Estaba, como siempre, cumpliendo mi cuota diaria con los "Superiores", un simple trabajito de cosecha de almas y en este caso la de una eminencia, nada más y nada menos que la de un Rey. Su bienvenida al reino fue de lo más cálida, digo, un ejército enteró esperándome en la entrada para intentar acabar conmigo, es demasiado para un simple tipo con pintas de pueblerino. Desafortunadamente, no les salió muy bien que se diga. -
"¡RETIRADA! ¡RETIRADA! ¡A LA ÚLTIMA LÍNEA DE DEFENSA AHORA!"
Eran los gritos de los caballeros que escuchaba, corriendo a toda velocidad del lugar por una calle empedrada, estos derribaron cualquier obstáculo que obstruyera su camino, sobre barriles, carretas, escombros de edificios y mucho más. Recuerdo haber escuchado, decir a un soldado responderle al anterior, jadeando, buscando aire con que hablar.
"¡ESTAMOS CERCA! ¡ESTAREMOS A SALVO CON LOS TEMPLARIOS!"
Siguieron corriendo hasta que por fin llegaron a las trincheras donde estaban los Templarios, una especie de caballeros de alto rango que portan alabardas con filos hechos de magia concentrada, una enorme armadura de acero de damasco templado, y la capacidad de erguir una barrera mágica frente a ellos. -
En las trincheras, vi a varios caballeros sumergidos en pánico, intentando calmarse, lo normal, considerando que lo único que hayan enfrentado ellos fueron algunas criaturas salvajes. Una vez más tranquilos, el caballero le preguntó a otro, su voz temblando de solo pensar lo que había presenciado...-
"¿Crees que puedan detenerlo...? Viste de lo que era capaz... es increíble que solo una persona sea capaz de matar así... A tantos soldados solo, no... no puede ser una persona, es imposible."
A lo que el otro caballero le respondió, en las mismas condiciones
"A este ritmo acabará con todos y con todo a su paso, la única forma que veo de vencer es avisarles a los templarios y que nos ayuden, no hay de otra."
El segundo caballero salió de la trinchera, acercándose a uno de los templarios para charlar con él. Levantó la voz y a todo pulmón desesperado, exclamó.
"¡TEMPLARIO! ¡REQUERIMOS DE SU AYUDA! ¡LA AMENAZA CRUZO LAS LÍNEAS DE DEFENSA! ¡Y SE ACERCA CON RAPIDEZ, ¡YA ASESINÓ A MÁS DE LA MITAD DE NUESTRAS TROPAS! ¡DEBE AYUDARNOS YENDO A LA DELANTERA!"
El templario había estado todo este tiempo observando sus alrededores, veía algunas casas ser derribadas y también una nube de polvo emergente que lentamente se acercaba a la trinchera. Nunca pensó él que llegaría a mayores, así que después de escuchar al caballero, el Templario seriamente le respondió.
"Un hombre contra mil soldados, ¿quién lo diría?, el telegrama que recibió el rey era verdadero."
-De repente, a lo lejos, se escuchó un enorme estallido que hizo que la nube de polvo alcanzara la última línea de defensa, escombros volaron por los aires y la visibilidad era casi nula. El caballero curioso a lo que el templario se refería, le preguntó. -
"¿Telegrama? ¡¿Un telegrama real?! ¿En qué momento les dijeron eso?, ¿¡Por qué no nos avisaron!?"
-El templario adoptó una posición defensiva, previendo un posible ataque sorpresa. Cuando se aseguró de todo estaba seguro, el templario le respondió. -
"A ustedes no se les cuenta muchas cosas... Si les hubieran enseñado ese escrito, se hubieran largado de aquí sin duda alguna. Hace un par de horas, llegó un telegrama al castillo, decía que alguien vendría por el rey y que lo haría a toda costa. El rey aun así nos ordenó proteger su vida, así que como templario es mi deber seguir sus órdenes sin importar lo que sea."
-El caballero se quedó asombrado por las palabras del templario, su lealtad al rey era absoluta, hasta algo... obsesiva, aunque ahora que sabe la verdad se siente como si lo hubieran usado de carnada, una combinación de sentimientos encontrados lo dejó junto al templario unos minutos cuando, de pronto dos luces brillantes aparecieron desde la nube de polvo. -
"¡ES ÉL!" Exclamó el caballero, refugiándose detrás del templario.
"¡Templarios! ¡Barreras ahora!" Les gritó el templario a sus compañeros para erguir una barrera combinada que cubría todo el frente, con 4 templarios asegurando el frente de batalla.
-La amenaza no se movía, al igual que los templarios con su barrera, estaban esperando el momento adecuado para actuar, minutos pasaron y en un abrir y cerrar de ojos. La figura se desvaneció. Confundido, el templario se preguntó-
¿¡A dónde fue?! ¡No pudo ir tan lejos! Caballero, sé útil para algo y ¡búscalo!
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- "Espera- Espera un minuto, ¿Cómo carajos sabes todo eso, no estabas allá atrás causando caos y destrucción a tu paso? ¿Asesinando gente sin piedad? Causando explosiones y todo eso."- Me interrumpió Hunter mientras él tomaba agua y se cubría del sol con parte de una tela que encontramos ahí tirad cerca del pozo.
- "La explosión fue mera coincidencia y las luces que vieron fue por el reflejo de dos barriles, y la verdad es que yo simplemente batallé a lo mucho cinco o siete de los caballeros, los demás los esquive. Nunca asesiné a nadie de ellos, ellos se mataron entre sí. Desde que los caballeros llegaron a las trincheras yo me aferré a un muro del castillo y me quedé escuchando. Si bien causé caos al llegar lo que siguió después no tuvo que ver nada conmigo"-
- "Espera... Eso significa que..."
Levanté la mirada hacia Hunter y le sonreí mientras le dije.
- "La barrera no les sirvió de absolutamente nada. Permíteme continuar".
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Fue entonces que algo tapó el sol, el templario levantó la mirada solo para encontrarse que la sombra que lo cubría era provocada por un ataque sorpresa, cortesía de mi persona, sorprendido, levantó su alabarda y trató de bloquear mi ataque. -
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"¡Me buscaban!" Le grité.
Poco sabía él que posicioné mi espada con el filo apuntando directamente hacia abajo, así que cuando levantó su alabarda chocó con mi espada, trozos de la magia concentrada de su filo salieron volando, había destruido completamente la parte filosa de esta y aún asile protegió lo suficiente para que no le hiciese daño alguno.
El templario dirigió su mirada de hacia mí, mientras que el caballero había regresado a las trincheras como un cobarde.
En un intento de ataque del templario con lo que le quedaba de arma, intentó empalarme y, sin embargo, pude esquivar todos sus ataques sin ningún problema, era como si atacara en cámara lenta.
Cuando me cansé de esa danza mortal sin sentido, detuve en seco su alabarda con mi espada y de tanta fuerza ejercida, el tubo de la alabarda se partió por mitad, dejando totalmente abierto al Templario en defensa, de hecho, se tropezó hacia la espada y partió su cuerpo en dos.
Los demás templarios llegaron al instante a intentar liquidarme, apuntando sus alabardas hacia mí, queriendo dejarme como brocheta. Uno a uno fui derrotándolos sin siquiera usar, usaba sus propios ataques en contra de ellos, esquivando en posiciones incómodas para ellos, causando de que ellos se mataran entre sí.
Con el asunto de los templarios resuelto nada se iba a interponer en mi camino, así que me adentré en el castillo del reino y de tres cortes de mi espada abrí un agujero en la puerta principal del castillo
Lo primero que vi al entrar fue un enorme salón, con decoraciones talladas en mármol, una alfombra de terciopelo y una vidriera mostrando un mosaico del primer rey al fondo del salón, y justo enfrente de este estaba el trono.
"No tiene caso esconderse, Rey Índigo, ¡Muéstrate!" – Exclamé
Mi voz resonó por todo el castillo, mientras que de detrás del trono salió un hombre vestido de armadura y una espada que solo puedo describir como "la espada heredada por la familia real". El rey se irguió y apoyándose sobre su espada, levantó la mirada y me dijo fuerte y claro.
"Vos sois aquel quien desea arrebatarme la vida, ¿No es cierto?
A lo que yo le respondí.
"Correcto, su majestad, mil disculpas por mi tardanza surgieron... un par de contratiempos."
Procedí entonces a meter mi mano en mi bolsillo derecho, sacando las placas de los cuatro templarios que recolecté luego que murieran
"Recuerdo haber escrito en el telegrama que no se resistiera, que vendría a usted pase lo que pase."
El rey dio un paso atrás y la expresión de su cara se volvió de disgusto, como que si fuera la peor escoria del planeta.
"¡Los templarios...! Ellos... están..."
Y sin dejar que terminara su frase, le contesté.
"Están muertos. Incluyendo a más de la mitad de tus soldados, no tenía por qué ser así, y aun así tú los mandaste a morir."
El rey enfurecido levantó su espada y exclamo.
"¡Miserable... bastardo!"
Y de su espada, un filo hecho de fuego fue lanzado hacia mí, el cual bloqueé con mi espada en un rápido movimiento. Regresé a mi posición, y le respondí.
"Yo solo cumplo con la voluntad de los "Superiores", su majestad. Y su voluntad dictamina que su vida debe ser cobrada."
El rey sorprendido se quedó inmóvil después de verme bloquear sin un rasguño su ataque, no podía creer que alguien pudiera hacer eso siquiera. Así que con valor procedió a pronunciar las siguientes palabras.
"¡Si tanto quieres arrebatarme la vida, ven a mí y tómala!
Con sus dos manos, el rey tomó su espada y la alzó frente a él, unas inscripciones de símbolos rojos aparecieron en ella, después me apuntó con ella y dijo.
"¡En guardia!"
-Le apunté de regreso con la mía, tomándola con mi mano izquierda usando un agarre reverso mientras le sonreía ligeramente. -
"Si eso quieres... Entonces eso obtendrás"
Ambos nos abalanzamos el uno contra el otro, chocando con nuestras espadas directamente, provocando un gran estruendo que resonó por todo el castillo, las chispas de metal volaron como fuegos artificiales diminutos, iluminando el castillo que ahora es un campo de batalla.
El rey inmediatamente después del choque retrajo su espada y la prendió en llamas en un abrir y cerrar de ojos, luego procedió a atacarme sobre la cabeza en diagonal, buscando atacar mi brazo derecho primero, debido a que es mi lado expuesto al yo ser zurdo.
Viendo que él se aproximaba por mi derecha, me aparté de su camino y rápidamente esquivé su ataque, pero el rey a último segundo cambio de dirección, como si el peso de él y de su espada cambiaran lugar haciendo que su pivote no sea él mismo, sino la espada redirigiendo el impulso de esta hacia mi pecho.
Rápidamente, con mis dos manos tomé mi espada y la puse en vertical, de modo que bloqueara el inminente espadazo ígneo del rey, el impacto de tal ataque me hizo retroceder, rasgando la fina alfombra de terciopelo bajo mis pies.
El rey arremetió de nuevo contra mí, esta vez con un espadazo ascendente y desde su lado izquierdo, seguido de otro ataque sobre la cabeza en dirección contraria a la inicial.
Bloqueé el primer ataque sin ninguna complicación, pero en el segundo el rey usó su técnica de nuevo, retrocedió tomando impulso para poder así darme una estocada letal al corazón. Y cuando menos me lo esperaba me había atravesado.
"Nada mal, Índigo. Tienes tus trucos bajo la manga." -Dije con mis últimos alientos.
Las llamas sagradas de su espada calcinaron mi interior rápidamente, carbonizando la zona más cercana a la herida, él extrajo su espada de mi cuerpo y me dejó tirado ahí, sintiéndose el victorioso ante mi derrota.
O eso él creía..., ya que no sabía él, que yo era inmortal. Así que después de unos pequeños instantes me levanté del suelo como si nada con el agujero donde la espada había entrado, incluso se podía ver dentro de mí. Me le acerqué al rey por la espalda rápidamente y le dije de cerca.
"Mi turno"
En lo que él daba un paso atrás para dar un poderoso espadazo ascendente, yo tenía preparada mi espada sobre mi cabeza, para dar un espadazo descendente en la misma trayectoria que el suyo.
Una vez más nuestras espadas colisionaron con un gran estruendo, pero esta vez mi espada logro partir la suya, desquebrajándola en el impacto debido a la enorme cantidad de fuerza que ambos aplicamos sobre ellas.
Los dedos del rey habían quedado rotos por tal impacto y sin manera de defenderse directamente, solo quedaba que su armadura aguantara los golpes.
Le di una patada que lo elevó por los aires, casi rozando el techo de su palacio, y de un salto lo alcancé para darle un puñetazo que lo estrellaría contra el suelo, provocando que su armadura se hiciera trizas. Y su cuerpo se enterrará en suelo.
Una vez que aterricé, me le acerqué lentamente al rey, con mi espada en mano y una cara inexpresiva, mirándolo detenidamente hacia abajo. El rey yacía en el suelo con trozos de su armadura que se habían incrustado en su cuerpo. Me acerqué más a él y le dije. -
"Ahora, quédate muy quieto"
Acto seguido, pasé el filo de mi espada por un implante de mi mano derecha, y de este salía un tipo de energía verde fosforescente que poco a poco iba acumulándose en el filo de mi espada.
Levanté mi espada sobre mi cabeza y atravesé su pecho, pero no lo partí a la mitad como al templario. Esa energía verde me permitía no causar daño físico a cambio de extraer de este un orbe de un color similar al de la energía en la que mi espada estaba imbuida.
El rey confundido por lo que acababa de ver, me pregunto.
"¿Qué... me... habéis hecho? ¿Sigo... con vida...? ¿Qué es... ese orbe...?"
"Contestando la última pregunta, es su alma, su majestad, irá directo con los "Superiores" cuando salga de aquí. Debo agradecerle su majestad"
El rey seguía confundido, y su habla era en un volumen bastante bajo
"¿Los "Superiores"? Me... hablas de religión... justo ahora..."
De pronto sus manos comenzaron a disolverse en pequeñas partículas, como si polvo se desprendiera de él, a lo que él respondió.
"¿Qué le pasa... a mis ...? ¿Manos?"
"Las almas son el combustible de la vida. Sin ella, tu cuerpo se desvanece de la existencia"
-Contemplando el fin, el rey con sus últimas fuerzas finalmente preguntó-
"¿Quién demonios eres?"
Pero justo antes de que yo le respondiera en ese instante se desvaneció en una nube de polvo, las condolencias a su familia sí tenía alguna, pero eso no era de importancia; Mi trabajo había terminado por este día y eso era lo único que pensaba.
"Debería irme, se hace tarde."
Y así hice de un salto, atravesé la vidriera del palacio y me escabullí del reino, jurando nunca más volver ahí.