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La Operación Suicida [español]
Capítulo 2 – Enfrentando a los Orientales.

Capítulo 2 – Enfrentando a los Orientales.

Hasta 2023, el mundo había pasado por una reciente guerra entre dos regiones, que ahora son bloques: Neutral, y Oriental. Eso dio una enseñanza importante y les dio la necesidad de extender su ideología. Entretanto, el Norteamérica de occidente, habría iniciado su campaña de Mundo Libre desde antes. Estas dos campañas desembocaron en un serio conflicto de intereses entre el deseo de libertad y privacidad económica, y el de control sobre ellas.

Se sintieron inseguros y los países se pelearon a base de bloqueos y difamaciones públicas: Se llama la Segunda Guerra Fría, y se inició en el año 2024; sin embargo, ambos bloques (Occidente y Oriente) solo empeoraron sus relaciones, y se encendió una Tercera Guerra Mundial a gran escala.

No faltan las opiniones que dan algunos medios de confianza.

—Fue la guerra menos sangrienta, pero sí la más influyente de la historia —Dicen voces oficiales—. Terminó tan rápido, que no sabemos qué pasaría si hubiese continuado.

Pero la voz de la muchedumbre, dista mucho de las opiniones oficiales.

—La guerra no terminó. Simplemente, cesaron las armas, y ahora están luchando por quien las agranda más rápido.

La guerra inició en 2025 y finalizó en 2026 con un tratado de paz. ¿Qué significa ese tratado de paz… digo, tregua?

Si eres de América, y, pasas a formar parte de occidente, cuyo núcleo es norteamérica. Si eres de Asia, sin importar si su ideología es de ‘Mundo Libre’, entonces serás del Bloque Totalitarista Oriental, con su núcleo en Asia Oriental. El mundo se dividió en sus bloques: Occidental, Oriental y el Neutral Central.

Y el bloque Neutral, es el principal foco de esta historia. Corresponde a la provincia ibérica; un país que sigue en pie, gracias a que occidente y oriente se pelean por quién lo conquista.

—Esto no es paz —Dicta el título de un periódico oriental, que fue cerrado a los pocos días de publicarse su artículo.

Un muy pequeño escuadrón de Sudamérica entraría a este país, con el objetivo de investigar un arma biológica que deben detener a toda costa; pero Rosher representa un misterio, y el principal actor de una escabechina que deberán enfrentar.

Se envolverán en un espiral de terror y suspenso que parecerá no tener fin.

19 MESES DESPUÉS, JULIO DEL 2029.

Y aquí, pasarían varios meses hasta que algo cambie. Se hallan en una habitación pequeña y húmeda (resaltando el moho), que corresponde a una fábrica de armas abandonada. Un hombre de ojos achinados camina en círculos, mientras atiende una llamada telefónica.

— ¿Entonces tardarán hasta mañana? —Pregunta el hombre, con aires de decepción—. ¡Bueno, podemos aguantar! ¡Si no, nos recogen con avioneta y se acabó!

Luego de que el hombre termina su llamada, el otro interrumpe con descaro.

—Oye, Mijito.

El hombre recién apodado ‘Mijito’ se vuelve hacia el otro, y desenfunda una pistola que apunta hacia él. Ambos están solos en el cuarto, y el eco se escucha. Molesto por su sobrenombre, ‘Mijito’ le masculla con indudable ira.

—Es Akihito, y es nombre de mi lugar de nacimiento, pedazo de mierda. —Dice ‘Mijito’, quien en realidad se llama ‘Akihito’, y suelta una mueca de superioridad— ¿O quieres que te llame Jotaro?

El hombre recién apodado ‘Jotaro’ hace un suspiro. Está completamente confiado de la situación; él mismo forma parte del escuadrón recién infiltrado a España, y va en torno a su plan. Finalmente, responde con aire de confianza.

—Por suerte me llamo Joyth —No hace falta decir que ‘Jotaro’ en realidad se llama ‘Joyth’, pero nadie sabe cómo es el lector. Joyth hace énfasis en el par de esposas que lo atan a la columna del cuarto—. Y esto no está mal; podría dormir aquí, ¿y tú?

A Akihito le molesta la confianza de Joyth. Esto, más que hundirlo en confusión, le hace sentir temor por lo mismo. Akihito le vocifera con un tono violento.

— ¿¡No está mal!? ¿Acaso quieres que te cortemos las patas? —Akihito le señala con un dedo acusador—. ¡Te secuestré y te dejé tres horas ahí parado! ¿¡No sientes ganas de orinar o de cagar!?

Joyth siente la necesidad de orinar, pero no puede demostrar temor. Tiene que hacer el mayor tiempo posible, antes que lo maten. Akihito es de los orientales que corresponden al bloque totalitarista; por lo tanto, sigue siendo su enemigo. Joyth continúa haciendo su papel, y le hace una mirada que no parece buscar vacilar.

—No, Mijito. No quiero porque no soy un animal; no tengo patas, sino pies.

Akihito está cada vez más al borde de perder su paciencia. En otro intento, empuja la frente de Joyth con su pistola, inclinándolo hacia atrás.

—Con que te pasas de listo… ¡Ya veo! —Akihito acerca más su rostro a Joyth, mientras le susurra con un tono maquiavélico— Sé que tuvimos la misma idea, así que quiero que me lo digas. ¿Qué hacías tú en el Laboratorio Oasis? —Akihito acerca más su rostro. Tiene ojos achinados, corte de libro abierto y una tez morena que lo hace parecer un hindú. Su aliento perturba la respiración de Joyth—. ¿Alguien más vino contigo?

—Tu aliento, huele a menta, compadre. —Joyth se acerca más a Akihito, casi como para que su boca choque con la del otro—. Entré para conocer a tu puta madre, papi, ¿está arrugada?

Joyth no puede evitar reírse internamente tras esto; le gusta actuar así frente a sus enemigos, a pesar de tener su orientación sexual bien definida. Esto es la gota que derrama el vaso para Akihito, quien entra en furia y le asesta dos puñetazos en el rostro del otro. Un golpe rompe el bazo de su nariz, haciéndola sangrar hasta recorrer el relieve de sus labios.

— ¡ERES UN MALDITO PESADO! ¡Y UN HIJO DE PUTA DOBLE!

Pero Joyth sigue haciendo su misma sonrisa y con los ojos cerrados, aun con la sangre llegando hasta sus dientes.

Si no me lo dices, igual con esta muestra… —Akihito exhibe un pequeño recipiente de cristal. Alberga un polvo amarillento, que muestra con una sonrisa sádica que revela sus metálicos dientes— vamos a invadir la provincia ibérica. Europa será de nosotros, por lo que tendremos más regiones que la tuya.

Joyth, llevando un corte de hongo que combina con su cara larga, algunos signos de vejez y su constante mirada fría e inexpresiva, no lo entiende.

— ¿Y eso qué significa?

Akihito se muestra más anonadado que enojado. Joyth debe de pensar: ¿qué tanta paciencia se necesita para aguantar a un hombre como yo? Dios mío, probablemente haya muerto antes. Akihito le responde con más confianza.

—Porque si no me lo dices, mi país invadirá el tuyo. Y yo mismo me encargaré de violar y matar a toda tu familia. —Akihito se muestra confiado, pero no parece feliz por ello—. Con todo el derecho de la ley oriental. ¿O cómo tratan a los prisioneros de guerra en el tuyo?

Podría amenazarlo con matarlo a él y a sus amigos. ¿Pero a su familia? Aquí toca un punto sensible; un terreno peligroso en el que Joyth no puede evitar sentir odio hacia el oriental. Joyth tiene una esposa e hijos, razón por la cual cree estar haciendo lo que hace.

Joyth le masculla con un aire colérico, que turba a Akihito.

— ¿Y sabes qué yo prometo, Akihito? —Joyth se inclina más hacia Akihito, hablando con un tono más fuerte, con el mismo volumen de voz—. Que te voy a matar, cuando menos te lo esperes…

Akihito capta qué le molesta a Joyth, y se jacta de ello. Luego, dispara al techo, haciendo sobresaltar a Joyth del susto. Luego, acerca su cañón de pistola hasta la frente de Joyth y se la presiona fuertemente; el calor de un cañón, recién disparado, lo hace retorcerse del dolor.

— ¡OK, OK, OK! —Joyth rápidamente cambia de parecer—. Queríamos detener un arma biológica, ¿sí? ¡Eso!

Algo de las palabras de Joyth, hacen que Akihito se eche de espaldas hacia la pared y sus ojos centelleen en carcajadas. Sus lágrimas de tanto reírse, se hacen notar y observa a Joyth con una mirada burlona.

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— ¿¡Qué!? ¡Ja, ja, ja! —Akihito toma un respiro, sin perder la emoción— ¿¡CON ESE TREMENDO JEFE!? ¡QUÉ MISIÓN SUICIDA!

Joyth no responde a esto, y se limita a observar con unas cejas levantadas y recelosas. Akihito prosigue.

—Yo vine, porque si mando esto —Señalando el recipiente que lleva consigo, constituye la muestra— Mi país tendrá evidencia para invadir este. Tu caso ya es otra historia… te buscas la muerte, tú solito.

Joyth resopla con una pequeña sonrisa que hace con las comisuras de su boca.

—Por algo somos gente del sur de América que ahora el norte manda. —Joyth hace un suspiro que, nuevamente, altera a Akihito—. Como tú habías dicho, tuvimos la misma idea, socio. Como diría cierto personaje de…

De un libro gringo cuyo nombre es una fecha, quiere decir Joyth; pero Akihito le interrumpe.

—Te enfrentas a un tipo que tiene poderes sobrenaturales. —Akihito se acerca más a Joyth, con una mirada que busca intimidarlo—. ¿Qué diferencia tu plan, del mío que es más práctico?

Joyth le responde con unas palabras ingeniosas.

—Que nosotros la tuvimos primero.

Luego de esto, se llega a escuchar una explosión fuerte que hace vibrar todo el edificio, como si fuese un bajo sonando a todo volumen. Joyth hace una pequeña sonrisa mientras hace mover sus brazos atados; Akihito se turba y abre la puerta (sostenida por un gozne; su cerradura es inútil).

Akihito contempla el panorama de la fábrica abandonada donde están. Color verde ahumado, paredes de concreto con ventanas interiores en algunas oficinas y trozos de armas viejas (digno de una fábrica de armas abandonada). La pared del fondo está destrozada, resaltando el polvo de concreto, y ocho soldados se esconden detrás de las columnas.

Aquí, una tensión se produce entre Akihito y los demás. La calma perturbadora hace que la atención se enfoque en los rayos de luz que refracta el polvo. Akihito se prepara para levantar la mano para abrir fuego. De pronto, su atención se dirige en dos siluetas femeninas que atraviesan el polvo y abren fuego hacia Akihito. Sin poder verlo, una bala choca ineludiblemente con sus dientes metálicos que la hacen desviarse hacia arriba, destrozando sus labios, la piel de sus pómulos y los músculos de su cara.

Ante este hecho tan repentino, Akihito se tambalea hacia atrás y da una débil media vuelta hasta Joyth; tiene intención de acercársele y matarlo de inmediato.

Pero Joyth se habría liberado de sus esposas durante la distracción, y se impulsa de un pie hasta arremeterse hacia Akihito. Joyth lo empuja hasta hacerlo colisionar de espaldas a la pared y le asesta un puñetazo en su sangriento rostro. Entre quejidos, rugidos y gruñidos, ambos forcejean por sus vidas. Joyth toma el brazo de Akihito que sostiene la pistola y le intenta asestar otro puñetazo con el otro; pero Akihito se cubre con su otro brazo y patea la entrepierna del otro. Joyth interpone un muslo de su pierna y lo bloquea, pero Akihito lo aprovecha para hundir su rodilla y apoyar su peso. Antes de Joyth hacer algo, Akihito usa su otra pierna para patearlo y lo tropieza.

Ambos caen de costado al suelo. Akihito aprovecha; toma su pistola y la mete violentamente en la boca de Joyth, quien está aturdido por el impacto. Joyth observa desconcertado, mientras Akihito intensifica su sonrisa de victoria.

— ¡EXACTO! ¡PEDAZO DE SUDAMERICANO! —Le grita Akihito, luego hunde su dedo índice en el gatillo de la pistola, accionándola.

Pero suena un clic; la pistola tiene el seguro puesto, y eso impide que se dispare. Joyth resopla con una sonrisa confiada, porque tomó su brazo precisamente para activar el seguro de la pistola. Joyth balbucea en celebración.

—Despistado de mierda.

Luego, toma el cuerpo de la pistola con una mano y hace un truco para arrebatárselo; golpeando un brazo de lateral. Luego, tira la pistola y le asesta una patada certera en la boca del estómago. Akihito se hunde en el dolor, mientras Joyth desenrosca el seguro de la esposa y la empuja contra el cuello del otro. Akihito logra contenerlo a tiempo, y ambos forcejean.

Akihito no alcanza comprender lo sucedido, y se fija cómo el filo de la esposa es utilizado como cuchilla contra él. Debe de estar pensando, ¿en qué momento la afiló?

Joyth, victorioso, sigue hablando.

— ¿Y te digo la mejor parte? —Joyth empuja más la cuchilla; el cuello de Akihito sangra por el mínimo contacto—. Que prometí matarte.

Pero su celebración se interrumpe. Un soldado entra al cuarto y apunta a Joyth con un fusil de asalto. Joyth se desconcierta, y detiene el forcejeo. Akihito suspira de alivio.

— ¡Justo a tiempo! —Dice Akihito—.

El otro soldado responde.

— ¡Dios, menuda raya que tienes en la cara! —El soldado, aliado de Akihito, se muestra asqueado, y no se le culpa—. Creí que habías muerto. Menos mal nos pusieron dientes metálicos cuando entramos al ejército.

Akihito aparta los brazos de Joyth y le asesta una patada en las pelotas. Joyth se encoge por el dolor y no puede prestar atención a su entorno. El dolor es paralizante, y ni la protección ‘bolera’ puede contra una patada tan fuerte como la de Akihito.

Akihito se levanta y le comenta burlonamente.

— ¡Vamos! ¡Que de seguro ya tuviste hijos, hombre! —Le añade Akihito mientras habla con total confianza en sí mismo; Joyth se retuerce indefenso—. ¡Dios! Eso es por arruinarme la cara. Por poco y no me sacan los ojos.

El otro soldado se encamina hacia Joyth y acerca el cañón de su fusil hasta el otro, quien sigue con las piernas unidas y las manos puestas en la entrepierna. El soldado se prepara para hundir el dedo en el gatillo, listo para ponerle fin a su trágica vida.

Pero Akihito extiende su brazo para detenerlo, y murmura.

—No lo mates. —No contento con eso, Akihito le escupe en la cara y prosigue—. Va a sernos útil para esta ocasión.

Mientras tanto, ocurriría algo más en la sala principal de la fábrica. Hay muchas columnas y varias ventanas. Dos mujeres, aliadas de Joyth, pasan de espaldas a través de las mismas columnas con un chaleco antibalas y un casco. La cabellera de ellas no se puede ocultar. Sostienen un fusil de asalto, y conversan entre sí mientras están atentas a los peligros.

— ¿Entonces aquí es, Thanos? —Dice una mujer pelirroja y de ojos centelleantes; resalta su piel pulcra y mirada enérgica que sería el alma de la fiesta. Parece distraída.

La mujer, recién apodada ‘Thanos’, hace una vista de desaprobación hacia la otra. Finalmente, le espeta mientras camina de espaldas y está atenta a su alrededor.

—Eres fastidiosa, Petra. —Responde la mujer, llevando un cabello corto similar al que usan los hombres y unos ojos recelosos que podrían fácilmente confundirla con Joyth, su amigo. Tiene caderas más anchas que Petra; no obstante, se ve más masculina. ‘Thanos’ sube la voz con cada palabra hasta gritarle a toda voz—. Primero, sí. Y segundo, me llamo Thaniuska. ¡THANIUSKA, NO THANOS!

Ambas mujeres habrían entrado a la fábrica con el objetivo de rescatar a Joyth. Akihito habría tomado una muestra, que Joyth y su grupo necesitan sabotear para que su misión no se perjudique. Ahora, Joyth debe de estar en problemas y deben llegar a Akihito cuanto antes.

Petra responde con una risa extraña, y entrecerrando sus ojos juveniles para expresar ternura.

—Ji, ji, ji, lo sé. Es que me pareces muy mona.

Como si no fuese típico de Petra, Thaniuska pone los ojos en blanco; tanto tiempo en territorio ibérico, provocó que adquirieran su dialecto.

Luego, ambas divisan a un soldado que se halla a seis columnas de distancia, y este comienza a ametrallar en dirección a las mujeres. Thaniuska y Petra se ven obligadas a cubrirse por detrás de las columnas. Petra entra en su ‘modo serio’ y jadea de cansancio, mientras habla en resoplos. Se notan sus mejillas que constantemente están ruborizadas.

—Entonces, la hipótesis era cierta —Dice Petra—. No somos los únicos que se infiltraron en el laboratorio. Puede que Jorge, o en realidad llamado Akihito, haya estado mucho antes que Valbuena.

Thaniuska se fija en sus alrededores y asoma su mirada a través de su columna —Siendo un riesgo para su vida— y se inquieta porque, no hay nadie. Había más de ocho soldados, y solo había visto a uno llegar. Teme que se estén escondiendo para matarlas en seco.

Porque son mujeres, no hombres sin pito. ¿Podría una mujer en un 1vs1 contra un hombre igual de entrenado? Ni en sueños; porque menos podrían contra siete hombres igual de entrenados. Thaniuska en voz muy baja, murmura:

(¿Dónde estarán mis otros aliados? Esto se me sale de las manos).

Luego, le responde a Petra.

— ¿Y ahora te das cuenta? —El rosto de Thaniuska muestra, nuevamente, desaprobación hacia la otra—. Dios mío, estos totalitarios con unos cobardes. ¿Sabes qué yo hiciera, Petra? —Endurece sus brazos que sostienen el fusil de asalto, sin perder vista a su alrededor—. ¡Tomara un rifle de francotirador y matara a Rosher desde una colina! ¡PAH, PAH, Y PAH! ¡Listo, misión cumplida! ¡Nada de estar esperando a descubrir su poder, mientras él desarrolla su arma!

Petra observa a Thaniuska con simpatía y no se esperaba su forma de dramatizar. Thaniuska es muy joven, pero al igual que Joyth (quien es más viejo), conserva su forma de ser. Esto la hace reír de tranquilidad, y responderle.

— ¡Porque le tienen miedo al éxito, Thanos! ¡Y es inevitable! —Esta ‘Inevitable’ referencia, hace que Thaniuska le fulmine con la mirada mientras habla. A Petra no le importa y le hace una sonrisita burlona, y prosigue— ¡Esto pasa cuando pones a unos culicagados a hacer el trabajo sucio! —No obstante, le da cierto aire a Joyth.

Thaniuska sigue enojada, y espeta.

—Culicagados. Mira quien lo dice…

Pero su enunciado se interrumpe. Una granada de aspecto piña sale rodando hacia donde están ellas, provocando que el par de chicas pongan los ojos como platos en señal de shock. Ante un objeto que está a punto de explotar en múltiples fragmentos, ambas intentan ponerse a cubierto con lo que tengan cerca. Petra es la primera que se da cuenta.

— ¡CUIDADO!

La granada explota en una onda expansiva que provoca un radio de destrucción, desmoronando las columnas cercanas. El techo se derrumba y el estruendo resuena hasta hacer zumbar los oídos. Ambas chicas salen volando en sus direcciones opuestas. Petra colisiona de espaldas con una pared de la fábrica; Thaniuska sale rodando y golpea su cabeza con una columna.

El impacto aturde a Petra y hace doler su cervical. El zumbido de sus oídos se intensifica y un dolor surge desde el lado de su clavícula; no obstante, aún puede moverse. Entre el polvo de concreto y los molestos rayos de sol, Petra vislumbra su fusil que se halla muy lejos. Debido a esto, entra en alerta y desenfunda su pistola de emergencias, solo para descubrir que Thaniuska está tumbada inconsciente. Petra murmura el nombre de su compañera y se levanta con dificultad para acercarse.

Se siente mareada y su vista se encuentra nublada por el impacto cervical-pared; una sensación parecida a hacer ejercicio con una fiebre de 39° asándote. Su temor aumenta, porque luego divisa a dos soldados que se hallan cerca de Thaniuska; preparados para ejecutarla.

— ¡Oigan! ¡Joeputas! —Les grita Petra.

Luego, les dispara al par de soldados. Estos ametrallan en dirección a Petra, obligándola a ponerse a cubierto en una columna; no obstante, los mismos soldados también hacen lo mismo. Petra reza para que Joyth esté a salvo y que los demás también; la situación se puso crítica, y no sabe en qué momento puede ocurrir algo así de inesperado.

Y ocurre. Su vista se nubla hasta parecer un túnel y su cuello duele mucho más. Esto la hace desplomarse al suelo, casi inconsciente. Está demasiado débil como para moverse, su respiración se torna más pesada y su pecho siente una presión asfixiante; cuando haces mucho esfuerzo estando en su lugar, tu cuerpo simplemente te falla.

Un soldado enemigo se aproxima, y le apunta en la cabeza. Petra solo se limita a observar, con impotencia, la boca del cañón que está por matarla. Sus pensamientos están tan nublados que no puede siquiera arrepentirse de algo, o en el momento más feliz de su vida.

Pero un milagro ocurre. Dos personas rompen las ventanas de los pisos superiores y uno de ellos, de tez morena y corpulento, apunta con su pistola y dispara al soldado en su espalda mientras está en el aire. El soldado recibe el disparo, pero —valga la redundancia— el chaleco antibalas detiene la bala. El soldado, quien está en dirección a Petra, se vuelve hacia el origen del disparo y le apunta con su subfusil de asalto. Pero el otro que había aparecido, lo asesina de un disparo en la sien.

El disparo atraviesa entrada-salida en la cabeza, derramando sangre y restos de cerebro en el rostro de Petra. El soldado cae al suelo, pero irónicamente para quien está aturdida, Petra recobra sus energías solo para reaccionar con asco y limpiar su cara. Luego espeta a su salvador con furia indescriptible.

— ¡ERES UNA MIERDA PARA ESTRATEGIAS, MIKE! —Petra le reprocha, habiendo pasado por un susto de muerte. Le exclama mientras hace interjecciones de asco— ¡Ahora no solo tengo algo en la clavícula! ¡También me hiciste pasar un susto de muerte! ¡Me ensuciaste la cara! ¿¡Qué carajos hacías!?

El hombre, recién llamado Mike, se desliza de una barra y aterriza de pie en el suelo. A los ojos de Petra, es un hombre de tez morena y la forma de su cuerpo da la apariencia de estar demasiado corpulento. Atractivo y de ojos confiados, incluyendo el gel que usa en su cabello (denotando cuidar su apariencia). Mike se dirige hacia Petra para saber si está bien. Petra extiende su mano porque no quiere que se acerque; sigue enojada por lo sucedido. Mike le replica.

—Disculpa, ¿sí? —Se disculpa Mike, y luego admite—. ¡Esta situación fue diferente y simplemente quería ver por donde entrar! Sabes que yo planifico de puta madre, Petrica. Es más, soy el mejor planificando y debes tener en cuenta que mis planes fallan porque todo esto es nuevo.

Como si no quisiese ocultar su bajo intelecto, murmura Petra para sí misma, quien opina lo contrario. Considera que su compañero y mejor amigo, Joyth, es el sujeto que más había demostrado tener ese título de mejor estratega; pero a pesar de todo, Mike sigue siendo el comandante.

Un hombre, quien resulta ser Valbuena, se acerca hacia el cuerpo inconsciente de Thaniuska y observa agujeros inofensivos en su chaleco antibalas. Tiene pulso, pero se dio un golpe en la cabeza y debe despertarla. Mike lo mira de reojo, y aprovecha para acercarse con un aire burlesco.

— ¡Pero si estás de buenas, Valbuena! Si quieres cógetela.

Al mismo tiempo que Petra se acerca y se agacha para revisar a Thaniuska, Valbuena se enfurece y le replica a Mike. Parece ocurrírsele algo más fuerte, pero se limita a espetarle con palabras más suaves.

—Sí, sí. Gracioso, Mickey. —Valbuena se vuelve agresivamente hasta Mike, y señala a Thaniuska—. Yo no tengo nada con ella. ¿Sabes quién si está enamorado de alguien?

La expresión de Valbuena denota ser sincero en sus palabras, y no tuvo casi contacto con Thaniuska. Las pupilas de Mike se contraen en nerviosismo y lo interrumpe para evitar que diga algo.

— ¡SABRÁ DIOS! ¡O SEA NI YO!

Pero antes que Valbuena le replique para completar su diálogo, el otro soldado que Petra habría espantado se halla detrás de una esquina. El soldado toma aire y se lanza con valentía hasta el grupo, portando su rifle que coloca a la altura de su pecho y ametralla contra ellos. Pero mientras discuten, el otro soldado se halla detrás de una esquina del pasillo. El grupo conformado por Valbuena, Petra, Mike y Thaniuska (inconsciente) profieren una maldición y reaccionan para salvarse. Petra carga a Thaniuska con la mayor rapidez y se mete detrás de una columna; Valbuena se lanza hacia atrás y Mike no tiene más remedio que lanzarse a una ventanilla, destrozándola y con los fragmentos enterrándose en sus brazos.