La atmósfera en City Sven-1 era sofocante. La victoria sobre Gunn apenas se sentía como tal. Los Elementales permanecían en silencio, observando el cuerpo inmóvil del escorpión mutado mientras el veneno seguía filtrándose entre las grietas del suelo, mezclándose con el polvo y los escombros de la ciudad.
—Tenemos que actuar rápido antes de que esto se salga de control —dijo Jazz, su tono firme mientras miraba las manchas verdes que comenzaban a evaporarse, liberando un hedor insoportable.
Punk, aún tambaleándose por el esfuerzo, apoyó su espada en el suelo para mantenerse en pie. Saico, a su lado, sentía el mismo agotamiento, pero algo en su interior ardía. Habían sobrevivido, pero no por mucho.
—¿Y ahora qué? —preguntó Saico, rompiendo el silencio con una voz ronca.
Max, con la mirada fija en el horizonte, levantó su espada de agua y la clavó en el suelo. Una corriente de agua fluyó a través de las grietas, intentando diluir el veneno. —Ahora limpiamos este desastre —dijo con determinación—. Y nos preparamos para lo que venga.
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Jack'O se acercó, limpiando el filo de su espada de tierra. —Esto no terminó aquí. Gunn fue solo un peón. Algo más grande está moviendo estas piezas.
Desde las afueras de City Sven-1, en un punto elevado que dominaba la vista de la ciudad, dos figuras permanecían inmóviles, observando el campo de batalla. El aire alrededor de ellas era espeso, cargado de una tensión palpable.
La primera figura, alta y delgada, tenía unos ojos que brillaban con un marrón intenso, casi hipnótico, como si contuvieran una energía desconocida. A su lado, una segunda silueta se alzaba, mucho más robusta, y lo que parecían dos enormes tenazas destellaban bajo la tenue luz que lograba escapar de las nubes de polvo.
—¿Lo ves? —murmuró la figura de los ojos marrones con una voz que parecía resonar en el aire—. Incluso Gunn, con todo su poder, fue derrotado.
La criatura a su lado, que parecía más bestial que humana, respondió con un gruñido profundo, como si la derrota de Gunn no fuera más que un inconveniente menor.
—Déjalos disfrutar su pequeña victoria —continuó la primera figura, con un tono casi burlón—. Esto no ha terminado. Apenas es el principio.
Con una última mirada hacia la ciudad, ambos desaparecieron en las sombras, dejando tras de sí un eco de inquietud que parecía extenderse como un manto sobre City Sven-1.