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Capitulo 4

Después de ser arrastrado por la puerta tras el podio. Me llevaron por una serie laberíntica de corredores estrechos de rocaen las profundidades de este lugar. El Torreón lo llamaban. Empezaba a creer que el supuesto Torreón estaba bajo tierra. No había visto una sola ventana en toda la travesía, ni tampoco a otro ser vivo en el camino.

El paseo forzoso terminó en una habitación oscura y sombría con muchos túneles en las paredes, habían algunos seres en ella. Un hombrecillo verde con barba, una serpiente con brazos de tamaño humano, una cosita gris, pequeña y humanoide de orejas grades y peludas y una boca hociconaque pensé que podría ser un duende. Al fondo había una especie de armadillo del tamaño de un sabueso. Y colgando de unos tubos en el techo había una especie de gorila, pero estaba vestido.

Todos ellos se escondieron rápidamente en las esquinas en cuanto vieron entrar al soldado con armadura. El soldado me empujo al la habitación con tanta fuerza que caí de bruces contra el suelo golpeándome la mandíbula. Se dio la vuelta y se fue.

Le levanté con cuidado y miré detenidamente la puerta, cuando estuve seguro que no regresaría voltee a mirar los otros. el hombrecillo verde me ignoró y se arrastró por un pequeño túnel que había en la pared. El duende gris se arrastró por otro pequeño túnel y desapareció. El gorila me miró fijamente, señaló con su grueso dedo peludo hacia una especie de baúl de madera en la esquina y trepó hábilmente por una serie de tuberías que se extienden por el techo de la habitación, saliendo por una trampilla a la que nunca podría acceder con mis pobre habilidades. La serpiente se acercó a mí elevando su cabeza a la altura de mis ojos, me miro fijamente por un segundo mientras yo la miraba a ella. Me temblaban las piernas mientras sostenía la caja de herramientas en mi pecho como un escudo.

“Ho, ho, hola…” logré exprimir un saludo a pesar del miedo.

“Humano…” escupió la serpiente sacando la lengua “toma un orbe del cajón” señaló con su mano escamosa el mismo baúl que señaló el gorila. “Sssigue lasss inssstruccionesss y repara lo que ssse te indique en el orbe”, sacó un orbe de vidrio del tamaño de mi puño de una bolsa en su espalda y lo sostuvo frente a mis ojos “sssi ssse rompe, essstás muerto. Sssi no lo reparas rápido essstás muerto y sssi te equivocasss al repararlo, essstasss muerto”.

Se dio la vuelta, miró su orbe fijamente con su gran ojo de pupila vertical y reptó hacia otro túnel pequeño en la pared del fondo.

“G-g-gracias…” logré tartamudear. Respiré profundo para tranquilizarme, mis nervios un poco adormecidos debido a toda la situación, y recordé lo que dijo la serpiente. Que tome un orbe del cajón. Me dirigí hacia el baúl de madera en la esquina y levanté la tapa, en el interior habían alineados decenas de orbes de vidrio de diferentes tamaños. Desde el tamaño de una canica hasta el tamaño de mi cabeza.

Quise tomar uno al azar pero luego dudé. Estos orbes se veían iguales a los que tenían el soldado de armadura negra y la mujer de túnica verde. Esos orbes no podían ser solo luces bonitas, tenían alguna función, así que pensé detenidamente. La serpiente me dijo que el orbe me dirá que arreglar, así que es como un radio, o quizá un teléfono, y también dijo que si se rompe estoy muerto ¿no? Probablemente sea caro.

Me consta que cuanto mas grande, es más fácil que se rompa, suponiendo que sean de vidrio y no algún otro material. Así que no debería tomar el más grande, uno mas pequeño funcionaría bien y podría esconderlo en el bolsillo.

Si, tomaré el pequeño.

Entonces tomé el orbe mas pequeño, del tamaño de una canica. En cuanto lo saqué del baúl, alguna fuerza misteriosa me repelió del baúl y la tapa se cerró con fuerza, intenté abrirlo nuevamente pero no pude. Parece que solamente puedo tomar uno.

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Bueno, ya lo tengo, ¿ahora que?

Lo sostuve contra mi oído pero no escuché nada. Luego le hablé.

“¡hola! ¿me escucha alguien?” pero la canica no hizo nada.

Bueno… ¿quizá es que no hay nada para reparar?

Me senté en el suelo contra la pared, puse mi caja de herramientas en a mi lado y traté de pensar en las cosas hasta ahora.

Estaba en un lugar extraño quien sabía donde, rodeado de toda clase de monstruos terroríficos. Nadie me explicó detenidamente lo que debía hacer, pero por el contexto, era como una especie de esclavo de algo llamado el Torreón. Aunque aún no entendía si el Torreón era algún tipo de organización, ese lugar físico donde me encontraba, o alguna otra cosa.

Es anciano en el podio dijo entonces que mi destino era ‘personal de mantenimiento’. Y por lo que dijo la serpiente, la canica me debía indicar lo que debía reparar.Miré la canica en mi mano…

Estaba jodido… ¿no?

Guardé la canica en el bolsillo de la camisa.Luego sentí hambre, ¿hace cuanto que no como?, abrí mi caja de herramientas. Es una de esas cajas caras hechas de metal con compartimentos separados que pueden retirarse para ver mas espacios debajo, en el compartimiento mas grande están todas las herramientas estándar de un electricista. Un rollo de cable de 220V. Una caja llena de tornillos de diversos tamaños y abrazaderas para cables, destornilladores de pala y cruz de diferentes tamaños, un pequeño martillo, un voltímetro analógico, pinza, alicate, encendedor, navaja, cuter, pelacables, detector de corriente, cinta adhesiva (no puede faltar la cinta adhesiva), etc. todo muy profesional. También hay unos guantes de repuesto y una careta protectora.

En el compartimiento mas pequeño a un lado tenía un refresco y un pan con queso, mi almuerzo patrocinado por la agencia. Siempre lo odié pero ahora siento que es el cielo, desenvolví el pan, destapé el refresco, y me lo comí lentamente. Saboreando cada bocado. Cuando me di cuenta estaba derramando lágrimas mientras comía. Terminé mi exigüe almuerzo, ¿o era la cena?. Guardé la botella vacía y el envoltorio del pan de nuevo en la caja y la cerré. Entonces abracé con fuerza mi caja de herramientas y esperé a que esa condenada canica hiciera algo.

Me despertó el molesto sonido de un zumbido, me revisé el bolsillo mientras me limpiaba los ojos. Saqué mi teléfono del bolsillo y lo revisé. Eran las 3:00AM del día siguiente, pero no era el teléfono lo que hacia el zumbido molesto, aproveché para intentar llamar a emergencias pero tampoco había cobertura.

Revisé mi bolsillo nuevamente y saqué la canica, estaba brillando, zumbando, y había unas letrillas diminutas escritas en su superficie.

No puede ser, pensé.

Creí que la canica sonaría las instrucciones como una radio, no que las pondría en texto, no parece una pantalla. ¿Como se supone que lea esto. Acerqué la canica a mis ojos y traté de leer lo que decía, pero era muy pequeño. Quizá a los 10 años podría haber leído eso, pero no en ese momento, a los 36 años, vi vista no era lo que fue alguna vez.

Miré mis manos, tenía mi teléfono en una y la canica en la otra. Entonces tuve un pequeño momento de brillantez. Abrí la aplicación de cámara y enfoqué la canica muy de cerca en la cámara del móvil. Saqué una fotografía y la examiné…

Nada. Se ve todo borroso. Claro, la cámara está diseñada para enfocar cosas un poco mas lejanas. No pegadas a la lente. No es un microscopio. Entonces pensé en ese microscopio que tuve de pequeño, tenia una luz debajo que pasaba a través de la muestra y se veía en el lente.

Entonces tuve otro momento de brillantez. Encendí la linterna del móvil y puse la canica pegada a ella, entonces lo enfoqué en la pared. Tuve que probar alejándome y acercándome a la pared hasta encontrar la distancia ideal, allí de veían proyectadas las sombras de las letras aumentadas, un poco borrosas, pero legibles.

Decía: “Conducto mágico roto, reconectar” y había un dibujo de un mapa con un punto parpadeante en el centro y una flecha hacia un camino a la derecha. Todo escrito en un idioma desconocido, el mismo que hablaba la mujer. Supe qué era enseguida, una especie de flecha guía como en la aplicación de mapa, pero en una canica. Cada vez mas me arrepentía de no haber tomado una bola mas grande. Intenté abrir de nuevo el cofre de madera para cambiar la canica pero no pude abrirlo. Así que enfoqué la linterna con la canica hacia el suelo. Y seguí el mapa.