Esta historia comienza con mi vida en nuestro mundo, la Tierra.
Yo fui en ese entonces un hombre promedio de 36 años, no muy joven pero no muy viejo. Tampoco era particularmente guapo, con una barriga saliente y mi calvicie incipiente, ciertamente no atraía las miradas. No tenía fuertes lazos familiares ni grandes amistades. Y vivía solo en mi pequeño apartamento de una habitación en un pequeño suburbio, al limite de la marginalidad.
Nunca fui un hombre particularmente sociable. No es que fuera tímido, simplemente prefería estar solo. Cosa que no favoreció en mi inexistente vida amorosa. Tampoco tenía adicciones como alcohol o cigarrillos, aunque muy raras veces me complacía con unas copas en casa.
Lo único que me traía consuelo fueron mis numerosos pasatiempos, en los que ocupaba las noches después del trabajo y mis pocos días libres.
Mis pasatiempos fueron muy variados, me gustaba la lectura y aun me gusta, hice tallados en madera y piedra, dibujo y pintura, modelado con barro, toqué varios instrumentos de viento pequeños y la guitarra, y ya finalizando incursioné en la electrónica, esta última fue un poco difícil ya que tuve que desempolvar mis viejos cuadernos de mates. En fin, me gustaban muchas cosas pero ninguna me apasionaba. Así que saltaba de una cosa a otra hasta que me aburría. Siempre fui el aprendiz de todo pero maestro de nada.
En fin, entre mis nada presumibles habilidades, la única que me valió para ganarme la vida fue la electrónica. No fui un gran experto en ello, pero me bastó para conseguir un modesto trabajo en una pequeña agencia de técnicos a domicilio como electricista, ya conocía los fundamentos, así que solo tuve que aprender a usar las herramientas. El salario era bajo, muy bajo. Pero yo solo me tenía a mi mismo.
¿mi vida era mediocre y sin propósito?, Quizá. Pero era mi vida. Era casi joven, inteligente, sano y con un futuro por delante. Tal vez no un gran futuro, pero un futuro normalito me bastaba, nunca fui ambicioso.
Hasta ese día que cambió todo mi mundo. Literalmente.
Era un día como cualquier otro, y lo recuerdo con absoluta claridad. Iba de camino a casa de un cliente que no había pagado sus facturas y le cortaron la electricidad. Yo tenía que reconectarla luego de que las pagara. Un simple trabajo de rutina.
Iba a pie, desafortunadamente no poseía el rango laboral necesario para que se me asignase un vehículo, y mis trabajos siempre eran en la zona cercana. Se podría decir que era el electricista del barrio. Aún recuerdo el calor del pavimento a través de las suelas de mis botas de goma.
El sol brillaba alto en el cielo, calentando las cosas mas de lo que me hubiese gustado, y no soplaba el viento. Grades gotas de sudor recorrían los pliegues de mi cara y cuerpo en su lento descenso, y su recorrido por mi piel se sentía como si tuviese hormigas en mi ropa.
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Traía puesto mi uniforme del trabajo, una ropa simple de camisa y pantalón gruesos con mi nombre etiquetado en el pecho. La ropa era espantosamente fea, pero era aislante. Un requisito en este trabajo. Completado con unos guantes también aislantes. Y mi vieja caja de herramientas metálica.
Era poco antes del mediodía, no había gente en las calles porque la zona era un sector residencial y la mayoría de las personas estaban ya en sus lugares de trabajo.
Entonces me caí en un hoyo que apareció en el suelo de la nada.
No era un agujero en el pavimento, lo recuerdo claramente. Tampoco era una alcantarilla abierta, ni una grieta en el terreno provocada por fugas de gas o movimientos sísmicos. En fin, no era un agujero ‘normal’. Era un agujero circular totalmente oscuro que apareció de repente.
No hubo destellos mágicos, efectos de sonido ni chispas elegantes como siempre las hay en las películas cuando aparece alguna cosa mágica, simplemente apareció como salido de la nada justo debajo de mi pie. Y yo caí en el.
Y seguí cayendo… no se cuanto tiempo. Me sentía caer, pero con la oscuridad total que me rodeaba, bien podría haber estado flotando en la nada. Allí perdí la noción del tiempo, pudieron ser segundos o quizá días.
Y luego choqué de bruces contra el suelo, mi caja de herramientas cayo a mí lado agitando ruidosamente su contenido. Fue una caída dolorosa, pero soportable. Como si simplemente hubiera tropezado y caído de cara en el suelo. Me sangraba la nariz. Pero eso no importaba, yo estaba en shock. Me levanté repentinamente y miré a mi alrededor como buscando algo, o a alguien, no se. Simplemente tenía la cabeza revuelta y todo era muy confuso.
Estaba en una habitación enorme, tan grande como un hangar. En esos de los que se guardan los aviones enormes que llevan a miles de personas. ¿o eran solo cientos?, nunca supe bien. Total, era un espacio muy grande. Las paredes y el techo parecían estar hechos de grandes bloques de roca áspera y solida. Y había muchas luces pequeñas colgando del alto techo por todo el espacio, emitiendo una fuerte luz blanca que iluminaba todo con claridad.
Y por todo el espacio de la habitación había cientos de gruesos tubos de diámetros variables que colgaban del techo, dejando su extremo abierto a unos metros del suelo, justo sobre un circulo pintado de blanco en el piso. En muchos de los círculos se podían ver toda clase de criaturas monstruosas.
Había humanos enormes de cinco metros, humanos diminutos de medio metro, leones con escamas, serpientes con alas y cuernos, unos bichitos verdes que parecen nomos de jardín, una cosa planta a lo lejos, una criatura aterradora que parece un depredador de esos de la película, un pez flotante, una especie de sombra con contorno humanoide, algo que no podía ser mas que un robot, una mosca del tamaño de una vaca, y algunas cosas mas lejos que no podía ver, excepto por el tiranosaurio de veinte metros que sobresale al fondo y ruge con furia.
Pero a pesar de que todas estas entidades claramente están gritando, pateando, chocando y haciendo escándalo. Parecían estar confinadas en un cilindro invisible que les impedía salir e incluso bloqueaba el ruido.
Luego vi que un tubo cercano se iluminaba en la parte superior que conecta con el techo. Y la luz descendió a lo largo del tubo como si hubiera una linterna en su interior. Cuando la luz llegó a la parte inferior, salió del tubo un calamar enorme que cayó justo en el medio de un circulo blanco previamente vacío. Donde quedó confinado como todos los demás.
Entonces miré a mis pies y vi que yo mismo estaba confinado en uno de esos círculos y sobre mí había uno de esos tubos que escupían monstruos. Entonces me eché a llorar.