Akira pasó días inmerso en los tomos de la Cámara del Conocimiento, absorbiendo siglos de sabiduría mágica. Aprendió sobre los principios fundamentales de cada tipo de magia, las teorías detrás de su funcionamiento y las historias de famosos practicantes del pasado.
Pero la teoría solo podía llevarla hasta cierto punto. Era hora de poner este conocimiento en práctica.
"Empezaremos con la Magia Elemental", anunció Lux mientras guiaba a Akira hacia una nueva sección de la biblioteca. "Es la forma más intuitiva de magia para la mayoría de los iniciados".
La sala en la que entraron era un vasto espacio abierto, con sectores dedicados a cada uno de los cuatro elementos. En una esquina, una hoguera ardía sin combustible visible; en otra, un pequeño lago brillaba bajo una luz misteriosa; corrientes de aire bailaban visiblemente en el centro de la sala; y la pared del fondo estaba cubierta de enredaderas y musgo.
"Cada elemento responde a la voluntad de una manera diferente", explicó Nyx. "Fuego es pasión y destrucción; Agua es emoción y curación; Aire es intelecto y movimiento; Tierra es estabilidad y crecimiento."
"Para empezar", continuó Lux, "intenta conectarte con tu elemento más afín. Cierra los ojos, extiende tus sentidos y siente cuál te llama más fuertemente".
Akira hizo lo que se le indicó, respirando profundamente y extendiendo su conciencia. Al principio, no sentía nada más que el suelo firme bajo sus pies y la ligera brisa de las corrientes de aire. Pero a medida que se concentraba, comenzó a sentir algo más: un calor pulsante que parecía emanar de su propio corazón.
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"Fuego", susurró, abriendo los ojos.
Lux ascendiendo, complacido. "Acércate a la hoguera. No con tu cuerpo, sino con tu mente. Siente su calor, su energía, su potencial. Luego, cuando estés listo, extiende tu mano y llama a una parte de él hacia ti."
Akira se acercó a la hoguera, sintiendo cómo su calor se intensificaba con cada paso. Cerró los ojos nuevamente y se imaginó a sí mismo como parte de las llamas, una chispa de la misma energía primordial.
Luego, con un gesto decidido, extendió su mano y llamó al fuego.
Una brillante lengua de llamas se arqueó desde la hoguera y se envolvió alrededor de su brazo, bailando sobre su piel sin quemarlo. Akira jadeó, sintiendo el inmenso poder contenido en esa pequeña manifestación.
"Bien hecho", dijo Nyx. "Ahora, intenta darle forma. Recuerda, tú estás en control. El fuego es tuyo para comandar".
Akira se concentró, imaginando las llamas tomando la forma de una esfera perfecta. Lentamente, el fuego obedeció, girando y condensándose hasta formar una bola brillante que flotaba sobre su palma.
"Impresionante", reconoció Lux. "Tienes un talento natural para esto. Pero recuerda, el fuego es un elemento volátil. Debes aprender a controlarlo absolutamente, o puede volverse contra ti."
Akira ascendió, mirando la esfera de fuego. Podía sentir su hambre, su deseo de consumir y crecer. Sabía que dominar este poder llevaría tiempo y disciplina.
Pero también sabía que este era solo el primer paso. Con cada nuevo tipo de magia que dominara, sería un paso más cerca de entender los misterios de Umbra y, con suerte, de encontrar una manera de proteger a aquellos como Hitomi.
Con renovada determinación, se volvió hacia sus mentores. "¿Qué sigue?"