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La banda [Español]
5. Derrota falsa

5. Derrota falsa

Reconocibles jadeos provenían del para nada útil líder, Houston, quién justo en esos momentos tenía un enorme tentáculo carnoso atravesado en su flacucho cuerpo. —Ah... —se quejó.

Aiden, el causante de todo, dejó caer a Houston. Pam; cayó. Por segunda ocasión, Aiden regresó los tentáculos a su espalda, así volviendo a su forma original. —¡¡Te lo dije, te dije que acabarías igual que el otro tipo!! —le gritó a Houston. Luego comenzó a burlarse de la situación. Por el otro lado, William estaba plasmado; en shock. Es por eso que se encontraba distraído.

Aprovechando la distracción, Aiden se impulsó con sus delgadas pero a la vez fuertes piernas para atacar a William, planeando darle un poderoso gancho al abdomen.

Ya era muy tarde cuando William se percató del repentino y veloz ataque. El puño hizo contacto con el estómago, causando un severo e infernal dolor. Nuevamente, William estaba rodando por los suelos como consecuencia del infame golpe asestado.

Raspón tras raspón. Solo el mismo suelo pudo detenerlo. Como era de esperarse, su piel fue dañada gracias a los raspones que recibió. Aiden siempre estaba entre diabólicas risas, nunca paraba—¡¡Ríndanse!! Esta pelea ya tiene un ganador, y por supuesto... que soy yo. Como premio... mataré a todos—su sonrisa se hizo más grande y sus risas resonaron más en todo el bosque.

Juxs y Casey estaban de rodillas viendo como las esperanzas de todo el grupo eran destruidas por aquel hombre denominado como su primera prueba. No eran capaces de ganar la primera, ¿cómo ganarían la segunda?; pensaron. En un acto de tratar de hacer algo, Juxs y Casey se miraron y asintieron la cabeza, como si estuvieran pensando o ideando lo mismo. Con la poca fuerza que les quedaba a ambos, se levantaron y, con mucha adrenalina, corrieron a por Aiden. Sinceramente, era algo muy inútil. No había posibilidad de que ellos pudieran lograr hacer algo, el único capaz era William, pero estaba fuera de aquella zona.

—¿No se supone que ustedes deberían estar adoloridos? —preguntó Aiden con una cara de duda

Casey y Juxs no respondieron, estaban concentrados en el ataque doble. —Esto fue obra del curandero, ¿verdad? —volvió a preguntar, pero sin tener respuesta—Dios, qué más da. Muéranse—dijo. Tanto Juxs como Casey, fueron sorprendidos por dos tentáculos. Cada uno, con extrema facilidad, realizó un fino corte en sus pechos, así tirando a ambos al suelo.

Houston, con un hueco en el estómago que lo mataría en minutos

William, fuera de la zona de pelea

Juxs, en el suelo

Casey, en el suelo

Max, en la cabaña herido

John...

Aiden analizó su entorno y contó. En total localizó a cinco personas... faltaba alguien. Así que gritó a todo pulmón—¿¡Dónde estás, maldito curandero!? —el motivo por el cual dedujo que era el curandero, fue por el extraño bienestar de Juxs y Casey, ya que, anteriormente los estaba ahorcando, sin embargo, de una forma misteriosa se recuperaron como si nada. Después se acordó de algo, —Eres el tipo que parecía emo, ¿me equivoco?... sal de donde quieras que estés

Detrás de lo que quedaba de la cabaña, agitadas respiraciones se escuchaban, John tomaba protagonismo. —¿Qué debo hacer? Apenas llegué y ya están todos en el suelo. ¿Dónde estará el idiota de William? —John se mostraba nervioso. Se asomó para ver la escena y solo observó a Houston perforado (no lo había visto).

Analizó su alrededor, pensando con qué podía atacar a Aiden. Ya solo faltaba él por caer, si iba a morir iba a morir, aunque debían matarlo dos veces, ya que, al ser el curandero, podía revivir una sola vez. —Esto me servirá—se agachó y tomó un peligroso pedazo de madera por su filo.

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Igual que Houston, se fue al lado izquierdo de la cabaña (su izquierda) e hizo lo mismo que su horrible líder. A toda prisa fue a por Aiden—¡acá estoy, imbécil! —gritó con tenaz heroísmo.

Aiden se dio cuenta de eso, y fácilmente lo desarmó. Lanzó el trozo de madera y ya tenía agarrado del cuello a John. Eso fue humillante.

La mano con la que agarró del cuello a John, tenía las venas marcadas. Alzó a John con firmeza. El antes mencionado jadeaba y se movía para intentar huir... pero era tonto, no había escapatoria; Aiden era un puto monstruo. —Veo que eres valiente para hablar, así que... arrancaré esa boquita tuya. Tengo entendido que los curanderos que Aedus elige, tienen la capacidad de regenerarse así mismos a menos que les den en el corazón o en el cerebro. Por ello, te arrancaré la mandíbula una y otra vez para que sufras. No importa que tanto te regeneres, el dolor lo seguirás sintiendo—su sonrisa se hizo más grande que la última vez. Tanto así que las comisuras de sus labios estaban dañándose, por lo tanto, sangraban.

Metió cuatro de sus dedos en la boca de John, a excepción de su pulgar, que lo puso con suavidad en la barbilla de John. En un inesperado intento, John trató de morder para tratar de defenderse; sí causaba daño a su mano, aunque a Aiden no parecía importarle. —Muerde todo lo que quieras, nada evitará que te la arranque—dijo. Lentamente, presionó la mandíbula, para que así de un jalón, se la arrancara.

Milisegundos pasaron, John cayó al suelo; todo pasó tan rápido. ¡Y es que la cabeza de Aiden había sido destruida! El responsable estaba allí... William había vuelto. —¿Lo derroté? —preguntó. Claro, lo hubiera derrotado si tan solo Aiden no hubiese desaparecido de la nada antes de que William lo golpeara.

Más resumido, William se recuperó y fue para atacar a Aiden. Ya cuando lo pudo ver, preparó su puño para darle en la cabeza... y a milímetros, Aiden solo desapareció.

John, que estaba en shock y de rodillas, mencionó lo que pudo ver—Yo solo sentí como me caí y ya—estaba confundido.

—Creí que había derrotado al señor Aiden, pero creo que no fue achi—se decepcionó un poco—¡pero no hay tiempo que perder! Ayúdame a atender a los heridos con tus asombrosos poderes, Johnsito

Así, ambos empezaron a atender a los heridos.

En un misterioso lugar ya conocido por la banda:

Seis islas y una enorme isla central, todas compuestas de piedra. En dicha zona, más en específico en una de las seis islas, Aiden apareció de la nada en la misma pose con la que tenía a John sofocado. Se extrañó para luego molestarse—¿Y ahora qué quiere este idiota? —sus dos pelotas eran tan grandes como para decir eso en aquel lugar, pues, una imponente figura hacía presencia detrás suya.

—¿A quién te refieres de esa forma tan vulgar? —era aquel hombre, aquel Dios... era Aedus. Se veía más claro, tenía un cabello largo con una barbilla un tanto partida. Sus pómulos estaban marcados. No obstante, de él yacía una característica asombrosa; sus ojos también tenían pupilas de estrella, pero no solo eso, su esclerótica era un espiral, teniendo como origen la pupila.

Al oír las palabras de Aedus, fue la primera vez que vimos que a Aiden se le borró la sonrisa. De inmediato se inclinó ante el Dios, entre lágrimas pidió perdón—lo siento—seguía llorando, pero sin hacer ruido. Era normal llorar después de ofender a un tipo tan tenaz.

—Si llegas a referirte a mí de esa forma otra vez, yo mismo me encargaré de matarte—dijo

—Lo siento—recalcó Aiden

—De todos mis hijos, tú eres el más inútil. He estado pendiente de tu pelea contra esos cinco y déjame decirte que eres una maldita decepción. En unos cuantos minutos, ya estaban a punto de matarte. Y lo hubiesen hecho si no fuera porque te teletransporté aquí—suspiró—te daré por unos minutos ese poder de abrir portales, ya sabes cómo funciona. Ahora lárgate y da una pelea que sea digna de ser vista por mí. Y si te vuelven a matar como otras veces, ya no pienses que voy a revivirte

—Sí. Lo siento, señor

—Vete—Aedus hizo un movimiento de manos que abrió un portal, portal que ocupó Aiden para dirigirse al segundo round.