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Capitulo 8

Me quedé allí durante un rato observado con espanto y curiosidad el enorme salón de abajo. El salón era enorme, gigantesco, podía notar que el domo desde el cual miraba era uno de varios que sostenían cada uno su propio cristal de iluminación. No podía ver los cristales pero podía ver los focos de luz sobre el suelo de abajo. El salón era un espacio rectangular con una gran puerta en el extremo lejano abierta completamente y mostrando el exterior abierto.

¡El exterior!

Me embargo la emoción, ¡Allí estaba la salida de este lugar! Tan solo debía bajar unos cuarenta metros, aproximadamente, hasta el suelo debajo del domo, y salir por la puerta para perderme en el exterior infinito… Todo ello sin ser notado por esos seres de abajo.

Era imposible, de ninguna manera podría pasar sin ser visto y mezclarme con ellos estaba fuera de toda discusión, soy demasiado feo incluso para los estándares humanos, para esos seres bien podría ser una abominación con la cual asustar a los niños.

Pero quizá, solo quizá, podría obtener cuarenta metros de cuerda y regresar cuando no haya nadie en el salón. ¡Podría escapar! ¡Libertad!

Seguí fantaseando con mi incipiente escape durante un rato y disfrutando de la agradable música, que debo admitir, era muy relajante, cuando la música se detuvo. Hubo una especie de murmullo por toda la sala cuando una voz resonó por todo el salón.

“¡Ha llegado el anfitrión Drope Le Dosopia, domador de la tormenta, y su hija la señorita Nabue Al Dosopia!”

En el lado opuesto a la salida que me había tenido cautivado todo este tiempo. Había una gran escalera que descendía de algún lugar que no alcanzaba a vislumbrar. Todas las personas volteaban a mirar en esa dirección y en algún lugar que no pude ver debido a la curvatura del domo. Pero que calculé estaba en algún rellano de la escalera, sonó una placida voz masculina de barítono.

“Bienvenidos, vuestra asistencia a esta, mi humilde morada, colma de dicha y honor a nuestra familia.” hizo una pausa y continuó.

“Hoy es un día memorable en mi vida, hoy es el día en que mi hermosa niña… Nabue. Se convierte en adulta. Hace tan solo trescientos quince añitos que llegó a nuestras vidas y ahora, como en un solo parpadeo, ya ha crecido mas de lo que nunca esperé”. Escuche un sorbido nasal como si contuviese las lagrimas.

“Pero ese día ha llegado, y es hoy. Con todos vosotros como testigos, que mi hija, Nabue Al Dosopia, será reconocida por el mundo como una mujer adulta y capaz. Además, hoy será también, como dicta la tradición, el día en que se decide su matrimonio durante los próximos cien años… Después de los cuales podrá decidir perpetuarlo o finalizarlo para formalizar uno nuevo, tal como hizo su madre. Pero eso será cosa del futuro. Nabue, querida, dí tus condiciones…”

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Ahora sonó una voz de mujer, muy melodiosa y cautivadora, solo por la voz, podía imaginar la belleza de la mujer, seguramente comparable a la de todos los presentes.

“Hoy se decidirá a mi primer esposo, como dicta la tradición, he de presentar una condición que sirva para juzgar la idoneidad de los candidatos y permita elegir a uno de ellos. Mi condición en muy simple…” En ese punto podía ver la tensión de todos esperando sus palabras, en especial los jóvenes que se habían aproximado a la escalera.

“Poder” Dijo la mujer “Mi primer esposo será el mas poderoso, ¡DEMOSTRADME VUESTRO PODER!”

Y luego se desató el infierno…

Todos los chicos de la entrada, repentinamente empezaron a atacarse entre sí con espadas, arcos, lanzas, cuchillos o simplemente sus puños, todos acompañando sus ataques con vistozos efectos visuales de rayos, fuego, chorros de agua, rocas voladoras, etc. Todo siendo visto como un simple espectáculo por los demás asistentes. Las hondas de choque de las colisiones viajaron por toda el salón y una ráfaga de humo y vapor caliente ascendió directamente a la abertura de la cual miraba.

Rápidamente me alejé del borde un instante antes de que un chorro de vapor caliente brotara violentamente como un géiser y empezara a acumularse en la parte superior de la habitación. Pude ver como los bordes de la abertura empezaban a derretirse, me horrorice, de inmediato me levanté y empecé a descender por la escalera lo mas rápido que me daban las piernas. El vapor caliente siguió acumulándose en la parte superior y llenando todo el espacio, tropecé los últimos escalones y logré ponerme en pié y correr de regreso al túnel por donde había llegado, el vapor siguió acumulándose y fluyendo por el túnel y pude sentir su calor desde la distancia.

A pesar de mi fatiga, logre extraer fuerzas de flaqueza y correr unos doscientos metros a través de los sinuosos túneles, cada intersección dispersando el vapor en varias direcciones, hasta que el vapor me alcanzó, y a pesar de estar muy caliente, tan solo me quemó un poco como una sauna, en lugar de cocinarme como una papa hervida. Seguí caminando por los túneles durante un rato, alejándome lo mas que podía del vapor hasta que el calor del túnel desapareció y otra vez estuvo frío y lóbrego como siempre.

Esos seres eran aterradores, pensé, que bueno que pude reaccionar rápido y escapar antes de morir quemado. Antes en la tierra, no habría podido reaccionar tan rápido, el miedo me habría paralizado.

Me recosté contra el muro en una intersección para recuperar el aliento y repasé todo lo ocurrido hasta ahora. Caí por un agujero en un lugar lleno de monstruos, me juzgaron como a un esclavo, me llevaron a un lugar donde una serpiente parlante me dijo que agarrara una canica, y luego esta me mando por un laberinto de túneles a un lugar lleno de rayos donde casi morí arreglando algo que no entiendo, luego me pierdo y veo una fiesta de gente aterradora en la que casi muero quemado. ¿Como no estaba chillando de terror en una esquina como un cobarde? ¡Quería estar así!

Ese fue el momento en que noté que desde que había llegado a ese lugar, a pesar de sentir miedo, nunca me ‘aterroricé’ hasta el punto de paralizarme. A pesar de tener bastantes motivos para ello.

Lo mismo ocurrió con la cosa de los rayos, recuerdo vagamente que por un momento sentí un terror paralizante, y luego ya… no. Como si el miedo se fuera. ¡Eso no es normal!

Pasaron los minutos y escuché pasos por el túnel aproximándose hacia a mí.

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