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La Operación Suicida [español]
Capítulo 6 – Amor a primera vista

Capítulo 6 – Amor a primera vista

Pasando a otro punto de vista, Mike estaría junto a Petra. El espacio es muy cerrado y solo les da unos centímetros de separación entre los dos. Huele a un polvo intenso y las paredes mohosas justifican dicha razón. ¿De dónde vendrá tanta humedad? Se pregunta Mike, quien ya está absorto en otros pensamientos. Recordando una y otra vez la golpiza que Joyth le propinó. La idea descabellada de que Joyth lo haya tomado como victoria y se los presuma hacia los demás. Mike siente su ego dañado, y cree firmemente que toda su credibilidad fue puesta en duda por culpa de Joyth. ¿Cómo alguien con más mérito y medallas, puede ser humillado por alguien casi fantasmal, hosco y que no es el comandante? No obstante, sabe que depende de Joyth y su inteligencia de ajedrecista.

Al fin y al cabo, aunque sus méritos como comandante y estratega lo hayan hecho llegar hasta ser, técnicamente, el jefe de esta operación, no posee la intuición que posee Joyth. Por un instante le sobreviene la sensación de que sus corazonadas son mentira, y que solo pondrían en peligro a sus compañeros.

Podría, incluso, saber qué chica está enamorada de él; no obstante, su infancia estuvo llena de contratiempos. Su tiempo en el norte de áfrica y las duras políticas de su país con relación a las mujeres, le hizo darse cuenta de que, sus hermanas, iban a sufrir el duro destino de ser asesinadas por negarse a casarse con hombres que no le gustaban.

Mike había jurado haberlo sabido, pero la gente no le creyó cuando intentó advertir. Creció reprimiendo ese instinto de sospecha, hasta el grado que solo tiene su cabeza en el mundo exterior; no puede ver más allá de lo que él ve a simple vista, y sus corazonadas están muy escondidas. Pero de no porque él las reprima, sino ya no las puede ver de manera consciente.

Él podría ganarle a Joyth en fuerza y carisma, pero sabe que siempre le ganará en intuición, y, por lo tanto, inteligencia.

Petra interrumpe las voces internas de Mike, con sollozos.

—Esto es mi culpa —. Si no fuese por mí…

(Thaniuska no hubiese muerto y todo saliera bien), Mike se lo aproxima, y no permite que complete su oración.

— ¿Vas a escuchar las palabras de un puto egocéntrico? —Le responde Mike—. Tú lo hiciste bien, Petra… no te maltrates así.

Petra se vuelve hacia Mike, revelando sus abnegados ojos y… ¿Hermosos?

—Usa la razón, Mike. Debí decirle… no sé, que es por asuntos personales. —Reflexiona Petra, y aparta la mirada con vergüenza—. Pero no. ¡Porque vinimos a detener a unos putos infiltrados! ¡Si soy tan estúpida para inventarme excusas!

¿Qué tanto se puede medir la paciencia de un hombre? Si hay una razón por la cual Mike niega los errores de Petra, se deben a Joyth. En el fondo, Mike sabe que Petra condenó a todo su escuadrón y hasta causó la muerte de Thaniuska, en todo sentido; no obstante, piensa que puede hacerlo mejor. Su paciencia se desborda en su intento por negarlo, que le grita a todo volumen.

—Me cago en mi puta madre, ¡PETRA! ¡DEJA DE PENSAR EN MIERDAS!

Este grito llega hacia ella, quien lo escucha a la perfección sin inmutarse. No perdió su feminidad ni su personalidad original, pero su tiempo siendo militar la hace inmune a cualquier grito. ¿Cómo fue su infancia? Se pregunta Mike mientras la quietud le perturba, y lo obliga a desviar la mirada.

—Lo siento, no fue mi intención…

—Otro grito, y no me sorprende. —Responde Petra—. Eso significa que estoy volviendo a victimizarme, en vez de buscar soluciones.

Mike no puede decir nada. Intenta decirle algo, pero siente como si hubiesen amarrado su lengua a una cadena de lava ardiente. Sus palabras dan a entender que ella tiene la culpa; no obstante, la mirada hace que Mike empiece a sentir que él es el que la tiene. Petra prosigue.

—Conocí a Joyth en mi adolescencia. Me salvó de un problema familiar que tenía —Petra aparta la mirada de Mike—. Al principio que lo vi, me pareció raro… ¿Qué clase de hombre de veintitantos años, llevaría a una adolescente a dormir a su casa?

Mike empieza a pensar algo desagradable y se queda atónito; sin embargo, Petra aclara.

—Solo los depravados lo hacen… o al menos, comúnmente; Joyth no era de esos, y su inocencia me dio miedo. Fue alguien tan raro que se lo tomaba todo literal… pero su rareza fue lo que salvó mi vida. Otro hombre no querría vivir ese prejuicio y me dejaría botada.

(Qué irónico).

—Si se tratara de otro hombre, no le gritaría a una dama —Responde Mike, con tono hosco.

Petra lo mira con recelo.

— ¿Y tú no me gritaste hace medio minuto?

Mike se enfurece en el fondo, mientras que intenta enmascararlo con vergüenza.

—No es lo mismo…

Petra pone los ojos en blanco y prosigue.

—Oírlo a él gritarme aquella vez, no fue lo más hiriente… ¡Me dijo cosas que yo misma me decía! —Sus ojos cruzan con los de Mike—. Fue más hiriente el saber que siempre necesité de alguien, para que me tapara mis cagadas.

Mike debería reírse por ello, pero no lo hace. Tampoco le importa cómo se lleve con Petra. Joyth lo ha opacado y considera su forma de ser, como la más despreciable del resto. No importa si sea un raro, tenga esquizofrenia o hasta oligofrenia: Ser diferente o tan solo tener un pasado mínimamente trágico, no justifica la mala persona que eres.

—Pero parece que toqué un punto sensible, y por eso me cagó a golpes… —Pero al comentárselo, Mike siente inevitable el impulso de justificarse—. Ojo, le hubiese ganado en una pelea… pero tuvo suerte de que mis brazos estuvieran heridos. Aún no los puedo mover bien.

Y resuena un golpe metálico; alguien acaba de llevar algo, y pesado. Mike avista una pequeña puerta con un asa delante, pero Petra es quien reacciona primero. Se arrima al origen del sonido y Mike mira de reojo por detrás de ella. No puede evitar sentir una punzada de lujuria, al ver sus gruesas piernas que combinan con sus proporcionados glúteos. Le provocan deseo y ganas de darle una nalgada… pero no lo hace.

Aclarando que estamos en el punto de vista de Mike.

Petra tira del asa y abre la pequeña puerta. Sus ojos se abren como platos; el contenido, resulta ser el maletín metálico que recién habían recuperado. Petra lo abre con nerviosismo y, lo que Mike alcanza a ver, son dos trajes y un botiquín ya utilizado.

Pero más sorprendente, es la nota que encuentra consigo.

“La misión se está yendo al traste; puede que no vea a mis hijos. No deseo que crean que su papá desapareció para nunca volver; quiero que sepan en verdad que no estaré a su lado. Nunca me agradó la idea de morir, aunque me haya sido atractiva en las pocas ocasiones de mi adolescencia. Si es que todo sale bien y veo nuevamente a mis hijos, créeme… les voy a dar un abrazo fuerte.

Rosher, de nombre real Ripper, es una barrera imposible de pasar y, de morir aquí, quiero que hagan algo por mí. Quédense aquí y vivan su vida en este territorio; se ganaron la confianza de Ripper y puede que les vaya mejor que a Valbuena. También, porque sé que no hay nada que los ate en sus países de origen.

Pido disculpas a todos por mis terribles actos.”

—Con amor, Joyth Jorge Méndez. 17 de julio del 2029.

Petra mete la nota dentro el maletín. Lo cierra y lo mete consigo dentro de la pequeña puerta que se le llamaría compartimiento. Posteriormente, la cierra con tanta fuerza que el roce de metal tintineante perturba a Mike.

— ¡Bueno! —Con una sonrisa desquiciada y las lágrimas brotando, Petra masculla— ¡La cosa no puede volverse peor!

— ¡Sabrá Dios! Conque tiene hijos, ¿eh? —Observa Mike, muy ajeno a la situación. Luego, observa la melancólica expresión de Petra e intenta desviar el tema—. Me hace preguntarme, cómo moriré. ¿Qué legado voy a dejar yo? Me pregunto si, todo el mérito que recibí, servirá para algo. Todos se acuerdan de los genocidas que causaron la muerte de millones de personas, pero no de los putos soldados que en verdad hicieron el trabajo sucio.

Por supuesto, esto sale más de su boca que de su corazón; no obstante, le sorprende que eso haya salido de él. Tal vez lo primero que tu cerebro expresa, son los sentimientos o los desordenados pensamientos que se hallan en tu mente subconsciente; tal vez ese pensamiento profundo, haya salido de aquella intuición que reprimió desde hace mucho. Petra le responde.

—Viví mi vida a lo despreocupada… Descuidé mi vida, mi higiene y quise vivir solo el día de hoy. —Petra comenta de un modo reflexivo, y mientras observa el techo—. ¿Y cuál es la parte interesante? ¡Estoy por llegar a mis 40 años! ¿Cómo podría pensar que una persona racional haría eso?

— ¿En serio? ¿Descuidas tu higiene? —Mike la mira de hito en hito y con las cejas arqueadas de una forma cómica; curiosa—. Bueno, no lo sé… no percibo tu olor lo suficiente. Eres demasiado empalagosa para que me fije en eso.

Luego, ocurre algo que deja a Mike perplejo. Petra acerca su suave rostro hasta Mike y une sus labios con los de él. Un beso prolongado y apasionado, seguido de contoneos con la cabeza.

Mientras que desde dentro, Mike está tan sorprendido que podría cortarse las venas del shock, desde fuera expresa una sonrisa coqueta que delata sus ojos abstraídos. Petra monta el muslo por encima de la pierna de Mike, y se acerca con un susurro insinuante.

—Bueno, hay partes que sí me lavo, ¿quieres saber más a detalle?

La mente de Mike hace cortocircuito, y explota como antimateria entrando en contacto con la materia. Incluso de un hombre joven que ha estado con muchas mujeres, se sorprendería cuando ve a una mujer así. Directa y confiada de sí misma…

Wow, qué mujer. ¿Qué responder? Sabrá Dios.

— ¡Diría que si, o no, pero prefiero pedirte que me dejes respirar por un segundo! —Mike le vocifera con la misma sonrisa falsa y habla en tono cómico—. ¡NI SIQUIERA SÉ QUÉ PASÓ AQUÍ! ¡PUTA MADRE!

Petra echa una risa.

—Bueno, lo dejamos para otro rato.

Pero en otro lugar, Joyth habría sido sorprendido por los orientales. Recibe un susto de muerte mientras sigue sin reconocer a las siluetas, hasta que ve él… rostro de Akihito. Reconocería esa cara destrozada desde el labio superior hasta los pómulos donde sea. Akihito se le acerca con paso lento, y observa cómo Joyth tiene vendadas sus piernas.

—Jotaro

Aquel sobrenombre de Joyth, salen de la boca de Akihito. Joyth lo mira con la cabeza baja, y deja escapar una sonrisa a través de las comisuras de su boca.

—Casi me da un infarto, Brother —Le dice Joyth, con cierto aire al idioma inglés— Y veo que tienes unos labios hermosos —observando la parte destrozada del labio de Akihito, ahora cosido hasta una parte de la mejilla—. ¿Para qué los usas?

Akihito lo mira con recelo.

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—Para callarte a ti y a tu puta madre.

—Ah, ya veo —Responde Joyth, dejando escapar una risa burlona. El contacto visual se le hace abrumador, y prefiere mirar por el centro de la nariz de Akihito—. ¿Y cómo fue que entraron?

—Sígueme… —Suspira Akihito, mientras le da la espalda y flexiona su brazo para comunicarle lo mismo.

Junto al grupo de otras seis personas que acompañan a Akihito, Joyth lo sigue hasta la puerta y caminan a través de otro pasillo metálico. Más estrecho, oscuro y aporta una sensación de incertidumbre. No basta con ser claustrofóbico para sentirlo; Joyth recién había pasado por una persecución y continúa con el estrés volando alrededor de él.

Akihito comenta.

—Entramos a través de ese túnel mal cavado del que me habló tu amigo —Refiriéndose a Mike, y también implícitamente, a PEtra—. ¿Estuvo siempre ahí?

Joyth suspira.

—Era una salida improvisada… queríamos avanzar como sea, hombre. —Joyth deja caer su brazo hacia el trapecio de la espalda de Akihito, abrazándolo—. Créeme, tus notas nos ayudaron bastaaante…

Akihito le aparta la mano con hosquedad y mueve su labio de un lado mientras lo observa con decepción.

—Las que me robaste. —Responde.

Joyth decide ir al grano.

— ¿Qué ustedes saben de Ripper? ¿O de este lugar?

—Es información confidencial.

Joyth se detiene y lo mira con un rostro de sufrimiento interno, arqueando sus cejas y levantando sus párpados para intensificar su mirada. Akihito y su grupo también se detienen en respuesta. Joyth le espeta.

—Tan confidencial que me agujereó la pierna como a un queso y quizás no pueda siquiera correr a la próxima. —Le dice Joyth y luego mira al frente del pasillo—. Sí, sí. Alaben al androide. Estoy que me quiero cortar los huevos, Mijito.

Akihito solo puede limitarse a observarlo con ojos extraños. Como si estuviese mirando a un rarito que suelta referencias fuera de contexto. Aun así, cede a contárselo. No conviene ocultarle la información, a alguien que incluso se enfrentó al mismo Ripper. Akihito y los demás prosiguen; Joyth también.

—Ripper financió este laboratorio desde 2025. Primero con un negocio de drogas y luego reconstruyó una universidad en medio del desierto para financiarlo. Me gané la confianza de él desde hace mucho tiempo, y me sé de memoria todos los cuartos secretos; incluso donde él almacena las sustancias ilícitas.

Joyth lo mira anonadado por todo esto. Cierto que Akihito y su grupo estuvieron desde antes y probable que se hayan ganado su confianza, pero descubrir donde Rosher esconde las drogas… es increíble. Solo el fallecido Tovar sabía de esto, y Valbuena solo lo oyó mencionarlo de forma vaga (recordemos su turbia relación).

Akihito se da cuenta de la expresión de Joyth, y las líneas de su rostro muestran intenciones de seguir contándole más. Lo cual prosigue.

—Ripper o Rosher… no sé qué mierda, se enfrentó a mi escuadrón hace cuatro años y los masacró a todos. Creímos que podíamos matar fácilmente al Rey del Bloque Neutral, tal y como hicimos con uno de los jefes del sur del mismo… pero fue un grave error. Vi en las cámaras cómo en un abrir y cerrar de ojos, una fuerza los mutilaba y la sangre se dispersaba a través del ventanal del palacio presidencial. Yo fui el único que quedó; solo y sin nadie que me ayude, intentando escapar. No fue sino mi propia fuerza de voluntad, lo que me llevó a seguirlo e infiltrarme en el laboratorio junto a los otros que permanecían vigilando desde lejos. A consciencia, solo quería evitar que volviese a ocurrir… temo por mi vida, Jotaro. ¿Ahora entiendes?

Por supuesto, es una historia conmovedora y descubre más sobre Ripper. ¿Cómo que una fuerza los mutiló y dispersó la sangre? Eso solo es obra de alguien capaz de lanzar innumerables cajas metálicas y crear una gran onda expansiva hacia… ¡Contrario hacia la dirección donde él va!

No obstante, quiere decir que tiene una debilidad. Lo persiguió como alguien común y corriente cuando Joyth estuvo huyendo de él; no intentó usar otra vez su habilidad. Joyth pule la idea que se había formulado, y prosigue a estirarse hasta bostezar, abnegando los ojos en puras lágrimas. Cansado y ansioso por dormir, Joyth responde.

—Pues me alegra que tengamos el mismo objetivo. Mijito, ¿no quieres un polvo conmigo? —Joyth añade con humor, sin quitarle una mirada encima a Akihito— Lo venden barato en mi territorio y creo conocer a un científico que los produce.

(Aunque solo una vez, fue que consumí esa basura que me hizo sangrar la nariz)

Akihito le dice unas palabras directas y concisas, perdiendo el acento japonés.

—El Dogma del Don Comedismo, ¿eh? —Su respuesta denota cierta ironía—. Pues te informo que solo vine porque quiero la muestra. Una tregua es sagrada, y por eso sigues vivo.

—Como digas, Mijito. Entonces el plan es el siguiente… —Le viene una fuerte punzada de nerviosismo. ¿Cómo hará para huir, con las piernas heridas que tiene? ¿Akihito es alguien de fiar? Aquellas preguntas hacen eco en su mente, mientras formula las siguientes palabras—. Escucha atentamente.

Apoyado de espaldas a la pared, Joyth les cuenta su plan paso a paso. Tiene que destruir el Ente Fungus, mientras los orientales distraen a Ripper. Debería también destruir los fósiles si es posible, pero al menos debe hacer algo. Akihito se encargará de engañar y distraer a Ripper, mientras Joyth se pone manos a la obra.

Akihito se muestra reacio al principio, y protesta.

— ¿No hay riesgo de que me delates?

Quizás sí, piensa Joyth; no obstante, otras palabras salen de su boca.

—Claro que no.

— ¿Y por qué tú eres el que se debe encargar? —Interpela Akihito.

— ¿Tú sabes donde se ubica la sala del Ente Fungus?

Akihito hace un silencio abrupto. Joyth ya se lo habría esperado; puede que sepa el camino hacia todos los lugares secretos, pero no del proyecto más celoso y ambicioso de Ripper. Joyth, porque demostró ser muy leal; Akihito solo obtuvo acceso a lo demás, por simplemente relacionarse con él y tener carisma. La diferencia entre mérito y habilidad se hace notable. Joyth prosigue.

—Lo pensé.

Akihito suspira.

—Bien, tiene sentido. El tiempo se acaba, vamos…

—Antes que nada, Mijito. ¿Me puedes dar toda tu reserva de granadas?

— ¿¡Pero…!?

Akihito se queda perplejo y mira a Joyth de hito en hito, procediendo a retroceder dos pasos. Es una petición muy arriesgada; no obstante, Joyth tiene las de perder. Akihito se lo piensa muy bien, y lo considera… él no correrá peligro. Asiente y todo su grupo le da todas las granadas que llevan consigo. Así, podrá usarlas de emergencia si la situación se complica.

Estando listo para la acción, Akihito da una pequeña palmada a la pared lateral y abre una puerta secreta. Joyth se mete y la puerta se cierra.

Luego de que el hombre más insufrible que ha conocido, se vaya hacia una de las puertas secretas, Akihito atraviesa el pasillo y esto lo lleva a una sala. Sin puertas, de paredes hechas de porcelana pulida que forman un octágono si la sala se viese desde unos planos arquitectónicos. Sumado a una enorme columna metálica en el centro, y una computadora en miniatura que controla todo el laboratorio inferior. Akihito se acerca a la computadora y escribe unos comandos; lo suficiente para que la misión se cumpla.

Tal y como habría tenido previsto, una puerta secreta se abre desde el otro extremo y Ripper entra. Acompañado de un grupo de soldados con uniformes temibles cuyas letras forman EMI (Escuadrón Muerte a los Insurgentes), llevan unas escopetas que deberían disparar perdigones. Ripper se desconcierta cuando sus ojos se topan con los de Akihito, y se acerca con pasos rápidos.

— ¿Señor Jorge? —Pronuncia Ripper, reconociendo a Akihito por su nombre falso.

Akihito entra en nervios y casi reverencia a Ripper con un saludo japonés; para colmo, se salva de llamar a Ripper con el honorífico, Sama. Encontrarte con el hombre más temible del mundo, no es nada divertido; un dato que Akihito sabe a la perfección, y procura mantener cuidado.

— ¡S-Señor Rosher!

— ¿Qué carajos estás haciendo aquí? —Interpela Ripper.

— ¿Dónde está Joyth? —Pregunta Akihito, apretando un puño y haciendo una mueca de intensa furia—. ¡Ese hijo de puta casi nos mata en el desierto y casi me muero de sed!

Los ojos de Ripper se ponen como platos.

— ¡Dios! —Exclama Ripper, quien evade la mirada para intentar procesar lo reciente—. ¡Con que también inventa traidores!

Esto produce un silencio incómodo entre ambos. Ripper debería estar jadeando del estrés; pero no, es un androide. Ahora, con la cabeza fría, prosigue.

— ¿Quiénes más lo acompañaban?

—Nadie más. Oí que engañó a Mike, Petra y Valbuena… —Akihito hace una ligera pausa para tomar aire, mientras intenta pensar en otra mentira—. Pero cuando le pregunté a Valbuena, él me dijo que es un maldito narcisista y mentiroso.

Ripper se deja caer de espaldas en la columna de la sala. Sus pies se pegan al suelo para que la redondez de la columna no lo deslice hasta tropezarlo.

—Voy a enseñarle una lección a ese maldito —Masculla Ripper, quien luego se acerca a Akihito y lo toma de los hombros con firmeza—. ¿Un indicio de su presencia, o algo?

—No lo sabemos…

Pero antes de poder terminar esa oración (y conforme al plan), las puertas metálicas se recubren con unas barras que refuerzan la seguridad, pero también las exponen; encerrándolos a todos. Una tenue luz roja comienza a parpadear en la sala. Ripper profiere una maldición y se suelta de Akihito.

— ¡Alguien se coló en la sala del Ente Fungus!

Akihito finge no saber qué es.

— ¿El Ente Fungus? ¿Qué significa eso?

No obstante, Ripper se toma su tiempo. El suficiente para tomar desenfundar un cuchillo cuyo mango está revestido de madera y un agujero en la hoja, llamado también Cuchillo Táctico. Atrapa el mango del cuchillo a través de sus dientes y exclama.

— ¡Que Joyth nos la va a joder! —Aquella exclamación, resulta ser curiosa para Akihito. Una persona normal balbucearía por tener algo así en la boca, pero Ripper no es una persona normal.

— ¿Señor Rosher? ¿Qué va hacer con eso en la boca?

Ripper no le hace caso, y ordena a sus soldados a formar una pared de aspecto circular que debería ir en torno a un centro. Se mete con violencia entre ellos y la ‘pared humana’ se vuelve a cerrar. Sin poder ver lo que está haciendo, Akihito observa de hito en hito. Le pregunta sobre lo que está haciendo; no obstante, no obtiene respuesta.

Los EMI están tapando y permaneciendo en un silencio perturbador que no lo tendría cualquier soldado. Ignorando los robóticos (no literalmente) que son ellos, Akihito intenta confrontar a Ripper y preguntarle de nuevo.

Los soldados se dispersan, y Akihito no halla señales de Ripper. Habría desaparecido entre la gente, aun con las salidas selladas. El pulso de Akihito se acelera hasta vibrar en todo su torso y no puede pensar en que lo pudo haber pasado. No, es imposible. No es posible que Ripper sea tan precavido como para tener preparada otra entrada secreta, si Akihito aprovechó la computadora para cerrarlas todas. ¿Qué clase de paranoico tendría una entrada más secreta, entre un montón de entradas secretas?

Probablemente, el mismo cuya inocencia robótica lo hace tener varios infiltrados en su laboratorio. A veces, ciertos rasgos son imposibles de cambiar y… solo nos adaptamos a ellos. Ripper no es la excepción.

— ¿¡Señor Rosher!? ¡EH! ¿¡Está ahí!?

Sin obtener respuesta, Akihito pierde la paciencia.

— ¡EL SEÑOR ROSHER DESAPARECIÓ!

Ahí está Joyth. Dentro de aquella oscura, pequeña y fría sala que corresponde al del proyecto de Ripper. ‘El Ente Fungus’ se halla delante del cristal, inmóvil; debe de estar durmiendo. El control es complejo, pero es lo suficiente para saber cuáles son los correctos. Una palanca y un botón; el botón activa un incinerador microondas que fríe toda materia que lleve agua, y la palanca define la magnitud de la calefacción. Antes de jalar la palanca, Joyth no puede evitar hacerse hipótesis sobre la habilidad que tiene Ripper: Pudo haber matado a Thaniuska perforándole el cerebro como a Tovar, pero no se acercó. Entonces algo lo limitó de acercarse. Lo pudo haber matado cuando lo perseguía en el almacén de fósiles: Quiere decir que activó su poder y la distancia de 20 m no le permitió hacer más nada; por lo tanto, tiene también un retardo sobre el tiempo que lo puede utilizar. La onda expansiva solo significa una cosa: Ripper se mueve a la velocidad superior al sonido.

Uniendo esas piezas, su hipótesis se convertiría en una teoría si prueba un experimento; no obstante, hay otra hipótesis que él quiere corroborar.Por qué él se resistió de matarlo en la sala de interrogatorios, y en su lugar, se lo encomendó a Petra.

Aquí es donde termina todo. Como estar en una agencia de inteligencia y encomendarte matar al presidente; es sencillo y práctico, piensa Joyth mientras tira de la palanca y pulsa un botón con su otra mano. Detrás del cristal, unos paneles negros se activan y emiten una onda que dan la impresión de distorsionar la vista. Como si se tratase de la distorsión por el calor en el desierto. Las partículas microondas despiertan a la criatura y la hacen freír. Emite un sonido horripilante mientras aumenta de tamaño e intenta romper el cristal blindado.

Joyth observa con alivio cómo la criatura comienza a caerse a pedazos, pero algo pulsa el botón sin él quererlo. Joyth intenta pulsarlo otra vez, pero luego siente algo frío y metálico que pasa por debajo de su mentón, hasta su pronunciada nuez de Adán. Al mismo tiempo, hay una mano que está metida debajo de su axila y tiene el botón pulsado. Joyth intenta mirar por encima del hombro, pero el cuchillo táctico le hace un corte por debajo del mentón.

Alguien conocido, le susurra unas palabras que le hielan la sangre a Joyth.

—Intenta sabotearme mi trabajo, y te reviento la tráquea. —Se trata de Ripper, quien se halla amenazando a Joyth mientras emite una voz áspera y cargada de furia—.

Joyth hace el esfuerzo para hablar, mientras siente algo caliente brotar por su cuello. Solo un pequeño corte basta para hacerle sangrar hasta morir.

—Rosher, Alias Ripper. —Murmura Joyth, e intenta tomar aire sin mover otro músculo—. Creí haberte encerrado con esos orientales.

—Quiero hacerte unas preguntas, ¿las responderías todas?

Debido al estrés, Joyth piensa en algo gracioso que decirle. Si se trata de cuántos polvos huelo al día, prefiero que me mates porque no le voy a eso realmente… prefiero las mujeres.

No obstante, el momento no es el apropiado. Su vida corre peligro y está a pocos pasos de encaminarse hacia la muerte. Un solo movimiento en falso o una pequeña arteria lateral que roce con el cuchillo, bastará para causar una hemorragia profunda que matará a Joyth en pocos segundos. No puede respirar bien; su nuez de Adán le está obligando a retraer el cuello hacia atrás. Joyth siente la necesidad de toser por la manera en que posiciona los músculos de su cuello, pero eso terminaría en su muerte.

— ¿Me puedes decir por qué haces esto? ¿Qué tanto te motiva a destruir el trabajo de mi corta vida?

Gimiendo y resistiendo a toser, Joyth se da cuenta de que Ripper titubea en matarlo. Le da otra idea sobre su debilidad poco evidente, que ansía contarle Petra y Mike; no obstante, tiene que sobrevivir a esta. Joyth le habla por encima del hombro, ignorando su vista y enfocándose en sus sensaciones.

—No sabes lo que es tener hijos, Ripper. Puede que pienses que haces todo bien, pero estás ciego. —Joyth hace una breve pausa para tomar aire— Tengo entendido… que tu programación no te permite hablar más… allá de lo que suceda después de tu muerte. Si eso significa que no puedes… pensar en lo que pasaría… en unos meses, ¿entonces…?

—Fui diseñado con un reloj atómico que decidirá mi muerte en determinada fecha. —Ripper responde, relaja sutilmente su cuchillo y permite a Joyth respirar mejor—. No se puede modificar, ni siquiera yo puedo. ¿Eso responde a tu pregunta?

— Eso me da más razones para evitar que cumplas tu cometido. —Responde Joyth, con más aire—. No puedo dejar que tu proyecto, ponga en peligro mi hogar y el de mis hijos.

Joyth se echa suave hacia atrás para topar su mirada con Ripper, mientras dice las siguientes palabras con unos ojos llameantes.

¡Tú defiendes tu patria, yo la mía!

Pero estas palabras solo encienden la furia de Ripper. Acerca más su cuchillo y corta una parte de la mandíbula de Joyth. Le viene cierto arrepentimiento por haberse afeitado ayer, pero junto a ese arrepentimiento, una sensación de incertidumbre que lo obliga a inclinarse hacia atrás.

— ¡CUANTAS CHORRADAS!

— ¡Rosher, tienes que entenderme! —Pero Rosher continúa acercando su cuchillo hasta su arteria carótida, haciendo que Joyth entre en alerta máxima. — ¡ROSHER! ¡EH! ¡ESPERA! ¡NO ME MATES!

El cuchillo la toca carne; Joyth está entre la vida y la muerte. No es la primera vez que pasa por algo así en su estadía en el ejército; ciertas experiencias le hicieron saber lo doloroso que es sentirse impotente, ante alguien que está a punto de matarte. No importa qué tan fuerte seas; un disparo en la cabeza, pecho o un corte en las arteras más importantes del cuerpo, bastarán para humillar el entrenamiento de toda tu vida. Puede destrozar tu cerebro, corazón o causarte la hemorragia definitiva. Joyth deja caer lágrimas de desesperación.

(Hasta ahora, solo encontré desierto).

Pero a Ripper parece temblarle su mano. Como si se estuviese resistiendo ante una extraña fuerza de voluntad que intenta evitar que mate a Joyth. Relaja su mano y aleja su cuchillo del cuello. Joyth siente otro alivio casi orgásmico.

(Como cuando solía ir al baño, y regresar corriendo a mi cuarto como si algo me persiguiera).

—No, tengo mis objetivos. Estoy para defender a la Provincia Ibérica y lo haré hasta la muerte. Mi vida no es nada; millones son más importantes que uno.

—Tú me habías hablado de libertad, Rosher. ¡Que te sientes libre a pesar de esto! ¿¡Acaso esto es libertad!? ¡Libertad es hacer lo que quieras sin ninguna programación!

Rosher relaja más su mano; Joyth lo nota.

—Pero es como hacerlo por voluntad propia. Los humanos se arrepienten por sus acciones, yo no. Yo siempre estaré feliz por lo que hago.

Joyth se da cuenta de que, las dos preguntas que le había hecho Ripper son una misma con diferente formulación. Suspira de decepción, y aprovecha el momento de vulnerabilidad para corroborar su hipótesis.

—Ya solo falta que te dediques a la corrección política, pedazo de mierda.

Luego, extiende su mano y revela una granada con anillo quitado, dispuesto a explotar. El mismo truco que había hecho con Akihito; no obstante, lo hace por otro motivo. La granada desaparece y en una milésima de segundo escucha una explosión sónica cuyas corrientes de aire son sentidas por la sudorosa mano de Joyth. Ripper ya no tiene su mano por debajo de la axila de Joyth, sino a su espalda.

La granada penetra la pared y se escucha una explosión desde su dirección. Joyth se da cuenta de que Ripper no está atento y aprovecha moviendo su cabeza a un lado que no está encerrado por el cuchillo. Oscilando e inclinando su cuerpo, da un paso gigantesco hasta atrás y tira de una fuerza; centenares de granadas que se hallan dentro del mismo control, son activadas. Joyth fue muy listo en haberlas colocado desde el momento que entró.

Antes de producirse la gran explosión, Joyth le dedica una última frase.

—Nos vemos pronto, Ripper.