Para Richard era el doceavo día después de su llegada a esta nueva realidad y era el cuarto día de viaje desde que dejó el ejército, en estos días había gastado casi todos sus ahorros en mejorar sus armas y armadura, además de comprar algunas pociones y unos cuantos pergaminos mágicos, también convención a William que hiciera lo mismo, y apenas si habían guardado suficiente dinero para poder llegar a su destino, la pequeña aldea de Gratidia.
Su destino lo llevó a tener una pequeña discusión con William pues una aldea tan alejada de cualquier imperio como lo es Gratidia no podría tener grandes guerras en las que se pudieran contratar mercenarios como sospechaba que ellos serían, pese a todo y a las continuas confirmaciones de Richard, que le aseguraba una gran batalla donde mostrará sus grandes dotes como guerrero, o moriría en el intento, William decidió darle una oportunidad al viaje.
Todo eso finalmente los llevó a esta taberna en la cual Richard estaba usando las habilidades que había aprendido de una de sus ex novias para tratar de engañar a algún mercenario.
—Por eso estoy aquí, por eso buscos héroes más allá de toda duda que se dignen a tomar sus armas contra aquello que nos acecha, tomen sus armas camaradas y acompáñenos— La voz apasionada y junto a la ebriedad de los oyentes eran como un charco de combustible listo para estallar, solo faltaba una chispa, y esta se dio cuando Richard desenvaino su espada y la recubre de energía de batalla —Les garantizo que al terminar este viaje tendrán tanta gloria en sus nombres y tanto poder en sus manos que los altos nobles les pedirán, no, ¡les rogaron que se unan a ellos! entregando a sus hijas y sus tesoros.
El bar estaba lleno de vítores y gritos mientras un par de hombres del público, algunos con los rostros rojos por el alcohol y otros con semblantes tan inocentes que dudarías que estuvieran en una taberna como esta se le acercaban, con esperanza y ambición en sus ojos, pues aunque esa extraña historia era absurda, no lo era tanto como un usuario de aura en una pequeña taberna como la suya.
Mientras Richard estaba conversando con los que podrían ser sus reclutas, un joven se sentó tranquilamente al lado de William.
—A tu amigo seguro le contaron demasiadas historias de héroes cuando era pequeño, mira que hablar de una cruzada que determinara el destino del mundo.
—Yo también lo creo, quien en su sano juicio creería lo que dice, si eso fuera cierto los que marcharemos hacia ese lugar no seríamos nosotros, sino grandes ejércitos.
—Entonces porque lo acompañas.
—Me prometió un campo de batalla donde podría brillar y me salvó la vida, sea cierto o falso lo que dice vale la pena seguirlo es este viaje al fin del mundo.
—¿Acaso irán hasta la mítica tierra olvidada? ¿Siquiera saben donde se encuentra?
—¿La tierra olvidada?, jajaja, no, solo iremos a la pequeña aldea de Gratidia.
—¿A ese lugar?— El joven que se acercó abrió los ojos por un instante antes de volver a una mirada tranquila —¿Qué clase de gran guerra puede encontrarse en un lugar como ese?
Antes que William pudiera responder, Richard de acerco a los dos junto con un joven, quien caminaba con un paso algo robótico, pero con el pecho y la frente en alto.
—Parece que hoy tenemos suerte, este pequeño dice tener algo de entrenamiento con armas, además tiene muy buena fuerza.
—¿De tantos que se acercaron solo sacaste uno?
—Algunos están demasiado borrachos para probarlos y otros son tan jóvenes que no podría saber mucho, a menos que fueran de esos genios nacidos en las leyendas, igual tendremos que probar a todos mañana por la mañana, así que será mejor que nos vayamos a descansar, después de todo hoy será el ultimo día que descansemos en una ciudad en mucho tiempo, pero antes preséntate adecuadamente a un posible futuro miembro.
—Hola, me llamo William.
El saludo fue tan simple que el posible nuevo miembro se desilusionó, hasta que vio que la mano que se alzó para saludarlo se iluminó con aura de batalla, esta decepción se transformó en una mirada de admiración, mientras se inclinaba y veía a los tres marcharse como si se tratara de un grupo, y cuando estos finalmente salieron de la taberna este regreso a la mensa en la que había estado sentado antes, tomando la taza que había dejado en ella y vaciándola de un golpe.
—Son dos, los maestros de aura de batalla en ese grupo son dos, jajaja, lucharé junto a dos maestros de aura de batalla.
Con estas simples palabras y mucha emoción el hombre se marchó del bar sin saber el alboroto que se desatara detrás de él. la noticia que nos maestros del aura de batalla se encontraban buscando personas para una cruzada épica y que al día siguiente probarían quienes serían dignos de acompañarlos se expandió rápidamente, primero por el bar, y después no había nadie en toda la pequeña ciudad que aún estuviera despierto que no lo supiera.
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Mientras tanto tres hombres se pararon frente a una posada mientras dos de ellos miraban el último.
—Bueno, nos has seguido desde el bar, ¿tienes algo que decirnos?
—Lo lamento pero esto es algo que solo quiero hablar con él.
La expresión fue acercada mientras indicaba a Richard, quien después de pensarlo unos instantes asintió con la cabeza en dirección de William, y espero a que este entrara en la posada para asentir hacia el extraño.
—¿Estás haciendo todo esto para matar al progenitor Chort?
Richard entrecerró los ojos evaluando cuidadosamente a quien estaba frente a él, antes de llevarse una de sus manos a la altura de los ojos y masajear sus sienes, dejando algo sorprendido a este extraño, quien cuando parecía estar listo para irse recibió una respuesta.
—Tu, como sabes el término progenitor, como conoces ese nombre.
—Soy un erudito, y encontré rastros de ellos entre antiguas profecías.
—Si y esos registros se llamaban "Batalla por Nifleir"
Al escuchar esta última palabra ambos se quedaron en silencio mirándose el uno al otro esperando a ver si alguien demostraba sorpresa o decía algo, sin embargo esto no sucedió, y después de un tiempo en este tiempo muerto el erudito habló.
—Me llamo Tomas, soy un erudito, eso me permite crear hechizos y escribir y grabar runas, además tengo información de esas antiguas profecías que tú podrías no tener, y me dirijo a Gratidia, tal vez ir juntos nos pueda ahorrar algunos problemas.
—Mañana probaré a los aspirantes cerca de la puerta dos de la ciudad, luego volveré a esta posada para alistarnos y continuar con el viaje, estaríamos felices de tener a un erudito como tú en nuestro grupo.
Ambos hombres se dieron las manos mientras tenían algunas sonrisas de complicidad y alegría dibujadas en sus rostros, pues aunque ninguno de los dos lo admitió, parecía que al menos no estarían solos en esta búsqueda.
A la mañana siguiente para cuando el sol había salido había cinco personas paradas un claro muy cercano a la puerta dos, y frente a estas cinco personas se encontraban más de veinte personas, cada una de ellas sosteniendo espadas viejas, algunas lanzas, dagas e incluso unos cuantos mazos o martillos, todos los cuales estaban sosteniendo las empuñaduras de sus armas fuertemente, mientras movían los cuellos o los hombros, como si estuvieran calentando para una batalla al encuentro de estos salió Richard.
—Este viaje llenará de gloria y poder a todos los que lo terminen, sin embargo este viaje no es para enclenques ni débiles de corazón, este viaje es para guerreros listos para ahogar al enemigo con su sangre, acaso son ustedes guerreros dignos de hacer este viaje.
Los espectadores parecieron calmarse un poco, mientras empezaban a mirarse los unos a los otros.
—Acaso son unos cobardes que se asustan por unas cuantas palabras— el público dejó de mirarse entre sí y volteo su mirada con agresividad a Richard mientras su cuerpo adquirió un tenue brillo azul casi opacado por la luz del sol—Entonces quiero oír sus gritos, ¿Son verdaderos guerreros?— Un coro desordenado de gritos respondió a sus palabras —Pues demuéstrenlo con sus acciones, no con sus bocas, el maestro William será su primera prueba, quien adquiera su venia será probado por mi directamente, y aun si no los aprobó pueden venir a retarme, si es que no le temen a la muerte.
Después de estas palabras los más de veinte hombres estaban con la sangre en llamas listos para aventarse a la batalla y William estaba frente a ellos llamándolos de cinco en cinco, demostrando su fuerza y maestría, al apenas si recibir golpes mientras probaba a todos los que se atrevieron a llegar ahí, clasificando apenas a cinco de todos los que vinieron, sin embargo frente a Richard estaban parados mas de diez.
Richard al ver a sus oponentes solo sonrió y después de llamar a uno por uno, se abalanzó sobre su primer oponente como un bestia, sus ojos podían verlo moverse, pero sus cuerpos no podían responder a su velocidad, dando una victoria apabullante sobre el primero dejándolo en el suelo y sin poder mover uno de sus brazos, sin embargo este se levantó, sosteniendo fuertemente su espada con la mano que le quedaba listo para continuar la lucha, pese a esto el combate a cabo al siguiente instante cuando un puñetazo dejó al contrincante tirado en el suelo.
Los siguientes contrincantes estaban en silencio, eso no había sido una batalla, había sido una masacre, es que acaso estos dos maestros solo querían burlarse de ellos mientras demostraban su absoluta superioridad, nadie se movió hasta que uno de ellos abandonó y se alejó del grupo de retadores, para mantenerse al margen, varios otros siguieron sus pasos quedando solo tres, quienes estaban tan tensos que sus cuerpos temblaban, sin embargo no se retiraron, y cada uno de ellos avanzó ante el llamado de Richard, con la determinación fatal de quien se dirige a la orca.
Al terminar este reto los cuatro que se atrevieron a luchar estaban inconscientes en el suelo, mientras muchas personas que se habían reunido para ver esta prueba veían desde lejos. Con una seña de Richard los que lo acompañaban le ayudaron a él y a William a colocar en su lugar, los huesos de quienes acababa de noquear y entregarles algo que parecía ser una opción, todos tenían rostros oscuros mientras miraban al suelo desanimados.
—Ustedes cuatro han pasado, pero antes que decidan si se unirán a nosotros graben esto en sus mentes, el final de nuestro viaje espera con gloria y poder, pero el camino será tan difícil y agónico que ni siquiera un usuario de aura está seguro de poder llegar al final, las batallas serán mucho mas duras e inclementes que este entrenamiento— La mirada de Richard barrio a cada uno de los presentes en el lugar mientras el aura de batalla luchaba por hacerse notar incluso ante el brillo del sol, haciendo que muchos quitaran la mirada —Si deciden seguirnos los esperamos en la puerta dos cuando el sol toque el punto más alto.
Con estas últimas palabras Richard se marchó junto con quienes lo habían seguido al momento de llegar y poco a poco el público también se fue yendo.
Los 5 estaban esperando cuando vieron como un pequeño grupo se acercaba, deteniéndose en la puerta por unos momentos antes que solo una persona se dirigiera hacia ellos, este hombre cargaba una lanza con punta de metal y un escudo de madera, y caminaba con mucha determinación en sus ojos.
—No necesitas más tiempo para despedirte de tu familia.
—Es lo único que he hecho desde la mañana, no podría decirles más.
Todo el grupo asintió y se giraron, para alejarse del pueblo mientras un buey jalaba su carreta.