Cerré los ojos mientras me disponía a dar una última revisión al trabajo del día, esta vez la estaba revisando mas de lo usual como precaución. Después de todo había estado con algo de sueño todo el día, y todo se debía a que ayer fue el cumpleaños del nuevo trabajador, ahora finalmente entiendo porque él pidió el día libre de su cumpleaños un día después de este, ya que incluso yo que me fui temprano me encontraba algo somnoliento, no me sorprendería que él recién se echara a dormir cuando empezaron las horas de trabajo.
Bueno cosas como esas no importa realmente, y menos ahora que la hora de salida está por llegar, aunque tal vez me quede unos diez minutos más, después de todo hoy estoy con ganas de hacerlo todo lento, y hará que el supervisor esté más feliz conmigo.
—Hey no apaguen la luz, todavía estoy trabajando-alguien pronunciado fuerte.
Estas palabras tardaron unos instantes en ser procesadas, antes de notar que había algo mal con ellas, y eso era que era de día, y la fachada de vidrio del edificio permite una muy buena iluminación sin necesidad de encender las luces, mucho menos en verano.
Con la curiosidad despertada decidí dejar la revisión para después, y me acerque junto a unos cuantos hacia los grandes vitrales, al estar ahí pude ver que no solo nuestro edificio había sido cubierto por la sombra, sino también todo lo que podía ver.
La curiosidad llegó a su punto máximo cuando decidí voltear a ver el cielo, y en ese instante toda esa curiosidad se esfumó, y dejó detrás de ella incertidumbre, el cielo estaba cubierto por nubes que cada vez se hacían más y más espesas, oscureciendo más las calles.
Mientras todo se oscurecía cada vez más, varios de mis colegas de trabajo se dieron cuenta que algo estaba mal y se acercaron a ver qué sucedía.
Esto no duró mucho, pues poco después las nubes que ocultaron por completo el sol empezaron a brillar con rayos bailando dentro de ellas.
Mi corazón se empezó a acelerar y todo el sueño se fue de mi cuerpo, sea lo que sea que esté pasando, era malo, terriblemente malo, llevaba más de 10 años viviendo en esta ciudad y nunca hubo algo mas que una llovizna ligera, mucho menos una tormenta tan antinatural como está, la tensión estaba al límite, y toda esta explotó con la caída del primer rayo.
Varias maldiciones resonaron al tiempo que pensaba en lo que tendría que hacer, sin embargo mis prioridades cambiaron rápidamente cuando un rayo cayó en uno de los edificios que estaba en la cuadra al frente de la nuestra, estar cerca del ventanal ya no era una opción, retrocedí velozmente mientras esquiva a personas y objetos que estaban fuera de su lugar, acompañado de una imponente orquesta de truenos, a mitad del camino finalmente note que debería ser imposible que tantos rayos cayeron de manera tan rápida de manera natural, pero no tuve tiempo para nada más, pues nuestra suerte se había acabado con un rayo cayendo en nuestro ventanal.
Un gran destello de luz, una onda de choque y el silencio fue lo que mi mente pudo procesar, y para ese momento ya estaba en el suelo, ni siquiera estaba seguro si había tropezado con algo, o fue la onda lo que me tiró al piso.
Aún mareado y aturdido trate de ponerme de pie, este intento fue demasiado lento para mi gusto, cuando finalmente estuve en pie, quise alejarme un poco más de los ventanales, un rayo explotando cerca a mi había sido suficiente para un par de vidas al menos.
Mientras caminaba sentía que el balance volvía a mi, hasta que pude pararme firmemente cerca a uno de los pilares del piso muy alejado de las ventanas, había decidido que este sería el mejor lugar para esperar a que pase la tormenta, en especial cuando note que quedaba menos de la mitad de las personas en el piso, el resto posiblemente estuvieran en las escaleras.
Mientras esperaba a que la tormenta pasará, con mis manos cubriéndome los oídos, pues ya habían caído mas de un par de rayos en el edificio, sentí que el piso se movía, por un momento creí que había vuelto a quedar aturdido, esa hermosa ilusión no duró mucho, el suelo empezó a moverse de manera más violenta, haciendo el mantenerse de pie una tarea imposible, apenas pude reaccionar a tiempo y poner mis manos antes de estrellarme contra el piso, y desde el vi como todos lo que no estaba fijado empezaban a moverse libremente por todo el piso, una silla me golpe por el costado, haciendo que termine acostado en el suelo.
La adrenalina de mi cuerpo lo obligó a agudizar mis sentidos e incluso en el suelo sin poder ponerme de pie pude esquivar varios muebles que giraban libremente por el suelo.
Lamentablemente esto apenas estaba empezando, llegado un momento me di cuenta que todo se había inclinado, trate de voltear a ver el ventanal, y pude ver como el paisaje que se mostraba era cada vez más alto.
Mi mente quedo en shock con estas imágenes, el edificio en el que estaba se estaba derrumbando, cuando volví en mí quise acercarme a una columna para cubrirse de alguna manera, pero era demasiado tarde, un escritorio estaba justo frente a mi, apenas procese su impacto antes que toda mi vista se quedará completamente negra.
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Cuando abrí los ojos mi mente se encontraba muy confundida, tuvieron que pasar algunos segundos para que finalmente pudiera comprender que había pasado, al girarme a ver a los lados pude ver a muchas personas heridas, sin embargo sentía cierta disonancia en todo el entorno, pero al no poder encontrar el origen de esta decidí, dejarlo de lado, mi cuerpo se sentía cansado y solo quería descansar, sin embargo parece que mi movimiento advirtió a alguien que había recuperado la conciencia y alguien se me acercó.
—Richard, es realmente alegre que te encuentres con vida, creí que terminaría siendo el último de nuestro batallón en estar con vida- Pese al cansancio de la voz esta desbordaba alivio.
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—William...
Estas palabras salieron solas de mis labios y junto con esta palabras mi mente se inundó de una cantidad ingente de recuerdos, tantos que a pesar de mi voluntad por mantenerme consciente todo volvió a ser completamente negro.
Cuando volví a despertar finalmente había asimilado lo ocurrido, yo era Richard sin apellido, después de todo eso era cosa de nobles y de quienes realmente importan sus antepasados, yo por otro lado solo soy el hijo del dueño de un bar, que terminó volviéndose un soldado, y que casi muere en su ultima batalla por culpa de un general inútil e incompetente, y William es el único compañero que pude sacar del infierno en el que estábamos metidos.
Esta no es ni de cerca una segunda oportunidad que me gustaría, después de todo como quieres que alguien cuya mayor violencia hasta ahora haya sido una estúpida pelea a puño limpio, sea capaz de luchar en una guerra sosteniendo armas frías.
Con solo recordar la sensación de cortar y perforar la carne de los enemigos hubiera vomitado de no ser porque no sé cuánto tiempo llevo sin comer absolutamente nada.
Lo único que me queda ahora es una renuncia honorable, en la cual culpo de mi decepción del ejército y de la guerra a mi estúpido comandante que hizo que una fuerte tropa de avanzada como la mía fuera destruida casi en su totalidad.
Una vez decidido lo que haría respire profundo para levantarme, y aunque casi me rindo a mitad de camino decidí que la mejor manera de evitar problemas sería que el general del ejército viera como un buen soldado como yo está en condiciones tan deplorables, incluso podría recibir una bonificación.
Una vez de pie empecé a arrastrar mi cansado y herido cuerpo fuera de esta carpa llena de heridos, tropezando y tambaleándome. El sudor salía de mi frente debido a la mala condición en la que me encontraba, pero aun así decidí no rendirme, después de todo esto sería mejor que morir a manos de algún soldado realmente entrenado, sin embargo mientras caminaba sentí que alguien levantaba uno de mis brazos y cargaba parte de mi peso, permitiendo estar más erguido.
—No entiendo qué quieres hacer, pero te ayudaré, dime a donde quieres ir Richard.
Esa era sin lugar a dudas la voz de William, no es algo que confundiría, pues aunque no fuéramos grandes amigos era parte de mi escuadrón, ahora éramos dos soldados que apenas escapamos de la muerte, si el general tuviera algo de conciencia al menos me dejaría salir.
—Quiero hablar con el general.
El rostro de William se tornó un poco más serio y asintió sin decir nada, ambos caminamos en silencio hacia la carpa más grande del campamento en un silencio únicamente roto por pequeños quejidos de dolor.
Cuando llegamos apenas si fuimos detenidos unos instantes antes que el mismo general diera la orden de dejarnos pasar para escuchar qué hacían dos soldados que acababan de escapar de las manos de la muerte de el.
—General, yo ante usted pido ser retirado del ejército, ya no soy apto para seguir luchando, protegiendo y conquistando.
La gran carpa quedó en silencio, y la mirada del general y sus dos asesores se clavaron en mí, mientras sus sueños se fruncieron fuertemente, esto duró unos instantes hasta que uno de ellos hizo brillar uno de los anillos que traía consigo antes de girarse y mover los labios, parecía que conversaban pero no podía escuchar absolutamente nada, posiblemente al anillo que acababa de brillar.
—Dime porque deseas abandonar el ejército Richard.
La voz del general fue imponente e incluso sentí que algo más allá de imponente presencia pesaba sobre mí, sin embargo antes de poder responder la voz de alguien sonó a mi lado.
—Señor, nos unimos a su división pues en esta es en donde lo que valen son tus habilidades, nos aseguraron que el origen de nuestra sangre no importaría, siempre y cuando estuviéramos dispuesto a derramarla sin miedo en las batallas, pero en esta última batalla, los terribles comandos que recibimos hicieron que dieciocho guerreros cayeron en batalla, todos esto a manos no del enemigo, sino de la avaricia de un noble.
Cuando estas palabras terminaron sentí como el peso que caía sobre nosotros se incrementó, y también vi como el anillo que portaba uno de los asesores volvió a brillar, poco después el brillo desapareció.
—Ustedes dos son libres de retirarse del ejército si así lo desean, además les agradezco por ayudarme a identificar un problema entre mis filas. Las familias de sus camaradas caídos serán compensadas adecuadamente, mientras que para ustedes les entrego esto.
Al terminar las palabras un pergamino fue aventado hacia nuestra dirección, William lo sujeto en el aire, cuando ambos vimos el sello de este pergamino no pudimos evitar que nuestras mandíbulas cayeran, este era un mensaje directo hacía el general, sentí como si tuviera un arma invencible al alcance de mi mano, apenas pude agradecer antes de salir de la carpa y regresar a la carpa de lo que era nuestro escuadrón con ayuda de William.
—Perdóname por arrastrarte conmigo.
—Estaría muerto si no fuera por ti, y no quiero estar bajo el mando de personas incompetentes nuevamente, prefiero ser libre, tal vez sea un mercenario por un tiempo.
—Jajaja, yo planeo abrir una taberna, tal vez puedas ayudarme a controlar que las peleas de borrachos no se salgan de control.
—Soy un hombre de espadas y sangre, sin embargo si planeas abrir una taberna deberías buscar a alguien que te trajera licor de "los llanos del caos" puedes decir lo que quieras de los bárbaros, pero su licor es excelente.
La sonrisa se congeló en mi cara, y una extraña sensación de fatalidad se apoderó de mí, esa combinación de nombres se me hace muy familiar, y mi mente se divide en dos, una parte me gritaba que era mejor olvidarnos de esa extraña sensación, mujeres que la otra me deja escapar esta pista las cosas podrian terminar muy mal.
Finalmente decidí indagar entre mi ahora increíblemente baja memoria y después de un tiempo un vago recuerdo empezó a aclararse.
¿«Enserio vas a abandonar el juego? apenas si estas en el mausoleo de Benedict, las cosas se pondrán mucho más interesante mientras avances, yo ya estoy por el final, luchando contra los invasores en "los llanos del caos" además de gracias a que mi personaje es un bárbaro me es mucho más fácil recibir ayuda de los NPC porque la mayoría son barbaros también...
Pese a esto aun esperaba que todo no fuera más que una coincidencia por lo que vi a William como si este fuera mi última esperanza.
—William, dime saben quienes son "Las custodias de Lunaris"
—Son una tribu de mujeres guerreras, oí que si derrotas a una de ellas en batalla se casará contigo.
Aun no era momento para entrar en pánico, dos pueden ser una coincidencia.
¿—Y, a los "hijos de la tierra"?
—No pertenecia a esa orden aquel viajero que pasa por los cuarteles hace unos años, ese que nos mostro que era capaz de convertir sus brazos en grandes alas.
En ese momento apenas si pude aguantar la respiración para no maldecir con toda la fuerza de mis pulmones, había obtenido otra oportunidad, pero esta me fue dada en un mundo que estaba sufriendo, o muy cerca de sufrir una invasión de un inmenso enjambre de bichos infernales, tal vez lo único bueno de esto era que al menos era un guerrero.