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XV - Primer Contacto

A un paso de ingresar a las tierras protegidas por las guardianas de Lunaris el grupo decidió hacer un último campamento donde se llevaría a cabo la última prueba para los aprendices de caballero, pues querían asegurarse que ninguno de estos fallara en un momento crítico por lo que después de calcular cuidadosamente sus suministros el grupo se dividió entre los profesionales y los aprendices, parados unos frente a otros.

Encontrados entre sí, ambos grupos sabían que lo que seguiría no sería bajo ningún punto de vista una pelea justa, la diferencia de poder y habilidades era abismal, pese a ello ninguno de los aprendices se echó para atrás y se pararon firmemente con sus armas ante el reto insuperable.

Tomas fue el que anunció el inicio de esta prueba, William chocó espadas con uno de los aprendices quien se sorprendió por no salir volando al instante por el impacto, la sorpresa se desvaneció cuando vio como un digno caballero le escupía en los ojos dejándolo ciego, y luego solo sentía como algo lo golpeaba de lado en las piernas dejándolo en el suelo.

Mientras tanto en la pelea de Richard este patero el suelo levantando algo de tierra hacia rostro de su oponente quien perdió su postura al tratar de cubrirse la cara y los ojos, solo para recibir una patada en el pecho que lo tiró al suelo, donde rodó por falta de aire, el último aprendiz trataba de no quedarse en un solo sitio mientras apuntaba su lanza hacia tomas, que pese a su túnica esquivaba los golpes lo suficientemente bien, pero este equilibrio no duró mucho, el lancero cayó al suelo cuando el piso debajo de él desapareció formando un agujero, ni siquiera se había dado cuenta de cuando su contrincante cogió la runa y la activo, solo se dio cuenta cuando ya había perdido.

Pese a la rápida y apabullante derrota en los primeros segundos, el combate no termino solo después de un intento, lucharon una y otra vez, con siempre el mismo resultado, los aprendices pierden terriblemente, un escupitajo, una patada inesperada, una rama que no sabían que estaban ahí, un fuerte grito que los desconcentra, un simple desnivel que no habían notado, el chocar con un árbol cuando no se daban cuenta que estaban retrocediendo, cada razón tan lejos de la fuerza pura que esperaban que los hacía sentir aun peor por esto.

Los aprendices perdieron una y otra vez, y cada vez que perdían los golpes eran más fuertes, los cortes más profundos, los insultos más atroces, pero en medio de tantas pérdidas, empezaron a tratar de imitar a sus adversarios, empezaron a escupir a sus adversarios, esconder algo de tierra en las manos para lanzarlas al contrincante, coordinarse con sus compañeros para que tus contrincantes choquen entre sí, incluso intentaron usar su propia sangre para distraer a su adversario.

Lamentablemente no pudieron vencer ni una sola vez, incluso cuando el sol anunciaba el final del día los pobres aprendices no habían ganado ninguna batalla, y solo podían mantenerse en pie gracias a las runas curativas de Tomas y su voluntad de no rendirse.

Estos hombres solo se permitieron caer al suelo despojados de toda voluntad cuando sus contrincantes y líderes les dijeron que el entrenamiento había acabado, una vez en el suelo apenas si querían o siquiera podían pensar en algo más que seguir respirando, pero sintieron a alguien frente a ellos, era uno de sus líderes ofreciéndoles una taza de lo que parecía ser una especie de licor mientras tenían otra en sus manos.

—Ustedes no son genios capaces de aprender como sostener un arma con solo verla, son personas normales, y están empezando un camino junto con nosotros, otras personas normales, para lograr algo en lo que incluso genios podrían perder la vida, así que recuerden algo, nosotros no jugaremos a los nobles caballeros, no pelearemos en justos duelos uno a uno, no nos estrecharemos las manos con nuestros contrincantes, nuestras espadas no necesitan brillar a la luz del sol para llamar la atención de alguna dama noble en una lucha de salón— Poco a poco la voz empezó a tomar mas fuerza —Nosotros mataremos demonios, resistiremos su ataques para que otros no tengan que hacerlo, nuestras batallas no serán gloriosas, nuestros duelos no serán justos, usaremos cada cosa que podamos para ganar, lo único que recibiremos de nuestros enemigos será odio y desprecio, los únicos que verán nuestras batallas serán demonios con ganas de vernos muertos y otros camaradas con los que lucharemos hombro con hombro, y si por alguna razón cumplimos nuestro objetivo y nuestra historia y leyenda se hace conocida, estará tan llena de mentiras en lo que diga que no te reconocerás en ella, pues habrá mas gloria en una frase de esa historia que en toda la lucha que tendremos— El brazo de Richard se extendió alzando la bebida al aire —Si estas dispuesto a cargar con todo esto, eres bienvenido, sino puedes irte, no hay vergüenza en reconocer tus propios limites, pero si te quedas tendrás que luchar aunque ya los hayas tocado.

Los primeros en vaciar las bebidas fueron los tres líderes, eran los que más sabían de la situación y habían pensado lo suficiente sobre el tema como para no dudar en lo más mínimo, por su parte los aprendices vieron las tasas, luego vieron sus propios cuerpos golpeados, sintieron en dolor de cada hueso roto, el ardor de cada corte, el miedo que sintieron al tener la hoja de su enemigo tocando su piel listo para acabar con su vida con un simple desliz, y apretaron fuertemente las tasas en sus manos.

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No se echarían atrás, ya habían llegado aquí, ahora solo era cuestión de poner un pie por delante del otro hasta que mueran o lleguen a la meta, partieron de sus hogares hace unos días llenos de hermosos sueños de gloria, solo para que los mismos que los convencieron en primer lugar les digan lo estúpido y difícil de este camino, ahora parados frente a tierras casi legendarias a las que nunca se habrían atrevido a ir antes solo les quedaba la convicción de que lograrían algo realmente importante antes de soltar su último suspiro.

Mientras los aprendices tomaban a grandes tragos la fuerte bebida, cada uno de ellos juró que la única manera en la cual saldrían de esta misión sería con su muerte o con su victoria, sin términos medios, sin dudas, sin treguas.

Cuando terminaron de tomar la fuerte bebida destinada a profesionales, los aprendices empezaron a disminuir el ritmo en el que caminaban, pues empezaban a tambalearse y empezaban a apartarse del camino, sus cuerpos que aun no tenían una mejora fruto del dominio de energía no estaban preparados para ese tipo de bebidas, los profesionales al ver su situación solo se rieron de ellos antes de decidir llevarlos como otro equipaje mas en la carreta que traían.

Con nuevo equipaje, el ritmo se ralentiza un poco, pero siguieron avanzando sin contratiempos hasta que una flecha se clavó frente a cada uno de los profesionales, quienes estaban guiando la carreta.

—Disculpen la brusquedad, pero cuál es la intención de guerreros como ustedes al ingresar en las tierras que protegemos.

Mientras trataban de identificar el origen de la voz dos de las flechas que se habían clavado en el suelo desaparecieron, dejando tras de sí solo las huellas de sus impactos.

—Una profecía nos ha llamado a luchar contra un gran mal, y estamos en nuestro viajes para hacerlo, la providencia a dictaminado que pasemos por las tierras que protegen para llegar a nuestro objetivo, pero les garantizamos que no buscamos el mal para ningún ser que habite en estas tierras, sin embargo agradeceríamos mucho la posibilidad de hablar con alguna de las legendarias maestras que os guían.

Hubieron varios minutos de silencio en el bosque durante el cual nadie se movió, hasta que tres mujeres saltaron desde las copas de los árboles, y una de ellas se les acercó.

—Nuestra maestra nos ha dicho que está dispuesta a contactar con ustedes, pero como forasteros no podemos llevarlos a nuestra base mientras están armados, así que agradecería que dejaran sus armas a nuestro cuidado, tampoco tendrían que preocuparse por su protección pues nosotras nos encargaremos de ella.

Richard y William desabrocharon sus cinturones con sus espadas y las pasaron a la mujer que se les acercó haciendo una seña a los aprendices para que también entregarán sus armas, por su parte Tomas les entregó su bolsa de runas.

Las mujeres vieron por un tiempo a Richard y William quienes bajo su mirada empezaban a sentir que debían entregar sus dagas, pero antes que lo hicieran las mujeres se distribuyeron rodeando al pequeño grupo y guiándolos por los caminos.

La caminata fue tranquila siendo lo único resaltante ver cómo los aprendices observaban con admiración y deseo a las mujeres que los guiaban y protegían, sin embargo ninguno de ellos se atrevió a decir una sola palabra, pues durante todo el camino sus líderes les habían hablado de lo hermosas que eran las custodias de Lunaris, pero por sobre todo de lo fuertes y unidas que son, por lo que si de verdad querían iniciar algo con alguna de ellas debían estar completamente seguros primero antes de hacer cualquier cosa, pues regresar a tus votos con una custodia de Lunaris es solo una forma creativa de buscar sufrimiento, después de todo incluso los grandes reinos habían aceptado ciertas reglas de estas sorprendentes mujeres.

Después de un tiempo de caminata el grupo escoltado finalmente se detuvo en lo que parecía ser un pequeño cuartel, después de verlo se escucharon voces de sorpresa y algo de confusión entre los aprendices, a lo que una de las custodias que los había escoltado respondió mientras sonreía.

—El nombre de las custodias de Lunaris viene de antes de la maldición de las tierras salvajes, e incluso en esos tiempos se dice que también había hombres entre nuestras filas, no somos una tierra mágica donde las mujeres crecen de la tierra, solo que es poco común que nazcan hombres con los talentos necesarios para nuestras artes.

Los aprendices se callaron rápidamente al darse cuenta que su sorpresa había sido demasiado obvia para la mujer, perro antes que pudieran preguntar qué harán ahora, todos se pusieron en guardia, el aura de batalla cubría al completo el cuerpo de los caballeros, y Tomas estaba juntando las manos, entre las cuales se empezaba a formar una runa.

Este cambio se debió a que apareció una imponente mujer frente a ellos, era más grande que todos, e incluso con sus armaduras los caballeros parecían demasiado delgados y débiles frente a ella, su presencia era amenazante y la jabalina que sostenía en la mano parecía vibrar y dividirse antes de volver a ser una sola.

—¿Su destino es el pueblo de Gratidia?— La pregunta los tomó por sorpresa pero los líderes rápidamente asintieron —Ustedes vendrán conmigo, sus acompañantes serán escoltados a una casa para invitados.