El crepúsculo baña la aldea en una suave luz dorada, sus colores reflejándose en las cumbres de las montañas circundantes. El aire fresco de la tarde trae consigo una sensación de calma engañosa, que contrasta con el ajetreo y la preocupación que predomina en la aldea. En el centro de la actividad, la noticia de la enfermedad de Mamá Ayla se ha esparcido rápidamente, y el ambiente está cargado de una mezcla de tristeza y ansiedad.
Mama Ayla se encuentra en su cabaña, rodeada por las mujeres que han sido sus compañeras y asistentes durante años. Su rostro, siempre lleno de sabiduría y fortaleza, ahora muestra signos de debilidad. Jaia , Jerut , y Alisha están a su lado, ofreciendo su apoyo y cuidando de ella con ternura y respeto.
— "Querida amiga", —dice Jaia, con una voz temblorosa—, "¿cómo te sientes hoy?"
Mama Ayla abre los ojos lentamente, su mirada reflejando una mezcla de aceptación y tristeza.
— "Mis fuerzas están flaqueando, querida amiga", —responde con voz débil—. "El tiempo ha llegado para mí, y debo pasar el liderazgo."
Becca, que ha estado trabajando en el jardín cercano, recibe la noticia con un nudo en el estómago. Su corazón se acelera mientras se dirige hacia la cabaña, consciente de la importancia del momento. En el interior, las mujeres están reunidas en torno a Mama Ayla, con un ambiente cargado de solemnidad.
Becca se acerca con paso firme, aunque su rostro refleja la preocupación que siente. Se arrodilla junto a Mama Ayla y le toma la mano con suavidad.
— "Mama Ayla", —dice Becca con voz firme pero cargada de emoción—, "estoy aquí. ¿Qué necesitas de mí?"
Mama Ayla suena débilmente, mirando a Becca con un cariño profundo y una mezcla de orgullo y tristeza.
— "Becca, eres la elegida para tomar mi lugar como líder", —dice con voz pausada—. "Tienes el corazón y la fortaleza necesaria para guiar a nuestra aldea en estos tiempos difíciles. Mi tiempo ha pasado, pero confío en que serás un líder valiente y justa."
Las palabras de Mama Ayla resuenan en la cabaña, llenas de un peso emocional que todos sienten. Becca asiente con determinación, aunque el peso de la responsabilidad es evidente en su rostro.
— "Haré todo lo posible para ser digna de tu confianza, Mamá Ayla", —responde Becca—. "Cuidaré de la aldea y me aseguraré de que sigamos adelante."
Suri, con lágrimas en los ojos, se aferraba a la mano de Mamá Ayla, mientras la anciana ofrecía una última sonrisa reconfortante. Las jóvenes de la aldea, profundamente conmovidas por la partida de la figura que había sido su guía y protectora, se reunieron en el área común para rendir homenaje.
A medida que pasan las horas, la condición de Mamá Ayla se deteriora lentamente. Las mujeres se turnan para estar a su lado, ofreciendo consuelo y asistencia. Las lágrimas comienzan a derramarse mientras la situación se vuelve cada vez más grave.
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Finalmente, cuando la noche se establece y las estrellas brillan en el cielo, Mama Ayla da su último suspiro. La sala se llena de silencio, roto solo por el sollozo de las mujeres que la han amado y respetado durante tantos años. Becca, con lágrimas en los ojos, se inclina sobre el cuerpo de Mama Ayla y susurra una última despedida.
—"Descansa en paz, Mama Ayla. Tu legado vivirá en cada una de nosotras."
Suri, llora desconsoladamente en un rincón de la cabaña. A pesar de su corta edad, el dolor de perder a Mama Ayla es evidente en su rostro. Las lágrimas corren por sus mejillas mientras solloza, abrazando su manta tejida por mama Ayla con fuerza.
—“No quiero que se vaya,” —llora Suri—. “No quiero que se muera.”
Becca, con el corazón encogido, se acerca a Suri y se arrodilla a su lado. Le acaricia el cabello con ternura, intentando consolarla.
—“Suri, sé que esto es muy difícil,” —dice Becca con voz temblorosa—. “Mama Ayla siempre estará con nosotras en nuestros recuerdos y en nuestro corazón. Ella nos amaba mucho.”
Suri levanta la vista, sus ojos rojos y llenos de lágrimas.
—“¿Cómo podemos vivir sin ella?” —pregunta con un nudo en la garganta.
Becca se esfuerza por encontrar las palabras adecuadas, mientras las lágrimas también asoman en sus propios ojos.
—“Haremos lo mejor que podamos para honrar su memoria,” —responde Becca—. “Nos ayudará a guiarnos en los momentos difíciles. Su amor y su sabiduría siempre estarán con nosotras.”
Hada, Mika y las otras mujeres se acercan a la cabaña, una expresión de tristeza profunda en sus rostros. Hada, con sus ojos llenos de lágrimas, toma la mano de Mama Ayla y la acaricia suavemente.
—“Nunca olvidaremos todo lo que hiciste por nosotras,” —dice Hada en voz baja, su voz temblando—. “Tu amor y tu sabiduría nos han guiado en cada paso.”
Mika, con una herida en su rostro que aún se está recuperando, se acerca con dificultad. Aunque ha enfrentado sus propias batallas, el dolor de perder a Mama Ayla es palpable en su expresión.
—“No puedo creer que te estés yendo,” —murmura Mika, con la voz rota—. “Fuiste una madre para todas nosotras, y nunca estaremos listas para decirte adiós.”
Jerut, con su voz profunda y llena de emoción, se dirige a Becca mientras las lágrimas corren por su rostro.
—“Becca, debes ser fuerte. Mama Ayla te eligió para continuar su legado,” —dice Jerut—. “Nosotros te apoyaremos, pero el camino no será fácil.”
Jaia, con un temblor en la voz, se inclina sobre Mama Ayla y susurra con dolor.
—“Siempre te recordaremos, querida amiga. Has sido nuestra guía, y te llevaremos en nuestros corazones.”
Con la pérdida de Mama Ayla, el liderazgo de la aldea ha sido oficialmente transferido a Becca. Las mujeres se reúnen en una asamblea solemne para aceptar la nueva situación y ofrecer su apoyo a la nueva líder. Becca, aunque con el corazón pesado por la pérdida, se levanta con determinación para enfrentar la tarea que tiene por delante.
Las ancianas, incluyendo a Jaia, se acercan a Becca, ofreciéndole palabras de aliento y apoyo.
—"Estamos contigo, Becca," —dice Jaia—. "Te ayudaremos en todo lo que necesites para liderar la aldea."
Becca asiente, agradecida por el apoyo de las ancianas. Aunque el peso de la responsabilidad es grande, sabe que no está sola en esta tarea. Con la ayuda de las demás de la aldea, se dispone a asumir el rol de líder y guiar a su comunidad en tiempos inciertos.
El día siguiente llega con un cielo gris y nublado, reflejando el estado de ánimo de la aldea. Se preparan para el funeral de Mama Ayla, que se celebrará con una ceremonia solemne. Las habitantes de la aldea se reúnen alrededor de una gran hoguera en el centro de la aldea, donde se realizará el rito final.
Suri, con el rostro aún empapado en lágrimas, camina lentamente hacia la hoguera, de la mano de Becca. La pequeña parece perdida en su tristeza, mientras las demás se agrupan en silencio alrededor del fuego.
Becca toma la palabra, con la voz quebrada por la emoción.
—“Hoy, nos reunimos para decir adiós a Mama Ayla, quien nos ha guiado con amor y sabiduría. Su vida ha sido un ejemplo para todas nosotras, y su legado vivirá en cada una de nosotras. La honraremos con este rito, esperando que su espíritu encuentre paz y que su sabiduría nos guíe.”
Las llamas de la hoguera comienzan a danzar, iluminando los rostros de las mujeres que observan en silencio. El calor del fuego parece abrazar a todas las presentes, ofreciendo una sensación de consuelo en medio del dolor. Los cánticos y los rezos comienzan, llenando el aire con un tono de despedida y reverencia.
Mientras la hoguera consume el cuerpo de Mama Ayla, las lágrimas fluyen libremente entre las mujeres. La tristeza es palpable, pero también lo es el sentimiento de unidad y fortaleza que surge de compartir el duelo.
Becca se acerca a la hoguera, y con un último susurro, dice:
—“Te recordaremos siempre, Mama Ayla. Gracias por todo lo que nos diste. Te llevaremos en nuestro corazón.”
Con la pérdida de Mama Ayla, la aldea enfrenta una nueva era de incertidumbre. Becca, ahora la líder, debe encontrar la manera de guiar a su comunidad mientras lidia con su propio dolor. Las mujeres se apoyan mutuamente, enfrentando el futuro con determinación y esperanza mientras honran el legado de quien ha sido su guía y protectora.
La historia continúa con la aldea enfrentando sus desafíos y adaptándose a las nuevas circunstancias. Becca, con el apoyo de las ancianas y la fortaleza de la comunidad, trabaja para asegurar el bienestar de la aldea y construir un futuro en el que el espíritu de Mama Ayla siga vivo.