El último nigromante que escapó del enjambre de insectos rápidamente contó el número de profesionales que habían protegiendo esta iglesia, para luego bajar de su caballo de un salto y voltear hacia el enjambre que estaba corriendo hacia ellos con una mirada determinada.
—Espero que sean tan fuertes como parecen, pues dejaré el resto en sus manos.
Con esta última palabra colocó una mano sobre el lomo de su caballo mientras la otra empuñaba un báculo blanco que apuntaba hacia el enjambre, y empezaba a emanar una niebla, la cual como si tuviera vida propia se extendió velozmente alcanzando al enjambre y empezando a cubrirlos.
Los caballeros ya no podian esperar mas, dejar que el enjambre se acerque aún más seria demasiado peligroso para todos, por lo que se lanzaron contra ellos, la niebla siguió extendiéndose hasta cubrir casi en su totalidad el enjambre antes de disiparse en un instante, y junto con su disipación el nigromante y el caballo en el cual había llegado cayeron al suelo inconscientes.
El resto no tuvo tiempo de pensar en lo que estaba ocurriendo con quienes pensaron serían sus refuerzos, pues el enjambre ya estaba a su lado, las custodias dejaron de preocuparse por sus municiones y aceleraron su ritmo de disparo, para ellas lo único bueno de esta situación era que sin importar en donde cayeran las flechas estas le darían a algún insecto debido a su gran número y cercanía, mientras tanto los guerreros eran quienes se encargaban de mantener a todos seguros conteniendo lo mejor que podían a los insectos a cierta distancia.
Lamentablemente incluso entre todos eran muy pocos para contener a tantos insectos y aunque la mayoría trataba de atacarlos como si fueran atraídos por sus energías singulares, unos cuantos pasaron por sobre ellos con la iglesia como objetivo, el grupo sin capacidad para detenerlos simplemente pudo confiar en que sus aprendices podrían manejar a los insectos que los ignoraban.
En toda la lucha Tomas aun no habia hecho ningun movimiento, y cuando parecía que los insectos los ahogarían con sus números finalmente abrió el gran saco que tenía con él y empezó a lanzar sus runas a los lugares que parecían tener más insectos, estas runas causaron un gran caos entre los insectos, pues causaban grandes explosiones provocando un gran daño, pero no todas las explosiones eran iguales, algunas eran explosiones de trueno que los paralizaban, otras eran explosiones de fuego que los quemaba vivos, unas de hielo que los congelaba, algunos lanzaban rafagas de viento capaces de cortar a los insectos.
—Tomas, cuida el número de runas, y guarda al menos un tercio en caso que tengamos que retirarnos— Pese a sus palabras el ritmo en el que las flechas salían de sus manos no disminuyó en lo más mínimo —¿William, Richard aún pueden manejar la presión?
En medio de los sonidos de explocion y los chillidos de insectos, se escucharon al unísono dos gritos de “sí”, haciendo que Mavia sonriera un poco antes de darse cuenta que se había quedado sin flechas, rápidamente vio si podría recuperar alguna, pero con la marea de insectos eso sería imposible, así que tomo las jabalinas que tenia y despues de apuntarlas al lugar que tenía el mayor número de insectos las lanzo, cada una de ellas se prendió en llamas despejando la visión por unos momentos antes de que los insectos muertos sean reemplazados por otros, cuando termino de hacerlo Leyla tambien empezo a lanzar sus jabalinas.
—Mavia, no podemos seguir así, somos demasiado pocos y los cadáveres de los insectos están estorbando demasiado.
—Tu y William abrirán un camino, Tomas danos algo de tiempo, yo y Leyla nos encargaremos de cubrirse las espaldas.
Al terminar sus palabras cogió la lanza que había estado atada a su espalda y se preparó con una respiración profunda antes que el grupo cambiará de formación, William y Richard se unieron en un extremo, mientras que Tomás uso un par de runas para hacer levitar a los nigromantes y el caballo, y luego atarlos antes de empezar a entrelazar varias runas de su bolso, por otro lado las dos custodias mantenían a raya a los insectos gigantes con rápidas puñaladas de sus lanzas.
—Al suelo y juntos.
El grupo no tuvo tiempo para pensar cuando todos empujaron a los insectos antes de girarse y aventarse hacia el centro, donde se encontraba Tomas, quien después de tirar una extraña esfera hecha de runas al aire agarró la cuerda que ataba a los nigromantes y se tiró al suelo jalandolos con el, solo para que segundos después se formará un escudo translúcido brillante sobre ellos, seguido de una gran explocion que mató a muchos insectos mientras el resto fue mandado a volar, dentro del escudo los guerreros y las custodias sintieron la honda expansiva atravesar sus cuerpos causandoles una gran incomodidad, sin embargo esto no fue tan leve para el erudito y los nigromantes, todos estos soltaron un grito de dolor y sus ojos se inyectaron rápidamente en sangre antes que el escudo finalmente desapareciera.
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Los caballeros fueron los primeros en levantarse y mientras estallaban con su aura de batalla apartaron los cadáveres de insectos que se interponen en sus caminos y avanzaron con fuerza aprovechando que los insectos se encontraban confusos y dispersos por la explocion, justo detrás de ellos Tomas avanzó rápidamente mientras arrastraba detrás de sí a los confundidos y flotantes nigromantes, siendo las últimas en avanzar las custodias que estaban atentas a cualquier insecto que quisiera atacarlos mientras se movían.
Finalmente el grupo llegó a un lugar más apartado donde los insectos empezaron a rodearlos nuevamente, esta vez finalmente pudieron ver que el número de insectos se había reducido drásticamente desde el inicio, por lo que sin más dudas decidieron hacer gala de su poder al máximo.
Los guerreros estallaron en aura de batalla pareciendo espíritus del fuego enojados mientras dejaban al grupo y se metian en una feroz matanza de insectos, las custodias sostuvieron sus lanzas con fuerzas y se aventaron a la batalla, su apariencia parecía menos impresionante pero esto era una ilusión, con cada uno de sus golpes y estocadas precisas cuatro o cinco insectos caían mientras sus lanzas se curvaban y dividían pareciendo serpientes esperando a destruir a su presa.
Al verse solo y con la necesidad de cuidar a los nigromantes Tomas maldijo fuertemente antes de poner a su cerebro algo confuso a trabajar al máximo, cogiendo y uniendo runas en grupos de dos o tres antes de lanzarlas causando explosiones mucho más grandes que las provocadas por una runa en solitario, en medio de las explosiones, el grupo de nigromantes finalmente recobró la conciencia completamente y salieron del alcance de Tomas y sus fuertes explosiones mientras este les gritaba para que se mantengan a su alcance para que así pudiera protegerlos.
Una vez alejados el grupo de tres hombre y un caballo lograron someter rápidamente a un insecto que había quedado solo entre las explosiones de Tomas y la masacre de los caballeros, los cuatro lo aplastaron y empezaron a succionar su vida, el insecto que en un inicio forcejeo fuertemente, después de un tiempo dejó de hacerlo en lo absoluto mientras los nigromantes parecían más enérgicos, después de esto ellos empezando a moverse como ratones astutos buscando a los débiles y solitarios del enjambre, hasta que finalmente recuperaron la fuerza suficiente para cazar, volviéndose torretas que transformaban el exoesqueleto de los insectos en lanzas antes de usarlas como munición para matar a otros insectos.
La cacería de insectos estaba en pleno apogeo y los profesionales empezaron a coordinarse en medio del caos, los primeros en cooperar fueron los nigromantes y Tomas, quien al ver que sus runas empezaban a disminuir demasiado rápido, se acercó a los nigromantes y acordó capturar vivos a varios de esos insectos para ellos, y así pudieran recargar sus energías sin tener que arriesgarse a tener que dejar que esos insectos se les acerquen en grandes números, pues desde que empezaron a acribillarlos con lanzas de hueso, los insectos los consideraron amenazas demasiado grandes para dejarlos solos como al inicio.
Los siguientes en trabajar en equipo fueron las custodias y los guerreros quienes después de su explocion de poder inicial empezaron a cansarse así que decidieron proseguir con su masacre y reunirse cuando estuviesen cansados, de esta manera pudiendo descansar y recuperar el aliento antes de continuar con la masacre de insectos.
Esta masacre avanzó al punto que los mismos insectos se dieron cuenta de su derrota y empezaron a coordinarse entre sí para poder escapar del campo de batalla mientras se llevaban los cadáveres de sus compañeros, esto fue notado por los profesionales quienes pese a no entender realmente el motivo de estas acciones, decidieron interrumpir a los insectos en sus intentos por recuperar los cuerpos de sus compañeros, esto fue muy efectivo, sin embargo el gran número de insectos hizo imposible que los detuvieran a todos.
Cuando los insectos escaparon, el grupo agotado rápidamente se dirigió a la iglesia, al llegar se dieron cuenta que la gran explocion que había provocado para cambiar de posición había sido demasiado cerca a la iglesia y había derrumbado una de sus paredes, esto los preocupo aun mas por lo que ingresaron rápidamente al edificio.
Una vez dentro vieron varios insectos muertos,pero tambien vieron el cadáver de unas cuantas personas, sin embargo ninguno de esos cadáveres era de sus aprendices, todos eran cadáveres de los pueblerinos que debían proteger, los aprendices al verlos rápidamente se dirigieron al grupo, una de las custodias aprendices se adelantó para hablar
—Capitana, lo lamentamos mucho, intentamos contenerlos pero…
—No culpen a estos jóvenes— Un hombre camino hacia los profesionales interrumpiendo a la aprendiz, mientras presiona una herida que tenía en el hombro —Este es nuestro pueblo y esta es nuestra gente, ya nos escondimos detrás de las custodias y detrás del padre, no podíamos escondernos para siempre.
Mavia miró al hombre y luego pasó la mirada por los aprendices, todos estaban heridos en alguna medida dos de ellos incluso sostenían sus lanzas rotas, al ver tal espectáculo se dio cuenta que estos aprendices no habían huido, solo que la situación que tuvieron que afrontar estuvo por encima de sus capacidades.