Mhaieiyu
Arco 1, Capítulo 3
La Instalación
—¿No te ... acostumbres? —repitió el chico, la declaración parecía fuera de lugar después de la impecable victoria del veterano. Emris simplemente se rió entre dientes, ignorando la pregunta del joven mientras miraba a su subordinado, dirigiéndole una sonrisa de satisfacción mientras hablaba.
—Gracias ‘C'. Ya me encargo. Lárgate —ordenó Emris, la autoridad en su voz era tan impresionante que incluso podría hacer que un extraño siguiera la orden sin decir palabra. A pesar de esto, como si hiciera burla de ello, el ser angélico se rió de forma disimulada, agitando la mano como si se negara con un gesto. Al darse cuenta de la inusual posición de las piernas de Tokken, el hombre alado le ofreció un brazo como apoyo. Al ver esto, el niño asintió con la cabeza, envolviendo su brazo alrededor del hombro del Teniente, justo por encima de sus alas. Al aceptar la variedad de eventos que habían transcurrido en tan poco tiempo, le sorprendió lo repentino que estaba cambiando su opinión sobre los desconocidos.
—Disculpe, señora —se excusó Corvus, dirigiéndose hacia el Críptido que estaba temblando junto al chico. Ella simplemente asintió con complicidad en respuesta, dando espacio para permitir que el hombre herido recibiera la ayuda que necesitaba para no empeorar más su tobillo. Sin embargo, se mantuvo tan cerca como pudo, debido a lo implacable que se había mostrado claramente su entorno. El soldado más alto tan solo resopló, poniendo los ojos en blanco.
—Ay ... Estoy perdiendo mi soberanía... —musitó Emris, señalando la salida con una inclinación de cabeza. Mientras el grupo avanzaba a paso lento para aliviar la herida de Tokken, Chloe finalmente rompió el silencio.
—¿Es la ciudad tan desagradable… a menudo? Había escuchado rumores en el pasado, pero hay mucho a dudar con tan solo escuchar sin pruebas. Para ser honesta, todavía no puedo creer lo que veo —admitió, con un tono perplejo y asombrado.
—Estoy de acuerdo... —respondió el chico, un poco abatido—. Pensé que había visto suficiente maldad como para cambiar mi opinión sobre ello, pero eso ha sido... repugnante —concluyó, sintiéndose mareado.
—Sí, eran rufianes, pero nada malvados —respondió Emris, rechazando sus ligeras exageraciones—. Esos jóvenes simplemente se las arreglaban como podían.
—¡"Se las arreglaban" ? ¡Matando a una criatura sapiente——?
—Sí, matando a la perra. Esos niños no trabajan solos, ¿sabes? No hay grupos que lo hagan y duren; probablemente trabajaron para los Erizos —reveló, la información no parecía preocuparle demasiado mientras continuaba, de manera informal. Caminaba vigilando a la pareja vulnerable mientras escaneaba al mismo tiempo sus alrededores para detectar a cualquiera que pudiera seguirles.
—Entonces ... ¿trabajan para alguien? —preguntó Chloe, haciendo que Tokken se estremeciera cuando intervino apresuradamente.
—¿Eso significa que pueden ser eliminados? —interrogó el, con un tinte de desesperación en sus palabras. El cuadrúpedo lo miró preocupada; Emris sólo se confundió, decidiendo confesar.
—Supongo. Eso dicho, son demasiado astutos. Te los cargas y uno siempre pervivirá para eh... renovar el grupo de nuevo.
—P-Pero si pudieras rastrearlos, entonces... —Tokken tartamudeó, interrumpiendo su discurso cuando Emris levantó una mano para silenciarlo.
—Dices esto como si fuera fácil, chico. Estos tipos intervienen en todos los ámbitos de la vida, ya sabes; te sorprendería lo abundantes que son el desempleo y la ruina por aquí. Eso los deja o muriendo de hambre o uniéndose a ellos. Es más, apuesto a que incluso si neutralizáramos a todos ellos seguirían existiendo; sólo hay que enfrentarse a ellos según vengan. No se neesita mucha cabeza para no ir deambulando de noche como un idiota.
Tanto Chloe como Tokken bajaron la mirada ante su incisivo comentario, sintiéndose un poco amargados pero agradecidos a la vez por su protección. Emris continuó su marcha hacia adelante tras salir del parque y llegar a las calles.
—No. Si quieres ver el mal, no busques más allá de lo que tienes delante. La política y el dinero son un puto desquicio, y esta ciudad es prueba de ello. Si necesitas algo menos metafórico... los Carmisioneros son tu mejor apuesta.
La expresión de amargura y pérdida que se apoderó del rostro de su angelical partidario, combinada con la monotonía de la voz de Emris, ambos hombres a los que acababa de presenciar masacrando a un grupo de matones como si fuese su naturaleza, dejaron en claro a Tokken que de quienquiera en quien este otro grupo consistiera debía ser mucho peor de lo que le gustaría descubrir. No queriendo entrometerse en el tema, Tokken simplemente calló.
Fue entonces cuando se dio cuenta de algo.
—¿A dónde vamos? —preguntó finalmente el chico, notando que se estaban alejando del bosque.
—Vamos a cuidaros por un tiempo. Asegurar de que estéis en condiciones de ir solos antes de soltaros —explicó Corvus, señalando el pie del muchacho como si enfatizara el motivo por el cual lo decía.
—¡Eso suena como un maldito secuestro! —Tokken protestó.
—No lo es —Emris se encogió de hombros, dándose la vuelta para mirarlo con una sonrisa dentada mientras caminaba hacia atrás frente a él—. Sólo significa que os llevaremos a un lugar sin vuestro consentimiento y os mantendremos allí por algunas lunas hasta que estén listos —explicó, riéndose disimuladamente.
Chloe mantuvo una cara de desconcierto, notando la redundancia de su defensa.
—Eso suena como una abducción pero más complicada...
—De eso se trata, cariño —carcajeó Emris, volviéndose hacia adelante de nuevo.
Corvus se rió para sí mismo en voz baja, dedicando al veterano una mirada.
—Te burlas demasiado de los jóvenes, hombre.
—Jeje, sí. Uno de los pocos lujos de nuestra edad.
Al darse cuenta de que el Críptido se arrastraba en la parte trasera del grupo con una mirada abatida, Emris decidió investigar.
—Ey, Blancanieves —gritó, volviéndose hacia ella—. ¿De dónde vienes?
—¿Y-Yo? —Chloe balbució, encogiéndose ante su imponente mirada—. ...Ningún sitio especial. ‘De las montañas’ sería mi mejor respuesta.
—¿Así que si eres de Las Afueras? ¿Cómo es que no estás echando espuma por los dientes y todo eso?
—No todos somos salvajes... es sólo que ellos suelen durar más... —explicó, con voz temblorosa.
—¿Por qué no unirse a ellos? —preguntó Emris, riendo entre dientes para levantarle el ánimo. Molestado, Tokken intervino.
—Vamos, ¿quién lo haría?. Por lo que he visto, se han reducido a animales...
“Valiente declaración, campeón. Pero no le estaba preguntando a un humano. ¿Por qué morir antes si tienes la opción de no hacerlo? Demonios, ¿por qué no unirse a la sociedad por un tiempo si el salvajismo no es tu estilo? ¿Te tiene amarrada tu padre o algo así?” bromeó, la criatura blanca parecida a un lobo inflaba un poco sus mejillas mientras su rostro se sonrojaba.
"¡Porque eso significa unirse a los humanos!" espetó ella, callándose luego para no ofender al chico más de lo necesario. Corvus no pudo evitar una ligera carcajada, al diferir de su opinión.
"Oye, los humanos pueden ser bastante malos a veces ..."
"Siempre son malos", interrumpió Emris.
"Cállate. Ellos pueden ser malos, pero mira este chico aquí. Te salvó la vida, ¿no?”.
“Ejem, yo fui el que…” el hombre levantó un dedo, tratando de deslizarse en su discurso, sin éxito.
“Yo diría que es un excelente ejemplo para empezar. La sociedad puede valer la pena, pero nunca lo sabrás hasta que lo pruebes. ¿Si me preguntas a mí? No perderás mucho en intentarlo. No con nosotros, de todos modos ”, concluyó Corvus.
Al terminar su pequeño monólogo motivacional con una sonrisa triunfante, Emris produjo un sonido ronco, encogiéndose de vergüenza.
Al mirar al ser humano llevado por el ángel, Chloe ni siquiera se dio cuenta de su propia sonrisa mientras ésta se dibujaba en su rostro. Con un peculiar orgullo en sus pasos, siguió adelante junto al grupo, extrañamente determinada.
Fue fascinante ver un conjunto tan diverso de bestias Críptidos, tanto bípedos como cuadrúpedos, mezclarse tan sencillamente con los simples humanos con los que caminaban. Criaturas gigantes, humanoides, casi el doble del tamaño de una persona promedia, con brazos enormes en comparación con sus contrapartes más pequeñas, caminando uno al lado del otro como si hacerlo fuera mundano y natural.
A pesar de la enorme variedad de tamaños y formas, parecía haber poco de qué preocuparse con respecto a su proximidad. No había aulladores feroces que mostrasen los dientes, ni minotauros bárbaros y llenos de ira. Todo parecía engañosamente simbiótico, como bajo una simple y única mirada, para agradecimiento silencioso de Chloe.
Fue una caminata larga hasta su destino, sin incidentes en el trayecto, aunque Emris llamó la atención sobre muchos observadores sospechosos, ya sea desde el nivel del suelo o incluso entre los tejados. Decidiendo no preocupar a la pareja más joven, felizmente inconsciente, mantuvo la aterradora realidad en secreto, confiado en que la presencia de su subordinado celestial, de ropa indistinguible, además de su propia reputación, evitarían cualquier peligro potencial. La cantidad de tráfico a pie había disminuido a una mera fracción de la masa que marchaba a la luz del día, ya sea debido al agotamiento o a la amenaza de los peligros nocturnos que acechaban desde sus guaridas y apartamentos escondidos, en busca de otra víctima fácil de la cual aprovecharse.
Finalmente, el grupo llegó al borde de la ciudad, al pie de una montaña con un camino lujosamente decorado, que conducía a un edificio rodeado de bosques de vastas proporciones, con sus cimientos sobre las aguas que brotaban del enorme río debajo de él. El edificio era nada menos que majestuoso, alto, con varios pisos para contar; su longitud se extendía casi hasta los fines del horizonte. Toda la estructura había sido diseñada de una manera elegante y moderna, con una combinación de metales y concreto tan imponente que uno se preguntaba si un misil alguna vez podría destruirla. La estructura, similar a una ciudad, contrastaba con su entorno natural y escénico; todo esto contribuía a cautivar a los dos jóvenes recién llegados.
Al darse cuenta de esto, Corvus y Emris sonrieron brevemente antes de avanzar con paso rápido hacia las puertas principales. Al entrar, incluso el interior merecía una larga mirada, adornado con muchas formas artísticas y fuentes cristalinas de agua. Todo parecía limpio e impecable a simple vista, sin una mota de polvo o suciedad visible. Incluso pisar los pisos alfombrados se sentía majestuoso, especialmente para las patas descalzas Críptido. Sin perder el tiempo, los obedientes soldados avanzaron hacia la zona residencial, hacia lo que fácilmente podrían ser cientos, incluso miles, de dormitorios. Eligiendo una puerta que no estaba ocupada, llevaron al adolescente dentro y lo ayudaron a acostarse en la cama. Si bien el colchón estaba lejos de ser perfecto, era significativamente más cómodo de lo que estaba acostumbrado y, por lo tanto, tardó sólo unos segundos en relajar su cuerpo cansado tras hundirse en él.
“Lo siento, tío. Los médicos están algo ocupados por la noche; te arreglaremos mañana, ¿eh?”, ofreció Emris con los brazos cruzados. “No estaré aquí para saludarte por la mañana, así que si no puedes levantarte de la cama, pega un grito. Pregunta por la sala médica si no la encuentras. Si ves a William, dale las gracias ", Emris explicó, volviéndose hacia la puerta.
"Lo tendré en cuenta", Tokken respondió con cansancio, cerrando los ojos. No queriendo quedarse sola en un espacio tan vasto y desconocido, Chloe saltó sobre la cama a sus pies, acostándose allí, como un gato doméstico. Después de haber cumplido con sus deberes, Corvus hizo una pequeña reverencia antes de salir con el veterano mayor, cerrando la puerta detrás de él.
Los dos soldados se alejaron en silencio, y un pensamiento perturbó la mente de Emris. Independientemente de si Corvus se había dado cuenta o no, el soldado alado hizo un breve saludo antes de partir hacia su propio alojamiento. Emris siguió adelante, navegando por la vasta y silenciosa instalación en solitario, en busca de una habitación en particular. Presionando sus manos sobre las grandes puertas que conducían a la gran cámara en su interior, las empujó para abrirlas con cierta resistencia, las enormes puertas en sí mismas diseñadas para ser un desafío físico. Una vez que las puertas de acero se abrieron de par en par, se reveló el interior del enorme espacio.
La sala era excepcionalmente grande y alta en comparación al resto, como un estadio en miniatura. El piso estaba hecho de arena, con sillas alineadas en los bordes del área detrás de una pared de vidrio duro para mantener a los espectadores a salvo de cualquier ráfaga de energía perdida o de hechizos mal dirigidos. De pie en medio del campo de arena, cayó de rodillas meditando profundamente.
Si la amenaza de los Carmisioneros invasores iba a ser tan seria como había predicho, entrenar a su pelotón era imprescindible. Era deber de las filas militares superiores asegurarse de que sus inferiores se mantuvieran capaces, mentalmente preparados y leales, un hecho que era especialmente imprescindible para los brigadistas del ejército y, peor aún, para el general.
Se rió entre dientes con simpatía al pensar en lo estresante que debía ser estar un rango por encima del suyo; siendo el único hombre o mujer en el mundo a cargo de garantizar que todo el ejército estuviera debidamente preparado para luchar y morir por el bien de la causa del Sindicato, además de mantener el mando bajo control. Esta idea lo divirtió, y por una vez bendijo su vejez para no tener que experimentar tal responsabilidad, porque con el tiempo seguramente se la habría ganado. Pocos nombres vinieron a la mente cuando se cuestionó la suprema lealtad a la Instalación; y la lealtad era el rasgo más valorado dentro de las filas de la Fuerza Militar, entre un espejismo de otras capacidades.
Sacudiendo la cabeza, Emris se puso en pie una vez más, abrazando la realidad de su futuro por primera vez y, reconociendo su importancia, juró revitalizar su pelotón. Levantando las manos e inclinando la espalda hacia adelante en una posición defensiva ensayada, silbó bruscamente a nada en particular. La orden sin palabras fue escuchada cuando varios robots, soldados mecánicos altamente articulados, fueron liberados a la arena. Sus movimientos eran tan naturales y suaves que podían confundirse fácilmente con gente normal desde la distancia o desde una perspectiva relajada. Los androides sin rostro portaban una plétora de armas diferentes; que iban desde pistolas hasta dagas y otras variedades de hojas, algunas permanecían desarmadas. Mientras las figuras no orgánicas preparaban su postura, con peligrosa intención programada en su código, Emris respiró hondo, inhalando aire argumentativamente fresco, sonriendo para sí mismo.
♦ ♥ ♣ ♠
Al sentir un ligero movimiento en sus sábanas, Tokken se despertó de su sueño, su visión encontrándose con un techo que no reconocía. A diferencia de la cabaña de madera en la que siempre dormía, cuyas tablas crujían por el viento y el peso de la vida, este techo estaba hecho de concreto liso pintado. No pasó mucho tiempo antes de que sintiera el mismo susurro de nuevo, sacándolo de su trance mientras se sentaba rápidamente. Al ver al Criptido, se sintió muy culpable de que ésta hubiese dormido incómoda al final de la cama, y no pudo evitar suspirar. ¿Cómo podía permitirle dormir descubierta y como una mascota? Absolutamente inconcebible.
" Aún así ... " pensó para sí mismo, mirando a la puerta de su dormitorio con cierta inquietud. Había pasado algún tiempo desde que se sentía así, su vida había cambiado de dirección tan repentinamente como un rayo, siempre guiado por otra persona; como una oveja que sigue a su pastor con feliz ignorancia. Despreciaba que lo llevaran como a lomos de una mula, pero en el fondo sabía lo aterradora que era la soledad. Cuando la última persona de su vida lo había dejado, casi tan abruptamente como lo habían hecho sus padres en el pasado, el puro consuelo que siguió era no menos que insoportable. Incluso a su edad, se preguntaba qué camino valdría la pena tomar y qué sentido tenía seguir un futuro ciego que nunca le había importado en el pasado. De una manera extraña, siempre había pensado que de alguna manera había maldecido su línea de sangre. Llevar un destino más pesado de lo que podía imaginar era ciertamente un pensamiento angustioso, pero sus familiares siempre parecían tan orgullosos de él….. .Habían visto a un niño cerrarse arrogantemente al mundo, pero parecían admirarle sin excepción. El mismo hecho le confundía. Le frustraba. Le decepcionaba.
" Familia estúpida", pensó. “ Me veían como a un salvador. Tal vez ahora se habrían dado cuenta de lo normal que soy”. Sintió que sus ojos se cansaban ante el mero pensamiento. “ Familia tonta. Consumiendo un mito. Por una tradición. ¿Por el destino?”. Tokken sintió que sus pies tocaban el suelo frío, estremeciéndose por el dolor de su tobillo hinchado. “ ¿Era demasiado difícil hacer un nuevo heredero? ”Se preguntó, caminando hacia la puerta. Girando la perilla, miró hacia atrás al cuerpo dormido de Chloe. “ No soy un salvador. Perdiste tu tiempo. ¿Y ahora?. ¿Ahora que?. ¿Se supone que todavía debo cumplir tus promesas?”. Cerrando la puerta detrás de él, caminó por los pasillos iluminados por el sol, pues las grandes ventanas daban paso a una amplia luz.
“ La leyenda morirá conmigo. Deberías haber visto que no era lo bastante fuerte. Quizás fui yo también tonto, asumiendo que eran lo suficientemente sabios como para pensar simplemente que ellos tenían razón. Entreteniendo sus estúpidas fantasías con promesas de eventual éxito, de que algún día verían a su chico brillar de la manera que imaginaban que lo haría”. Chocando contra un oficial que pasaba, casi perdió el equilibrio cuando ofreció una rápida disculpa. “ Quizás todos hicimos el papel de tontos ”, concluyó, levantando la vista del suelo solo para encontrarse en lo que parecía ser un comedor gigantesco.
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Ligeramente sorprendido por el vasto cambio de espacio, lleno de cientos de otros seres, en su mayoría de forma humanoide, que abarrotaban la habitación, Tokken sintió que se quedaba boquiabierto ante la escena. Se quedó clavado allí con torpeza, sintiéndose completamente fuera de lugar frente a la multitud de soldados amanecientes que devoraban hambrientos su comida entre pequeños ataques de risa de los más satisfechos y sociales. Era un alivio sorprendente ver a aquellos soldados tan despreocupados y relajados reír a carcajadas, incluso en las primeras horas del amanecer. Después de unos momentos sin palabras junto a la entrada, una mano grande y peluda cayó sobre su hombro, haciendo que el chico gritara. Una larga sonrisa llena de dientes se hizo visible a su alrededor, cuando la cabeza de un Minotauro bajó para encontrarse con su mirada desde atrás.
"¿Estás bien, chiquillo?" la bestia habló, su voz baja y profundamente ronca, muy a tono con su apariencia monstruosa. Su comportamiento parecía más bien travieso, a pesar de su aspecto. Sin pasar por alto sus miedos, Tokken se rascó la cabeza torpemente mientras respondía en un tono lo más amistoso posible.
“S—Sí, lo siento. Estaba en las nubes".
El toro humanoide se rascó la mejilla, enderezandose; su estatura era dos o más cabezas mayor que la del adolescente, con un cuerpo igualmente voluminoso.
"¿Estás seguro, amigo?" preguntó el Minotauro, notando su rostro algo pálido. Al darse cuenta de su propia figura, rompió a reír a carcajadas, casi golpeando su mano contra el hombro de Tokken, para gran incomodidad del niño. “Es mi cuerpo, ¿eh? Ja, lo siento amigo. A veces olvido mi aspecto”, se disculpó, y con razón. Todo su cuerpo requería poca ropa ya que su denso pelaje se aferraba a todo su ser, lo que se sumaba a su monstruosa apariencia. Sus manos podían aplastar fácilmente un hueso con suficiente fuerza, y los dos cuernos sobre su cabeza claramente tendrían algún uso; dejando entrever varias grietas y marcas de erosión. Sus grandes ojos amarillos miraron al chico con curiosidad mientras Tokken hablaba.
"Entre otras cosas ... Lo siento, solo estoy buscando algo".
"¿Necesitas ayuda?" bromeó el Críptido, cruzando los brazos.
“Sí, en realidad. Busco un doctor. Estoy totalmente jodido de mi tobillo ... "
"¿Un doctor? ¿La sala médica? Ah, cadete, ¿eh? Claro, amigo. Déjame comer algo y estaré contigo. ¿Te apetece algo?”, ofreció el Minotauro, caminando hacia un área de autoservicio con el adolescente.
Dejando a un lado sus preocupaciones por un momento mientras su estómago le recordaba lo hambriento que estaba, siguió a la bestia. Esperando que la comida fuese el equivalente alimenticio a ladrillos y tierra, se sorprendió al ver una gran cantidad de comida de aspecto decente preparada previamente y aún caliente para suplir las necesidades de un soldado hambriento, todo lleno de nutrientes y sabores que tal vez ni siquiera había probado antes. Una vez que los dos habían elegido su comida, se dirigieron a los asientos disponibles, sentándose a cierta distancia del bullicio de los soldados más alegres.
“Hombre ... está sorprendentemente animado aquí. De hecho, es bastante relajante”, admitió Tokken, con una pequeña sonrisa en su rostro.
“Ah, sí. La gente aquí aprende a divertirse, ¿sabes? Levanta un montón la moral”, respondió el Minotauro, riéndose de las payasadas de sus compañeros. “Tenemos que mantener el ánimo alto. Es la única forma de mantener la mente sana ".
Tokken se rió un poco, llenando sus fauces con la deliciosa comida.
"¡Ah ~ la comida es divina!"
“Sí, tienes que aprovechar las pequeñas victorias. Supone un grupo sorprendente, diría yo. ¿Cómo te está tratando el entrenamiento?”.
"¿Entrenamiento?. Oh no. No trabajo aquí. Vine anoche para mantenerme uhm... a salvo ", Tokken explicó, cogiendo al toro por sorpresa.
“¿Eh? ¿Cómo llegaste a un lugar como este?
"¡Oh! Ehm ... dos soldados nos trajeron a mi amiga y a mí después de salvarnos. Creo que sus nombres eran ... Cyrus y Emris ".
Al escuchar esto, el Minotauro casi escupió su comida por la sorpresa. Actuando como un niño asombrado, procedió a preguntar con una voz alterada.
¿Te refieres a Corvus y Emris? ¡Joder, chico! ¡Eso es una pasada! "
"¿Qué quieres decir?" preguntó Tokken, desconcertado y algo movido por la expresión infantil del Minotauro.
“¿Qué quiero decir ? ¡Esos dos son realmente fuertes! ¿Les has visto pelear?”.
"Ahora que lo mencionas ..." respondió el joven, pensando en lo rápido que acabaron con las amenazas que parecían ineludibles momentos antes de su llegada. De hecho, había sido impresionante, pero estaba demasiado atrapado en pensamientos vengativos como para darse cuenta. Debía haber sido un minuto o menos, y la pelea a puñetazos podría haberse acortado y ser sustancialmente innecesaria si Emris no hubiera descartado su propia arma.
“El general de brigada Emris es un gran tipo. Golpea bien fuerte, el hombre.”—la bestia se rió entre dientes, casi chismorreando—“¿Pero ese tipo, Corvus? Chaval, nunca pelees a espada con él. Te cortará como mantequilla”, resopló al pensarlo, recordando cuántas veces había sido derrotado por su superior durante sus entrenamientos. Tokken también se rió entre dientes, complacido por la insistencia de la bestia.
“Mi nombre es Tokken, por cierto. Pensé que si nos conocemos ahora ... ”, introdujo el chico.
“Ja, es verdad. Siempre estoy muchos pasos por delante, ¿verdad? Me llamo Norman. Orgulloso hombre de familia y cabo del Sindicato ”, dijo, su voz llena de convicción y honor, saboreando su título y complaciendo al joven. Al darse cuenta de que varias docenas de soldados casi simultáneamente se levantaban para irse, Tokken no pudo evitar preguntarse:
"Eh ... ¿horario estricto?"
“Normalmente, no tanto. Los Carmesíes aparentemente están de regreso; nos están entrenando a todos como nunca”, respondió Norman, su tono un poco más severo mientras murmuraba: “Somos duros como piedras. Es una locura que nos hagan trabajar tanto más. Realmente nos muestra a qué nos enfrentamos, ¿eh? "
“¿Carmesíes? Creo que Emris mencionó algo por el estilo ... ¿Carmisioneros?
“Sí, esos son. Aparentemente, mucho más peligrosos que los Erizos. Ni siquiera los he visto. Te hace preguntarte qué demonios están haciendo cuando salen de repente de su escondite, ¿no?”.
Tokken se perdió en sus pensamientos, preguntándose qué podría haber sucedido para tentar a tal destino.
Después de terminar su plato, Norman se puso de pie, necesitaba prestar atención a sus deberes diarios.
“Está bien, chiquillo. Te veremos en la sala de médicos, ¿eh?”, preguntó. Tokken estuvo de acuerdo en silencio mientras él también se ponía de pie.
La pareja caminó por los pasillos del enorme edificio, el tamaño de los dos era casi ridículamente dispar. Tokken siseó ante el dolor de su tobillo, cojeando para no empeorar su ya desfavorable situación. Se preguntó si Chloe se habría despertado, su tez apagándose cuando se dio cuenta de lo mal que se sentía por dejarla sola en esa habitación.
Una vez que la puerta de la sala médica estuvo al alcance de la mano, Norman se volvió para mirar al chico con simpatía.
“Los médicos están justo detrás de aquí. Dudo que estén demasiado ocupados, así que no deberían hacerte esperar. Será mejor que me esfume antes de que se burlen de mí. ¡Nos vemos, chaval! " Norman exclamó, retirándose a sus deberes. Deseándole suerte al Minotauro, Tokken se volvió hacia la puerta frente a él, ahora solo, una vez más.
“ No sé qué me gusta menos ”, reflexionó, “los disturbios, o tener que culpar a la gente decente de ellos. "
Al abrir la puerta, se encontró en una habitación con varias sillas y bancos, un escritorio con un recepcionista que roncaba y varios juegos de puertas que conducían a diferentes habitaciones. La sala de espera parecía completamente desprovista de vida cuando se acercó al trabajador dormido. Antes de que pudiera llegar al mostrador, una puerta se abrió y un rostro amable se dejó ver. Otro trabajador de la sala vestía largo y liso cabello plateado enmarcando una tez radiante y brillante. Todo, desde su piel hasta la bata larga que vestía eran pulcramente blancos, excepto sus botas grises.
"¿Un paciente? ¿Necesitas ayuda, joven?”, habló una voz suave. A pesar de ser un hombre, el adolescente se derritió al oírle. Quienquiera que acababa de hablar era irremediablemente un verdadero ángel. Volviéndose hacia el emisor, Tokken trató de pronunciar las palabras necesarias para explicar su condición, pero el médico de mirada aguda se fijó casi de inmediato la postura incómoda de sus pies; una hazaña increíble considerando lo vago que parecía desde varios metros de distancia.
“Oh, diablos. ¿Una lesión en la pierna? Por favor, permítame ayudarlo. Además ”, señaló al recepcionista, “No creo que despertarlo sea absolutamente necesario, ¿verdad? En verdad no es de mucha ayuda, ya ves ... ¡Ven, ven! " El médico se retiró a la habitación, su voz ávida y dulcemente tentadora. Con un incómodo graznido, el adolescente siguió al médico al interior.
La habitación tenía el mismo aspecto que cualquier enfermería, pero meticulosamente limpia y organizada. Las paredes blancas, el suelo y las superficies de la habitación estaban deslumbrantemente limpias. Estaba claro que este médico era un perfeccionista, y su sonrisa dulce pero orgullosa demostró que esto era una práctica común. Ofreciendo a Tokken un asiento para la inspección, el médico actuó con rapidez pero delicadeza, examinando la lesión con pericia y cuidado.
"Oh, vaya, un pequeño esguince tienes aquí", comentó el médico, mirando al adolescente mientras trabajaba. "No podrías decirme cómo sucedió esto, ¿verdad?”, preguntó, sus ojos azules cristalinos llenos de curiosidad y preocupación fraternal.
"Es que ... tropecé, para ser honesto", admitió, riéndose un poco de lo ridícula que era la lesión.
"Se curará, ¿verdad?" preguntó el niño, al tiempo que el médico se levantaba para mirarlo a los ojos. Con un suspiro, resumió el análisis:
"Me temo que no. Tu pie ha estado demasiado sobrecargado y se ha dislocado irreparablemente de sus articulaciones ... ¿Cuándo te gustaría programar su amputación? "
"Un ... Ampu ... ¿¡QUÉ !?" gritó el chico, ganándose una risita del doctor en tono más alto.
“Bromeo, perdóname. Estarás bien, pero dale un poco de descanso, ¿vale? Te pondré una férula y usarás un par de muletas por ahora” —ofreció, dándose la vuelta para llenar algunos documentos sin tener en cuenta el estado de shock del niño. No pudo evitar sonreír ante la mandíbula caída del adolescente.
Girando sobre sí mismo, el médico sonrió con una sonrisa agradable y arrebatadora antes de hablar.
“¿Podrías hacerme un sabor? Lo siento, favor. He estado tan consumido por el trabajo estos días que no he tenido la oportunidad de recoger mis cestas de magdalenas en semanas ... "
“... No recuerdo que los ataques cardíacos sean moneda de cambio para comprar servicios. Y no parecías tan ocupado cuando vine aquí ”, desafió el niño, cruzando los brazos hacia el médico. En respuesta, el hombre de la túnica abrió un armario pesado antes de sacar algunos libros de papeles, todo mientras mostraba una sonrisa astuta pero gentil.
“No soy un médico común, buen hombre. ¡Soy el Jefe de Medicina de este establecimiento! Fely, el mismo”, introdujo, riendo suavemente de su propia infantilidad. “¡Y un buen médico necesita su combustible! Por favor, prometo que no me meteré contigo con demasiada frecuencia. Incluso te puedo ofrecer algunos consejos con respecto a esa cosa curiosa de tu cinturón”, ofreció persuasivamente, señalando la navaja envainada que tenía pegada al cuerpo.
El acto tomó al adolescente con la guardia baja una vez más, y emitió un gruñido confuso y frustrado.
"¿Cómo sabes——?"
“… ¿Que no es una herramienta común? Bueno, produce una sensación bastante desagradable, ¿no crees?”, Fely lo interrumpió, llevándose unos dedos a la barbilla.
"¿Seguro? No siento nada ”, murmuró Tokken.
“Los novatos en el mundo de los hechizos y encantamientos dirían que sí. Estoy seguro de que el Jefe de Armas estaría más que feliz de estudiar tal artilugio ~”
Cuando el médico terminó de aplicar las medidas necesarias para asegurar que la herida se curara de manera rápida y efectiva, se puso de pie por última vez para enfrentar al niño. Pensando en cómo esto podría resultar un desafío considerando las propiedades de la hoja, Tokken trató de explicar.
"No creo que puedan estudiar ..."
“Lamento decirlo, chico, pero estoy terriblemente ocupado, incluso mientras hablamos. ¡Oh querida Victus, prácticamente puedo sentir las manecillas del reloj empujarme! Por favor, considera mi tarea, ¿hm ~? ¡Salud!" Fely lo interrumpió, ayudando suavemente a Tokken a ponerse de pie y colocando las muletas en sus manos.
Después de ser echado un poco abruptamente de la habitación, Tokken se encontró confundido en la silenciosa sala de espera una vez más, el recepcionista todavía roncando descuidadamente hasta saciarse.
♦ ♥ ♣ ♠
Una masa de soldados que diferían en proporciones estaban uno al lado del otro en una habitación considerablemente grande, con la cara irreconocible a través de los yelmos futuristas y las máscaras que usaban, como sus instructores; sus superiores más altos hablaban en lo alto de un podio. Los veteranos instruidos para formar a los otros miembros del ejército parecían expertos en la batalla, sus rostros severos, con resolución y determinación; el miedo a la muerte que podría haber enturbiado sus miradas había desaparecido hacía mucho mientras su valor permanecía ferozmente en su lugar. Dando un paso adelante, un brigadier de edalta ad, con cabello canoso anunció bruscamente:
“Camaradas, vosotros, que sois la fuerza impulsora de los lubricados engranajes del Sindicato. Vosotros, que sois los más feroces luchadores y que ofrecéis el más humilde servicio a la causa. Sabéis que es un día repetido muchas veces a lo largo de la historia, estoy seguro”, dijo el anciano, su voz se oscureció ante la dureza de la realidad. “Como muchos de vosotros ya sabréis, el azote de la infantería infernal del Dios Envidioso ha sido lanzado sobre nosotros una vez más. Ha pasado casi una década desde la última vez que fueron expulsados, y estoy seguro de que muchos de vosotros no conocéis la gravedad de nuestra amenaza. Ellos se retiran a la oscuridad tanto en la vida como en la historia, pero las marcas que dejan duelen eternamente. Debemos afrontar el futuro con un valor no imprudente. Victus no lo quiera, la derrota seguramente conduciría a un final amargo y verdaderamente aterrador ".
Otro brigadier, Emris, asintió y dio un paso adelante para enfrentarse al océano de soldados.
"Dicho. El fracaso no es una opción a considerar. Vienen más rápido de lo que podemos controlar, y para cuando lleguen a nuestra puerta, será mejor que estemos absolutamente seguros de que sus demonios serán abundantes en fuerza y número. Han tenido tiempo de fortalecerse, y no tengo ninguna duda de que llegarán tan temibles como suelen”, dijo, aclarándose la garganta mientras elevaba la cabeza a lo alto. "Escuchad bien. Estos bastardos son robustos y violentos sin comparación. Considera a cada uno como tu peor enemigo y enfréntate a ellos con destreza táctica y furia. No subestimes absolutamente a ninguno. Enfréntate a cada uno con toda la precaución que puedas ”, concluyó, y otro hombre salió para hablar.
El general de todo el ejército se mantuvo firme, el silencio absoluto llenó la habitación cuando apareció ante ellos la figura de mayor poder dentro del ejército, y seguramente el individuo más respetado entre sus innumerables aliados.
“No tengo derecho a despreciar a ninguno de vosotros. Estoy orgulloso de permanecer junto a vosotros en el fragor de la batalla. Cuando por fin nos enfrentemos al horizonte del rencor que se acerca, me gustaría que todos penséis por quién lucháis. Ya sea por vuestra propia vida, la de vuestros hijos e hijas, por vuestro país ... No tengo ninguna duda en mi mente de que todos vosotros me haréis sentir orgulloso, tal como lo habéis hecho durante todos estos largos años. Dicho esto, no podemos permitir que nuestra arrogancia nos derribe. A partir de este día, se le asignará a un regimiento de entrenamiento intenso para fortalecer su cuerpo, acelerar sus pasos y perfeccionar sus habilidades ". Levantando una espada a los cielos, proclamó Kev: “¡Debemos abatirlos con nuestra velocidad, paralizarlos con nuestra determinación y derrotarlos con nuestra fuerza! ¡Levantad brazos! " Kev exclamó, el campo de tropas levantando sus armas en alto mientras sus gritos resonaban en la habitación.
El ejército se disolvió en un grupo un tanto animado, con algunos grupos más entusiastas bromeando entre ellos sobre frases como 'estirar las piernas por una vez' y 'encontrar una pelea por la que valga la pena luchar'. Mientras la multitud marchaba hacia sus estaciones de entrenamiento, Emris no pudo evitar suspirar para sí mismo, mirando una hoja de planos junto a los otros veteranos.
"Seguro que tienen espíritu, al menos", bromeó Emris. El mayor de los brigadistas lo miró con una ceja arqueada. Tomando un trago de agua para hidratar su garganta seca, el anciano respondió:
“Sí, lo tienen. El espíritu solo no les hará ningún favor, fíjate. En todo caso, los hará demasiado arrogantes y orgullosos. Necesitan un maldito instructor. Los veo consumirse tratando de ser rápidos y duros, olvidando la importancia de la mente. Enséñeles a bailar a esas fieras, y tal vez conseguiremos sobrevivir”, afirmó el brigadier mayor con severidad, rompiendo en un ataque de tos. Kev asintió, enderezó la espalda y miró hacia arriba con esperanza.
"Mantened la cabeza en alto. Veremos qué pasa".
"Jeje, manténgase optimista, jefe", se rió Emris, dándole al general una palmada en la espalda.
♦ ♥ ♣ ♠
Un Críptido agitado caminaba haciendo eses a través de la oscuridad de un callejón, agarrándose la cabeza por el dolor, mientras chocaba con las paredes para descansar durante cortos momentos. Nunca había corrido tan lejos y tan rápido, y sentía que su cuerpo desnutrido e incapacitado lo castigaba por ello. Sus pulmones estaban en llamas, sus piernas se sentían como si estuvieran a punto de romperse bajo su peso, y su corazón latía tan rápido que habría jurado que le iba a dar un ataque al corazón.
La herida sangrante en su cabeza palpitaba, lo que le obligó a apretar los dientes de dolor mientras sentía que le dolía el mismo cerebro por la pura fuerza del impacto anterior. Todo había ido bien estas últimas semanas; nadie de su grupo había resultado herido gracias a él. Se suponía que ese día sería como cualquier otro, y tan exitoso como los demás. Pero en cambio, había perdido a todos, y sentía que su vida pronto estaría en manos de otro enemigo si no se apresuraba a ponerse a salvo. Al ver la puerta que separaba el mundo en el que vivía de la guarida en la que se sentía seguro, podía sentir que se le llenaban los ojos de lágrimas cuando golpeaba la puerta en una mezcla de miedo y agonía.
La muerte es aterradora para cualquier ser con un alma que no estuviera dañada o marchitada. La sola idea de encontrarse con el extremo de una espada o convertirse en el destino atronador de una bala era completamente paralizante para el felino, su cuerpo cayendo al pie de la puerta que golpeaba.
Cuando el metal finalmente se separó para revelar un interior lúgubre y empañado por el humo, el matón se arrastró adentro con una prisa enloquecida, gritando que se cerrara la puerta.
“¡Tranquilo, tarado! ¿Qué mierda pasó ahí fuera? preguntó uno de los habitantes, de aspecto tan poco fiable y asqueroso como el suyo.
“Los malditos Sindis se los cargaron, tío. Victus mierda, yo ... yo casi …” trató de hablar, sintiéndose mareado. “Mataron a Ully y a los chicos. ¡Le volaron la maldita cabeza a Jackson!”
"¡Mierda! ¡Ustedes, idiotas, deberían haber revisado el lugar, hombre! " uno de ellos gritó, desesperado.
"Novatos ..." murmuró otro, sintiéndose triste por la pérdida mientras se masajeaba el puente de la nariz.
Se escuchó una breve risa cuando otra figura se hizo visible desde la oscuridad de la habitación carente de luz, con una lata de cerveza en la mano a pesar de ser notablemente menor de edad. El niño era algo bajo, una cabeza menor que el hombre promedio. A pesar de esto, su gran sonrisa de dientes de tiburón provocó escalofríos por la columna vertebral de la pandilla mientras guardaban silencio. El chico echó hacia un lado su cabello extremadamente largo y desarreglado mientras se acercaba al gamberro caído y mortalmente pálido.
“Mumble…” el temible matón murmuró en una súplica. En el mismo instante en que habló, el niño corrió hacia él ruidosamente, como una bala a una velocidad imposible, un alambre rígido siendo colocado contra la garganta del felino y envuelto detrás de su nuca, asfixiando a la bestia mientras el metal atravesaba su pelaje y cortaba la piel de su cuello. Con un pie en la espalda, el chico mostró una sonrisa misteriosa mientras respondía.
"Eso es Orgullo para ti, bu-bub", dijo su voz joven y chispeante, llena de picardía. "¿Dónde pasó?"
"El parque ..." el felino apretó, sus ojos enrojecieron mientras trataba de agarrar el alambre en vano.
"¿Algo más?" Preguntó Mumble, sus dientes junto a la oreja del Críptido.
"Hagh ... son ... urgh ...!", trató de hablar, incapaz de terminar su frase mientras sentía la sangre correr por su pescuezo. Uno de los matones de la habitación dio un paso adelante con torpeza.
“Oye, Orgullo. Dale un respiro al hombre, ¿de acuerdo ...?”, suplicó, y en su tono se notaba una gran cobardía inusual en él. Riéndose de su súplica, Mumble se encogió de hombros antes de desenrollar el cable y quitarlo de su piel cortada, dejando que el felino respirase entre mordazas.
"Hombres adultos ... Chaqueta de cuero ... Alas ...", murmuró el gamberro que peleaba por mantenerse consciente, y finalmente su cabeza colapsó por la debilidad.
Carcajeando, el niño se dirigió hacia la puerta, despidiéndose de sus camaradas silenciados con una mano enguantada de cuero antes de salir afuera, silbando caprichosamente.