El grupo salió junto con el sol, continuando su viaje, ya tenían un horario establecido.
Viajarían hasta poco después de haber pasado el mediodía, se detendrán a almorzar y luego entrenarían hasta que caiga la noche, para repetir el ciclo, todo esto hasta que llegasen a cualquier campamento de las Custodias de Lunaris.
Esta vez ninguno de los reclutas cuestionó las acciones de Tomas, y aunque los jefes no estaban seguros que fuera por la razón correcta, estaban seguros que con el tiempo lo entenderían.
Con la llegada de la noche todos se reunieron para comer juntos, antes de turnarse para la guardia nocturna, esta reunión fue silenciosa y tensa, apenas si hablaron para la repartición antes de caer en silencio, esta situación irritaba mucho a Richard, pues si su relación seguía decayendo a este ritmo, la mejor opción seria separarse.
Mientras estos pensamientos consumían toda la atención de su líder, dos destellos de luz iluminaron el pequeño grupo, y las fuentes de estos no eran otros que Tomas y Richard, quienes se veían tan extrañados como el resto, cuando vieron alguna de sus extremidades convertirse en motas de luz y disiparse, ambos trataron de mover sus energías hacia el lugar para detener lo que sea que estaba ocurriendo, pero se dieron cuenta que no podían, su energía estaba fuera de su control y se empezaba a enfocar directamente en sus pechos.
Ambos se levantaron mientras tiraban su comida y quisieron ir a sus mochilas, sin embargo el movimiento de sus cuerpos ahora faltos de toda energía era muy diferente al que estaban acostumbrados, lo que hizo que cayeran al piso.
William al ver esta situación rápidamente tomo su espada y la cargó de energía, listo para rebanar el brazo de su compañero, con la esperanza de que eso sea suficiente para detener este extraño suceso, el balanceo de su arma fue rápido y certero, desviándose sólo en el último instante cuando vio que la cabeza de su compañero también empezaba a disiparse en motas de luz, su espada quedó profundamente clavada en el suelo, al lado de su camarada y solo pudo ver como aquella persona que salvó su vida y luchó a su lado se desvanecía en el aire.
Se recuperó de este shock y cambió su mirada hacia el erudito, con la esperanza que este supiera que hacer, o al menos pudiera decirle que paso, sin embargo lo único que vio fue su torso en el piso mientras este también se disipaba en motas de luz.
Todos se quedaron viendo los lugares donde desaparecieron dos de los líderes de la expedición, hasta que uno de los aprendices finalmente rompió el silencio con una voz titubeante.
—Entonces ¿Todo se acabó?
Este hombre estaba con los brazos totalmente flácidos mientras resto de su comida salpicaba su ropa, su mirada estaba perdida y su cabeza gacha con decepción.
—¡No!, el viaje continua, los esperaremos 2 días y luego seguiremos nuestro viaje hacia las Custodias de Lunaris, y luego iremos a Gratidia, con o sin su ayuda.
William habló con voz firme mientras recogía su espada, la cual estaba clavada en la tierra, si postura era firme y decidida mientras miraba a los aprendices en búsqueda de miedo, resignación o resentimiento, pero en su lugar vio como todos cambiaban sus poses, inflaban el pecho y asentían con vigor.
—Estos días serán de entrenamiento, no les tendré compasión, así que es mejor que estén listos.
Sobre una gran pila de escombros varias motas de luz aparecieron tomando forma humana hasta solidificarse finalmente en personas.
Cuando finalmente todas estas personas estuvieron conscientes de su nueva situación una voz resonó en sus mentes.
«Terrícolas, su planeta ha llegado a un momento de quiebre, grandes desastres, mutaciones y muchas otras dificultades los esperan, nosotros somos una especie que ya pasó por estas pruebas y les brindamos una mano amiga para resistir a la primera catástrofe, lamentablemente nuestra ayuda se limitará a esto, pues de lo contrario su planeta puede colapsar por nuestra interferencia»
Todos quedaron en shock al escuchar estas palabras claramente en sus mentes, cada ser sobre los escombros de la ciudad miró de un lado hacia otro buscando el origen de esta voz, mientras lo único que les hacía creer que esa voz era verdadera era la reacción de todos los demás a su alrededor.
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Entre esta multitud había una persona destacaba sobre todas, era un hombre con cabello negro y corto, una barba insipiente y descuidada, que escaneaba todos sus alrededores con cuidado y detenimiento mientras sus ojos marrones parecían tratar de descubrir algo, sin embargo no era su apariencia lo que realmente llamaba la atención, sino su ropa.
Ambos antebrazos estaban cubiertos por protectores metálicos, al igual que sus canillas, en el pecho traía lo que parecía un camisón muy tosco, mientras en sus piernas llevaba lo que llevaba se asemejaba a un buzo con placas por debajo de él.
En su cintura colgaba una espada, mientras que su espalda era compartida por un escudo y una lanza.
La única razón por la que las personas no estaban acercándose o alejándose rápidamente de él era, que lo último que recordaban era una terrible tormenta como nunca antes habían visto y un terremoto tirando al suelo todo existía por sobre el.
Richard tardó un tiempo en darse cuenta de lo que estaba pasando, el extraño anuncio que apareció en su cabeza no era una ayuda nada útil para que pudiera tranquilizarse, y solo fue cuando escuchó el quejido de alguien que ahora estaba en el piso, que reacciono por completo, al instante se maldijo, estaba en dirección de enfrentarse a un progenitor, y aunque el que enfrentaría no sería uno diestro en engaños e ilusiones no podía permitirse quedarse anonadado por cosas como esta.
Observó su alrededor y se dio cuenta que conocía a algunas de estas personas, varios de ellos trabajaban en el mismo edificio en el que él había estado antes de este gran desastre.
Su mente volvió a quedar en blanco nuevamente, había vuelto a su anterior mundo, ya no tendría que luchar contra progenitores demoníacos que no buscaban más que devorar el mundo en el que estaba, una sonrisa empezó a formarse en su rostro, pero antes que pudiera empezar a reír a carcajadas una voz hizo que esta se quedara en su garganta.
—Alguien más escuchó algo hablando en sus cabezas sobre catástrofes.
La voz no fue fuerte, sin embargo los que la escucharon se quedaron en silencio y algunos hicieron eco de la pregunta, esto se expandió hasta que finalmente lo único que se escuchaba eran discusiones sobre dificultades, el fin del mundo, incluso algunas bromas sobre que finalmente podrían saber qué religión profetizó adecuadamente este indeseable final..
Al escuchar todas estas voces Richard solo pudo maldecir en su corazón, primero creyó que había muerto, para descubrir que estaba en otro mundo con una nueva oportunidad, luego descubre que este nuevo mundo estaría por enfrentar una invasión apocalíptica, para luego regresar a su mundo original y sentir alivio, solo para enterarse que se aproxima alguna otra clase de apocalipsis.
No sabía que debía hacer ahora, debía regresar, acaso era posible hacerlo en primer lugar, sin embargo decidió que lo primero que necesitaba era un lugar seguro y dudaba que una pila de escombros lo fuera, rápidamente empezó a moverse, mientras lo hacía vio a varias personas, se sentía como si estuviera caminando en una planta de su edificio, tal vez incluso algo más apretado que eso, sin embargo dejo eso de lado y empezó a caminar en dirección de lo que recordaba era un parque.
Al llegar se dio cuenta que no había sido la única persona a la que se le ocurrió lo mismo, y veía como el parque poco a poco empezaba a llenarse, determinó que este no sería un lugar seguro por mucho tiempo, pues en poco tiempo este lugar estaría demasiado atestado de personas, sin embargo creyó que sería lo suficiente para pensar en lo que haría, al menos por un tiempo.
Cuando llegó busco un lugar con relativamente pocas personas y se paró un momento a pensar en su situación, y que haría ahora que había regresado, mientras pensaba en esto se dio cuenta que si él estaba aquí significaba que podría volver a ver a sus padres, a su hermana, a sus compañeros, pero con esa misma revelación se dio cuenta que es posible que ellos también hayan sufrido una catástrofe como la suya.
Su respiración se agitó un tiempo, antes que usará la respiración de los caballeros para calmarla, no podía entrar en pánico, no todavía, si él sobrevivió, ellos también pueden hacerlo, un cataclismo no era una sentencia de muerte y él lo había demostrado.
Su mente rápidamente empezó a armar un plan, su hermana vivía junto a su esposo en una ciudad vecina, viven en la misma ciudad que el padre de su esposo, podría ir y convencerlos de viajar donde sus propios padres. Después de todo las grandes ciudades no son precisamente un buen lugar después de grandes catástrofes, luego iría por sus padres, vivían en el pueblo de sus abuelos lo más grande que había en un lugar como ese era una casa de dos pisos, con algo de suerte no les habría pasado nada, además ellos tienen la costumbre de comprar para mucho tiempo, así que no deberían tener problemas, al menos por unas semanas.
Mientras toda la vorágine de pensamientos se agrupaban en su cabeza noto un empujón en su costado, que lo sacó de su hilo de pensamiento, al finalmente ver a su alrededor se dio cuenta que el parque se estaba empezando a llenar demasiado.
Vio hacia el cielo y al ver que el sol parecía recién estaba saliendo, decidió que empezaría un viaje hacia la ciudad vecina, y recogería algunos suministros de paso.
Se abrió camino entre las personas, cuando sintió que alguien jalaba la espada que tenía en su cintura, casi como por acto reflejo tomó la mano de quien intentaba quitarle su espada y la sujeto firmemente, al voltear la mirada vio que era un hombre joven quien la había intentado jalarla, apretó firmemente la muñeca de esta persona antes de aventarla a un lado y continuar su camino. Era una inmensa falta de respeto tocar las armas de otro, pero no tenía tiempo de enseñarle modales a un mocoso, así que continuó moviéndose, hasta que otra vez sintió el tirón, esta vez la fuerza que ejercicio fue mucho mayor provocando un grito en el contrincante, ocasionado por el dolor y la sorpresa, antes de dejarlo y avanzar saliendo finalmente del parque con muy mal humor.