Parte 4 – Operación Micelio (Extra, Oneshot).
Aquel fatídico suceso ocurrió hace 9 meses. Una operación militar se lanzó, en algún lugar de la Provincia Ibérica; queríamos detener un arma biológica.
Pero hubo un error de cálculo. Liberamos aquella arma, y mientras el mundo seguía su curso, vagó libremente por los bosques.
Nadie se enteraría de que, en realidad, solo un pequeño escuadrón habría causado un apocalipsis global.
Una gran nube de esporas se liberó en una poblada ciudad, y la gente comenzó a perseguir a sus parecidos. Ramificaciones atravesaban sus manos para enterrarse en los cuellos de sus víctimas.
Cada víctima, que huía despavorida y sin saber lo que ocurría, pasaba a formar parte de aquella horda asesina de la que alguna vez huían.
Lo mismo pasó en diferentes partes del mundo. Pronto la humanidad se empezó a dar cuenta de lo que están lidiando. No zombis de películas ni alteraciones cerebrales... sino simples organismos que crecían dentro de las víctimas recipientes. Eran endoesqueletos que se hallaban dentro de los cuerpos.
La vida cotidiana fue destrozada y la humanidad se aisló, lo suficiente para desatar una grave inflación que amenazaba el orden de nuestro país natal.
La causa: El "Ente Fungus"; una criatura de alta peligrosidad. Le confesamos nuestro error a la Agencia de Inteligencia Occidental y concluimos lo mismo: escurridiza y mortífera, debe ser exterminada a toda costa.
Y por suerte, encontramos unos cuantos indicios... Por suerte, claro.
Una ciudad aglomerada de oriente, tan devastado como incapaz de concentrarse en las tensiones del pasado. La ciudad más aglomerada, hasta el momento.
***
NOVIEMBRE DEL 2030
Los relojes digitales marcan las 5:00 am. Predomina un lúgubre silencio dentro de un neblinoso callejón angosto, sin señales de vida, con excepción de un grupo de personas que caminan a través de él.
—Zona estrecha —Dice un hombre, portando un traje peculiar y un fusil de asalto—. Tengan cuidado con los puntos ciegos.
— ¡Pero Dios!, ¡Comandante Joyth! —Reacciona una mujer que se halla detrás, con cierto tono de frustración—. ¿No podemos dormir un poco?
—Sí, Sargento Petra—Responde Joyth, quien luego mira a Petra desde atrás—. Si quieres llamo al objetivo y le pido que pause su apocalipsis para que duermas.
— ¡En serio estoy cansada! ¡Habíamos pasado por todo Oriente en búsqueda de esa cosa!
—Y agradece que solo haya...
Joyth no termina su oración y, visto detrás de los visores de su traje, sus ojos relampaguean en sorpresa y ordena gestualmente a su grupo a detenerse. Sus compañeros permanecen observando.
— ¿Qué ocurre?
Joyth observa fijamente algo desde el final del callejón.
—Mierda
— ¿Qué hay ahí? —Petra intenta mirar hacia el lugar, pero Joyth bloquea el camino—. ¿Puedo ver?
—Es un Peón [1].
Aquella cosa que está observando, está parada con sus extremidades relajadas al punto de verse muerto. Lleva una piel pálida cuyo exterior alguna vez fue humano. Protuberancias de queratina (muy endurecida) que salen de algunas heridas de su piel. Huesos de metacarpos desenterrándose de sus manos y unas raíces blancas que brotan de los orificios de su cara. Ni olvidar de su espantosa gleba maloliente, que recubre su cabeza como si se tratara de un velo de novia.
—No da la apariencia de ser nuevo —Joyth suspira—. Quiere decir que llegamos tarde.
— ¿Qué quiere que hagamos? —Pregunta Petra.
—Pero a juzgar por estar parado, quiere decir que el objetivo está cerca. —Responde Joyth, quien luego mira a su escuadrón por encima del hombro—. Escuchen. Solo hay que marcarlo e irse. No sabemos nada del Ente Fungus.
—Sí, sí. Ya me lo dijiste miles de veces. A propósito, saliendo un poco de tema... Deseaba un poco de diferencia y viajar a oriente, nada más para visitar. —Petra suspira nostálgicamente, con una melancolía en su mirada—. Siempre fui a países occidentales.
— ¿Y toparte con El Gran Hermano? Estaría optando por ver a anormales con olor a azufre diciéndonos “Bastardo suramericano”, como me dijeron miles de veces.
Pero los visores de Joyth captan algo lejano, señales de calor que provienen del local de un centro comercial abandonado.
—Mierda. —Joyth no puede evitar reaccionar con palabras fuertes— ¿¡Sobrevivientes, aquí!?
— ¿¡En serio hay sobrevivientes!?
—Aquí hay algo raro. Incluso esta niebla es pura espora. —Menciona Joyth, mientras observa la triste niebla de la ciudad—. ¿Recomiendas ir?
—¡Pues no! ¡Si ahí hay un peón haciendo de centinela, entonces ya lo tenemos!
Joyth traga saliva, mientras en su mente solo predomina el siguiente pensamiento chacarrón.
Sobrevivientes, ¿en mucho tiempo?
Luego, se vuelve hacia Petra.
— ¿Y no cometeríamos genocidio, si nos equivocamos? —Después de todo, deberá lanzarse un misil que borre del mapa a toda la ciudad.
Estas palabras empeoran el ambiente entre Joyth, y Petra. Estos intercambian miradas preocupadas, con un silencio suspensivo que inquieta a los demás soldados.
— ¿Entonces? —Un soldado corta el silencio.
—Pues ni modo. Cabo Mayor Valbuena. —Alargando la U del Pues, Joyth aparta la mirada— ¡Será como matar un robot que paraliza el tiempo! Entrar y salir.
Petra hace una risita.
— ¡Ja, ja, ja! Eres un mierda —Profiere Petra en aquellas risitas; no se equivoca al decir ‘Un’ en vez de ‘Una’. Su dialecto sigue distorsionado por su tiempo en la Provincia Ibérica.
Joyth destroza al Peón con las ráfagas controladas de su fusil de asalto, y se acerca a aquel centro comercial. Las asoladas calles de Tokio no tardan en deprimirlo. Pues a juzgar de las caderas del peón (y la piel asiática), era claro que se trataba de una niña en pubertad. Es como mirar a una familia de indigentes, cerca de un basurero.
—Cabo William —Joyth detiene a un soldado, antes de entrar—. Vigila aquí, procura que nadie más entre.
— ¡Entendido!
Pero antes de asomar su mirada al local, una enorme silueta lo observa desde una distancia lejana. Joyth capta esto, intenta activar su mira telescópica, pero ya aquella silueta había desaparecido.
Joyth y grupo se meten al local junto a Petra.
— ¡JOYTH!
De pronto, un cañón de escopeta se acciona hacia el mismo, pero las balas no atraviesan su traje especial. Petra se da cuenta de que una bala también fue detenida por su traje.
— ¡PERO SI SON HUMANOS! ¡ESPERA, ESPERA! —Exclama un hombre flaco, de rasgos occidentales—. ¡NO NOS MATEN!
—Espera, ¿hablas mi idioma? —Joyth se sorprende y se vuelve hacia el occidental.
Predominan muchas personas en el local, yaciendo dos arrecostadas en la pared. Mujeres, niños, hombres de carácter débil, claramente tienen signos de haber luchado antes. Solo uno de ellos lleva rasgos occidentales; no, de hecho, su acento neutro deja claro su ascendencia centroamericana.
—Solo una frase lo resume todo. La vida es una mierda y los sueños no se cumplen. —Expresa el occidental, con melancolía—.
—Te perdonaré eso si me cuentas qué pasó aquí —Joyth extiende su brazo hacia el exterior del almacén—. ¿Qué coño hacía un peón frente a este lugar?
— ¡Y-yo no tengo idea! —Responde el occidental, con una preocupación exagerada— ¡Te juro que no estoy infectado!, solo vinimos a buscar provisiones.
—Eso no responde a mi pregunta —Joyth chasquea su fusil hacia el occidental.
— ¡Y UN HUMO VASTÓ PARA CAGARNOS TODO! ¡NO TENGO IDEA DE QUÉ HACÍA AHI! ¡LO JURO!
—Y con una puerta abierta, ¿de par en par?
— ¡TE LO JURO QUE INTENTÉ CERRARLA PERO NO SÉ...! —El occidental responde con un temor indescriptible, al punto de trabarse al final.
—Bueno ya mantén la calma. —Joyth gestúa con la mano para comunicarle lo mismo—. Vinimos en son de paz, ¿han visto algo más?
—C-creo que sí. Algo horrible, parecía plastilina y no sé; pero lo tuve en frente hoy mismo y no me hizo nada.
Los encarnecidos ojos de Joyth se contraen al escuchar esto último, y voltea de reojo hacia Petra. Luego se vuelve al occidental.
— ¿Cómo que no te hizo nada?
— ¡Sí!, ¡PARECE SURREALISTA, PERO ES VERDAD! ¡CREO QUE TUVO PIEDAD CONMIGO!
— ¡EJECÚTALOS, PETRA!
Esta orden llega repentinamente para la sargento, quien reacciona confundida e instintivamente apunta a los sujetos.
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— ¿¡Qué?! —Petra baja su fusil—. ¡No hay justificación!
— ¡ES UNA ORDEN!, ¡ACÁTALA!
— ¡PERO NO SABEMOS SI EL OBJETIVO LOS DEJÓ VIVOS POR ALGO! ¡QUIZÁS SEAN INMUNES Y LO CONTRARRESTEN!
Aquellas palabras encienden una chispa de decepción en Joyth, quien se acerca hacia Petra con pasos bruscos y con un tono agresivo.
— ¿Qué clave, Petra? ¿Algo sostiene tu afirmación?
Petra deja caer lágrimas desde detrás de sus visores, mientras agita su respiración nasal.
—No lo sé. —Petra hace un gran espacio entre cada palabra— Me lo inventé.
—Importan más millones que unos pocos. —Expresa Joyth, con una mirada encarnecida y despiadada—. Una acción preventiva no tendrá consecuencia.
El asustado occidental los interrumpe.
— ¡YO SOY EL ÚNICO QUE PORTA UN ARMA! —El occidental se lleva los dedos en el pecho y da varios pasos hacia Joyth—. ¡AL MENOS MÁTEME A MÍ, PERO JURO QUE NO ESTOY INFECTADO!, ¡ELLOS NO TIENEN LA CULP…!
Joyth le termina la oración con un disparo que le vuela la cabeza. Los demás sobrevivientes se encienden en llantos de horror y desesperación, a los que Petra responde acribillándolos a tiros. Mujeres y niños que alguna vez abrían sus ojos con esperanza al ver al escuadrón, ahora son cadáveres que nunca despertarán.
—Bien. Como lo sospechaba—Con la decepción derramándose en cada verbo, Joyth activa su comunicador—. ¡Aquí habla el coronel! ¡Vamos a retirarnos rápidamente…!
Pero el comunicador emite una estática que interrumpe su oración. La pantalla que representa el mapa, se distorsiona. Logra oírse un sonido semejante a un gemido, de alta frecuencia.
— ¿Sin señal? —Joyth guarda su comunicador en un bolsillo de su traje— Mierda. Esto nunca había pasado.
Antes de irse del local, Joyth observa a Petra de reojo. Petra continúa observando a los cadáveres, con una mirada lastimada, casi que relaja sus hombros.
—Sé lo difícil que es. Petra—Joyth se acerca hacia ella, mientras apoya su mano en su zona superior de la espalda—. Nunca estamos realmente preparados, pero hay que seguir.
Petra se voltea hacia Joyth, sorprendiéndolo por la manera brusca en que lo hace.
—Ellos también tenían familias—Petra lleva su mano al casco en un instintivo gesto de ansiedad— Creo que no debí aceptar esta misión. ¡Dios! ¿¡Acaso estoy errada?
—Tú eres maravillosa y por esto estás aquí. —La voz de Joyth se torna más suave y tranquilizadora, de pronto— Si quieres, puedes olvidarte de esto cuando te vayas. Todo terminó.
—Vete de aquí. No quiero escuchar más. —Petra extiende su brazo para comunicar lo mismo— Quiero estar sola.
Joyth vacila un poco hacia los alrededores, con su cabeza puesta a los rincones del oscuro local del que no había observado activamente.
—Está bien. Si estás en peligro, avisa.
—Gracias.
Joyth se va del local y da varios pasos hacia la salida del centro comercial. De pronto su mirada se topa con la misma silueta gigantesca, y un áspero susurro llena la sala.
Joyth
—Debo de estar volviéndome loco...
Joyth lo ignora y prosigue hasta salir, donde se encuentra con el cabo William.
— ¿Qué sucedió?
—Esos sobrevivientes tenían algo. No sé por qué.
— ¿Y Petra?
—Sabes lo nerviosa que es. —Responde Joyth—. Aparte es otro que no se acostumbró a los protocolos, así que estará bien.
Pero en el momento que Joyth voltea hacia la neblina, divisa una horda de peones que cubren las calles y se acercan con pasos rápidos hacia el escuadrón. Sus manos (de los peones) se agitan y un rugido áspero hace eco, enfriándoles la sangre a todos.
—Oh shit —Joyth expresa.
— ¿¡Y cómo supieron que estábamos aquí!? ¡Es imposible!
Joyth hace un grito definitivo.
—¡¡FUEGO DE COBERTURA!!
***
Mientras tanto, Petra observa los cadáveres en silencio. Melancólica y vacilando en pasos lentos hasta el fondo del local.
—Supongo que debería retirarme —Se dice así misma—. Solo arrebaté vidas de aliados e inocentes.
Y poco antes de sonar las armas, Petra repentinamente divisa algo metido entre los cadáveres. Unas cosas que le hacen acercarse con curiosidad.
Setas crecen entre las prendas y ojos de los cadáveres, las que luego se ramifican hacia las macetas detrás de ella.
— ¿Esto siempre estuvo aquí?
Pero ya se da cuenta de lo que está pasando, y sus abiertos ojos se cargan de horror.
— ¡MIERDA! ¡JOYTH!
***
Una explosión de proporciones inmensas se escucha del interior del local. Joyth divisa una ola de humo, esporas llamadas, y observa en shock.
—No, no, ¡NO! —Echa Joyth a gritos—. ¡SARGENTO! ¡SOLDADOS, IRÉ A VERLA! ¡RESISTAN!
Joyth corre hacia el interior del local, y lo ciega una niebla mucho más densa que las de afuera. Tan denso que sería fácil creer que fue una bomba de humo, combinada con la sangre y vísceras dispersadas en el suelo. El horror se observa en la mirada de Joyth.
Unos pasos más, y encuentra a Petra tirada en una pared. Con su máscara destruida, revelando parte de su rostro y pelirrojo pero canoso cabello.
—Oh no. —Joyth corre hacia el cuerpo de Petra y se agacha para verla.
Petra respira con temblor, un fragmento del visor está enterrado en su mejilla y su rostro está irreconocible por un polvo que cubre su rostro.
—Bien, respira. Tengo que sacarte de aquí.
Pero su mente dice otra cosa, mientras coloca su axila sobre su hombro y la carga entre brazos. Petra da la apariencia de una mujer de curvas atractivas pero no exageradas, y es muy pesada.
—Me cago en ti, Petra; otra cagada más por tu intolerancia al estrés.
A lo que cuatro peones se aparecen frente a él, y corren a una velocidad impresionante que obliga a Joyth a darse prisa. Teniéndola en brazos, luego observa cómo los peones se acercan más rápido.
Joyth por fin sale del centro comercial, pero dos peones lo toman con fuerza y lo tiran al suelo. Petra también cae.
— ¡No! —Joyth intenta alcanzar su fusil, pero se da cuenta de que se encuentra en el local, muy lejos.
Un peón empieza a convulsionar mientras se acerca a Joyth, pero ambos peones son asesinados de varios disparos.
— ¡POR POCO, COMANDANTE! —Se acerca Valbuena, quien le tiende la mano a Joyth y lo levanta.
Joyth se extraña y mira al peón que convulsionó, pero vuelve a cargar a Petra. Se acerca a la salida, pero se topa con una silueta horripilante que está tomando a uno de sus compañeros.
— ¡COMANDANTE! —Grita el desafortunado Cabo William, mientras la criatura clava sus tentáculos con punta de quitina en sus costados— ¡AAGH!
Con una forma parecida a los mamíferos de cuatro patas. Tiene una cabeza con forma de gota de agua (o flor de rosas) que alberga incontables dientes circulares que parecen de un gusano taenia. Tiene unas horripilantes protuberancias de hongos agujereados, de colores vivos que volverían loco a cualquier micofóbico. Sea como fuere, da la apariencia de una abominación, y atrapa cada bala recibida como prueba de ser maleable.
— ¡Es una Amalgama! [2] —Joyth nombra a la criatura—. ¡Tenemos que salir de aquí! ¡Incluso si tienen que dar su vida...!
Pero no termina de entonar su oración. Gritos desgarradores lo interrumpen y lo obligan a voltear. Peones rompen los trajes y destrozan las gargantas de algunos; Otros ignoran al par desafortunado y se limitan a acercarse con más cuidado.
El estupor de Joyth se interrumpe por la voz de Valbuena.
— ¡ENTENDIDO, COMANDANTE!
Joyth reacciona y extiende su brazo (levantando las piernas de Petra), dispara varias esferas desde su brazalete. Aquellas esferas se incrustan en los peones y pitidos comienzan a sonar.
— ¡ESCARCHA!
Las esferas explotan en una explosión helada que cubre a la horda y las convierte en hielo sólido. El escuadrón se mete entre los peones helados y ametrallan contra todos los que puedan, logrando difícilmente correr a través de la ciudad y perderlos.
— ¡Al Almacén de Suministros! ¡Hay rutina de análisis urgente! —Dice Joyth imperativamente— Tres bajas y un herido. Petra respiró las esporas.
— ¡Maldita sea! —Reacciona Valbuena con decepción—, ¿Qué pensará Mike de esto?
—En el peor de los casos, su esposa puede morir. Pero que no cunda el pánico, es el mejor momento para saber si la vacuna experimental funciona...
Todos llegan y se meten en un metálico almacén recién abandonado, moderno y notándose la tecnología nueva que tiene detrás. Joyth acuesta a Petra en el suelo, y la puerta se cierra automáticamente bajo contraseña.
Joyth le quita los seguros a su traje y se lo "desabotona" desnudando parte de su torso, y le pasa un pequeño analizador [3] de forma vertical.
—Qué curioso, primera vez que atiendo mujeres. —Comenta Joyth— Ya veo por qué es tarea complicada...
Joyth aleja el analizador y le abotona su camisa de manera que no revele, saca una almohada y se la coloca por debajo de su cabeza; no sin antes quitarle el vidrio de la mejilla y vendárselo. Joyth hace un suspiro de melancolía, aunque con alegría en su expresión.
—Bien, está limpia. —Se levanta y se vuelve a sus compañeros—. Ahora ustedes.
Joyth les hace el mismo proceso: Desabotonar trajes y pasar el analizador de forma vertical. Los soldados se vuelven a colocar el traje después.
—Tampoco. —Joyth hace un largo, pero calmado suspiro y se recuesta en la puerta automática. Pega su oreja para escuchar afuera, pero no escucha nada.
—Escuchen. No sé qué pasó, pero el Ente Fungus [4] supo que estábamos aquí.
— ¿¡Pero cómo!? —Pregunta Valbuena.
—Tengo una hipótesis. ¿Han oído del Ophiocordyceps Unilateralis? —Refiriéndose a una enfermedad "Zombi" real, provocada por un hongo parasitario. Solo afecta a hormigas.
—Sí, creo que incluso tiene un videojuego... —Valbuena vacila un poco, inseguro de eso último.
—Pues pudo haber hecho algo. No controla el cuerpo humano, ¡pero sí podría hacer que los infectados no se percaten de la invasión!
—Suena como si nos tendiera una trampa... Y no, no somos tan especiales. No tiene lógica.
—Igual no descarta que sea inteligente... Dios, ¡Llevamos treinta años preparados para ataque zombi y este nos los caga!
— ¡Pues sí! La gente sale de expedición, ¡uno se infecta y honguitos explotan en esporas! Menudo cazador es este tío.
Joyth se limita a observar en dirección a la entrada, angustiado por lo reciente y jadeando de cansancio. Petra se despierta confundida, se da cuenta de su almohada y el vendaje.
— ¿Qué pasó?
—Una masacre.
Aquellas palabras de Joyth, se sienten agrias para todos los presentes. Duras y expresivas, pero también despectivas hacia la chica. La mente de Joyth entra en hiperactividad y se llena de un montón de pensamientos.
No entres en pánico, soldado —Uno de sus pensamientos—. Has pasado por mucha mierda en estos meses, incluso antes del apocalipsis... ¡Al menos debe costarte la vida, enfrentar a alguien casi inmortal!
— ¿Comandante? —Pregunta Valbuena—, ¿Qué hace observando a Petra?
Joyth vuelve a la realidad y enfoca su vista. Se da cuenta de que Petra se está volviendo a colocar el traje (revelando mucho de su cuerpo).
—Nada, esto no es lo que parece —Joyth se levanta y se limpia el polvo de su regazo; con cierta incomodidad en su mirada, como si escondiera un sonrojo—. Ahora debemos hablar sobre cómo salir de aquí...
Pero de pronto alguien toca la puerta metálica.
— ¡OIGAN, OIGAN! —Grita una voz conocida desde afuera— ¡SOY YO! ¡EL CABO WILLIAM!
(¿Quién es el cabo William?)
Joyth da varios pasos hacia atrás y hace el ademán de tomar su fusil de asalto, para no darse cuenta de que no lo tiene. Por lo que toma una pistola de su pistolera (valga la redundancia).
—Es una chorrada. No, debe de estar infectado.
— ¿Y después de descubrir que la vacuna funcionó en Petra?
— ¡No entiendo cómo ustedes pueden estar tan calmados!
Petra interrumpe para reírse.
— ¡Ja, ja, ja! ¡TAMBIÉN ESTÁS CAGADO! —Ríe Petra, estando en solo la mitad de ponerse el traje.
—Qué hija de puta —Suspira Joyth con decepción, luego resopla en una risita y se vuelve a la entrada—. Bueno, al menos es una prueba de que estás cuerda. Dale, déjenlo pasar... Confíen en la Sargento Petra si me pasa algo.
— ¡RECIBIDO! —Exclama Valbuena.
Joyth pone la contraseña y la puerta se abre lentamente. El cabo William se revela ante el grupo, con su traje destrozado y su máscara vuelta añicos. Da la apariencia de estar sano, pero la sangre en su ropa es suya.
— ¿Qué pasó? —Joyth pregunta sin sorpresa.
—Perdí de vista a los peones. Coincide con que ustedes se fueron —Dice el cabo, con una expresión melancólica—. Pero me las arreglé para salir de aquí, estoy bien.
—Bien —Joyth se voltea para acercarse a una silla—. Ahora siéntate. Te voy a analizar.
— ¿Cómo? —El cabo William gesticula exageradamente para demostrar confusión, Joyth se detiene por un momento— ¡Si yo me siento bien! ¡Tienes mi palabra!
Joyth se vuelve al cabo y chasquea su pistola. Apunta directamente a la frente de William.
—Y tu palabra me importa una mierda... —Joyth se lo dice con una expresión traumatizada. Escondiendo un estrés horripilante que resalta los espasmos de su cabeza, su agitada respiración y su mirada puesta a los ojos de William— Es una orden. O te sientas, o te atravieso el lóbulo frontal.
William se inquieta y levanta un brazo para mostrar la palma.
— ¡Ok! ¡Calma! Sé que hoy no fue nuestro día, pero por favor no me dispares. Voy a sentarme aquí, por favor.
El cabo William se sienta en una silla de madera sólida, digna de su época en cuanto a refinación. Procede a quitarse el traje para revelar su torso lleno de cicatrices.
— ¿Cuándo te hiciste eso?
El mismo William hace el ademán de intentar decir algo, pero no puede explicarlo. El mismo costado atravesado por la Amalgama no tiene cicatriz.
—D-debe de ser antes de aquí... —William tira su camisa hacia el suelo donde están cerca Valbuena y los demás. El mismo cabo se extraña por tal acción, demostrándose en la forma extraña en la que observa la camisa— Estoy ileso, tranquilo.
—Sí, sí, de coña. —Joyth le apunta a William en el lateral de su cabeza—. Vi como una amalgama te tenía para morir, ¿cómo puedo confiar en ti?
— ¡Joyth, hemos estado 20 años juntos...! ¡Por favor, confía en mí!
(No tengo idea de quién eres… pero no puedo hacer nada. Estamos jodidos).
Joyth hace un largo suspiro y analiza al cabo con el mismo objeto, que de pronto emite un pitido intenso que levanta sus párpados. Solo llega a observar el texto "Positivo" en la pantalla.
Joyth ensombrece las líneas de su rostro y chasquea su pistola.
— ¡EH, EH! ¡ESPERA! ¡YO NO TE MENTIRÍA! —Exclama el aterrorizado William.
—Lo siento William... —Joyth chasquea el seguro de su pistola—, mucho esfuerzo hice para que esto no termine así.
Mientras tanto, Petra se termina de poner el traje. Luego se acerca al estresado grupo... Donde llega a observar una agrupación de setas que de la nada crecieron en la camisa que aquel cabo ha tirado. El aspecto de los hongos, es el mismo aspecto morado que los anteriores.
Petra se da cuenta y reacciona.
— ¡ALÉJENSE DE AHÍ!
Valbuena y los otros soldados retroceden. William tuerce horriblemente los ojos hasta romper sus músculos oculares y levanta una mano, revelando una cuerda que acciona un montón de granadas.
— ¡HIJO DE LA GRAN...! —Joyth reacciona tarde.
William explota en una ola sangrienta de esporas que se lleva a Joyth en su radio. Joyth vacila mientras intenta recuperarse de la explosión, pero su vista sigue siendo doble y sus oídos zumban a mil por hora. Luego llega a observar una silueta de colosal tamaño, obesa y con unas horriblemente tripofóbicas protuberancias en su piel. Maleable como plastilina. Tentáculos carnosos y espurolentos que llevan varias lanzas hechas de keratina, tan duras como el Kevlar.
Joyth conoce el verdadero horror ante sus ojos, mientras un grupo de hongos crece entre las impregnadas vísceras de aquel desafortunado cabo.
—No puedo mover mi brazo. Me siento muy débil —Piensa Joyth—. Ante mis ojos, estoy viendo al mayor hijo de puta que haya conocido. Esto no se va a quedar así...
Joyth intenta levantarse, pero su vista se nubla, tan pronto se pone de pie y tropieza. Pero de pronto Petra lo atrapa. Petra lo carga y se lo lleva hacia fuera del almacén, cuya puerta estaba abriéndose.
— ¿¡Está bien, Comandante!? —Pregunta Petra mientras corren por la ciudad.
—Me duele el brazo… —Se queja Joyth con la mirada puesta al cielo— Ese maldito Willian.
— ¡No, de hecho…! ¡William hizo bien! ¡Accionó las escarcha y paralizó al Ente Fungus!—Informa Petra, que Joyth recibe con serenidad— Como el informe plantea, ¡quiere decir que eso lo retrasa!
—Llevo tiempo que no me comunico con la Agencia de Inteligencia...
— ¿¡Eh!?
—Creo que ya sé por qué no hay mucha interferencia.
Joyth se apoya de Petra y se pone de pie.
—Sé donde puedes escapar. Ve al helicóptero donde vinimos y comanda al grupo.
— ¡Yo no sirvo para ser líder!
—Pues vas a serlo. ¡Actuaste sola en el pasado, y no estuviese vivo si no fuese por ti!
Joyth repentinamente corre hacia el lado opuesto. Petra lo observa fundirse en la esporulenta niebla.
— ¡CORONEL!
Pero Joyth continúa corriendo, Con la vista doble y los mismos zumbidos. Rodea edificio tras edificio de una urbanización mientras tiene su mano en la cabeza, demostrando unos mareos.
—Puta madre. No me recuperé bien del impacto...
Joyth se tumba hacia la pared de un edificio y hace una fuerza en su hombro con otro, haciendo sonar un clak que levanta sus párpados en señal de dolor intenso.
—¡GGRR! —Gruñe Joyth—. Será el shock o el trauma. Pero siento la necesidad de comunicar esto, han ocurrido muchos percances y los errores no se perdonan.
Joyth activa su comunicador.
— ¡Aquí el Coronel Joyth, y Comandante de la Operación Micelio! [6] —Comunica con jadeos— Nuestro almacén de suministros fue atacado.
Una voz de alta definición, responde.
— ¿Estado de la Misión?
—Tres bajas y el objetivo está aquí.
—Entonces se progresó en algo. El SEDM [5] calculó el tiempo en que medirá el lanzamiento, 10 minutos…
—Bien... Por favor, estamos en problemas, envía refuerzos.
— ¡Por favor, Joyth! —Reclama la voz detrás del comunicador— ¡Ante un monstruo apocalíptico que nadie pudo enfrentar! Esto no es normal en ti, recuerda que lo has ensayado.
— ¿¡Ni siquiera para salvar mi escuadrón!?
— ¿Solo 13 míseras personas?
—Me estás tomando el pelo.
—Mira Joyth, estás hablando de trece frente a millones…
— ¡Ten algo de humanidad! ¡Ellos no sabían nada!
—No podemos hacer nada. Lo siento.
— ¡PERO SI FUESE TU PUTA MADRE...!
La comunicación se corta e interrumpe la oración de Joyth, quien luego destroza su comunicador a patadas con una furia ciega.
—Si es que existes, Dios, ya sé qué me intentas decir. He sido un hijo de puta...
A lo que repentinamente comienza a llover. La lluvia despeja las estrechas calles y las hace más visibles, revelando una ciudad asolada.
Joyth luego observa su reflejo de un charco. Revelando un hombre robusto con un atractivo cabello largo y lacio. Aparte de los signos de vejez en su rostro que, aparentemente, combinan con las numerosas canas de su cabello.
—Un hombre moribundo, al que igual lo tratan como basura. Bueno, esta es la última cachetada. Mucha crisis, para un hombre autista.
***
INFORMACIÓN RÁPIDA
[1] Peón: Forma temprana del hongo. Aprovechan la humedad del cuerpo humano para crecer como sistema nervioso; un endoesqueleto. No posee libre albedrío y normalmente actúan en grupo.
[2] Amalgama: Después de varios meses, el hongo desarrolla diversas mutaciones genéticas. Es sumamente peligroso y tiene un alcance mayor; pero solo puede vivir cerca del Ente Fungus aunque no está sujeto a su control.
[3] Analizador: Un dispositivo pequeño que detecta la presencia de actividad fúngica en el tórax, lugar de mayor concentración del hongo.
[4] Ente Fungus: El sostén de la vida de sus súbditos y el principal controlador remoto de estos. Es una forma de vida inmortal que tiene la peculiaridad de aprender constantemente, y tiene ventajas-desventajas entrelazadas. Nadie sobrevive a un encuentro con él, por lo que se recomienda no luchar cara a cara.
[5] Sistema de Extrapolación y Detección de Misiles (SEDM): Básicamente, una IA que calcula la trayectoria y ubicación donde se lanzarán los misiles.