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Lottus (GL Independent History in Spanish)
Capítulo Siete: Prejuicios y Decisiones

Capítulo Siete: Prejuicios y Decisiones

Sasha mantuvo su mirada fija en Miko, con un leve toque de dureza que contrastaba con la habitual tranquilidad que transmitía.

—Ese día pensé que solo estabas bromeando —confesó Sasha, sus palabras cargadas de un cansancio que no parecía físico—. Creí que era una apuesta tonta o un intento de burlarte. No sería la primera vez que un extranjero pasa por algo así aquí.

Las palabras golpearon a Miko más fuerte de lo esperado. Era consciente de los prejuicios que muchos japoneses tenían hacia los extranjeros, y aunque nunca había estado completamente cómoda con ellos, ahora se encontraba enredada en una contradicción que no podía ignorar. Gabriel y los demás, forasteros como Sasha, la habían salvado de sus compatriotas. Este pensamiento dejó un sabor amargo en su boca.

—¿Por qué estabas allí ese día? —preguntó Sasha con seriedad, inclinándose ligeramente hacia Miko.

La pregunta la sacó de sus pensamientos. Miko respiró hondo y le explicó sobre su trabajo de medio tiempo en el café.

Gabriel, que había estado observando la conversación desde la barra, intercambió una mirada rápida con Sasha. Fue como si tuvieran un lenguaje silencioso entre ellos, uno que culminó con Sasha girándose hacia Miko y cruzando los brazos.

—Voy a hacerte un trato —dijo Sasha, su tono firme pero no agresivo—. Te ofrezco ser tu guardaespaldas, pero solo en tus trayectos a la universidad y de vuelta.

Miko parpadeó sorprendida, pero antes de que pudiera responder, Sasha añadió:

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—Y también puedo darte un trabajo aquí, si lo necesitas. Algo que te ayude a ganar más dinero. Mesera, ayudante... tú decides.

Miko abrió la boca para hablar, pero ninguna palabra salió. La oferta era generosa, casi demasiado buena para ser cierta. Sin embargo, sabía que aceptar ambas cosas sería como prender fuego a todo lo que su familia representaba. Su padre siempre le había advertido sobre los extranjeros y el peligro de mezclarse con ellos.

—No sé si puedo aceptar eso... necesitaré tiempo para pensarlo —dijo finalmente, desviando la mirada.

Sasha no insistió, pero su ceño se frunció ligeramente.

—Como quieras, pero piénsalo bien.

Desviando el tema, Miko preguntó:

—¿Cuánto cobrarías por ser mi guardaespaldas? ¿Tienes experiencia en defensa personal?

La respuesta de Sasha fue una sonrisa feroz, cargada de una confianza que intimidaba y fascinaba a partes iguales. Gabriel soltó un leve suspiro, como si ya anticipara la respuesta.

—Más de la que imaginas —dijo Sasha.

—Podría patearnos el trasero a todos nosotros si quisiera —añadió Gabriel, encogiéndose de hombros mientras sonreía con resignación.

Sasha asintió, como corroborando el comentario.

—He practicado artes marciales desde joven. Me gusta aprender de diferentes estilos y combinarlos. Es algo que disfruto... y que me sirve.

Miko se quedó boquiabierta. La idea de que una mujer pudiera enfrentarse a hombres tan grandes y fuertes como Gabriel y los demás le parecía absurda.

—No lo creo —dijo sin pensar, casi susurrando, pero lo suficientemente fuerte como para que Sasha la escuchara.

El ambiente se tensó de inmediato. La expresión de Sasha se endureció, y por primera vez, Miko sintió que había cruzado un límite invisible.

—No por ser mujer soy menos que cualquiera —dijo Sasha con la mandíbula apretada—. Siempre puedes compensar tus debilidades con fortalezas. Y si trabajas lo suficiente, incluso tus debilidades pueden convertirse en tus mayores armas.

Sin añadir más, Sasha se levantó, echándole una mirada final.

—Te esperaré mañana en el tren, si decides que necesitas un guardaespaldas.

Gabriel, que había permanecido en silencio, se inclinó hacia Miko después de que Sasha se alejara.

—Entiendo que es cultural, pero deberías tener cuidado al subestimar a las personas. No sabes de lo que son capaces. Y créeme, Sasha puede hacer cosas que sorprenderían a cualquiera.

Las palabras de Gabriel resonaron en la mente de Miko mientras los demás del grupo se ofrecían a acompañarla hasta la estación de tren. Durante el trayecto, no podía dejar de darle vueltas a la conversación. No había querido ser grosera, pero sus palabras habían salido sin filtro, reflejando más lo que le habían inculcado que lo que realmente pensaba.

Esa noche, mientras cenaba con sus padres, las palabras de Sasha y Gabriel seguían rondando en su cabeza. No sabía qué esperar del día siguiente, pero estaba segura de algo: había mucho que no sabía sobre Sasha... y estaba decidida a descubrirlo.

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