Ante mí está una cápsula destrozada. Tomo de mi vaso de cerveza con una mirada en pena; no era parte del plan caer tan mal pero inevitablemente pasó al no medir nada bien la atmósfera terrestre. Suspiro resignado y veo mis cercanías, encontrándome entonces una ciudad frente a mi cápsula. Pese a todo, no puedo evitar tornar mi rostro en una sonrisa al contemplar la Tierra en persona.
Me levanto y devuelvo mi mirada a la cápsula, destrozada; Pero con el interior intacto. Estiro mi brazo izquierdo, hecho de metal y mis alas se expanden ayudándome a manejar un control en la gravedad de la Tierra una vez más.
No siento nostalgia de algo en lo que viví tan poco tiempo en tan lejano tiempo, pero aún así es emocionante. En Schwarz no había muchas noticias de la tierra, por lo que nunca tuve contacto más allá de lo a que viví aquí.
Abro la caja y de ella saco mis armas. Armas fabricadas en la base espacial como último vestigio de quienes me criaron. Sonreí, acariciando una moneda y comencé entonces a guardarlas.
Un revolver, un lanza cohetes y un cañón de rieles, no mucho que pedir, de hecho, me hubiera gustado alcanzar a traer el resto, pero tenía prisas en salir. Después, tal vez; podría plantearme en hacerlas con los recursos necesarios.
Los anclé a la gravedad proveniente de mis alas, permaneciendo flotando alrededor mío sin preocuparme de realmente sostenerlos.
Una vez ya tengo todo listo, me dispongo a entrar en la ciudad. Fuera, veo solo alguna que otra vegetación, pero más que todo se sentía fresco. ¿Cuándo fue la última vez que sentí tanta relajación? Nada del otro mundo, por supuesto, pero incluso al ver los autos pasar se siente nuevo para mí.
Sonrío, inconscientemente, pero consciente también de que al menos tengo un propósito nuevo al llegar a un lugar tan diverso.
A mi manera.
Paseo entre calles, oyendo distintos dialectos y voces, algunas personas comprando en puestos callejeros, otros yendo en direcciones desconocidas pero todos sintiéndose tan conectados entre sí.
—¡Hey, güero! —Me pregunta una señora de destacable vejez—, ¿No te interesan unas buenas naranjas? ¡Están en su punto!
—No, gracias.
Fui firme al respecto y continué mi camino. Hoy sentía una buena vibra. Un sentimiento contrastante con lo que viví antes de llegar acá.
Mientras camino, llego a apreciar muchos de los aspectos que los terrestres se permiten cotidianamente; poder respirar sin traje, tener cientos de personas con las que socializar, ventas y actuaciones libres. He visto más vendedores ambulantes en este barrio que en toda mi vida...
Viniendo de una estación espacial, no me sorprende, pero sigue siendo triste no poder comprender la magnitud de las cosas hasta que estás frente a ellas.
En otras noticias, me detuve un momento a comer unos tacos, no sé ni de que o qué tienen, pero el hambre me estuvo ganando desde hace ya un tiempo y comer es la mejor forma de calmarla.
Pasa un tiempo mientras sigo degustando mi comida cuando veo a lo lejos una mujer flotando, algo poco común por lo que vi. Pero más que eso, su mirada me decía que era como yo; nueva en este mundo, pero a la vez que maravillada, su mirada demostró temor y nervios.
Pero no es de mi incumbencia, por lo que solo le aprecio un momento antes de seguir comiendo. Parece ser que eso no fue su pensamiento, pues en cuanto me vio voló directo a mí con una tal vez exagerada emoción.
—¡Disculpe, señor! —Me llama con un respeto curioso, contrario a una emoción casi innata en su voz—, ¿De casualidad usted es de Overwatch?
¿Overwatch? Me suena de algún lado ese nombre, pero yo también desconozco a quien se refiere.
—Me temo que no, ¿Tal vez puedas buscar en el llamado internet para saber al respecto?
Me mira con ternura, casi con la cabeza en blanco, luego choca las manos con emoción.
—¡Tienes la absoluta razón! ¿Por qué no lo habré pensado antes? —murmura las palabras al final con algo de lástima, pero luego se da cuenta de un hecho; está en un lugar desconocido y no tiene teléfono alguno con el que comunicarse o dar a noticias—, una cosa más... ¿No tendrá un teléfono que me preste un momento para una llamada rápida?
Sonrío con un poco de incomodidad. Es un hecho que no tengo teléfono porque a excepción de mis armas, una tarjeta y yo mismo, nada más sobrevivió a mi caída.
—Me temo que no. Pero justo voy a comprar uno, tal vez te interese acompañarme y te lo presto. O puedes preguntar a alguna de estas personas, si te parece mejor.
Ella miró las únicas zonas con personas en las cercanías, pero ni una sola aparte de mí estaban solas. Por lo que veo, se acercó más por verme solo que por reconocerme en algún lugar. Lo cual tiene más sentido, si lo pienso mejor. Nadie me conoce... espero.
—Pues... eh, está bien, ¡Vamos!
—Vamos. Pero cuando termine de comer.
—Ah, sí, claro. Por supuesto —comenta tímidamente, mientras vuela apreciando mi belleza. No, espera, no exactamente así.
Ella se quedó mirando la comida con curiosidad, ya me quedaban solo dos tacos, pero que puedo decir, no soy quien para negar una mirada hambrienta de cachorro como la que tiene inconscientemente.
—Come, si quieres—dije sin pensar, pero pensando en su casco, dudo mucho que soporte el poco oxígeno que hay en la tierra—. O bueno...
Me mira a los ojos al notarme nervioso. Sabe que noté su casco, sonríe ligeramente y toma uno de los tacos.
—¡No te preocupes! Solo necesito acostumbrarme y estaré como en casa...
Suspiro algo aliviado al ver que puede comer con normalidad y está tranquilamente comiendo uno de los mencionados. Su reacción es incluso mayor que la mía.
Queda encantada y se come el resto, termino pagando un par de numerosos tacos más al ver la emoción no solo ya en su mirada, sino en sus manos al probar la comida.
The author's narrative has been misappropriated; report any instances of this story on Amazon.
Algo bueno ha salido de todo esto, un momento de paz, un momento de cariño con lo que parece será mi primer amigo. Claro que igual puede que terminemos cada uno por su lado al final del día, pero las experiencias no se van ni se esfuman en el aire.
Una vez terminado de comer, comenzamos a caminar por los alrededores en busca de una tienda de celulares. Evito lo más posible los grandes grupos de gente primero porque no me gustan y segundo porque a ella tampoco parecen gustarles, aunque por razones distintas a las mías, seguramente.
No importa, llegamos sanos y salvos, nos reciben amablemente y comenzamos una exhaustiva revisión de cosas que no sabemos que es mejor o que no.
—¿Supongo que entre más mejor? —cuestiona ella y no pude evitar asentir con mi cabeza cooperando con sus palabras, por lo que buscamos lo que más números tuviera en cantidad.
No es que ninguno de los dos no tengamos la cabeza para los tecnicismos, pero al menos en mí estación muchos de estos términos de componentes fueron rezagados por otros.
Finalmente, compré dos móviles aprovechando mi casi ilimitado crédito disponible; al menos por ahora. No hay nadie que le vaya sacar provecho fuera de mí, de todos modos.
—¿En serio me lo regalas?
—No es un problema para mí.
Me sonríe y gravita alrededor mío mientras comienza a utilizar el teléfono. Salimos de la tienda y nos dirigimos a un parque cercano. Por suerte, hay pocas personas. El ruido de los autos y las personas se suaviza y podemos centrarnos en lo verdaderamente importante.
Tomo mi teléfono finalmente, ya decidido a configurarlo. Una vez terminado, decido buscar de overwatch, aprovechando que ella también lo había comentado antes y yo tengo curiosidad.
—Así que esto es...
—¡No! —grita la chica con un sonido ahogado en dolor—, ¿Por qué pasa esto? No podré ayudarles... No, eso no es posible, me dijeron que...
Me acerco con cuidado, intentando no sorprenderla. En su teléfono se ve una noticia, bastante antigua, con las palabras «Ecopoint cierra sus puertas dado la falta de fondos por el cierre de overwatch».
No sé que le puedo decir para tranquilizarla. Lo intentaré, quiero decir, me da pena. Pero no soy bueno con las palabras y no quiero arruinarle aún más la moral.
—Hey, está bien, aún puedes encontrar a alguien que pueda retomar el proyecto o tal vez haya una noticia más reciente.
Ella se comienza a calmar un poco más, no sé si por el intento de confortarla por mi parte; pero sigue dudando. Por lo que de mi teléfono busco rápidamente una noticia que pueda darle esperanzas. Es entonces donde veo una noticia perfecta; la vuelta de overwatch, algo antigua, pero funciona... Por lo menos, más reciente que la anterior sí es.
—Mira, tal vez si los encuentras puedan ayudarte con lo que sea que tengas problemas —comenté mientras mostraba mi teléfono.
Ella mira la noticia, toma mi teléfono lentamente y comienza a leer por su cuenta. Yo suspiro al verla más calmada que antes.
¿Será que ella, a diferencia mía, viene como una llamada de auxilio de un mundo moribundo? No lo sé, mi padre solo me contó de la tierra, pero nunca supe que la humanidad colonizó más planetas. Tal vez pueda conseguir sus coordenadas y ayudar.
En cualquier caso, creo que sería incómodo preguntar ahora, por lo que permanezco en silencio mientras ella sigue leyendo.
—Tienes razón. Tal vez si voy con ellos pueda recibir la ayuda que necesito.
—Bueno saberlo.
—Esto... —Me mira y correspondo al observar sus ojos frente a los míos. —. ¿De casualidad... ?
—No. No tengo ninguna idea de donde podrían estar en este momento.
—¡No eso, tonto! —comenta refunfuñando y así comprendo que tal vez quería que le ayudase.
En principio, no tengo nada importante que hacer más que explorar la tierra, por lo que pensándolo bien, creo que sería correcto ayudar a alguien igual de perdido que yo. De paso, me llevará a una aventura. ¿Nada mal, supongo?
—¡Ah claro, claro! ¿Quieres que te... acompañe, de casualidad?
—Sí.
—Está bien.
Creo que hasta ella se sorprendió de lo fácil que accedí, pero para mí son todo ventajas, que puedo decir.
—Pero creo que sería bueno comenzar... diciendo nuestros nombres.
—¡Claro, por supuesto! Puedes llamarme Juno.
—Yo soy Ludwig Schwarz, un gusto.
Sonreímos y nos quedamos en silencio por un largo tiempo. En algún punto llego a pensar si tiene alguna idea de qué hacer a continuación.
—Y... ¿Qué hacemos?
—Bueno, no lo sé... —comenta dudosa mientras se pone una mano en el casco figurativamente como si lo tuviera en su mentón. Hasta que tiene una reacción positiva levantando su dedo al aire—. ¡Ya sé! En la noticia decía que hubo un ataque por parte de Null Sector en Francia. ¿Qué tal si vamos allá?
—Mira la fecha, Juno. Eso pasó hace dos años.
—¡Pero si no es ahí solo podríamos esperar a que encontremos a uno por pura suerte! No tendrán su base de operaciones a la vista y el mundo es muy grande para encontrarlo.
—Sí, pero seguirán teniendo... Juno, ¿Les anunciaste tu llegada con alguna señal?
—Si, overwatch me contactó diciendo que enviarían un agente, pero sabiendo sus condiciones...
—Si, lo entiendo, podrían tardar más de lo esperado, pero aún así creo que vale la pena esperar unos pocos días. Te aseguro que no serán más de tres días.
La sola mención de días era agotadora, eso me dijo su expresión conforme habló, pero mordiéndose el labio inferior, asintió.
—Hey, no sé para qué necesitas con tanta prisa contactar con ellos; no necesitas decírmelo si no quieres —Porque ya me doy la idea de ello, aunque no lo hagas—, pero creo que nadie ignoraría una señal tan obvia y misteriosa que viene del espacio. ¿No es así?
Ella me mira asintiendo sin decir mucho. Pronto decidimos volver donde su cápsula.
—Nací en Marte.
Comenzó a hablar tan sorpresivamente que realmente no me esperé que me lo contara con el poco tiempo que nos conocemos y que seguramente tenga que volverlo a decir una vez que nos encontremos con overwatch. Pero al menos tendré el contexto más claro.
—Mi madre y su equipo son un equipo de la tierra, fueron a Marte para la primera colonización de Marte. Pero un día simplemente dejamos de recibir suministros y nadie contestó nuestras señales.
—¿No tenían contacto con otras compañías aparte de overwatch?
—No, era una misión confidencial; se habían hecho comunicaciones específicas y discretas que no nos permitían contactar con otros, además, hay múltiples tormentas que inhabilitaron la comunicación, por lo que solo pude venir en una limitada oportunidad. Entonces me mandaron a mí. Soy... su última esperanza.
—Eres fuerte, Juno. Todo saldrá bien, estarán a salvo en cuanto logremos contactar con Overwatch.
Quisiera decir que lo prometo, en serio quisiera, pero decirlo sería asegurar cosas de las que no estoy seguro. No quiero romper una promesa o dejar una al destino, no, yo no soy así.
Nos sentamos en el suelo, dudando de que decir. Lo único que permanecía en el aire es el sonido de mis alas al moverse y de las botas gravitacionales de Juno.
Las aprecié con más detalle y para aligerar el ambiente, decidí cambiar el tema.
—Bonitas botas, ¿Las diseñaste tú?
—¿Estás? ¡Oh, no! Las diseñaron mis padres, yo quería un traje espacial como ellos y decidieron crearme uno. Son parte del traje.
—Interesante.
—¿Y tú? Esas... ¿Alas? son curiosas. Parecen lámparas, ¿Alumbras a la gente? —Bromeó mientras acercaba la mano a tocar una.
—Sí, las creé junto a mi padre. Fue mi primera creación y única obra maestra. Nunca hice nada igual, son especiales para mí. ¡Eh, cuidado con tocarlas! Pueden calentarse... mucho.
No era orgullo exactamente lo que quise mostrar, pero fue inevitable decir al moverlas al frente, tocándolas con cuidado.
—Tienen un tacto... raro. ¿Son realmente sólidas?
—No totalmente. Aunque mantienen su forma, la naturaleza de estas las hace... cambiar de estado, por decirlo de alguna manera. Crean un campo de gravedad entre estas que permite a objetos mantenerse en el aire como... mis armas.
Me mira con asombro con una en la mano la cual dejé en su control, es un poco raro porque nunca nadie aparte de mí las a tocado, pero al menos sé que en este momento son seguras.
—También permiten que me deslice sin límites en cualquier lugar gracias a que contrarrestan la fricción, por lo que puedo hacer muchos juegos con ellas. Aunque comparado con flotar, es bastante poco.
—¿Bromeas? ¡Se me ocurren un montón de ideas con ellas! Podría ser realmente divertido si pudiera tenerlas.
—No las ocupas cuando eres una bonita hada voladora —bromeé viendo sus botas con curiosidad.
Si ya llevaba una sonrisa de antes, al menos ahora podía confirmar que me siento realmente feliz con esta charla.
Y así, disfrutamos el resto de la tarde y dormimos por un hotel cercano, donde nos mantuvimos en reunión en la cápsula, la cual decidimos no mover por su estado de fragilidad.