Acostada en el piso, Aurora experimentaba una de las mayores revelaciones de su vida. «¡Es mucho peor que Miguel!... No se pueden comparar». Su pecho dejó de subir y bajar del cansancio hace rato.
Simplemente se hallaba ahí tirada en el suelo sin moverse. Su pelo desgreñado, y el uniforme, el maldito uniforme, intacto. «Que molesto». Cualquiera pensaría que estaba holgazaneando. Al principio le gustó el auto-mantenimiento de su ropa mas ahora, por alguna razón le molestaba. Es como si todo el esfuerzo que hizo resultara inútil, no importara.
En su posición ningún atisbo de realeza o dignidad se podía apreciar. Por suerte para ella, no era la única. Todos tenían igual aspecto. Bueno, casi todos, al menos estaban conscientes, devastados pero conscientes. Sin embargo, no se podía decir lo mismo del chico que reprochó sobre si correr antes o después era mejor, se había desmayado, y definitivamente no despertaría pronto. El profesor fue especialmente "educativo" con él. Dijo que tenía un gran "interés" en el chico, que mostraba gran potencial, ni siquiera los niños tontos creyeron eso.
«Esto fue duro. Nunca antes había tenido un entrenamiento como este». Le abrió la mente a nuevos horizontes. Las clases de su maestro eran un juego infantil comparado con esto. «Me duele todo el cuerpo». Las manos, las piernas, el pecho, incluso hubo un momento en que le dolió el bazo también. Y por su conocimiento esto no sería lo peor. No, lo peor sería mañana. «Me dolerá todo aún más». Por primera vez le preocupaba cómo se sentiría al otro día de un entrenamiento.
«El profesor no exageró. ¡Esto de verdad fue infernal!»
—Uf. —Dando un suspiro, movió con cuidado la cabeza y miró al resto de sus compañeros. El rubio de cara molesta que le mandaron a vigilar miraba hacia el techo mientras fruncía el ceño. Le sorprendió que su nivel de ascensión fuera Adepto como ella. Los demás metidos en sus propios mundos. Una variedad de expresiones pintaba la escena. Eso fue hasta que vio algo que la desconcertó. «...!!»
«¿Está-está sonriendo?» El chico moreno que ganó la batalla contra el noble se encontraba sonriendo. Todavía con toda su espalda pegada al piso tenía una brillante sonrisa en la cara. «¿Q-qué le pasa?» No entendía de que manera él podía poner esa expresión en esta situación. Además, no lo vio usar la poción que le dio el profesor. «¿Se volvió loco?»
«¿Se llama Mirio no?»
Uno de los alumnos cercanos no aguantó y le preguntó con voz débil:
—¿Por qué sonríes?
A lo que Mirio contestó:
—¿No es grandioso este entrenamiento? —respondió emocionado. Su tono era alto y ante la quietud del lugar resonó más fuerte de lo debido.
—...!!
Por unos momentos hubo silencio. Y de repente:
—¿¿Qué?? — Los estudiantes estaban muy cansados, pero ante una frase similar a que si alguien hubiera insultado a sus madres, de algún lugar sacaron fuerzas.
—¿Estás loco?
—¿Qué le pasa?
—¿Se volvió loco del entrenamiento?
Se oyeron varios murmullos provenientes de los niños. Y con razón. «Definitivamente se volvió loco». Concluyó Aurora como sus compañeros. «Aún así, tuvo una muy buena pelea para un plebeyo». La impresionó como venció al noble. «¿Quién lo entrenó?». Pues ella conocía a Medes, por sus identidades se reunieron en eventos y cosas de ese estilo ocasionalmente. Los Locked son de las cinco grandes familias nobles. Su línea directa posee la afinidad oscuridad. Son una gran fuerza de batalla en el reino y su elemento es de los más versátiles. A pesar de eso, perdió. «Me alegro».
No le gustó la actitud desdeñosa de Medes. Le recordaba a su hermano Augusto. Evocando malos recuerdos. Alejandro le dijo más de una vez que no subestimara a los plebeyos y que los respetara. Esto por dos razones principales: como realeza debe convivir con su gente, no sobre ella. Y que han sido en muchas ocasiones los plebeyos quienes han movido el continente. Causando la caída o el surgimiento de reinos, cambios de jerarquía o grandes desastres impulsados por algún rencor. Por eso, uno no debía tener una actitud inherentemente despectiva hacia ellos. «Alejandro seguro le hubiese dicho-»
—¿Pero no es increíble todo lo que hemos hecho? —repitió Mirio. Ella retomó su atención a la conversación.
—¿Por qué sería increíble? —Protestó el mismo chico que preguntó antes.
—De este forma nos volveremos mucho más fuertes. ¿No quieres ser más fuerte?
—...
«¿Solo por eso le gustó este infierno?» Aurora pensó.
—Pe-pero aún así, no hay necesidad de ser tan cruel. Mira a Pedro.
Mirio ahora no supo que decir. Aquel pobre ni siquiera sabía de que hablaban.
—...
—¿Ves? No hay necesidad de llegar tan lejos.
—¿Pero cómo nos convertiremos en buenos magos si no entrenamos duro?
Siguieron discutiendo mas Aurora dejó de prestarles atención. Quería aprovechar este descanso ahora que Tomas había salido. Por supuesto, él tenía seguridad en que nadie abandonaría la clase. Ella sentía hambre, todavía no habían almorzado. Y sospechaba que el entrenamiento infernal también tocaría por la tarde.
—Uff. —Suspiró de nuevo y observó con interés el campo de entrenamiento. Anteriormente pasó desapercibido por el grupo y no se dieron cuenta hasta que fue muy tarde. Había muchísimos sellos mágicos ocultos en este lugar. Hacían que uno se recuperara más rápido mental y físicamente. «Aunque no lo suficiente».
This tale has been unlawfully obtained from Royal Road. If you discover it on Amazon, kindly report it.
••
Pasados unos minutos, para mala fortuna de todos. Llegó Tomas. Los miró en el piso y sonrió. Ellos se estremecieron instantáneamente. Las pocas veces que este hombre ponía esa terrorífica sonrisa no era un buen augurio. El único momento "agradable" fue cuando Mirio ganó el combate.
—Muy bien, asumo que están algo cansados. Así que les traje el almuerzo.
«¿Algo cansados?» Exclamaron mentalmente. Eso es un eufemismo.
—Tomen.
Les repartió unas grandes jarras azules.
—Al final de esta área hay una nevera. Vayan y busquen agua.
Con mucho, mucho trabajo hicieron lo que les dijo, algunos tropezaron en el camino en dos o tres ocasiones. Uno de los alumnos tuvo que llevar dos jarras para traer la de Pedro. Al volver Tomas fue hacia cada uno y, de su almacenamiento sacó un pan bastante grande con carne y verduras.
—Tienen 20 minutos más para almorzar y descansar. Luego continuaremos entrenando. Esta vez será combate por dos horas y después dos más de meditación. El profesor Tom vendrá a presentarse al final de la sesión—dijo esto y se fue.
—Jaaaa. No puedo respirar bien con él presente.
—Yo tampoco.
—¿De dónde eres?
—¿Quién es de Arkin?
Los estudiantes aprovecharon bien el descanso y se pusieron a hablar entre sí. Aurora los observó y se apartó un poco. Por su título le costaba socializar. Siempre había gente que venía hacia ella por puro egoísmo. Por eso prefería mantenerse apartada.
Cuando estuvo a buena distancia le dio un mordisco al pan. Estaba inesperadamente bueno, la carne y los vegetales bien condimentados. Le impresionó los recursos de la escuela. Desde el campo de entrenamiento, las aulas y ahora la comida. Era mucho mejor de lo que esperaba. Solo faltaba ver cómo eran las becas. Se puso a disfrutar de su comida ya que tenía mucha hambre.
El chico llamado Mirio se encontraba rodeado de estudiantes en una animada conversación. «Parece bastante popular». Concluyó ella. Poco a poco se fueron uniendo más a la charla. Hasta que quedaron unos pocos solitarios. Entre ellos: Aurora, Lucas, Medes y Melisa.
«Melisa D. Hemlet también. Hay tres nobles de las cinco familias principales. Eso es malo para mí». Su padre le ordenó además de relacionarse con los nobles, vigilarlos. La familia Hemlet era una con afinidad por el relámpago. Se consideraban los más ofensivos del reino. Y el elemento relámpago era de los más raros en Arpen. «Bueno. Le preguntaré a Alejandro si tengo problemas».
••
Finalmente terminó el dulce descanso y llegó Tomas. Su cara volvió a la seriedad de siempre.
—Escuchen todos. Cada uno irá a un ring y peleará con el muñeco correspondiente. Los que no ganen ninguna pelea se quedarán conmigo aquí una hora extra.
Inmediatamente los alumnos se pusieron tensos y se podía ver la resolución en sus ojos. Apretaron los puños fuertemente, casi como un juramento de quien hará todo lo posible por acabar con su enemigo jurado. Una hora extra con este monstruo era algo que debían evitar a toda costa.
—Vayan al almacén y busquen los tubos de antes. Mirio y Medes cojan los que tenían.
No demoraron en buscar los tubos y transformarlos en armas. Se veía diversidad en sus formas y tamaños. Aurora transformó el suyo en su emblemática Claymore ganándose algunas miradas ya que su espada era la más grande. Solo había cuatro usuarios de lanzas: Mirio, Melisa, Tim y otro noble llamado Julio.
—Bien, los muñecos se adaptarán a sus niveles de ascensión, vienen equipados con armas como las de ustedes que cambiarán entre batallas. Cada diez minutos de combate tendrán cinco de receso. ¿Entendido?
—¡¡Sí!!
—Aurora y Lucas, los que enfrenten hoy serán Afines al Aura, y alternarán sus afinidades con otros durante el resto de la semana.
El dúo asintió y el grupo caminó hacia sus respectivos rings. Parándose frente a sus inanimados oponentes. Aurora observó al suyo. Sus sentidos evaluaron que este era igual al que enfrentó ayer en la mañana. «Aunque no debe tener segunda fase». Intuyó. Usaba una enorme maza con púas en su punta.
—Bien. ¡Comiencen!
Al sonar la voz de Tomas se encendieron los círculos mágicos en los cuadriláteros y resonaron con los uniformes. La escuela gasta grandes recursos en estas prendas. Los muñecos al momento levantaron sus armas y atacaron.
Aurora apuntó su espada y respondió al ataque entrante.
¡Bling!
Su oponente retrocedió más que ella por el choque. No esperó, avanzó con intención de terminar esto rápidamente.
Estuvieron chocando por un minuto hasta que dio el golpe final y se puso rojo. Finalizando la ronda. Tomó un respiro por costumbre y miró a su alrededor. Los niños todavía enfrascados en sus batallas. Era lo norm- «...!!!».
«¿Qué?»
«¿Cómo es posible?»
Allí en uno de los rings más apartados, Lucas se enfrentaba a tres de las marionetas. Como si eso no fuera suficiente, las estaba abrumando. Por mucho que lo intentaran nunca podían conectar un golpe. Esquivaba eficazmente y cuando atacaba el daño causado era enorme. Solo con un gran control sobre el fuego que cubría sus puños eso sería posible.
«¿Cómo es tan fuerte? ¿Es por ser del Reino Voktar?» Ella se sorprendió del nivel de habilidad mostrado por Lucas. No espero que seas la mejor o la más inteligente . Las palabras de su padre resonaron en su cabeza. Aurora apretó duro las manos sobre su espada. A pesar de lo que le dijeron, ver que efectivamente era así la molestó demasiado. «¡Maldita sea!» Con furia fue a donde se encontraba Tomas, este miraba al chico rubio.
—Profesor.
—Dime.
—¿Puedo combatir contra tres yo también?
—¿Estás segura?
—¡Sí!
—Arrastra los muñecos que quieras al ring y grita "Duelo".
No dijo gracias y volvió al cuadrilátero. Tomas no le advirtió nada más incluso al notar su enfado. «Los niños tienen que aprender de alguna manera». Pronto comprendería lo tonto de su decisión. Lo que hacía Lucas era todo menos sencillo. «¡Que monstruo! ¿Qué le dio Carlos de comer a ese niño?»
••
Dos horas después. Los estudiantes yacían de nuevo en el suelo. Sus expresiones mejores que en su sesión anterior. Excepto dos. El primero, un chico que en un receso intentó alargar el tiempo para llegar a su ring pero lamentablemente para él, Tomas lo vio. No es la primera vez que un "listillo" hace esto. Le tocó quedarse una hora extra, de ahí su cara de injusticia.
La segunda, Aurora. Luchar contra más de un oponente le salió mal. Terriblemente mal. Contra uno lo abrumaba con habilidad y su fuerza ligeramente mayor, sin embargo, al juntarse tres hubo muchas cosas que no tuvo en cuenta. Su falta de experiencia frente a un grupo, la coordinación que podían mostrar, y algo que recién ahora se da cuenta. Los muñecos no sienten dolor mas ella sí. Esto fue lo que más caro le salió. Aunque el uniforme la protegía del daño, dejaba pasar el dolor real. Su cara ahora era oscura y arrugada, entre tanto se tocaba las zonas golpeadas su mal humor empeoró. «¡Maldita sea!» Esto sirvió para restregarle aún más la diferencia entre ella y Lucas. No espero que seas la mejor o la más inteligente.
La voz de su padre seguía molestándola.
—Muy bien la mayoría. Les daré cinco minutos de descanso más y pasamos a meditar. —El profesor interrumpió sus malos pensamientos.
«Respira Aurora». Se dijo a sí misma. Miguel siempre enfatizó la importancia de la respiración para calmar las emociones. «Respira». Un buen espadachín sabe calmar sus emociones usando la respiración. Había mencionado.
—Jaa. —Empezó a inhalar y exhalar despacio, poco a poco se fue calmando. Cuando estuvo mejor ya habían pasado los cinco minutos.
—Bien. Escuchen, la meditación es algo que los acompañará para siempre en sus vidas como magos. A pesar de no ser el único método para ascender, es el que más van a usar.
—Pueden meditar en cualquier lugar de aquí porque la densidad del maná es la misma. En la Academia Superior Elina hay salas reservadas solamente para meditación.
—Los que no han despertado también meditarán. Les servirá de práctica futura. Por ahora, lo que deben hacer es sentarse como se sientan cómodos y comenzar a respirar normalmente por la nariz.
—Yo corregiré los errores que tengan, como inflar el pecho durante la inhalación. Solo deben contar el número de respiraciones que hacen. Si se les olvida vuelven a empezar. Empiecen ya.
Y así concluyó el primer entrenamiento de nuestros protagonistas.