Mientras Richard caminaba por la ciudad destruida, su estado de ánimo pasó rápidamente de iracundo a deprimido, las personas ya habían superado el pánico inicial y muchas de ellas se estaban dando cuenta de que quienes los acompañaban antes del desastre ahora estaban desaparecidas, dejando eso solo un lugar donde podrían estar, debajo de mucho cruel, duro y frío concreto.
Mientras caminaba podía ver como muchos estaban tratando de levantar tantas piedras como podían de manera desesperada y con muy poca preocupación por su propio bienestar, avanzando más vio incluso que algunas personas se habían reunido en grupos para levantar y mover escombros mucho más grandes.
Su camino lo llevó hasta un gran supermercado donde esperaba poder saquear algunas cosas, pero al llegar se dio cuenta que había sobreestimado la resistencia del lugar.
El terremoto se había encargado de tirar cualquier infraestructura al suelo, el lugar donde debería estar el supermercado ahora no era más que trozos de concreto rotos apilados de manera inestable.
Una pequeña y baja maldición salió de su garganta, pues ya no podría conseguir recursos de este lugar, su mente rápidamente trato de encontrar otro lugar del que podría conseguir suministros, sin embargo después de ver las consecuencias de la gran catástrofe en su trayecto, ya no tenía esperanzas que algo siguiera en pie, por lo que cualquier cosa que pudiera conseguir estaría debajo de mucho concreto.
Con resignación al igual que muchos otros empezó el lento y tedioso trabajo de tratar de recordar en qué parte de esta gran pila de escombros se encontraría la parte destinada a alimentos, primero trato de ubicar la zona que debería tener mas alimentos, para luego empezar a quitar los escombros, muchas otras personas estaban sobre los escombros, dividiéndose claramente en dos grupos, aquellos que como él lo hacían a un ritmo relativamente tranquilo para buscar provisiones, y otros que parecían estar en un frenesí levantando y moviendo piedras.
El trabajo era de esfuerzo y repetición, pero con el tiempo se dieron cuenta que a menos que tuvieran maquinaria pesada, tendrían que trabajar en conjunto para poder mover las piedras más grandes, en este esfuerzo aquellos que parecían desesperados fueron los más difícil de convencer, pues aunque eran los más interesados en que cada piedra sea retirada, el tratar de coordinarse con alguien que estaba tan desesperado era imposible.
Durante este tiempo se dio cuenta que su fuerza era la del otro mundo, lo que lo convertiría en un pequeño super héroe en este por su fuerza, además que su aura de batalla también podía ser utilizada, haciéndolo aún más fuerte, lo que aprovechó para seguir moviendo escombros tranquilamente después de una pequeña demostración, pues no quería tratar con alguien que estaba lidiando con la posible muerte de una persona cercana.
Mientras realizaba su trabajo, empezó a escuchar algunos sollozos, gritos y maldiciones, esto era lo que quería evitar, las personas en ese estado están bajo mucha presión, el tratar de consolarlos y ayudarlos puede calmarlos, pero si lo haces tendrás que aguantar la transición de una persona inundada de emociones a una dolida pero más tranquila.
Pese a que trato de no prestarle atención escucho muchas cosas, escucho a una madre que jurar que había tenido a su hijo en sus brazos y había tratado de cubrirlo en el momento del derrumbe sin entender porque ahora que está afuera su hijo no está en sus brazos, un hombre gritar que lo dejen seguir trabajando, su esposa lo estaba esperando ahí abajo y no podía dejarla sola, un joven se había derrumbado en el piso porque a su hermano le da miedo la oscuridad y ahí abajo seguro estaba oscuro, él tenía que sacarlo o al menos darle una linterna para que no se asuste, la inocencia en su voz lo paralizó por un momento.
Sintió un nudo en la garganta mientras escuchaba estas historias, pero no eran las palabras lo que lo ocasionaba, sino la manera tan desesperada de decirlo, los gritos afónicos de varios nombres, la desesperación en sus voces, y al ver a su alrededor noto que no era el único, todos estaban siendo contagiados por ese triste estado de ánimo.
Después de mucho tiempo finalmente logró conseguir algo, era un pequeño paquete de galletas, y estaba completamente aplastado, sin embargo era mejor que nada, rápidamente lo sacó y lo guardó en el pequeño morral que tenía, para seguir moviendo mas piedras, algunas veces solo y algunas a pesar de su fuerza con ayuda de otros, poco a poco consiguió algo de agua y galletas.
Esto hizo que las personas empezaran a centrarse más en esta zona, ya que al menos encontraron algo si movían piedras en este lugar, esto hizo que muchas personas se acercaran y los ánimos empezaron a ponerse tensos.
—Esta seguramente es el ares de comida, es un gran supermercado seguramente habrá suficiente para todos, podemos hacer un equipo para poder sacar más cosas, antes de que lleguen demencias personas.
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La voz era baja como si tuviera miedo que muchos lo escucharan, y todos asintieron, la coordinación entre todos mejoró mucho, pareciendo una colonia de hormigas sacando escombros rápidamente, Richard era una figura clave debido a su gran fuerza.
El grupo había logrado liberar una pequeña área, sin embargo no habían encontrado gran cosa además de galletas, agua y algunos dulces o panes, con algo de provisiones muchos empezaron a marcharse, siendo remplazado por personas que recién llegaban.
Richard continuo con la limpieza pues quería ver si encontraría algo mas que galletas insípidas y agua, mientras lo hacia estaba un poco distraído tratando de organizar en su mente lo que haría y evitar que los anteriores lamentos inundaran su mente, sin embargo esa concentración desapareció cuando al levantar un escombro lo invadió una sensación familiar, la misma sensación que tienes cuando tratas de ablandar la carne con unos cuantos golpes, pero la carne queda pegada entre el mazo y la superficie, pero eso no era carne, o no carne de res, levanto mas el gran escombro y pudo ver lo que había sido aplastado, era una pierna, se levanto un poco antes de caer al suelo despegándose del trozo de concreto que estaba levantando, Richard aventó la piedra lejos, casi con asco, y finalmente lo vio, había una mancha de sangre, la pierna sobresalía de otros escombros que no estaba dispuesto a sacar, era el cadáver aplastado de alguien, sintió como su estomago se revolvía mientras su cara se arrugaba, volteo la cabeza y respiro profundamente antes de ver a otro lado, junto las provisiones que había logrado recolectar y se fue, mientras se iba uno de los hombres parecía feliz, moviéndose hacia donde había estado trabajando Richard, pero se fue con la misma velocidad con la que llego, su cara que estaba roja por el esfuerzo se volvió pálida, el hombre parecía querer evitar vomitar, la reacción llamo mucho la atención y algunos curiosos fueron a ver lo que es lo que sucedido.
Todos sabían que esta gran catástrofe se había cobrado la vida de muchas personas, nadie sería tan idealista de pensar que todos habían sobrevivido, cuando sin importar a donde voltearas solo había escombros, pero saberlo y ver a alguien aplastado por un edificio caído, donde bien podrían haber estado, eran dos cosas completamente diferentes.
Richard se alejó, acelerando cada vez más al hacerlo, incluso los escombros irregulares del piso no le impedían correr tan rápido como si estuviera en una pista de atletismo, esta carrera solo se empezó a detener después de casi chocar con un hombre, Richard estaba muy cerca de reprenderlo por no apartarse del camino, pero cuando lo vio no pudo hacerlo, sus ojos estaban rojos, sus manos sangrantes y seguía tratando de apartar escombros, su imagen le hizo recordar los restos aplastados que había encontrado.
Cerró fuertemente los ojos mientras sacudía la cabeza tratando de borrar esa imagen de su mente, pues poco a poco empezaba a cambiar a él viendo a su familia y amigos aplastados, respiro profundamente y volvió su mirada hacia adelante, avanzando en dirección de la ciudad de su hermana, en el camino vio a varias personas en estados de desesperación similares, mientras que otros parecían haber abandonado toda esperanza, mirando hacia el cielo o el horizonte sin moverse en absoluto.
Tal vez en otra situación alguien hubiera ido en su auxilio, pero ahora todos estaban demasiado cerca de estar como ellos y con demasiadas preocupaciones como para hacerlo.
Pese a lo grande que era la ciudad, la gran fuerza física de Richard le permitió salir cuando el cielo apenas empezaba a teñirse de rojo, y para su suerte las pistas aún podían verse, estaban rotas y dudaba que la mayoría de vehículos pudiera atravesarlas, pero eran suficiente guía para un hombre que iba a pie.
El tiempo pasó y llegó la noche, Richard intento dormir un par de veces pero la atormentadora imagen de su hermana, sus padres, incluso sus amigos aplastados debajo las rocas visitaba su mente cada vez que cerraba lo ojos, lo que lo obligó a desistir de sus intentos y seguir avanzando, esta vez a un ritmo más acelerado, buscando agotar su cuerpo para así poder dormir sin soñar nada.
Para su sorpresa pudo ver la entrada de lo que suponía era la ciudad de su hermana antes que el cansancio lo obligara a detenerse y dormir, al llegar descarto la idea de buscar a su hermana en ese momento, después de todo hacerlo por la noche seria demasiado difícil y también pensó que dormir en una ciudad devastada y solo no era buena idea, alejándose un poco más, para luego buscar un buen árbol donde se recostó y comió algo de sus provisiones, antes de disponerse a descansar mientras tenía su espada en la mano.
Su sueño fue interrumpido los primeros rayos del sol y algunos pequeños ruidos, Richard se puso de pie y fue a ver el origen de estos ruidos, logrando observar un grupo de personas que salían de la ciudad con algunas mochilas o paquetes cargados, parecía que no era el único que pensó que quedarse en una ciudad derrumbada no era una gran elección, pensó en seguir alejado y entrar a la ciudad después de su paso, pero finalmente decidió acercarse, él no conocía esta ciudad lo suficiente como para encontrar la casa de su hermana entre los escombros y aunque lo hiciera dudaba que se encontrara ahí, así que se acercó hacia el grupo que salía.
—¡Hola!, quisiera saber si hay un lugar donde se queden los refugiados dentro de la ciudad— Mientras hablaba sacó una galleta de sus provisiones mostrándola.
Varias miradas sospechosas se dirigieron hacia Richard antes que finalmente uno de ellos hablara,
—Algunas personas se han unido en pequeños grupos, pero el más grande es uno que está siendo dirigido por la policía, se encuentra en el parque central.
Después de esas palabras el grupo volvió a moverse, y Richard aventó la galleta a quien le había respondido, el cual le dio una sonrisa antes de volver con el grupo.