —Contempla Ripper.
Es cierta su historia. Una criatura existió y subyugó a todas las especies sobre la faz de la tierra. Sus esporas se ingerían o aspiraban por los mamíferos, permitiendo reproducirse y tomar control de la especie. Básicamente, un apocalipsis zombi primitivo que demostró que la tierra tenía un superpredador que antecedía al ser humano. Ocurrió la masiva extinción y todo fue borrado. Los restos de ADN del Ente Fungus, fueron castigados por la selección natural y ahora son los hongos de ahora: Seres que toman de las peores características de los animales y plantas, dedicándose a reproducirse como conejos por su bajo nivel de vida. El recién llamado Ente Fungus, hace salir una lanza de la nada y la abalanza contra el cristal. Suena un golpe húmedo que sobresalta a Joyth. El cristal no se rompe por ser antibalas.
—Mierda —Expresa Joyth, con un terror extremo que lo hace retroceder varios pasos.
—Estamos cerca de controlarlo con ayuda de implantes. Por los momentos, tiene lealtad. —Le dice Ripper a Joyth, se vuelve hacia él y golpea su pecho en señal de determinación— ¡Si ellos se atreven a venir, les espera lo peor! ¡Si esto se libera sin nuestro control, incluso nuestro país se jode! ¡Así que más conveniente quitarnos los bloqueos económicos y tratarnos como personas!
Joyth empieza a pensar que toda esa gritadera es para él. Ripper prosigue.
—Eso fue lo que le dije a ambos presidentes. El explotador occidental y el Gran Hermano Oriental. Dios… que elegancia el Rey de mi territorio, cuando secretamente alabó mi decisión. —Luego, Ripper se vuelve hacia Joyth con su rostro iluminado—. ¿Qué opinas tú, Joyth?
—Disculpa si respondo con otra pregunta, pero… Dios mío. ¿Qué pasa si en verdad esto se libera solo? ¿Qué hará usted si le llegase a pasar algo?
—No está dentro de mi programación pensarlo
La mente de Joyth hace corto circuito tras escuchar esto. ¿Programación? ¿What The Fuck? ¿Está chiflado este tipo?, piensa Joyth.
—Y sé lo que piensas. Sí, soy un androide, o un robot como dirían los otros —Dice Ripper, quien se acaricia el mentón en un gesto pensativo—. Si te digo la explicación técnica, incluso el mejor ingeniero se cortaría las venas.
Alejado de la misión principal, Joyth ansía más conocimiento. La existencia de androides como Ripper. Su forma de pensar, todo. Incluso piensa en preguntarle, qué es lo que hizo con su ex empleado Tovar. Luego cambia de opinión. No tiene excusas para responder a un: ¿Y cómo lo sabes? ¡Habías venido hace muy pocos meses!, así que comienza por la primera.
— ¿Y cómo se siente vivir así?
—Desde fuera, puedo ver que mi personalidad es limitada. —Responde Rosher, quien le lanza una mirada reflexiva—. Pero hay una pizca de crítica en mí pensar. Veo todo con sensores oculares, olfativos y el resto de mis sentidos… bueno, también un poco del sexto. ¿Qué es la realidad? Fue lo primero que pensé. Los sentidos solo traducen la realidad; más no podemos verla en su forma original. ¿La vida será cómo la veo? Lo más probable es que ni siquiera tenga sentido, y tampoco me importa.
A Joyth no le hacen falta dos dedos de frente para darse cuenta del nihilismo que suelta Rosher (Ripper). Una ideología que tiene lógica; pero, a su opinión, es asqueroso de pensar.
— ¿Y te consideras libre? —Joyth se corrige y trastabillea con vergüenza—. Bueno, es que sabes que sigues una programación… así que…
Ripper logra entender su pregunta a la perfección, y lo interrumpe.
—Libre como el viento. Ser consciente de eso, es lo que me hace libre.
Joyth fuerza una risa, incómodo por sus incomprensibles respuestas.
—Ja, ja, ja. Y yo, a esta edad, me considero más suertudo, que viejo.
Ripper continúa contemplando lo que se convertirá en su arma definitiva. Sus expresivos ojos arden con pasión y el mismo Joyth se da cuenta. Atrás está Thaniuska. A unos 10 metros de distancia (limitados por la pared que está a su espalda) y portando un rifle de caza con una mira telescópica e inteligente (que toma en cuenta la dirección del viento para mejor precisión). Ripper no se da cuenta, y Joyth tampoco.
En ese mismo momento, recuerda el momento donde discutió cómo matarán a Ripper. Fue luego de su golpiza a Mike. Joyth negó involucrarlo debido a sus heridas dignas de ir a la enfermería, y Petra demostró no ser confiable. Thaniuska se opuso a algunas partes del plan y asintió en otras. Joyth golpeó la mesa con una determinación escalofriante, y le soltó una frase que recordará por el resto de la misión.
Rosher debe morir.
Tal vez Joyth y Thaniuska sean almas gemelas. La mujer podrá ser joven, pero su mente mayor y de amplia madurez es lo que, por un momento, cautivó a Joyth. Nunca se dieron un abrazo o bromearon entre sí; precisamente porque Thaniuska es distante y antipática.
Mejor no divagar.
Volviendo al presente. Thaniuska acerca el rifle a la altura de su cabeza y apunta a la cabeza de Ripper. Se prepara para matarlo, mientras musitan las mismas palabras de Joyth. Su voz no debería oírse lejos; el pasillo no deja escapar el sonido.
Rosher debe morir, para que la misión siga.
No obstante, Ripper parece captarlo (¿o no?) porque termina la exhibición para irse. Antes de dar una media vuelta, Joyth le toma del brazo para impedírselo.
— ¿Qué pasa? —Pregunta Ripper, quien intenta soltarse—. Debo ir a verificar que no haya infiltrados.
Joyth sigue sosteniéndolo y le hace un mar de preguntas.
—Quiero que me expliques todo, ¿¡qué pasa si esto cae en manos equivocadas!? ¿¡Programación!? ¿¡No puedes pensar más allá de los próximos meses o…!?
—Te dije que no puedo pensarlo, Joyth. Me voy.
En ese milimétrico instante, donde Thaniuska presiona el gatillo, y su rifle deja escapar una bala que tendría que viajar más rápido que el sonido, un sonido horripilante se escucha. Una onda expansiva expele a Joyth hasta hacerlo colisionar de espaldas con el cristal y casi las notas de Akihito salen disparadas. Joyth se reincorpora con un mareo combinado con un dolor de cabeza debido al impacto, pero vislumbra algo que le deja en shock. Ripper de espaldas a él, en el pasillo cerca de la entrada de la sala. Thaniuska con un bolígrafo ensartado en el estómago, cuyo dolor le hace hundir sus entrecruzados dedos. Tan insoportable que sangra a borbotones.
— ¡THANIUSKA! —Luego, se vuelve hacia Ripper—. ¡EH, HIJO PUTA! —Jo’puta.
Con la ira en sus ojos, Joyth desenfunda su pistola y apunta a la cabeza de Ripper. Pero antes de siquiera jalar el gatillo, ocurre algo extraño.
Ya no tiene la pistola consigo, y solo está sosteniendo aire. ¿En qué momento todo salió mal, y por qué?, se pregunta así mismo. Ripper le tiene apuntado con su misma pistola, y le pregunta.
— ¿Tú también, Joyth?
Joyth no da ninguna respuesta; el shock hace que su corazón bombee tanto hasta subir a su garganta y un sentimiento incrédulo nuble su pensar. Temor reverencial ante el hombre que pasó meses intentando analizar, porque no quería llegar a este resultado. Lamentablemente, la vida no es justa y los planes nunca se cumplen a la perfección.
—Esto es una lástima, Joyth. Me has engañado descaradamente.
El mismo Joyth solo se limita a jadear del terror mientras Rosher, alias Ripper, prosigue.
—Y eso tiene su precio.
Acto seguido, el androide noquea a Joyth de un golpe en la cabeza. Solo se ve la oscuridad; una nada profunda donde ni siquiera estás soñando. Joyth estaría listo para despertar dentro de sus pesadillas.