La sala de la primera prueba era un cubo perfecto de obsidiana pulida. Las paredes reflejaban distorsionadas las luces de Lux y Nyx, creando patrones caleidoscópicos que parecían moverse con voluntad propia.
“La Prueba del Eco Vacío”, anunció Lux. “Debes enfrentar lo que el Vacío ve en ti.”
“No todos los que entran aquí salen… completos”, añadió Nyx, su forma oscura mezclándose con las sombras de la habitación.
En el centro de la sala, un círculo ritual estaba grabado en el suelo. Los símbolos eran similares a los que Akira había usado para llegar a Umbra, pero más complejos, más antiguos.
“¿Qué debo hacer?”
“Párate en el centro”, instruyó Lux. “El ritual comenzará por sí solo. Recuerda: lo que verás no es real, pero el daño que puede causar sí lo es.”
Akira avanzó hacia el círculo, notando cómo sus pasos resonaban de forma antinatural, como si el sonido estuviera siendo distorsionado por algo más allá de la física normal. La marca en su mano pulsaba con más intensidad, respondiendo a la magia del lugar.
Al momento de pisar el centro del círculo, los símbolos comenzaron a brillar con una luz púrpura enfermiza. El aire se espesó, y las reflexiones en las paredes de obsidiana empezaron a moverse independientemente de sus fuentes.
“*Akira Nakamura*”, susurró una voz que parecía provenir de todas partes y de ninguna. “*El Vacío te ve. El Vacío te conoce.*”
Las reflexiones en las paredes se solidificaron, formando versiones distorsionadas de sí mismo. Cada una representaba una posible versión de su futuro: una donde el poder lo había corrompido completamente, otra donde la desesperación lo había vuelto un monstruo, otra donde la búsqueda de conocimiento lo había dejado como un cascaron vacío.
“*Estos son tus caminos potenciales*”, continuó la voz. “*Cada decisión, cada sacrificio, te acerca a uno de ellos.*”
“No son reales”, murmuró Akira, aunque las imágenes eran perturbadoramente convincentes.
“*¿No lo son?*” La voz adquirió un tono burlón. “*¿Acaso no sientes ya los cambios en ti? ¿El vacío donde antes estaban los recuerdos de la muerte de tus padres? ¿El silencio donde antes estaba la risa de tu hermana?*”
Las reflexiones comenzaron a moverse, acercándose al círculo ritual. Sus movimientos eran erráticos, como si fueran marionetas controladas por un titiritero demente.
“*Para superar esta prueba, debes aceptar una verdad fundamental: el precio del poder siempre es una parte de ti mismo.*”
La versión corrupta de Akira fue la primera en alcanzar el círculo. Sus ojos eran pozos de oscuridad, similares a los de Hitomi en sus peores momentos.
“*Yo salvé a Hitomi*”, dijo con una voz que era y no era la de Akira. “*Absorbí el Vacío en mi ser. Pero el poder… el poder era intoxicante. ¿Por qué conformarse con salvar una vida cuando podías controlar miles?*”
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La segunda versión, la consumida por la desesperación, se unió a la primera. Su piel estaba marcada con símbolos similares a los que aparecían en Hitomi.
“*Fallé*”, gimió. “*El ritual salió mal. Hitomi murió, y yo quedó atrapado entre dimensiones, ni vivo ni muerto, solo… vacío.*”
La tercera versión, el cascaron vacío, no habló. Sus ojos estaban vidriosos, y su boca se movía en silencio, recitando conocimientos prohibidos que habían destrozado su mente.
“*Elige*”, ordenó la voz del Vacío. “*Uno de estos futuros será tu destino. Acéptalo, y la prueba estará completa.*”
Akira miró a cada una de sus posibles versiones futuras, sintiendo el peso de la decisión. ¿Era este realmente su destino? ¿Estaba condenado a convertirse en una de estas versiones retorcidas de sí mismo?
“No”, dijo finalmente, su voz firme. “Me niego a aceptar cualquiera de estos destinos.”
Las reflexiones se detuvieron, y la voz del Vacío adquirió un tono interesado: “*¿Oh? ¿Niegas lo que el Vacío ve en ti?*”
“No niego las posibilidades”, respondió Akira. “Pero el futuro no está escrito. Cada decisión, cada sacrificio, es una elección. Y elijo crear mi propio camino.”
Las paredes de obsidiana vibraron, y las reflexiones comenzaron a distorsionarse.
“*Interesante*”, murmuró la voz. “*Pocos comprenden que la verdadera prueba no es aceptar el destino, sino desafiarlo.*”
Las versiones corruptas de Akira se desvanecieron como humo, y los símbolos del círculo ritual cambiaron de color, pasando del púrpura enfermizo a un azul profundo.
“*La primera prueba está completa*”, anunció la voz. “*Pero el precio debe ser pagado.*”
Un dolor agudo atravesó la mente de Akira. Esta vez, sintió cómo perdía todos sus recuerdos de su primer año en la universidad. Las caras de sus compañeros, las clases, las experiencias… todo se desvaneció, dejando otro vacío en su memoria.
“Has pasado la primera prueba”, dijo Lux, su luz brillando con aprobación.
“Pero quedan dos más”, recordó Nyx. “Y cada una será más difícil que la anterior”.
Akira ascendió, tocando inconscientemente el espacio vacío en su mente donde antes habían estado sus recuerdos. El precio era alto, pero el objetivo lo valía.
“¿Cuál es la siguiente prueba?”, preguntó.
Las paredes de obsidiana comenzaron a moverse, reacomodándose para formar un nuevo pasillo que descendía aún más profundo en los niveles prohibidos de la biblioteca.
El tiempo corría. La Convergencia de las Lunas se acercaba, y con ella, la única oportunidad de salvar a Hitomi.