Después del entierro, es decir, después de despedir a Ella en el aeropuerto; Ted y sus Hermanos fueron a comer. “Deberíamos ahogar nuestras penas en helado”, Johan propuso. Y, como siempre, nadie se opuso. Era imposible oponerse a los planes de Jojo. Todas sus ideas tenían que ver con comida o recibir un poco del amor de la madre tierra: ir a la playa o cerro, explorar restaurantes, visitar parques naturales, inventar nuevas recetas, descubrir miradores… Johan era —junto con Ella—, el Hermano más activo del grupo. Tal vez muy activo. Sin embargo, sus planes eran siempre tentadores, y Ted nunca se arrepentía de ellos. Incluso cuando los hacía recorrer largas distancias, la recompensa valía la pena. Eso era mucho que decir, ya que, para Ted, la mejor oferta que alguien le podría hacer es nada. Ted solo esperaría que lo dejen ser, en otras palabras, dormir. Colchón y almohada, eso es todo lo que necesitaba.
Ojalá Jojo hubiera propuesto dormir.
En la heladería, los Hermanos pidieron un postre llamado “más innecesario que película de hwood de tres horas” y cinco cucharillas. “Solo cuatro” dijo Mia sin sonido, pero Ted alcanzó a leerle los labios y rostro en ese momento. Luego pasó la mirada por sus otros Hermanos y leyó en ellos la misma expresión de Mia: ahora son solo cuatro. Ted dió un suspiro y tomó a Rique y Mia de la mano. Les dió un apretón y una pequeña sonrisa. Él sabía que ellos necesitarían más que un helado para subir sus ánimos. Mia le devolvió la sonrisa. Rique apretó de vuelta su mano.
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Mientras esperaban por el helado más innecesario que película de hwood de tres horas los Hermanos se sentaron en silencio. Cualquiera que los viera, indudablemente les creería que regresan de un entierro. Las exhalaciones de Johan eran pesadas y entrecortadas, a su lado, Mia no paraba de parpadear. Frente a ella estaba Rique, que no paraba de tronar los dedos. Y en seguida estaba Ted, que no dejaba de tambalear su pierna.
Al igual que sus demás Hermanos, él no podía dejar de pensar, que la persona perfecta para confortarlos en esta situación, es quien la había causado. Cada suspiro, trueno, parpadeo y tambaleo gritaba el mismo nombre: Ella.