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EL ASCENSO DEL CAÍDO [ESPAÑOL]
Capítulo 5: Preparativos del Ritual

Capítulo 5: Preparativos del Ritual

El salón de rituales en lo más profundo de la biblioteca era un espacio que desafiaba la geometría euclidiana. Las columnas se retorcían hacia un techo que parecía no existir, y el suelo estaba marcado con círculos concéntricos que brillaban con luz propia.

"Necesitaremos preparar todo con precisión", dijo Lux mientras flotaba sobre uno de los círculos. "El más mínimo error durante la Convergencia..."

"Y ambos morirán", completó Nyx. "O algo peor."

Akira observó mientras sus guías comenzaban a materializar los componentes necesarios para el ritual. Velas negras que ardían con llamas púrpuras, cristales que parecían contener galaxias en miniatura, y tiza hecha de lo que parecía ser polvo de estrellas muertas.

"El círculo principal debe estar alineado exactamente con la posición donde las tres lunas de Umbra se encontrarán", explicó Lux. "Los símbolos de contención evitarán que el Vacío se disperse durante la transferencia."

"En teoría", añadió Nyx sombríamente.

Mientras trabajaban, Akira notó que los símbolos en su brazo se habían extendido hasta su hombro, pulsando al ritmo de un corazón que no era el suyo. Cada pulso traía consigo destellos de las infinitas realidades que había experimentado durante la prueba final.

"¿Cómo traeremos a Hitomi aquí?", preguntó mientras trazaba un complejo símbolo con la tiza estelar.

"No será necesario traerla físicamente", respondió Lux. "El Vacío que la consume la conecta directamente con este lugar. Durante la Convergencia, esa conexión se fortalecerá."

"Lo que debemos hacer", continuó Nyx, "es asegurarnos de que tú estés preparado para el momento exacto. Un segundo muy temprano o muy tarde..."

"Y el Vacío nos consumirá a todos", completó Akira, comenzando a comprender la delicadeza del ritual.

Las horas pasaron mientras preparaban la sala. Cada símbolo debía ser perfecto, cada vela colocada en el ángulo exacto. Akira trabajó mecánicamente, ignorando el dolor en su brazo marcado y los ocasionales destellos de realidades alternativas que se filtraban en su visión.

"Falta una hora", anunció Lux cuando el último símbolo fue trazado.

El círculo ritual completo era una obra de arte terrorífica. Símbolos de poder ancestral se entrelazaban con ecuaciones que describían la naturaleza del Vacío mismo. Las velas púrpuras creaban sombras que parecían moverse con voluntad propia, y el aire estaba cargado de una energía que hacía que los dientes de Akira vibraran.

"Antes de comenzar", dijo Nyx, su forma oscura más seria que nunca, "debes comprender algo. Una vez que el ritual comience, no hay vuelta atrás. Si algo sale mal..."

"Lo sé", interrumpió Akira. "He visto lo que el Vacío puede hacer. He experimentado lo que será mi destino si esto funciona. Y aun así..."

"Tu decisión está tomada", completó Lux suavemente.

A través de una ventana imposible, Akira podía ver las tres lunas de Umbra acercándose lentamente. Cada una brillaba con un color diferente: una negra como la obsidiana, otra púrpura como el crepúsculo, y la tercera de un blanco tan puro que dolía mirarla directamente.

"Es tiempo", anunció Nyx cuando las lunas comenzaron a alinearse.

Akira se colocó en el centro del círculo ritual. Los símbolos bajo sus pies comenzaron a brillar con más intensidad, respondiendo a la energía creciente de la Convergencia.

"Recuerda", dijo Lux, "cuando el Vacío comience la transferencia, verás y sentirás cosas que desafían la comprensión. No luches contra ellas. No intentes entenderlas. Solo..."

"Déjate llevar", susurró Nyx. "Y reza para que tu mente sobreviva al proceso."

Las lunas se acercaban a su alineación perfecta. El aire en la sala se volvió denso, cargado de posibilidades y horrores por igual. Los símbolos en el brazo de Akira ardían como fuego líquido, y podía sentir el Vacío tirando de su consciencia.

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"Por Hitomi", murmuró mientras las lunas comenzaban su convergencia final.

El ritual estaba a punto de comenzar

El mundo se detuvo en el instante en que las tres lunas se alinearon perfectamente en el cielo de Umbra. El aire se volvió estático, cargado de una energía que hacía que cada vello en el cuerpo de Akira se erizara.

Los símbolos en el suelo comenzaron a pulsar con una luz cegadora, al ritmo de un corazón cósmico. Las velas se apagaron simultáneamente, pero su ausencia no trajo oscuridad, sino un resplandor enfermizo que emanaba de las grietas que se abrían en la realidad misma.

Akira sintió que algo tiraba de él, no físicamente, sino en un nivel más fundamental. Era como si cada átomo de su ser estuviera siendo desgarrado y reconfigurado, preparándolo para la llegada del Vacío.

“Ha comenzado”, susurró Lux, su voz apenas audible sobre el creciente zumbido de la energía arqueándose entre los símbolos.

En ese momento, Akira la vio. Hitomi, o al menos una proyección de ella, apareció flotando frente a él. Sus ojos eran pozos de oscuridad infinita, y las vetas negras que una vez habían marcado su piel ahora pulsaban con un brillo antinatural.

“Akira”, habló, pero su voz no era la suya. Era una legión, una multitud de voces hablando al unísono desde las profundidades del Vacío. “¿Estás preparado para tomar mi lugar?”

Akira quiso responder, pero descubrió que no podía hablar. Su cuerpo ya no le pertenecía completamente. Podía sentir al Vacío filtrándose en su ser, reclamándolo.

“El proceso ha comenzado”, la voz de Nyx resonó en su mente, un anclaje en medio del caos. “No luches contra él. Déjate llevar.”

Y así lo hizo. Akira se rindió al tirón del Vacío, permitiendo que su conciencia se fragmentara y dispersara a través de realidades infinitas. Vio mundos nacer y morir en instantes, experimentó vidas enteras en segundos, sintió el peso de eternidades comprimidas en momentos.

Pero esta vez, en medio del caos, podía sentir algo más. Un hilo, una conexión, un puente entre él y Hitomi. A través del dolor y la fragmentación, a través del horror de experimentar existencias infinitas simultáneamente, Akira se aferró a ese hilo, usándolo para guiarse hacia su hermana.

“Hitomi”, llamó, su voz resonando a través de dimensiones. “Estoy aquí. He venido a tomar tu lugar.”

En el centro del Vacío, donde todas las realidades convergían, Akira finalmente la encontró. No la proyección oscura de antes, sino su verdadera esencia, la parte de su ser que aún no había sido consumida por el Vacío.

“Akira”, susurró ella, su voz un faro de luz en medio de la oscuridad infinita. “No puedo pedirte que hagas esto”.

“No me lo estás pidiendo”, respondió él, extendiendo su mano. “Es mi elección. Mi sacrificio”.

Cuando sus manos se tocaron, el Vacío rugió a su alrededor. Akira sintió cómo el peso de la conexión de Hitomi con el abismo se transfería a él, cómo las vetas oscuras se desvanecían de su piel y aparecían en la suya propia.

El dolor era indescriptible. Cada célula de su cuerpo estaba siendo reescrita, cada fragmento de su conciencia reconfigurado para contener el horror infinito del Vacío. Pero a través de todo eso, Akira se aferró a un único pensamiento, una única verdad que mantenía su cordura intacta:

Hitomi viviría. Su sacrificio valdría la pena.

El mundo se recompuso abruptamente. Akira se encontró de rodillas en el centro del círculo ritual, jadeando, su cuerpo temblando por el esfuerzo de contener el Vacío dentro de sí. Frente a él, Hitomi yacía inconsciente, su piel una vez más clara y libre de las marcas oscuras.

“Está hecho”, anunció Lux, su voz teñida de asombro y tristeza.

“Has tomado su lugar”, confirmó Nyx. “Ahora eres el recipiente del Vacío”.

Akira se puso de pie lentamente, cada movimiento un esfuerzo monumental. Podía sentir al Vacío retorciéndose dentro de él, anhelando liberarse, consumir, devorar. Pero también podía sentir algo más: un poder inconmensurable, un conocimiento que trascendía las limitaciones de la realidad.

“¿Qué sucede ahora?” preguntó, su voz ronca por el esfuerzo.

“Ahora”, respondió una voz antigua que parecía provenir de todas partes y de ninguna a la vez, “te conviertes en el nuevo Bibliotecario de Umbra”.

Akira miró a Hitomi y comenzó a despertar. Su sacrificio había valido la pena. Ella viviría.

Pero para él, este era solo el comienzo de una nueva existencia. Una eternidad como guardián de los secretos más oscuros del universo.

El nuevo Bibliotecario de Umbra.